Venciendo el Mal (Jey Adams)

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Ayudar a quiene estan en un combate, mano a mano, contra el mal. Veremos hoy como el creyente puede derrotar el mal
¿Como responder a las ofensas de alguien? ¿Debería vengarme? ¿Debo permanecer totalmente pasivo? ¿Es acaso esto lo que significa poner la otra mejilla? ¿Cómo debo manejar mis sentimientos cuando me ofenden o me hacen enojar? ¿Qué hacer con mi reacción inmediata? Trato de controlar mi lengua pero no es fácil, y aunque no digo cosas malas, sé qué las estoy pensando y sé que esto no es lo correcto. ¿Cómo puedo saber qué hacer y cómo puedo ser capaz de hacerlo? ¿Está usted confundido también o perplejo por esta clase de preguntas? Esta perdiendo su batalla contra el mal?
Como muchos otros que han descubierto el camino de Dios y la manera de andar en él, usted también podrá vencer el mal.

¿ES USTED UN GANADOR EN LA BATALLA CONTRA EL MAL?

Si usted ha confiado en el Señor Jesucristo como su Salvador, usted no tiene otra opción. Es un ganador. De hecho, El le manda que sea un ganador.
(1Pe.1:3-5).
Los primeros 11 capítulos del libro de Romanos tratan con el pecado del hombre, la salvación de Dios, la santificación de los creyentes, el llamamiento de los gentiles al pacto de Dios. Luego, en Romanos 12:1. Es decir, tal como previamente presentaron los miembros de su cuerpo para servir al pecado (Rom.6:13,19) ahora, habiendo sido salvados por la misericordia de Dios, presenten sus cuerpos para Dios como instrumentos de justicia. En el resto de su carta explica como podemos hacerlo.
Pablo comienza el capítulo doce enfatizando la necesidad de hacer una evaluación seria y un uso apropia- do de los diferentes dones del Espíritu Santo para glorificar a Dios y bendecir a su iglesia. Luego concluye el capítulo con las siguientes palabras: (Rom.12:14-21)
Estudiaremos estos versículos a fondo, porque en ellos yacen respuestas a la mayoría de las preguntas que nos podamos hacer acerca de cómo vencer el mal.
Vamos a comenzar con el versículo 21
En este versículo tenemos la gran conclusión o meta hacia donde todos los demás nos conducen. Este es al mismo tiempo un reto y una esperanza. Porque de este versículo sabemos que la victoria sobre el mal es una posibilidad genuina.
Dios quiere ver avances positivos, crecimiento en nuestra vida. La batalla es una oportunidad para avanzar en la vida cristiana. Esta es una de las razones por las cuales Dios envía males en su camino. Dios ha provisto tanto el plan como el poder para vencer el mal. La mentalidad bíblica es entonces: “¡Adelante! podemos vencer al enemigo con los recursos de Dios, ¡Vamos al ataque!”.
Hay muchos creyentes derrotados y deprimidos, que creen que su situación no tiene esperanza, debido al mal que otros les han hecho. Una y otra vez ellos escuchan “Me hicieron esto a mí”. Mis padres me hicieron esto, mi esposo (mi esposa) me hizo esto a mí, mi jefe me hizo esto a mí, todos lo hicieron, hasta las circunstancias están contra mí. Bueno en el mundo predomina la maldad y esto es lo que hay.
Supongamos que la intención de las personas haya sido herirnos y lo hicieron ¿Ahora que? ¿Es ésta una razón para sentirse derrotado? Nadie debería estar sorprendido si es maltratado en un mundo de pecado; esto es todo lo que debería esperar. Aparte de Jesús, “Todos pecaron...” (Rom.3:23). Siendo esto así, no debería estar sorprendido de que las personas actúen con malas intenciones. ¿Esto nos permite sentarnos derrotado, para lamentarnos por nuestras heridas sin ayuda, culpando a los demás por nuestros problemas? No.
Cristo nos manda: “No seas vencido por el mal”:
El reconoce ciertamente que usted tendrá que enfrentarse con maldades o ataques dirigidos en su contra;
El le considera responsable de resistir tales ataques exitosamente. Estas palabras difícilmente suenan como una excusa y tampoco dan lugar a la autocompasión. Seguramente que estas palabras no dan lugar para el derrotismo.
Jesús está diciendo: “No seas vencido por las injusticias o errores que otros cometen contigo”. Esta es una de las primeras cosas que usted debe ver desde el principio de este estudio. Un creyente nunca puede decir con rectitud “No había nada que yo pudiera hacer, me atacó y me venció”. Somos llamados por Jesus a no perder la batalla, no tenemos excusa.
Somos en Cristo, mas que vencedores en la batalla contra el mal. No importa cuando o donde ocurra este, ni tampoco su impacto o su fuerza. No hay ataque que no podamos resistir, si luchamos con las armas de Dios, de acuerdo con sus estrategias y siendo llenos del poder de su Espíritu Santo. Hay esperanza en esto, usted ha nacido de nuevo, ha nacido ganador.

¿Cuál es este mal, al cual Cristo le manda resistir y vencer?

Siempre que usted es llamado a la guerra, debe conocer a su enemigo, de otra manera, usted perderá la batalla. El mal en el punto de vista de Romanos 12, no es algún mal general que exista en el mundo, no es algo abstracto. Es un mal orientado en contra nuestra. Es un sufrimiento infligido por otras personas y que estamos llamados a soportar. Es motivado, como todo la maldad, por un poder maligno cuya intención es frustrar los propósitos de Dios, por medio de provocarle a pecar. Este mal quiere derrotarle, traer deshonra al nombre de Dios y debilitar su causa. Por lo tanto, cuando usted es derrotado por este mal, es más que una simple tragedia personal. La iglesia de Cristo sufre y el nombre de Dios es difamado.
¡Nuestro Señor por tanto nos ha mandado resistir y a triunfar en su propio nombre! Esta es su más alta motivación, usted debe vencer para la honra de El y la fortaleza de su iglesia.
Entonces, la esencia de este mal descansa, en que está dirigido contra Dios. Si la persona quien comete el mal no reconoce el motivo oculto detrás de su acción o la meta última de su ataque, esto no lo hace diferente. Los soldados en el ejército, rara vez conocen la estrategia que se encuentra detrás de la batalla. De manera que los siervos del mal ( o los siervos de Dios “usados” temporalmente por el enemigo) actúan contra Dios cuando hacen el mal a otro, es un hecho, aunque ellos no lo comprendan.
Romanos 12 trata principalmente, de la maldad infligida por un no creyente. Este mal no se puede esquivar, demanda una respuesta de nuestra parte. Es una especia de mal que viene no por causa de nuestro pecado, 1Pe.4:15-16. Cristo fue muerto debido a su vida justa, pero su vida justa no fue oscurecida con su respuesta a la maldad (Jn.1:5).
El tipo de mal del que vamos a hablar no tiene que ver con su orgullo herido, porque otros fallen en reconocerle como a usted le gustaría que le reconocieran; o de las represalias por algún mal que usted hizo primero; o de la respuesta de alguien a su manera pecaminosa de vivir y su necio orgullo. Este mal viene debido a que su vida es un reproche hacia el pecado y al pecador no le gusta esto.

¿Realmente me pide Dios que pelee contra el Mal?

