Hacia la Madurez Espiritual

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No detengamos nuestro crecimiento. Sigamos hacia la madurez

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Introducción:
Por alguna razón ha quedado grabado en mi corazón el recuerdo de la mañana siguiente luego de recibir a Jesús como mi Salvador y Señor. Me miré al espejo, preguntándome en mi interior qué había pasado. Algo había cambiado, definitivamente, aunque yo no lograba explicarme a mí mismo qué había sido. El poderoso mensaje del evangelio había tocado mi vida, y todo había cambiado definitivamente.
Todos los que nos hemos convertido en discípulos de Jesús hemos tenido una experiencia parecida. Un día, Dios iluminó nuestra alma con su mensaje, usando a ciertas personas y circunstancias que nos atrajeron a Él.
Este mensaje sigue sin ser recibido o entendido por muchos.
Pero, los que hemos creído necesitamos crecer y madurar. Uno de los errores en los que podemos caer es el de convertirnos en niños permanentes. Evitemos la niñez crónica.

1. Un mensaje basado en el poder de Dios

1 Corintios 2:1–5 RVR60
1 Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.2 Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.3 Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;4 y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,5 para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
1 Corintios 2:1–5 NVI
1 Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y sabiduría. 2 Me propuse más bien, estando entre ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado. 3 Es más, me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo. 4 No les hablé ni les prediqué con palabras sabias y elocuentes sino con demostración del poder del Espíritu, 5 para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana sino del poder de Dios.
1 Corintios 2:1–5 NTV
1 Amados hermanos, la primera vez que los visité, no me valí de palabras elevadas ni de una sabiduría impresionante para contarles acerca del plan secreto de Dios. 2 Pues decidí que, mientras estuviera con ustedes, olvidaría todo excepto a Jesucristo, el que fue crucificado. 3 Me acerqué a ustedes en debilidad: con timidez y temblor. 4 Y mi mensaje y mi predicación fueron muy sencillos. En lugar de usar discursos ingeniosos y persuasivos, confié solamente en el poder del Espíritu Santo. 5 Lo hice así para que ustedes no confiaran en la sabiduría humana sino en el poder de Dios.
Pablo viajaba y compartía el evangelio.
Si lo comparamos con lo que sucede en nuestro tiempo tendremos que reconocer que hay muchos que transmiten mensajes, de diferente índole.
Pero Pablo no quería que sus oyentes fueran alcanzados por un mensaje puramente humano. Quería que fueran tocados por el poder de Dios.
¿Cómo lo hizo? Evitó ser elocuente. No intentó sonar bien. Les presentó un mensaje sencillo y duro, el de la cruz de Jesús.
Este mismo mensaje puede producir diferentes reacciones en las personas. La mayoría responden con indiferencia y rechazo. Unos pocos lo han recibido y lo reciben con fe.

2. Un mensaje que no todos pueden recibir

1 Corintios 2:6–13 RVR60
6 Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.7 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
1 Corintios 2:6–13 NVI
6 En cambio, hablamos con sabiduría entre los que han alcanzado madurez, pero no con la sabiduría de este mundo ni con la de sus gobernantes, los cuales terminarán en nada. 7 Más bien, exponemos el misterio de la sabiduría de Dios, una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad. 8 Ninguno de los gobernantes de este mundo la entendió, porque de haberla entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria. 9 Sin embargo, como está escrito: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman.» 10 Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. 11 En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios. 12 Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido. 13 Esto es precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría humana sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresamos verdades espirituales en términos espirituales.
1 Corintios 2:6–13 NTV
6 Sin embargo, cuando estoy con creyentes maduros, sí hablo con palabras de sabiduría, pero no la clase de sabiduría que pertenece a este mundo o a los gobernantes de este mundo, quienes pronto son olvidados. 7 No, la sabiduría de la que hablamos es el misterio de Dios, su plan que antes estaba escondido, aunque él lo hizo para nuestra gloria final aún antes que comenzara el mundo; 8 pero los gobernantes de este mundo no lo entendieron; si lo hubieran hecho, no habrían crucificado a nuestro glorioso Señor. 9 A eso se refieren las Escrituras cuando dicen: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado, lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman». 10 Pero fue a nosotros a quienes Dios reveló esas cosas por medio de su Espíritu. Pues su Espíritu investiga todo a fondo y nos muestra los secretos profundos de Dios. 11 Nadie puede conocer los pensamientos de una persona excepto el propio espíritu de esa persona y nadie puede conocer los pensamientos de Dios excepto el propio Espíritu de Dios. 12 Y nosotros hemos recibido el Espíritu de Dios (no el espíritu del mundo), de manera que podemos conocer las cosas maravillosas que Dios nos ha regalado. 13 Les decimos estas cosas sin emplear palabras que provienen de la sabiduría humana. En cambio, hablamos con palabras que el Espíritu nos da, usamos las palabras del Espíritu para explicar las verdades espirituales;
A partir de aquel mensaje original, hay mucha sabiduría para compartir. Hay muchas cosas para entender de Dios, de sus caminos, de la eternidad, de nuestra propia naturaleza y mucho más.
Pero no todos pueden entender esta sabiduría. Pablo no la había podido compartir con aquellos griegos de Corinto.
¿Por qué?
Porque les faltaba madurez.
Necesitamos despertarnos ante esta realidad.
Aún entre los que creen en Jesús, hay cierto número que puede quedarse estancado con haber recibido el mensaje original para luego verse confundido con el espejismo de la religión, en vez de crecer y madurar.
Te tienes que proponer no detenerte, no limitar tu crecimiento, no conformarte.

