Pan de Vida

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Pan de Vida

Introducción
Jesús realizo gran parte de su ministerio en Galilea, recordemos que el mismo dijo que un profeta no era honrado en su propia tierra, dando a entender el rechazo del pueblo judío en Judea en su misma tierra donde el había nacido “Belén de Judea”.
“BELÉN (heb. Bethlehem = «casa de pan»). Ciudad de Judá, también llamada Belén de Judá (Jue. 17:7–9). Es mencionada por vez primera en relación con la muerte y sepultura de Raquel (Gn. 35:19). La historia de Rut tiene relación con Isaí el belenita, por lo que evidentemente fue el lugar del nacimiento del rey David (1 S. 16:4; 17:12, 15). Fue también el lugar de nacimiento del Señor Jesús”
Jesús en camino a Galilea paso por samaria y en un pueblo llamado sicar cerca del terreno que Jacob dio a José se detuvo, aquí fue donde encontró a la mujer samaritana.
Desarrollo
juan 4
3 salió de Judea y partió otra vez para Galilea.
4 Y tenía que pasar por Samaria.
5 Llegó*, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José;
6 y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta.
7 Una mujer de Samaria vino* a sacar agua, y Jesús le dijo*: Dame de beber.
8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
9 Entonces la mujer samaritana le dijo*: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.)
10 Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva.
11 Ella le dijo*: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?
12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?
13 Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed,
14 pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.
15 La mujer le dijo*: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla.
16 Él le dijo*: Ve, llama a tu marido y ven acá.
17 Respondió la mujer y le dijo: No tengo marido. Jesús le dijo*: Bien has dicho: «No tengo marido»,
18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad.
19 La mujer le dijo*: Señor, me parece que tú eres profeta.
20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar.
21 Jesús le dijo*: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22 Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
23 Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren.
24 Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad.
25 La mujer le dijo*: Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo); cuando Él venga nos declarará todo.
26 Jesús le dijo*: Yo soy, el que habla contigo.
¶27 En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: ¿Qué tratas de averiguar? o: ¿Por qué hablas con ella?
28 Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo* a los hombres:
29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será este el Cristob?
30 Y salieron de la ciudad e iban a Él.
31 Mientras tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabía, come.
32 Pero Él les dijo: Yo tengo para comer una comida que vosotros no sabéis.
33 Los discípulos entonces se decían entre sí: ¿Le habrá traído alguien de comer?
34 Jesús les dijo*: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra.
35 ¿No decís vosotros: «Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega»? He aquí, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos que ya están blancos para la siega.
36 Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije juntamente con el que siega.
37 Porque en este caso el dicho es verdadero: «Uno es el que siembra y otro el que siega».
38 Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado; otros han trabajado y vosotros habéis entrado en su labor.
¶39 Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: Él me dijo todo lo que yo he hecho.
40 De modo que cuando los samaritanos vinieron a Él, le rogaban que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días.
41 Y muchos más creyeron por su palabra,
42 y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que este es en verdad el Salvador del mundo.

CAPITULO 2

Curación de un paralítico

Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa.

2 Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía la palabra.

3 Entonces vinieron* a traerle un paralítico llevado entre cuatro.

4 Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.

5 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo* al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.

6 Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones:

7 ¿Por qué habla este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Diosa?

8 Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo*: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?

9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o decirle: «Levántate, toma tu camilla y anda»?

10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo* al paralítico):

11 A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

12 Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejante.

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