El Prometió: La vida eterna compartida a otros.

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En estos últimos domingos hemos estado estudiando las promesas de Jesús, nuestro Señor y Salvador, a partir de su resurrección.
Para personas de ese tiempo, era complicado entender lo que vendría después de su triunfo en la cruz.
Podemos imaginar que habían caminado con el Maestro, fueron testigos de sus milagros, de cómo el perdón y la misericordia fueron distintivos de su ministerio.
Ahora, el Maestro no estaba con ellos físicamente, y cada una de las promesas que habían escuchado, aún no eran una realidad para ellos.
El día de hoy, tú y yo podemos experimentar esa realidad, pues cada una de las promesas de Jesús se han ido cumpliendo de una manera completa.
Así que podemos gozarnos, por tener el gran privilegio de experimentarlas cada día.
Judas, el hermano de Santiago, es inspirado por nuestro Dios y escribe sobre la encomienda que cada hijo de Dios tiene de compartir las buenas nuevas de salvación.

Cuando Jesús estaba en la cruz, hace una promesa que hasta el día de hoy sigue resonando en los corazones de la humanidad.

Un ladrón moribundo, de igual forma lacerado y sufriendo por las consecuencias de estar colgado en una cruz, mira a Jesús y le pide redención, perdón, vida nueva.
Jesús sin tardar o tratar de amortiguar una promesa debido a la condición de quien lo está pidiendo, hace una promesa maravillosa.

“Hoy estarás conmigo en el paraíso”

A través de la historia, mujeres y hombres de cualquier raza, lengua y nación, siguen tomando esta promesa, al venir con un corazón deseoso de perdón, de salvación de vida eterna.
El apóstol Pablo lo expresa diciendo:
Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. Y todo esto viene de Dios. Antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos.
2 Corintios 5:17-19
El ser nuevas criaturas, conlleva que tenemos:

Una mente renovada.

Un corazón de carne.

Una vida nueva.

Puedo decirte con toda seguridad, que en ese momento en que el ladrón junto a Jesús recibió esta promesa, él no deseo otra cosa, sino solamente estar en el paraíso prometido.
Es posible que tú y yo hayamos recibido esta promesa también, pero la diferencia es que no estamos cerca de una muerte inminente.
Aunque no sabemos cuándo será nuestro último día de existencia, los planes que tenemos a futuro, nos dan una posibilidad de tener un día más.
Sin embargo, algunos no nos estamos preparando como si hoy fuera nuestro último día de vida.
Vivimos pensando que es necesario disfrutar la vida, ya sea bajo los parámetros de Dios o no.
Y tomamos en poco la urgencia de compartir con otros que Cristo viene pronto por los suyos.
Por eso leemos en el primer capítulo de Judas lo siguiente:
Judas 1.17-18 (NBV)
17 Pero ustedes, amados, recuerden lo que los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo ya les habían advertido: 18 «En los últimos tiempos vendrán burladores cuyo único propósito será deleitarse en cuanta perversidad pueda ocurrírseles».
Hace poco escuchaba a un periodista en su noticiero decir, las cuotas de feminicidios han subido, los homicidios dolosos también, la gente está tomando justicia por su propia mano ¿qué está pasando?
Y cuando escuchaba esto, no podía dejar de repetir en mi cabeza, ¿qué está pasando? La ausencia de Dios en la vida de las personas está causando estragos en la sociedad de una manera incontrolable.
Seguramente en el tiempo de Jesús, cada uno de estos delitos estaba presente, pero Judas lo puntualiza diciendo “en los últimos tiempos…”
Ver a gente deleitarse en lastimar a otros semejantes, personas tomar la vida de un animal y provocarle dolor para alimentar su placer, es una llamada urgente a la iglesia de Dios, para que se levante y proclame que hoy pueden estar en el paraíso, perdonados, salvados, transformados.
Judas 1.19 (NBV)
Tales personas causan divisiones, se dejan llevar por sus instintos y no tienen el Espíritu Santo.
Pregúntale a la persona que está junto a ti ¿Te guías por el E. S. o por tus instintos?
Lo que nos hace la diferencia entre la creación de Dios y sus hijos, es que tenemos un espíritu, que se conecta con el espíritu de Dios y nos da la pauta sobre qué hacer.
Esos burladores, amadores del pecado, no son guiados por el E. S. Pero aún así necesitan escuchar el mensaje de la cruz, el mensaje que da vida y transforma el corazón.
Por eso Judas llama a sus lectores, a nosotros, los que escuchamos este mensaje y nos anima a hacer la diferencia
Judas 1.20 (NBV)
Pero ustedes, amados míos, manténganse firmes en su santísima fe; aprendan a orar guiados por el Espíritu Santo;
En otras palabras, no nos sorprendemos por lo que pasa alrededor, no nos asustamos con lo que vemos día a día, no cerramos los ojos a los atropellos que causan el pecado en el corazón humano. NO!
Pero ustedes, sean diferentes ¿Cómo? ¿Cómo puedo ser diferente a mis vecinos, a mis compañeros, a mis amistades, a mi propia familia? ¿Cómo?