Acaso un creyente solo debe volver la otra mejilla y esto no suena como provocar mas conflicto? Si, pero estamos en una guerra. “vencer” (no vencer por medio del mal, sino vencer el mal con el bien) es un término de guerra. Usted está en la batalla de la vida. Su lucha es contra el pecado en donde quiera que éste se encuentre, dentro o fuera de usted. Pablo está pensando en aquellos intentos pecaminosos que otros le hacen para lastimarle. Por medio de ellos, satanás quiere derrotarle y traer deshonra a Cristo.
La vida cristiana siempre implica una guerra. En el Edén, satanás atacó la palabra de Dios diciendo: “¿Conque Dios os ha dicho...?”. También la distorsionó cuando dijo: “No comáis de todo árbol del huerto” y la negó cuando afirmó: “No moriréis” (Gén.3:1- 4). Atacar la palabra de Dios significa atacar a Dios mismo y significa atacar a Cristo, quien es la palabra encarnada. En respuesta a esto, Dios declaró la guerra a satanás diciendo: “Pondré enemistad entre (es decir, comenzaré la hostilidad entre) la simiente de la mujer (Cristo y su iglesia) y la simiente de la serpiente (satanás y sus seguido- res)). De este modo comenzó la guerra entre las dos simientes.
El combate entre estas dos simientes opuestas ha existido a lo largo de toda la historia humana y continúa hasta el día de hoy. Le guste o no, usted en medio de una guerra. Todo los hombres mujeres y niños están alineados en un lado u otro de la batalla. Ellos luchan de parte de Cristo o en favor de aquella raza impía que pelea por la serpiente. De manera que cada persona pelea de parte de su Padre espiritual el diablo o de parte de la familia de Dios. El que no recoge (trabajando positivamente para la causa de Cristo), desparrama (trabajando negativamente en su contra). El que no edifica, desorganiza y destruye, no importa si se da cuenta de ello o no.
Cuando una persona reconoce sus pecados, cuando se da cuenta de que es un enemigo de Dios y con una actitud de arrepentimiento deja sus armas de rebelión y se rinde a Cristo creyendo en El, entonces se convierte en un hijo de Dios y queda unido al ejército del Señor. Rompe toda relación con el diablo, renuncia a su causa y deserta de su ejército. Por esta razón, es odiado especialmente por el diablo y él hará todo lo que esté a su alcance para oponérsele y hacerlo ineficaz.
La vida cristiana es una batalla; día tras día usted está siendo llamado a luchar. Usted debe recordar esto cada mañana al levantarse de la cama. ¡Que usted lo haga o no, tendrá mucho que ver con el resultado de la batalla este día!
Rom.12:21 Le guste o no, está en medio de una guerra, usted será atacado por el enemigo. Si usted no está listo, no será capaz de resistir cuando el ataque venga.
Hoy en día vemos a muchos creyentes derrotados.
Una mujer creyente, quien tenía un marido inconverso, decia “Por favor, asegúrense de orar por mí y por John; ustedes saben, ¡Cuán difícil es a veces vivir con un marido inconverso! Y así iban las cosas. Ella había construido su vida alrededor del hecho de que “ella estaba casada con un marido inconverso”. Esta era una vida de derrota, no una vida de victoria. Cuando su esposo llegó a ser salvo, ella estaba furiosa. La estructura completa de su vida había sido hecha pedazos y ella no sabía que hacer ahora. Ella simplemente no sabía cómo vivir una vida de victoria, todo lo que conocía era una vida de derrota. Existen muchas personas, como esta mujer, que han edificado sus vidas alrededor de la derrota y dicen: “Después de todo, este es un mundo de pecado”.
Pero la Biblia nos manda a una victoria personal en la guerra contra el mal, y esta victoria es posible. Esta orden de batalla es una orden de marchar hacia el frente, es una orden que dice ¡Adelante! Es una orden que nos manda a una acción agresiva, que busca inculcarnos una mentalidad de victoria. Para un creyente, ser una “derrotista”, es pecado.
Cuando el Señor Jesús estableció su Iglesia dijo que: “Las puertas del infierno no prevalecerían contra ella” (Mat.16:18). “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones...” (Mat.28:18-19). La iglesia está para invadir cada parte del territorio del mal, tomar gente cautiva para Cristo y seguir adelante trasformando soldados enemigos en soldados de la cruz, hasta formar un ejército de “todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apo.5:9), que conozca, sirva y peleé por Cristo Jesús. Cuando Cristo vino, fueron los demonios quienes clamaron por misericordia.
¿Realmente está usted venciendo el mal en su vida? ¿Puede usted ver avance en contra del enemigo? La mayoría de las personas han permitido que el mal les venza.
Si su esposa o esposo inconverso están ganando y ustedes son una pareja derrotada, es culpa suya. Si usted se siente constantemente molesto y miserable, no culpe a su pareja, es su culpa; a usted le ha sido dada la orden de ganar. Aunque él o ella le den motivos para que usted fracase, de todas maneras es su fracaso. Usted le permite ganar debido a que falla en hacer caso de su orden de batalla. En el capítulo tres de la primera carta de Pedro, se ordena a las esposas creyentes que ganen a sus esposos a través de una conducta sumisa, aunque ellos sean desobedientes a la palabra de Dios; y lo mismo puede decirse a los esposos creyentes. Ellos también deben de ganar a sus esposas inconversas, a través del ejercicio de un liderazgo de sacrificio y amor, como el de Cristo (vea el versículo 7). No vemos ningún derrotismo en 1 Pedro 3, lo que hay es un creyente tomando la iniciativa y venciendo al mal. Usted debe presionar la batalla hasta las puertas del enemigo, debe atacarle agresivamente y derrotarle.
Nota: El libro entero de Primera de Pedro tiene que ver con como vencer el mal. El mensaje del libro es el mismo que en Romanos 12:21: El mal que está causando sufrimiento, puede ser vencido confiando en Dios y haciendo lo que El nos manda (haciendo bienes).

¿Qué es lo que quiere decir, cuando menciona que el creyente debe atacar agresivamente a otros y derrotarlos?

