Patrones regenerados (2)

Exposición de Efesios  •  Sermon  •  Submitted
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Pablo quiere que los efesios pongan en práctica el vestirse del nuevo hombre, enfatizando en lo que no deben hacer, contrastándolo con lo que sí deben hacer. /// Demostrar que la santificación del creyente es un proceso en el que debemos tomar parte (y de manera colectiva), sin perder de vista el aspecto teológico de cada mandamiento.

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Efesios 4:25–5:2 LBLA
Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablad verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis oportunidad al diablo. El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad. No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan. Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo. Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma.

Del mal uso de las palabras, a la edificación (v.29-30)

Efesios 4:29 LBLA
No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.
En cuanto a este cuarto mandamiento, Pablo pasa de hablar de nuestras manos (“usar las manosEf. 4.28) al uso de las palabras. “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca”. Pablo está trayendo a la práctica lo que nuestro Señor enseñó con respecto al uso de las palabras. La palabra que Pablo usa para decir “corrompida” es la misma que se usó en Mt.7.17-18 para hablar de los malos frutos.
Mateo 7:17–18 LBLA
Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
Esta palabra “fruto malo” tiene la idea de algo que es “inservible, que está en proceso de podrirse, de mala calidad, dañado, grosero”; se usaba para hablar de una fruta que está podrida y que hace daño al ser ingerida. Nuestro Señor la usó para referirse a la imposibilidad de que un árbol de manzanas dé peras o duraznos. Pablo ocupa la misma idea, y menciona que ese tipo de lenguaje no era (ni aún lo es) aceptable para los miembros del Cuerpo de Cristo. Toda palabra corrompida viene a ser como esa fruta echada a perder que nos la comemos, y que eventualmente nos hará daño.
Pero Pablo no solo se está refiriendo a palabras vulgares, o groseras (aunque también las incluye). Él se está refiriendo a “todo lo que no contribuye al bien de los demás: palabras que atacan, humillan, critican, culpan, recuerdan, exigen, burlan, amenazan, lastiman. Incluye el sarcasmo que hiere, el humor que ofende, la murmuración que rompe amistades y otros errores semejantes” (Stanford Orth, Estudios Bı́blicos ELA: La unidad puede ser una realidad (Efesios), 97).
Mis hermanos, debemos estar conscientes de lo peligrosa que es nuestra lengua. Escuchen cómo lo dice Santiago en Stg.3.6-12. Él es claro al decir lo que anteriormente ya mencioné: la fuente de agua salada no puede producir agua dulce. El árbol que está mal de su raíz no puede producir fruta que sea agradable y buena para que la comamos. Así mismo, mis hermanos, no es posible que profesemos ser cristianos, pero nuestro vocabulario deje mucho que decir.
Piensa en tus conversaciones que tuviste esta semana. ¿Cuántas de ellas contuvieron sarcasmo, palabras con doble sentido, chisme, orgullo, doble intención, o sencillamente, sin valor alguno?
¿Podrías decir que TODAS tus conversaciones contribuyeron algo bueno?
Si no es así, es tiempo de que nos arrepintamos. Pero, el mandamiento no queda en prohibición, sino también en la exhortación de que nuestras conversaciones deben ser “bueno para la edificación necesaria, para dar gracia a los oyentes”. Este uso de nuestras palabras debe ser:

Debe ser oportuna

la necesaria edificación”. Literalmente dice: “edificación de la necesaria”. Todas nuestras palabras deberían de ser para estímulo de los hermanos, pero aparte de eso, debe ser la adecuada para el momento necesario. No solo debemos cuidar nuestras palabras, sino también debemos cuidar del momento en que las sacamos.
Hay personas que tienen una habilidad sorprendente para decir las cosas precisas, justo en el momento en que se necesitan. Cuando necesitamos palabras de aliento, o de ánimo, o cuando necesitamos que se nos exhorte y corrija nuestro comportamiento. Le damos gracias a Dios por esas personas, porque (decimos) “son una bendición pata nuestra vida”. Pero, hemos conocido a personas que, Dios los ha dotado de conocimiento y habilidad para saber qué decir, pero esas palabras son dadas en los momentos menos oportunos.
1 Corintios 14:12 LBLA
Así también vosotros, puesto que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para la edificación de la iglesia.
¿Qué hay de nuestras palabras?
¿Las personas encuentran en tus palabras algo que les ayude a crecer?
¿Somos precisos para edificar? ¿O para ofender?