3. Tres tipos de oyentes (de acuerdo a su madurez espiritual)

1 Corintios 2:14–3:4 RVR60
14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?4 Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?
1 Corintios 2:14–3:4 NVI
14 El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente. 15 En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque 16 «¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo. 1 Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. 2 Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía, 3 pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos? 4 Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque están actuando con criterios humanos?
1 Corintios 2:14–3:4 NTV
14 pero los que no son espirituales no pueden recibir esas verdades de parte del Espíritu de Dios. Todo les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque sólo los que son espirituales pueden entender lo que el Espíritu quiere decir. 15 Los que son espirituales pueden evaluar todas las cosas, pero ellos mismos no pueden ser evaluados por otros. 16 Pues, «¿Quién puede conocer los pensamientos del Señor? ¿Quién sabe lo suficiente para enseñarle a él?”. Pero nosotros entendemos estas cosas porque tenemos la mente de Cristo. 1 Amados hermanos, cuando estuve con ustedes, no pude hablarles como lo haría con personas espirituales. Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en la vida cristiana. 2 Tuve que alimentarlos con leche, no con alimento sólido, porque no estaban preparados para algo más sustancioso. Y aún no están preparados, 3 porque todavía están bajo el control de su naturaleza pecaminosa. Tienen celos unos de otros y se pelean entre sí. ¿Acaso eso no demuestra que los controla su naturaleza pecaminosa? ¿No viven como la gente del mundo? 4 Cuando uno de ustedes dice: «Yo soy seguidor de Pablo» y otro dice: «Yo sigo a Apolos», ¿no actúan igual que la gente del mundo?
Pablo menciona tres tipos de personas en cuanto a su relación con el evangelio de Dios:

1. El hombre natural

1 Corintios 2:14 RVR60
14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
1 Corintios 2:14 NVI
14 El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente.
1 Corintios 2:14 NTV
14 pero los que no son espirituales no pueden recibir esas verdades de parte del Espíritu de Dios. Todo les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque sólo los que son espirituales pueden entender lo que el Espíritu quiere decir.
Hay “personas naturales” (anthropos psykicos) en tu familia, entre tus amigos, compañeros de trabajo o vecinos. No entienden. Les parece que las cosas espirituales de las que hablamos son nada más que locura, tonterías.
Creo que tú no eres uno de ellos, pero sí tienes que decidir de cuál de los otros eres.

2. El hombre espiritual

Dios quiere producir este cambio en la vida de cada uno de los que creen en Jesús.
2 Corintios 5:17 RVR60
17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5:17 NVI
17 Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!
2 Corintios 5:17 NTV
17 Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!
Pneumatikos
Este fui yo frente al espejo hace poco menos de 45 años. Dios produce un cambio grande y definitivo.
Como parte de las riquezas que Dios transfiere a la vida de los que creen en Jesús, le da acceso al profundo caudal de su sabiduría.
1 Corintios 2:15–16 RVR60
15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
1 Corintios 2:15–16 NVI
15 En cambio, el que es espiritual lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque 16 «¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo.
1 Corintios 2:15–16 NTV
15 Los que son espirituales pueden evaluar todas las cosas, pero ellos mismos no pueden ser evaluados por otros. 16 Pues, «¿Quién puede conocer los pensamientos del Señor? ¿Quién sabe lo suficiente para enseñarle a él?”. Pero nosotros entendemos estas cosas porque tenemos la mente de Cristo.

3. El cristiano carnal

sarkikós
Aquí es donde habían quedado estancados algunos de los cristianos en Corinto, y donde nosotros tenemos que tener cuidado de no permanecer.
Dios no quiere que permanezcas siendo siempre un “niño en Cristo”, sino que quiere tu crecimiento.
1 Corintios 3:1–4 RVR60
1 De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?4 Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?
1 Corintios 3:1–4 NVI
1 Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. 2 Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía, 3 pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos? 4 Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque están actuando con criterios humanos?
1 Corintios 3:1–4 NTV
1 Amados hermanos, cuando estuve con ustedes, no pude hablarles como lo haría con personas espirituales. Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en la vida cristiana. 2 Tuve que alimentarlos con leche, no con alimento sólido, porque no estaban preparados para algo más sustancioso. Y aún no están preparados, 3 porque todavía están bajo el control de su naturaleza pecaminosa. Tienen celos unos de otros y se pelean entre sí. ¿Acaso eso no demuestra que los controla su naturaleza pecaminosa? ¿No viven como la gente del mundo? 4 Cuando uno de ustedes dice: «Yo soy seguidor de Pablo» y otro dice: «Yo sigo a Apolos», ¿no actúan igual que la gente del mundo?
Conclusión:
¿De cuál eres tú?
¡Proyectémonos hacia la madurez!
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