Cuando la Biblia dice: “Volver la otra mejilla”, no está prohibiendo la agresión. En muchas maneras, volver la otra mejilla, es la acción más agresiva posible que uno pudiera tomar: Pablo dijo que era como amontonar ascuas de fuego sobre la cabeza de otro.
Volver la otra mejilla no es una acción de derrotismo. Por todas partes, la Biblia enseña que el creyente debe pelear agresivamente contra el mal y vencerlo.
El creyente no puede tomar otra actitud contra el mal que la tomada por su Señor. El vino a este mundo y tomó cautiva la cautividad (vea Ef.4:10). El vino para destruir las obras del maligno, rendirlo y despojarlo de su poder (Heb.2:14). El “despojó a los principados y potestades, y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Col.2:15). No hubo nada de pasividad en la cruz. Jesucristo entregó por si mismo su vida, ésta no le fue quitada (vea Jn.10:18). La obra de la cruz fue muy activa: Jesucristo se sacrificó a si mismo por los pecados de su pueblo, a fin de librarles de las cadenas del pecado y del diablo. ¿Porqué entonces ellos deberían someterse gustosamente otra vez a estos grilletes?
El creyente no es un hindú y no cree en la “no violencia” o la “no agresión”. El creyente es el hombre más violento sobre la tierra. El tiene la orden de sojuzgar al enemigo, ganar la victoria para su Señor, y él no parará ante nada hasta lograrlo; porque el nombre de su Señor está en juego. Un creyente es alguien muy peligroso para el enemigo!
La Biblia enseña la violencia (no la “no violencia”) para derrocar al enemigo. El enemigo debe ser hecho pedazos, debe ser demolido, completamente devastado. No se le debe dar cuartel. Su poder y su lugar debe ser todo destruido. (2Cor. 10:4) Toda defensa debe ser demolida, nada debe quedar en pie.
A menudo, mucha gente se pregunta cómo es que la iglesia del primer siglo logró tanto, en tan poco tiempo y con tan pocos recursos. Porque se veía a si misma como un ejército victorioso empeñado en derrotar a su enemigo, por amor a Dios y a su causa. Pablo se vio en esta batalla como: “Un siervo de Dios” quien peleaba con “armas de justicia a diestra y siniestra” (2Cor.6:7). ¡Esto no es pasividad, sino pelea! La luz es más agresiva que las tinieblas.
Las tinieblas son pasivas, la luz es activa. Creyentes, ustedes pertenecen a la luz, ustedes son una fuerza militante, la fuerza más agresiva que el mundo jamás haya conocido. (2Cor.10:4). Los creyentes organizados y funcionando apropiadamente en una iglesia local), son la fuerza más formidable en el mundo, debido a que ellos tienen los recursos más poderosos y la mejor estrategia lista para ser usada. Ellos no dependen de las armas de la carne, sino de las que son poderosas en Dios.
¿Qué significa esto? Mucho de lo mismo que cuando escribió: “No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal”. El creyente debe ser una persona agresiva, violenta; debe presionar la batalla contra las fuerzas

La estrategia de Dios manda el uso de armas de justicia: “vence el mal con el bien”.

La estrategia del mundo debe ser abandonada. Cuando otros hagan mal, usted debe hacer bien. Cuando otros retornen mal por mal, usted debe retornar bien por mal. Estas son las órdenes de batalla de su Señor. Usted no tiene alternativa, solo debe seguirlas.
Cristo no aprobará otros caminos para derrotar al mal. El mal debe ser derrotado a su manera. Responder de manera diferente a como se nos ha ordenado nos dejará fuera de la influencia del poder divino.
¿Porqué el creyente no puede retornar insultos de ninguna clase? si él lo hace, estaría usando una estrategia, una forma y unos medios que son contrarios a los propósitos de Cristo. Usted no puede vencer el mal a través de esparcir más de lo mismo.
¿Ha hecho usted alguna vez, un esfuerzo por vencer el mal haciendo el bien?
¿Sabe cómo hacerlo?
Tal vez no somos diferentes a muchos otros creyentes. No debe sorprendernos que le falte poder a la iglesia, si la encontramos enfrentándose con muchas críticas legítimas, y fallando a menudo en la forma de responder a las fuerzas del mal.
Por medio de Pablo el Espíritu Santo, nos dice en Romanos 12 qué hacer y cómo hacerlo. Cuando los creyentes van a la guerra, deben usar las armas y la estrategia de Dios. Dios, en su sabiduría, ha mandado el uso del bien. Es por medio de hacer el bien, esparciendo luz en lugar de tinieblas, que usted es llamado a derrotar al enemigo. Solo el bien tiene el suficiente poder para efectuar esto.
La cruz es el ejemplo supremo de retornar bien por mal. En ella, el gran poder del bien puede ser visto más claramente. Allí podemos ver todo el mal reunido junto con todos sus recursos, arrojados y precipitándose contra la faz del Hijo de Dios. Sin embargo, ¿Cuál fue el resultado? Usted sabe la respuesta, el bien triunfó gloriosamente contra el mal. Cristo no solo transformó la cruz en un paso hacia la resurrección, sino que la muerte, por la cual el bien parecía ser derrotado, vino a significar la destrucción final del pecado y de satanás. De manera que el bien es muy poderoso.
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Ya vimos como Pablo está pensando en la batalla con el mal en términos militares. Estamos inmersos en una guerra, y como creyentes no estamos para perder ninguna batalla, para esto necesitamos obedecer la orden de batalla y usar las armas y la estrategia provistas por Dios. Nunca habrá un cese al fuego, de manera que la iglesia no debe asumir una postura defensiva, sino que debe tomar una posición agresiva venciendo el mal con bien.