Debe ser para edificación

“Nuestras palabras deben ministrar gracia y ayudar a otros a acercarse más a Cristo.” (Warren Wiersbe) Todo lo que salga de nuestra boca debería ayudar a los demás a que conozcan y amen más a Dios. Tal y como lo mencioné anteriormente, tanto la mentira, como el robo, y ahora las palabras podridas afectan al cuerpo de Cristo, y provocan que en lugar de crecer, se vaya muriendo. Por eso Pablo insta en Colosenses 4.6
Colosenses 4:6 RVR60
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
¿Y qué pasa cuando hacemos mal uso de nuestras palabras?
Efesios 4:30 RVR60
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
Hay que recordar que este versículo está en el contexto de los conflictos interpersonales. Cada uno de los mandamientos tiene que ver con nuestra manera de comportarnos con nuestros hermanos de la iglesia, así como también con los de afuera. Son como una evidencia de que verdaderamente ha habido un cambio. Por eso Pablo nos exhorta a “no contristar al Espíritu” con tales comportamientos.
La palabra “contristar” significa en el original “causar pena o dolor”, y abarca tanto dolor físico provocado por “hambre, la sed, el calor, el frío o la enfermedad; (como también dolor mental) causado por la angustia del infortunio, la muerte, el fastidio, el insulto o el ultraje.” Y como mencioné anteriormente, Efesios 4.30 está en el contexto de los conflictos entre los miembros de la iglesia, como con sus semejantes inconversos. Esto nos dice (siendo honestos con el texto) que nuestra manera en que tratamos y reaccionamos ante las circunstancias, no solo afecta al Cuerpo de Cristo, sino también al Espíritu Santo.
No quiero pasar al siguiente mandamiento sin mencionar dos aspectos importantes acerca de esta declaración de Pablo en Efesios 4.30. Lo primero que observamos es que el Espíritu Santo, que Pablo ya lo había mencionado en Ef.1.13, es el mismo que en este verso. Y este Espíritu Santo, es considerado como PERSONA.
Isaías 63:10 RVR60
Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.
Esto es necesario de enfatizar puesto que no nos estamos refiriendo a una fuerza que emana de Dios, y que nos invade y nos hacer super humanos para hacer cosas increíbles. Nos estamos refiriendo a una Persona, la Tercer Persona de la Trinidad que comparte las mismas perfecciones de Dios: eternidad, omnipotencia, omnipresencia, santidad, etc. No nos alcanzaría el tiempo, ni la vida para poder abordar el tema del Espíritu Santo, puesto que es Dios mismo. Únicamente quiero mencionar que, el Espíritu Santo se contrista cuando no vivimos como creyentes. Un comentarista lo expuso de esta manera:
El Espíritu Santo tiene como misión reproducir la imagen de Jesús en cada cristiano (Ro. 8.29), cualquier rebeldía del creyente impide la acción del Espíritu, contristándolo, es decir, se contrista cuando un cristiano es inconsecuente con la vida santa y honesta que corresponde a su nueva naturaleza. (Samuel Pérez Millos, Efesios, 374)
Sin embargo, a pesar de que podemos contristarlo, no podemos separarnos de Él, puesto que nos fue dado como garantía de nuestra salvación futura, “con el cual fuimos sellados para el día de la redención”. ¡Qué gran esperanza tenemos! Pablo vuelve a mencionar que el Espíritu Santo funciona como esa garantía que certifica que, una vez que hayamos creído en el evangelio (Ef. 1.13), seremos guardados hasta “la redención de la posesión adquirida (Ef. 1.14), hasta “el día de la redención”. De modo que es imposible que, aquellos que han sido sellados por el Espíritu, se pierdan, porque
Juan 6:39 RVR60
Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
¡Oh, qué esperanza tenemos en Cristo!
¿Estás tú entristeciendo al Espíritu Santo por medio de tus conversaciones?
¿Estamos contribuyendo al crecimiento de esta iglesia? ¿O somos parte de la falta de poder en esta congregación?

De la amargura a la amabilidad (v.4.31-32)