1. Manténganse firmes en su santísima fe.

La fe, es algo que ya tenemos y disfrutamos.
La fe es lo que nos da estabilidad en nuestras convicciones.
No podemos decir que creemos en Dios y vivir fuera de sus límites.
La firmeza en las promesas de Dios nos dan una expectativa de vida triunfante cada día.
La fe se mantiene firme a medida que estamos en comunión con el dador de la Fe, nuestro Dios.
Mientras yo esté en una unidad con Dios, entonces podré ser diferente en mi pensar, hablar y accionar.

2. Aprendan a orar guiados por el Espíritu Santo.

No tiene mucho que vi en un anuncio en internet que decía:
“Las 17 oraciones más efectivas y poderosas”

Que tremendo cuando estamos buscando orar de acuerdo a lo que queremos, a lo que deseamos.

La oración más efectiva y más poderosa es la que se hace con la guía del E.S.

Romanos 8:26 (NBV)
De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades. Es cierto que no sabemos qué debemos pedir, pero el Espíritu ora por nosotros con gemidos tales que no se pueden expresar con palabras.
¿Quieres experimentar la promesa de una vida nueva en Cristo?
Entonces, manténte firme en tu fe y dedica tiempo a la oración, guiado por el E.S.
Y es aquí, después de haber dejado claro, quienes somos y a qué nos dedicamos, que Judas nos recuerda la misión que hemos recibido, disfrutado, pero que es necesario que otros tengan.
Judas 1.21
Consérvense en el amor de Dios, esperando ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
¿Te has alejado del amor de Dios?
Entonces ¿Por qué no compartes con otros de ese amor?
Dos formas de compartir ese amor de Dios:

1. Con la palabra de Dios.

2. Con tu propia vida.

David Livingstone, un misionero para Africa, fue recordado entre sus oyentes, no tanto por la elocuencia de sus palabras, sino por la forma de vida que tenía.

Tú y yo vamos a ser recordados por la manera como tratamos a otros, la forma como vivimos el evangelio.

Hay gente que se sabe la biblia de una manera impresionante, pero aún tiene una vida de pecado conscientemente.
¿Amas a tu familia? Muéstrale a JESÚS con tu forma de vida.
¿Tienes buena amistad con personas? Compárteles la vida nueva a través de tu propia vida.

Necesitamos, de la misma forma e intensidad, estudiar la Palabra de Dios y vivirla.

No juzgues o menosprecies a los que pecan diferente que tú, mejor crece, conságrate y guíalos al camino de la salvación.
Judas 1.22
Tengan misericordia de algunos que dudan.
“Ya le hablé muchas veces y no quiere” Síguelo haciendo.
“Ya lo invité y no quiere venir” Tenle misericordia y ámalo.
La mejor forma de valorar la misericordia de Dios en nuestra vida, es mostrarla a los que nos rodean.
Termina esta porción diciendo.
Judas 1.23
A otros, sálvenlos, arrebatándolos del fuego; y de otros tengan misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por la carne.
Rescaten a los que necesitan salvarse del infierno, y tengan compasión de los que necesitan ser compadecidos. Pero tengan mucho cuidado de no hacer el mismo mal que ellos hacen.
No podemos pretender ser diferentes por el mensaje que compartimos, si primero no nos alejamos del mal que estamos denunciando.
No le puedes decir a tu hijos que se alejen de un a mala decisión que tu estás tomando.
No es congruente que hables de las promesas de Dios, cuando tu vida es un caos, un desorden.
Entonces ¿nos callamos hasta que seamos perfectos?
¡No! Mejor busquemos la santidad cada día y estemos comprometidos con Dios en todo lo que hagamos.
La historia del puente…
La iglesia es la esperanza de la humanidad, pues tiene promesas cumplidas que necesitan ser compartidas con otros.
Judas 1.24-25 (NBLA)
Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída[a] y para presentarlos sin mancha en presencia de Su gloria con gran alegría, 25 al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén.
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