Vamos estudiar los versículos 14 al 20

Romanos 12:14 Pablo está consciente de la tremenda importancia que tiene la comunicación en la vida cristiana. De hecho Efesios 4:25-31, antes de tratar con los asuntos específicos de las relaciones humanas, Pablo considera en primer lugar la necesidad y los principios de la comunicación cristiana. Las personas que caminan juntas, primero deben aprender a hablar y a comunicarse entre ellos.
Aquí en Romanos, la comunicación lo primero que viene como respuesta al mal. Todas las buenas intenciones en el mundo, todos los esfuerzos que pudieran ser realizados, todo esto puede ser desecho por una palabra descuidada. La comunicación reflexiva, que es un don único con el cual Dios ha dotado al hombre, por medio del cual le ha capacitado para relacionarse consigo mismo y con su prójimo, en una manera tal que los animales no podrían hacerlo; trágicamente y como resultado del pecado, se ha convertido en el medio por el cual los hombres han incurrido en los más profundos daños y alienación de todo.
Así que, el creyente debe aprender cómo comunicarse con todos aquellos que le hacen daño.
Pablo dice: “bendecid y no maldigáis”, dejan claro que por naturaleza es difícil cumplir esta orden. Necesitamos un cambio radical. Ahora bien, Dios nunca pediría a sus hijos, hacer algo que ellos no pudieran hacer, si ellos obedecen las instrucciones bíblicas y andan bajo el poder y los recursos de su Espíritu Santo. Sí, si usted es un hijo de Dios, usted puede aprender a bendecir a todos aquellos que le persiguen. (Ef.4:17). Pablo es meramente un eco de las palabras de Jesús, al decir que no tomemos represalias (Vea Luc.6:27-28; Mat.5:44).
En cambio, la respuesta cristiana debe ser la de retornar bien (bendición) por mal (maldición).
Bendecir es una respuesta agresiva y positiva, no pasiva. Es algo parecido a volver la otra mejilla. Su enemigo ha pecado, y usted, al tener cuidado de él en su pecado, le está dando la oportunidad de arrepentirse y de hacer las cosas correctamente. Usted no “acaba” con él. En efecto, de este modo, al devolver bien por mal, usted está demandando de su enemigo, algo mejor de lo que él le ha dado hasta ahora. Usted rehúsa agresivamente aceptar la conducta pecaminosa de su enemigo, ofreciéndole su otra mejilla para un beso más que para una cachetada. De este modo, más que maldecir al maldiciente, usted le bendice; en lugar de acabar con su enemigo, usted le detiene y con una blanda respuesta, intenta volverlo de su ira. Usted muestra cuidado por él a través de bendecirle. Muestra preocupación por su actitud y su lenguaje pecaminoso, y da a él la oportunidad de responder a su bendición en una manera similar.
Esto no es pasividad. Esta es una respuesta activa, agresiva y demandante, que requiere algo diferente de su perseguidor. Cuando usted bendice, usted está mostrando amor delante de otros. El amor es interminable, todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera. Un espíritu semejante, interesado en la bendición y edificación de otros es inconquistable, y también irresistible.
El amor no es en primer lugar un sentimiento. El amor consiste en hacer cualquier bien que Dios dice que debemos hacer a otro, con el fin de agradarle a El; independientemente de si nos agrada o no (al principio) a nosotros. Nosotros debemos hacer el bien así, debido a que El lo dice, y no esperar hasta que sintamos agrado por hacerlo. El amor comienza con la obediencia delante de Dios, en cuyo nombre damos a otro lo que necesita. El amor no es fácil, no es algo como un sentimiento pegajoso; amar es una cosa difícil. Frecuentemente el amar hiere. Cristo no sintió gusto al agonizar por tus pecados, pero no por ello dejó de hacerlo. El sufrió la cruz, poniendo los ojos en el gozo subsecuente que esto le traería. Con frecuencia, cuando exprese amor, usted también debe poner sus ojos en las metas y objetivos que están detrás de las circunstancias inmediatas.
¿Cómo quiere Dios que el creyente responda a sus perseguidores, a sus enemigos? “Bendecid a los que os persiguen”. La clase de persecución que más frecuentemente enfrentamos los creyentes, es la verbal y la social, no la física. No es fácil controlar la lengua bajo tales condiciones. El amor nos enseñará como manejar la lengua.
Aqui Pablo asume que usted será perseguido. (2Tim.3:12; Jn.16:33).Como Jesus ha vencido al mundo, también sus seguidores pueden vencer. El venció el mal con el bien y nosotros también debemos hacer lo mismo.
La persecución viene a manera de Calumnias, abusos, burlas, insultos; todo esto y más, es parte del paquete de la persecución verbal. Entre más un creyente vive como Cristo, más sufrirá como Cristo. No estamos hablando de que el creyente provoca los ataques (Mat.10:16), pero la persecución es segura, el creyente debe conocer como manejarla y debe estar preparado para hacerlo. Cristo sufrió la persecución del mundo por vivir una vida piadosa, pero El venció al mundo a través de hacerles bien (Hech.10:38).
¿Quién está persiguiéndole? ¿Quién está maldiciéndole (a través de calumnias, chismes, insultos y malos tratos contra su persona)? ¿Es su vecino de al lado? ¿Acaso fue un amigo quien dijo todas esas palabras sucias que le punzan? ¿Fue un miembro de la familia quien le “sacó de la jugada”? ¿Y qué de los chismes que están siendo esparcidos por su cuñado? ¿Fue su suegra la que le dijo que se preocupara por sus propios asuntos? Algunas de las palabras más hirientes de todas, son pronunciadas a menudo por miembros de la familia a quienes usted ama profundamente, quizás su esposo o su esposa, sus padres o sus hijos. ¿Cómo lo manejó? ¿Bendijo a todos aquellos que le maldijeron? ¿Los maldijo? ¿Qué hizo?
Todos antes de nuestra conversión, desarrollamos un estilo de respuesta pecaminoso para todos aquellos que nos tratan como no nos gusta. Ahora que somos creyentes, podemos continuar luchando con esos patrones de respuesta pecaminosos. No es fácil vencer los hábitos pecaminosos, pero es posible.
Cuando maldice, usted está virtualmente invocando el juicio divino sobre otro. Cuando usted le dice a alguien “maldito” (o algo equivalente), usted le está pidiendo a Dios que envíe al infierno para siempre a la persona que usted ha maldecido. Usted se encuentra tan enojado, que a usted le gustaría que esta persona sufriera los tormentos y los castigos de la ira eterna. Este es su espíritu y esta es su actitud en ese momento, no importa cómo exprese sus pensamientos (si solo lo dice para sí mismo) y expresa otras palabras distintas a otros. Cuando usted dice detrás de sus palabras o de su expresión, “me gustaría torcerte el pescuezo”, podemos decir que el espíritu de un homicida maldiciente está presente. No debería salir ligeramente de su boca o de su corazón una maldición, Dios puede escucharle. ¿Es realmente esto lo que usted quiere que Dios haga con esta persona, condenarle para siempre en el infierno? Maldecir es un asunto muy serio. (Stg.3:9-10). Un creyente sabe que él mismo debería estar bajo la eterna maldición de Dios, si Cristo no hubiera muerto para librarle de ello, a través de sufrir el infierno por él en la cruz. El creyente sabe que “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Heb.10:31). ¿Cómo puede entonces un creyente maldecir?
El creyente, debido a que en Cristo ya se ha despojado del pecado y se ha vestido de justicia (Vea Col.3:9-10), Para la persona que ha sido regenerada, es posible reemplazar el viejo estilo de vida pecaminoso con alternativas bíblicas. Usted cambiará cuando en lugar de maldecir, haya aprendido a bendecir. Una cosa es tratar de detenerse de maldecir, y otra cosa completamente distinta el comenzar a bendecir. El maldecir (interno o externo) cesará cuando sea verdaderamente reemplazado por el bendecir (interno o externo).
Bendecir a otro significa pedir a Dios que le haga bien a esa persona. En realidad significa pedir a Dios que le salve y que obre otros buenos cambios en su vida. Significa pedir a Dios que le muestre misericordia a esa persona, a pesar de lo que esa persona le ha hecho a usted. Bendecir significa orar por todas aquellas personas que rencorosamente le han usado u ofendido. Bendecir significa pedir a Dios que les haga bien a todos aquellos que le han hecho mal a usted. Y todo esto puede ser hecho pública o privadamente también. (Luc.23:34; Hech.7:60). En pentecostes un gran número de ellos fueron salvados. Pablo, que estaba en el apedreamiento de Esteban fue convertido. 1Pe.2:21-23 - hacer esto nos hara ver como gemte necia 1Cor.4:10. Pablo dijo que le hicieron sentir como necio o insensato Cuando “nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución y sufrimos: Somos blasfemados y rogamos” (1Cor.4:12-13). Pero es mejor -
Mateo 5:44-45 El amor, y de eso es de lo que hemos estado hablando, siempre contesta algo diferente de lo que otros le han dicho a usted. Exteriormente o detrás de sus palabras, usted habla a Dios y a él, palabras que busquen su bienestar. El amor siempre se enfoca en el bienestar de la otra persona más que en el de uno mismo.
El amor “no busca lo suyo” (1Cor.13:5). Este cambio de enfoque de uno mismo hacia otras personas es muy difícil. Es uno de los principales factores que hace posible la reacción cristiana. Cuando nuestra preocupación está enfocada solamente en nuestros propios asuntos, es fácil caer en la autocompasión y ser conducidos a la depresión. Sin el enfoque correcto, es del todo imposible poder retornar bien por mal. Sin embargo, cuando uno comienza a pensar acerca del pecado de su enemigo (perseguidor) y comienza a preocuparse por su bienestar, lo suficiente para comenzar a bendecirle y a orar por él, estamos también en camino de desarrollar una compasión por él.
Para la próxima pregúntese: ¿Cómo puedo responderle de tal manera que le haga el mayor bien? Si él le está persiguiendo, claramente, él necesita ayuda. Piense, “Aquí está una persona alejada de Dios; ¿Qué puedo hacer o que le puedo decir para acercarla? “encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien” (vea 1Pe.4:19). Como el enfoque de Dios es en usted, así su enfoque debe estar en el bienestar de su enemigo (perseguidor).
Si usted ha maldecido a su enemigo, en respuesta, busque el perdón de Dios y de él.
Si su enfoque ha sido en usted mismo, más que en su enemigo (perseguidor); entonces pida perdón a Dios y comience a pensar en las necesidades de él. (Si usted tiene ojos para verlas, estas son indicadas claramente por sus palabras y acciones hacia usted).
Pida a Dios que ayude y salve a esa persona. Ore específicamente por su bienestar.
Piense en palabras buenas, útiles y cariñosas que usted puede decirle a él ahora y en otras ocasiones.
Usted aprenderá a manejar su boca en situaciones de presión solamente si se enfoca en otras personas en lugar de en sí mismo, y bendiciendo más que maldiciendo. El maldecir siempre revela un enfoque personal, un egocentrismo, esa es su preocupación básica. Bendecir a otros ayuda mucho a volverse del enfoque hacia uno mismo. Usted no puede maldecir, cuando está verdaderamente bendiciendo. ¡Aprenda los caminos de Dios para manejar su boca!
Romanos 12:15
En el vencer el bien con el mal, usted descubre rápidamente que también hay mal dentro de la iglesia que necesita ser vencido. Con el fin de desarraigarlo, el ejército de Cristo deberá ser fuerte y eficaz, cada miembro debe aprender a identificarse con los otros. Nos necesitamos entre nosotros y para satisfacer esas necesidades, debemos estar cerca unos de otros. En la iglesia de Cristo, usted no puede pelear la batalla solo y tampoco lo pueden hacer otros. Usted necesita los recursos de cada uno. Este es el porqué Pablo escribió: “Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran”.
En esta batalla contra las fuerzas del mal, nos necesitamos entre nosotros. Un ejército no consiste de una persona sola, usted debe pelear junto con otros compañeros soldados de Jesucristo. Así que, en su amor y preocupación, usted debe moverse junto con ellos, tal como una gota de agua en el mismo vaso.
Gozarse y llorad con otros significa que usted debe desarrollar una empatía, que crezca y permita que las preocupaciones de ellos se traslapen, y cuando sea necesario, suplanten a las propias. Filipenses 2:3-11. Usted no puede hacerlo solo. Necesariamente, usted debe estar involucrado con los demás que están peleando en esta batalla a su lado. Este versículo deja en claro que la iglesia es realmente una. Cuando usted ama a otra persona, usted entra en su vida. Las preocupaciones de ella vienen a ser sus preocupaciones. Si usted quiere llorar y gozarse con otros, como lo debería hacer, usted encontrará que es necesario ocupar tiempo para cultivar y desarrollar vínculos cercanos con todos aquellos que le rodean. Esto significa hacer cosas juntos, gastar tiempo en el hogar de los demás, etc.
Usted nunca aprenderá a luchar contra el enemigo con la bondad, si primero no ha aprendido como hacer el bien a sus amigos.
¿Qué tan frecuentemente se fija usted en las necesidades de otros creyentes? ¿Qué está haciendo para remediar la situación de ellos? ¿Porqué no hace un plan el día de hoy para tener compañerismo con algún hermano de la iglesia? Si usted no tiene una mejor sugerencia ¿Porqué no toma el teléfono ahora y llama a algún hermano?