Efesios 4:31–32 RVR60
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Es interesante que todos los pecados que Pablo está mencionando en Ef.4.31 tienen que ver con aquellas reacciones que las personas tienen cuando se encuentran en una situación de presión contra alguien. ¿Recuerdan que al comienzo mencioné que lo que hay dentro de la botella sale cuando se le aplica presión? Lo mismo sucede en el corazón, mente y palabras de los impíos.
Cuando un impío se enoja contra otro, hay “amargura”, es decir, ese rencor guardado en su corazón contra esa persona. Hay “enojo” e “ira”, que tienen que ver con esos sentimientos que los llevan a explotar y responder agresivamente. Y notemos que después de que hay ese resentimiento en el corazón, viene esa irritación e indignación, resulta en “gritería” que es cuando ya se manifiesta en alzar la voz de manera colérica, terminando en “maledicencia, que tiene que ver con el uso de las palabras ofensivas e hirientes. Y por si fuera poco, Pablo concluye toda esta lista con la malicia. No solo es el resentimiento. No solo es responder agresivamente, con palabras o en acción. Ya es desear e incluso maquinar el mal en contra del otro.
Pero Pablo nos dice: “Todas esas reacciones échenlas fuera. Ya no son parte de ustedes. Todo eso es incompatible con su nueva naturaleza. Ya quedó atrás.”
Ay, Max, pero es que tú no sabes qué cosas me ha hecho esa persona.
Max, tú no lidias con mi jefe, con mi esposo o esposa.
Max, tú no sabes lo que sentí cuando tal persona me ofendió.
Efectivamente no lo sé. Pero lo que sí sé es que, si eres cristiano todas esas reacciones ya no son compatibles contigo. Ya no deberías reaccionar de la misma manera en que reaccionabas antes de conocer a Cristo. Ese viejo hombre fue crucificado con Cristo, y ahora debes quitarte esa vieja naturaleza, y vestirte de bondad y misericordia unos con otros, perdonándose unos a otros. Ten en cuenta, mi hermano muchas más grandes y peores le has hecho tú a Dios, y Él te perdonó, y lo sigue haciendo.
Recuerda la historia del hombre que le fue perdonada una deuda enorme, pero que no pudo perdonar una pequeña deuda que le tenían. Por tal razón, Pablo pone como fundamento el perdón de Dios a nosotros en Cristo.
Ay Max, pero es que yo no puedo perdonarle eso a mi papá, a mi mamá o a mi hermano.
Max, cómo puedo perdonar que mi esposo o esposa me haya sido infiel. Cómo puedo perdonar con mi familia que me ha lastimado toda mi vida con sus críticas y rechazos.
Mi hermano, de la misma manera que Cristo te perdonó a ti. Pero si tú, no has entendido la inmensa deuda que Dios te perdonó, y eres incapaz de perdonar así mismo a otros, vas directo al infierno. Puedes haber asistido a UNIFAM toda tu vida. Servido en éste aquel ministerio, y aún así ir directo al infierno porque no has entendido el inmenso perdón inmerecido de Dios hacia ti. Y aquí es donde todo cae y se resume en una oración.

La razón de todo esto (5.1-2)

Efesios 5:1–2 LBLA
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma.
Mis hermanos, todas estas cosas tienen que ver con nuestra santificación. John Piper lo expresa diciendo que el problema del pecado es que ciega, nos esclaviza, e ilusamente nos promete satisfacer nuestros deseos. El problema del ser humano es realmente un problema del deleite. El ser humano se deleita más en el pecado que en Dios. Disfrutamos más los ágrios placeres momentáneos de este mundo que la incomparable delicia eterna de Dios mismo, y del gozo que hay en nosotros cuando estamos en Él.
Y quizá tú estás pensando: “Bueno, si esa es la manera en la que un cristiano se debe comportar, entonces voy a dejar de mentir. Dejaré de enojarme injustamente y buscar razones correctas para hacerlo. Ahora lo que tengo lo daré a la Iglesia o a misiones, y evitaré el responder agresivamente con mis palabras y acciones a las persona. Así es como un cristiano debe vivir; así viviré desde ahora”. Pero el problema de eso es que estarás cambiando lo superficial cuando lo que importa es lo interior.
Imagina que me ves afuera, frente a un manzano lleno de manzanas muertas, aguadas y moradas. Imagina que me estás viendo arrancar esas manzanas y colocando manzanas nuevas, pegándolas a las ramas para que entonces el árbol muerto se vea mejor. ¿Qué pensarías de mí? ¿Me dirías que lo que hago no tiene sentido?
Sin darnos cuenta, mis hermanos, muchas veces hacemos lo mismo con nuestra vida. El problema no está en las ramas del manzano, sino en las raíces del árbol. El problema no está en los comportamientos de las personas. El problema está en el corazón de las personas que los orilla a pensar y actuar así.
Y lo mismo sucede cuando damos un consejo formalmente (consejería) o informal (amistad). La consejería de ahora se enfoca en darles un estilo de vida a las personas que satisfaga su deseo de una vida buena, sin preocuparnos por el verdadero problema que tienen ellos. Mis hermanos, todos somos fariseos potenciales (algunos estamos en recuperación), queriendo hacer esto y aquello para obtener el favor de Dios. Y a eso se le llama legalismo. Y como un pastor dijo en una prédica:
Teología sin santidad, es la hipocresía que condena (y te lleva de la mano) al infierno; (pero) en la misma manera, una obediencia sin teología es el legalismo que condena (y te lleva) al infierno (Josías Grauman)
Mis hermanos, dar consejería sin evangelio es como darle un vaso de agua a un enfermo de cáncer; quizá lo alivie por un momento, pero jamás lo sanará de su verdadera enfermedad. Por eso Pablo regresa al evangelio siempre, a pesar de estar en la sección práctica. Pablo nos dice, “así como es Dios bondadoso, así también deben serlo ustedes con todos, incluidos sus enemigos). Así como Dios es paciente con los que lo hacen enojar, cuando nos ama a pesar de lo que éramos y seguimos siendo, así también nosotros debemos amarnos unos a otros.
Todo recae en la obra de Cristo. Y Él es la fuente de nuestra santificación.
Filipenses 2:13 RVR60
porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Si tú estás buscando tu santidad por medios humanos, estás engañado. Si buscas tu santidad porque no quieres perder tu salvación (como si eso fuera posible), tú no estás siendo santificado, estás queriendo ganar el favor de Dios por tus méritos, y no lo

Aplicación.

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