Romanos 12:16

Esto no significa que cada creyente deba pensar exactamente igual. La palabra mas adecuada sería la misma “actitud”. Usted debe tener la misma actitud hacia Dios, hacia el mundo y hacia los demás creyentes. Básicamente, sus metas y aspiraciones deberían ser similares a las de los demás creyentes. Usted y los otros creyentes dependen de la misma fuente de información (La Biblia), tienen disponible el mismo poder (El Espíritu Santo) y tienen el mismo objetivo fundamental (la gloria de Dios). Todos tienen el mismo enemigo. Entonces, deberían ser unánimes, de una misma actitud.
Fil.4:1-5 Los creyentes (tal como Cristo), deben ver a los demás como más importantes que ellos mismos, y deben mostrar más preocupación por los intereses de ellos, que por los propios. Esto es lo que Cristo hizo.

Romanos 12:16

“no altivos, sino asociándoos con los humildes”
¿Quién es el número uno en su vida? ¿Es usted o Cristo? ¿Quién ocupa el segundo lugar? ¿Usted o los demás? La persona altiva se impulsa a sí misma para ser el centro de atención, procura tomar el lugar de prominencia, no sabe como humillarse y tiene poco o nada que hacer con las personas menos prominentes. Ella es, en su propia estimación, la número uno.
No todos pueden ser generales en el ejército de Señor. Cada uno de nosotros debe buscar voluntariamente tomar los lugares más humildes; haciendo los trabajos laboriosos y pesados, recogiendo la basura si se necesita, y sirviendo feliz a Cristo en cualquier manera que pueda. Participe voluntariamente en hacer las cosas sencillas y triviales para Cristo.
1Cor.12:21- 22 ¡Nunca lo olvide! Los soldados en el ejército del Señor son interdependientes. Solo uno que ha sido cegado por el orgullo, puede verlo de otra manera. Confiese su orgullo a Dios; busque el perdón por ello y si lo necesita, busque la ayuda de su pastor y sus hermanos. No espere otro día. Usted nunca será capaz de vencer el mal en otro, hasta que haya aprendido cómo vencerlo en sí mismo.

Romanos 12:17

Este mandamiento es un absoluto, no hay excepciones a esta regla. Usted tiene el deber de aplicarlo con toda persona con la cual usted entrará en relación. Nunca habrá un tiempo, una situación o una persona que esté exenta de el. Usted nunca debe pagar mal por mal a nadie.
Algunos creyentes pelean pelean por cualquier detalle. Ellos contestan bruscamente como un perro enojado que gruñe y muerde. El versículo que estamos viendo prohíbe tales actitudes y acciones: “No paguéis a nadie mal por mal”. En otras palabras, usted no puede tomar represalias. Usted no puede pagar con mal de ninguna clase. Usted no debe de tratar de “ajustar cuentas” .
Hay un sentido pervertido de justicia que dice: “Igualaré el marcador”, o “con esto estaremos a mano”, o “ajustaremos cuentas”. Pero Dios no le ha dado a usted tal derecho. Usted tampoco tiene el derecho ni la capacidad para hacer eso.
“el amor no se irrita”, no toma represalias (1Cor.13:5).
Pablo dice que mas bien “Planee como hacer lo bueno delante de todos los hombres” o “Haga planes para hacer lo bueno delante de todos los hombres”.
Si usted quiere vencer su propia tendencia y hábitos pecaminosos, usted tendrá que hacer planes para ello. No hay otra manera de hacerlo. Mucha gente falla debido a que no tienen tales planes, y luego se maravillan de porqué ellos fallan.
Las tendencias y los hábitos pecaminosos prevalecerán a menos que usted previamente haya tomado el tiempo para planear: Primero, Qué concretamente hará, y segundo, cómo lo hará. Es difícil vencer la pasada manera de expresarnos. De improviso o con las respuestas de primer impulso no lo haremos. Cuando usted depende de sus impulsos, entonces las respuestas habituales tomarán lugar, y esto es precisamente lo que usted quiere vencer. Solamente un plan deliberado de diferentes respuestas, ensayadas cuidadosamente en los momentos de tranquilidad, (más que al calor de la batalla) es lo adecuado.
Pablo está en contra de las respuestas orientadas emocionalmente, porque él sabe que esto nos conducirá en la dirección equivocada. En cambio, el le dice que tome el tiempo y haga el esfuerzo de planear anticipadamente, como un general que está detrás de la línea de batalla deje que sus planes determinen sus movimientos antes de que el enemigo ataque.
¿Se ha sentado usted alguna vez por espacio de una hora para hacer tales planes? ¿Acaso no debería hacerlo? Suponga que alguien le hace una trampa en los negocios, ¿Sabe usted cómo debería responder? ¿Ha pensado alguna vez acerca de ello? ¿No debería hacerlo? Suponga que alguien chismea acerca de usted. ¿Qué hará usted con respecto a esto? ¿Sabe usted cómo manejar tal situación? ¿No debería saberlo?
Tome el tiempo necesario para sentarse y hacer planes.
Primero, pregúntese ¿Cuál es la situación que más probablemente tendrá que enfrentar la siguiente semana, y la cual ha fallado en encarar exitosamente en el pasado?
Escriba acerca de ello en el espacio de abajo: 1.- Situación con la que probablemente me encontraré:
2.- Piense acerca de sus posibles respuestas y anótelas: (Anote primero sus ideas y luego podrá mejorarlas. Recuerde, buenas respuestas planeadas anticipadamente).
Segundo, tome tiempo para hablar acerca de sus respuestas con otros (su esposo, su esposa, sus padres, su pastor) que sean capaces de auxiliarle y orientarle. Al principio las buenas ideas no vendrán en forma automática. No dude en seguir trabajando y esforzándose sobre sus planes. Los buenos planes toman tiempo y esfuerzo. (Después de todo, frecuentemente empleamos mucho tiempo y esfuerzo para hacer el mal).
Tercero, asegúrese de que todas sus decisiones son hechas en base a los principios bíblicos. Si usted no puede encontrar un principio bíblico detrás de cada plan, entonces deséchelo y trabaje en otro.
Muchos creyentes no quieren tomar el tiempo y el esfuerzo para hacer los planes que Pablo manda. Ellos preferirían seguir alguna experiencia “estática” o algún sentimiento interior que les indicara cómo actuar. Es justamente aquí donde surge la diferencia. No es fácil o rápido caminar en la santidad o cambiar. El Espíritu de Dios no tomó cientos de años para producir un libro por el cual cambiar y renovar a personas regeneradas, solo para que éstas lo ignoren y lo hagan a un lado, ¡No! El único camino para cambiar es: estudiar, creer, seguir y perseverar en la verdad bíblica.
Este pasaje nos advierte en contra de las respuestas emocionales al mal. (Vea Fil.2:13).
Pablo dice que haga planes para hacer el bien delante de todos los hombres, pero él no le dice específicamente qué hacer. Usted tendrá que hacer un duro trabajo cerebral. Los principios generales de la Escritura deben estar incorporados en los planes concretos, adecuándolos para cada circunstancia particular.
1 Tesalonicenses 5:15 “Seguid (la misma palabra es usada como “perseguir”) lo bueno siempre los unos para con los otros, y para con todos”. Aquí vuelve a aparecer la idea de un esfuerzo constante y diligente. Buscar requiere un esfuerzo.
Así que, saque papel y lápiz, su Biblia y su concordancia y a trabajar. No pare hasta que tenga una lista de respuestas (Qué hacer y cómo hacerlo) acerca de las cuales usted esté entusiasmado, y acerca de las cuales usted esté seguro que los demás reconocerán como correctas y adecuadas. Entonces, y solo entonces, usted sabrá muy bien qué hacer y cómo hacerlo, de tal modo que cuando la batalla se presente, sus nuevas respuestas resultarán naturalmente, en lugar de las respuestas pecaminosas que usted usaba anteriormente. Entonces, planee devolver bien por mal, ¡Con mucho cuidado!

Rom.12:18.

Pablo es totalmente realista con respecto al hecho de que, a veces no importa cuán intensamente usted trate, puede fallar en este intento. No hay forma de que usted pueda hacer que la persona esté en paz con usted, si ella no quiere hacerlo.
Usted puede ganar siempre la batalla contra el mal, esto depende de usted. Usted puede ganar siempre una paz interior, esto también depende de usted. Pero no siempre puede usted obtener la paz con un enemigo derrotado. La paz es su meta, derrotar al enemigo no es suficiente. Hebreos 12:14 insiste, usted debe “seguid” (perseguid) la paz siempre. Esta es siempre su meta y usted debe luchar fervorosamente por alcanzarla.
Aquí son aplicables las palabras de Jesús, quien dijo: “Bienaventurados los pacificadores”.
Este versículo también aclara muchos problemas de consejería. En primer lugar, el versículo tiene en perspectiva la relación de un creyente con los incrédulos, al referirse a (“todos los hombres”). Siempre existe un camino para conseguir la paz con los demás creyentes, por ejemplo, a través de la reconciliación y la disciplina practicadas continuamente por las iglesias de Cristo (Vea Mat.18:15-18). Pero, puesto que la iglesia no tiene jurisdicción disciplinaria sobre los inconversos, no puede haber la misma certeza respecto a las relaciones con ellos.
Esta es la razón por la cual Pablo tiene que decir: “En cuanto dependa de vosotros” (hacer la paz). En cualquiera de las maneras bíblicas, usted tiene que tratar de obtener la paz, tiene que hacer todo lo que esté de su parte para poder conseguirla en sus relaciones.
Quizás su suegra no sea alguien fácil con quien obtenerla. Esto no importa. Usted es un creyente, y tiene órdenes concretas de su comandante en jefe: Haga todo lo posible para obtener la paz con ella. Usted no puede escoger, no tiene opción, sencillamente debe tratar de hacerlo. Usted debe perseguir todas aquellas cosas que conduzcan a la paz, sin importar lo que ella haga o diga. Sus acciones deben ser el resultado directo de las órdenes de Cristo y no reacciones a lo que ella haga o diga. El creyente no debe ser afectado por lo que otros hombres sean. El creyente no tiene que vivir contra otros, ni tampoco ser controlado por sus acciones o respuestas. Más bien, el creyente debe vivir de acuerdo con los mandamientos de Cristo. Esta es la libertad cristiana. No es solo cuando otros hacen las cosas como a nosotros nos gusta que debemos actuar correctamente delante de ellos. No, nosotros somos libres para hacer el bien aún cuando ellos no lo hagan, porque nuestras acciones no dependen de sus respuestas. ¡Es al Señor Jesucristo a quien servimos! (Vea Mat.5:44-48; Col.3:22-25). Esto es lo que Pablo quiere decir cuando escribió: “En cuanto dependa de vosotros”.
Entonces, si las otras personas buscan o no la paz con usted, esto resulta en cierto sentido, irrelevante. Su tarea, a pesar de sus respuestas, es hacer todo lo que usted debería para buscar la paz con ellos. Si usted sabe que ha hecho todo lo que Dios le requería hacer, no importa lo que las otras personas hagan; usted puede tener una paz interior proveniente de su propio conocimiento de haber hecho todas aquellas cosas que agradan a Dios. Entonces, si agradar a Dios es su última y principal meta, en realidad, nunca hay ocasión en que usted tenga que fallar. Por supuesto, puede ser que usted no alcance la paz con su enemigo, pero si usted sabe que no hay nada más de su parte que debería o podría hacer, usted sabe que usted ha tenido éxito: Usted ha honrado y agradado a Dios.
Ahora, las palabras “si es posible” también limitan las maneras y los medios que usted puede usar para alcanzar la paz. Las palabras del mundo “paz a cualquier precio”, no cuadran con esta importante salvedad. “Si es posible” indica que puede haber ocasiones cuando el precio de la paz puede ser muy alto. La paz siempre debe ser buscada en una manera escritural, sin comprometer los principios bíblicos.
Usted debe buscar una paz a través de la justicia, pero nunca a costo de ella.
En toda relación hay tres lados: Lo que otros hacen, lo que usted hace y lo Dios hace. Recuerde entonces, que usted no está solo en su relación. Cuando usted y Dios están en armonía, ustedes constituyen una mayoría en contra de su enemigo. Con esta ventaja, ¿Porqué debería usted apachurrarse, lloriquear, gemir y desesperarse? La ventaja está siempre de su lado. Aún si él no quiere hacer la paz ahora en los términos de Dios por la fe, en último término lo hará por la fuerza. Pero, hay ocasiones cuando aunque todo esfuerzo ha sido hecho es imposible alcanzar un acuerdo de paz dentro de nuestras relaciones, y el único recurso que queda es la separación (vea 1 Cor.7:15). Aunque ésto, como la última parte de 1Cor.7:15 deja claro, deberá ser hecho con el fin de obtener la paz. La paz en sus relaciones siempre debe ser el ideal por el cual usted trabaje.
UN creyente puede convertirse en un alborotador o buscadore de problemas. 2Tes.3:12 Nosotros nunca debemos ser busca pleitos. Como un promotor de paz, usted no debe andar buscando problemas. Cuando la guerra viene, el creyente debe pelear y pelear para ganar. Pero, nunca debe ser, por su propio pecado, el detonador de una explosión (un problema).
Si usted está ocupado sirviendo a Cristo, usted no tendría tampoco el tiempo, ni la inclinación para andar buscando pleitos.
Los alborotadores no solo provocan problemas, también son maestros especialistas en agrandar los problemas. Sabe como encontrar la chispa de un problema y convertirla en una llama. En lugar de calmar el problema, lo hace más grande, más profundo. Además tambien Tercero, un alborotador prolonga los problemas. Efesios 4:26, saca como exusa :“Mi temperamento me hace estar en desacuerdo con alguien como él”, o “No vale la pena tratar de hacer las paces con él. Ya he tratado de hacerlo antes y ya sé lo que dirá”, o “Yo no sé que decir o cómo hacerlo”, etc.. Esto es desamor por una persona, prejuzgar las respuestas de otro y es virtualmente, negar el poder de la oración, que precisamente está rogando por tal cambio. El amor y la fe caracterizan al pacificador, tal como la sospecha y la duda caracterizan al alborotador.
Muchas veces no sabemos cómo enfrentar asuntos desagradables, pero esto no significa que no podamos aprender a hacerlo. Y a la luz de la urgencia de las Escrituras, que nos prohíben dejar los asuntos sin resolver; es obvio que aprender cómo hacerlo, es un asunto que tiene gran prioridad.

Romanos 12:19.

Hemos visto que la actitud del creyente y sus acciones consiste en ser bueno. Buenas acciones, basadas sobre una comprensión de las Escrituras y un deseo de agradar a Dios a través de la obediencia de ellas, nos conducirán a una buena actitud. Por ejemplo, enfocarnos a la persona que nos ha ofendido, sus necesidades y sus problemas, más que a nosotros mismos; nos ayudará a evitar la autocompasión y nos conducirá a una mejor actitud para testificarle y para poder ganarle. Planear de antemano, es otra de las acciones que tiene mucho que ver con la actitud que uno tiene, cuando se encuentra a sí mismo luchando mano a mano contra el mal en el campo de batalla. Hemos estado viendo todas estas cosas, y es debido a que tenemos como fundamento todas estas verdades en la mente, que es posible seguir adelante.
El versículo 19 nos enseña una verdad adicional que es crucial para pelear exitosamente esta guerra. El texto nos enseña que al confrontar el mal con el bien, usted está limitado. Cuando usted pasa el limite, está ayudando al enemigo, usurpa la autoridad de Dios, y se pone en peligro a sí mismo.
Tenemos un segundo absoluto: “No os venguéis vosotros mismos”. Luego añade una promesa: “La venganza es mía”; “yo pagaré” *.
Podríamso decir: “Pero, nadie más parece estar haciendo algo respecto a esto; y si yo no lo hago, se saldrá con la suya y nadie le hará nada”. Dios ha dicho que El tomará cuidado del asunto a Su tiempo y a Su manera. No hay excepciones a la regla. La vigilancia de Dios sobre la situación es completa; El no olvidará nada. No habrá fallas en su justicia.
No hay excepciones. Usted nunca estará, como una persona privada, en la posición correcta para ejecutar la justicia. Dios ha reservado esa posición para El mismo. Hágase a un lado, usted está parado en donde no tiene derecho de estar. “¿Porqué?”
1. Dios no le ha dado a usted la autoridad (el derecho) para tomar venganza.
La venganza nunca es dulce (como dicen que es) debido a que es un acto de rebeldía realizado en completa oposición a la clara enseñanza escritural que lo prohíbe. ¿Qué es la venganza? Este versículo marcha paralelo con la ira. Juntos, los dos conceptos parecen indicar que la venganza es devolver a alguien el pago con ira, por sus malas obras. Esto es más que una simple represalia (devolver el golpe). Cada aspecto de ella es planeado, deliberado y calculado. Pero su tarea es planear hacer el bien, usted nunca ha sido instruido para planear y ejecutar la ira.
La venganza es también un asunto judicial, como lo indica el término griego usado. Esto es importante, debido a que nos conduce al hecho de que la venganza está limitada a todos aquellos que tienen la autoridad para ejecutar justicia. Por supuesto, Dios es el único en quien reside en último término toda autoridad. Y a fin de cuentas, El es el único que juzgará y corregirá todas las injusticias (en Su Hijo, Jesucristo). Sin embargo, en un pequeño grado, El delegó aspectos de su venganza a las autoridades legítimas en el Estado y en la Iglesia. Romanos 13.1, 5 El creyente, como una persona privada, nunca puede tomar venganza; el creyente, como magistrado civil, tiene la autoridad y la obligación de hacerlo. Dios es el Juez y vengador último, quien corregirá todas las injusticias.
Es un error que los creyentes en forma individual excomulguen a otros creyentes en sus corazones. Ningún creyente puede juzgar a otro en la iglesia por ser un incrédulo, esta es la tarea de los oficiales de la iglesia, actuando como tales. No le ha sido dado al creyente tal derecho. “¡Pero nuestra iglesia no tiene disciplina!” Quizás sea así. No obstante, dos equivocaciones, dos violaciones a la palabra de Dios no corrigen el asunto. Y si esto toma tiempo y las personas parecen estar escapando sin castigo, no se inquiete, Dios dará el pago. Nadie escapa con nada, El conoce y juzga todas las cosas. Déjele eso a El, deje que El arregle la balanza que parece estar desajustada. Este trabajo le pertenece a El. Santiago 4:11-12 Todos los hechos serán ventilados, todas las evidencias serán examinadas y la justicia se hará manifiesta. Todo hombre tendrá su día de comparecencia en su corte.
2. Dios no le ha dado a usted la habilidad para tomar venganza.
Usted debería estar muy contento de que Dios haya removido esa onerosa responsabilidad de usted. Usted no tiene que tomar sobre sí mismo la imponente responsabilidad de juzgar a otros y pronunciar una sentencia sobre ellos que sea de acuerdo con sus crímenes. La responsabilidad es demasiado grande para usted. Usted no tiene la habilidad para hacer esto. ¡Este trabajo le queda demasiado grande! Además, en forma asombrosa Dios ha dicho que, “El mismo se encargará de este asunto” (Vea Rom.12:19). Esto significa que el asunto no será barrido debajo de la alfombra, aplazado y olvidado indefinidamente. Significa que Dios arreglará el asunto a Su tiempo y a Su manera. El tiene el poder para hacer justicia y poner en orden todos los asuntos y además, El ha prometido hacer esto.
Entonces, creyente ¿Porqué quiere meter “su mano” en este asunto? ¿Qué está haciendo cuando trata de involucrarse de alguna manera en este asunto de tomar venganza? Deje esto a Dios. El tratará con ello en forma totalmente satisfactoria.
El amor es su tarea. La venganza es lo opuesto de amar a su prójimo. En Levítico 19:18, el pasaje de donde Cristo tomó Su segundo gran mandamiento, señala que no se debería tomar venganza, sino amar al prójimo como a uno mismo. Las dos cosas son diametralmente opuestas. Su tarea no es la de ajustar cuentas, derramar su ira y maldecir y condenar a otros, sino más bien de vencer el mal de ellos con bien.
Usted también es enseñado a “dejar lugar para la ira”, es decir, para la ira de Dios, la venganza no le pertenece a usted. La ira es un asunto de Dios. Entonces, si usted se ha puesto en el lugar de juez, ¡Quítese de allí! Como Moisés, usted está pisando en un lugar santo. ¡Usted no tiene derecho de estar allí! Dios quiere estar allí, así que, deje lugar para El y Su ira. Usted ni siquiera sabe lo que su enemigo verdaderamente merece. Usted no conoce su corazón; y su conocimiento de sus hechos externos, en el mejor de los casos, siempre será parcial. Usted podría darle a su enemigo mucha ira o muy poca. Aún, el juicio que Dios ha dado al Estado y a la Iglesia son incompletos, debido a que tampoco ellos pueden juzgar los motivos (y la Iglesia y el Estado se equivocan cuando tratan de hacer esto). Dios es el único que puede poner al descubierto al hombre interior y saber sus pensamientos y sus intenciones (Vea Heb.4:12-13).
Ahora, note la palabra “amados” en nuestro versículo 19, que quiere decir, “mis muy queridos”. Dios quiere que usted sepa que El tiene cuidado de usted. El no ha olvidado las ofensas que le han hecho. Usted es muy querido para El. El corregirá todas estas ofensas. El sabe cuánto usted ha sufrido, y El le cuida. Apo.6:9-11. Dios corregirá todas las ofensas, debido a que El tiene cuidado de usted.

Romanos 12: 20.

¿Qué es un enemigo? Un enemigo no es alguien que hace algo malo contra usted, una vez. Segun los salmos, es alguien que le pone trampas, que trata de quitarle la vida, es alguien que le difama y chismea contra usted, es alguien que espera la oportunidad para tenderle una emboscada, etc.. En otras palabras, un enemigo es alguien que ha hecho todo esto, y que ocupa la totalidad de su tiempo para hacerle sentir a usted miserable o para ponerlo fuera del camino.
Entonces, hacer bien a un enemigo, es hacer el bien al más difícil de todos. (Mat.5:44).
Romanos 5.6,10 Cristo murió por sus enemigos. Esto es lo más extraordinario de todo. Cristo murió por aquellos que le odiaban, quienes (como Pablo) estuvieron ocupados activamente en desparramar (destruir la obra de Dios) más que en recoger (promover la obra de Dios).
¿Cómo puede hacerle bien a un enemigo?
La primera cosa que usted debe hacer, es descubrir las necesidades legítimas en la vida de su enemigo. El amor comienza con el dar (vea Jn.3:16; Gál.2:20; Ef.5:25). Usted debe dar lo que tenga a fin de satisfacer su necesidad, cualquiera que ésta sea.
Investigue a su enemigo. Encuentre sus necesidades. Esto puede tomarle tiempo y esfuerzo. Usted no puede simplemente suponer sobre sus necesidades. El hecho de quitar el enfoque de sí mismo (una vez más), le ayudará a comprender mejor a su enemigo (y quizás aún a saber un poco más acerca de lo que hay detrás de sus acciones), y al final (hasta lo último), ésto le pondrá a usted en una buena posición para hacer algo significativo por su enemigo.
Después de investigar las necesidades de su enemigo, usted debe hacer un inventario de sus propios recursos. Considere sus fondos (que en muchos casos es la solución menos satisfactoria), su ingenio, sus posesiones, sus pensamientos, su tiempo, su vida (algunas cosas de éstas o todas) y determine, qué de lo que usted tiene, puede satisfacer (al menos en parte) las necesidades de su enemigo. Entonces, déselo a él, no atado con una cuerda. Esto debería ser un presente de quien no espera recibir nada a cambio (Luc.6:35). Asegúrese de su plan, exactamente cuánto dará, qué cosas dará, etc., que nada quede en duda. Una cosa incierta puede conducir a problemas.
Busque por la oportunidad más conveniente (o haga la oportunidad) para enfrentar las necesidades de su enemigo. Asegúrese de que no creará nuevos problemas, por hacerlo en el tiempo inadecuado o por la manera en que usted está buscando satisfacer la necesidad de su enemigo.
Resultado: “ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza.” Las ascuas de fuego son sus buenas acciones amontonadas sobre él. Así usted le detiene en su avance. Tus buenas obras le desorientarán y le desanimarán, de tal manera, que será ineficaz como un enemigo.
Dios mismo usó este método en la cruz. Allí, con su sacrificio de valor infinito, El amontonó bondad más allá de lo suficiente. Porque donde el pecado abundó, mucho más abundó la gracia. Dios retornó este bien por nuestro mal. ¿Porqué? Romanos 2:4 responde esta pregunta: “¿Menosprecias las riquezas de su benignidad, y paciencia, y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía a arrepentimiento?”. Este es el punto importante. Dios da buena comida y bebida a sus enemigos en sus necesidades, para ganar de su lado a todos aquellos por quienes Cristo murió.
Cuando usted efectivamente ha hecho lo suficiente, amontonando bienes sobre su enemigo, lo pone fuera de combate como tal. Su enemigo puede someterse a Cristo y ser conducido en Su desfile triunfal, como un trofeo de su gracia (vea 2Cor.2:14). Deje que su agua de beber introduzcan a su enemigo al Agua de Vida; comparta su pan, así su enemigo puede ser atraído al Pan de vida. El camino más efectivo para derrotar a su enemigo, es inducirlo a que termine haciéndose de su lado.
Cuando Dios envió a su Hijo a morir por los pecadores culpables, sus enemigos, Jesucristo llegó a ser la gran demostración (de todo los tiempos) de la verdad de este versículo. Que esto funciona, es evidente, debido a ello es que usted y yo somos ahora parte del ejército de Rey.
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