Herencia

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Dejar una herencia es una confrontación con uno mismo

Hemos aprendido que para preparar una herencia debemos trabajar en el presente, en nuestras vidas.
Hemos aprendido que una de las razones por las que no dejamos intencionalmente una herencia es porque pensamos en nosotros (egoísmo) y en el presente (corto plazo).
Hemos visto tres ejemplos Bíblicos de quienes encontramos una enseñanza principal:

El líder que cede su lugar

Josué fue el sucesor de Moisés, este último tuvo que ceder su posición y autoridad a un nuevo líder.
Deuteronomio 31:1–3 NVI
1 De nuevo habló Moisés a todo el pueblo de Israel, y les dijo: 2 «Ya tengo ciento veinte años de edad, y no puedo seguir siendo su líder. Además, el Señor me ha dicho que no voy a cruzar el Jordán, 3 pues ha ordenado que sea Josué quien lo cruce al frente de ustedes. El Señor su Dios marchará al frente de ustedes para destruir a todas las naciones que encuentren a su paso, y ustedes se apoderarán de su territorio.
Moisés sabía que ya no sería más el líder del pueblo y que no entraría a la tierra prometida.
Moisés no se resistió a ser reemplazado, lo aceptó.
Moisés no maldijo al pueblo porque avanzaría sin él, al contrario, lo bendijo.
¿Y si hubiera habido celos en Moisés, cómo hubiera reaccionado?
Pensar desde la perspectiva de herencia significa cambiar la mentalidad egoísta y aceptar que alguien tomará nuestro lugar en algún momento.
Debemos estar dispuestos a que alguien más haga lo que hacemos y que lo haga mejor e incluso que logre lo que nosotros no pudimos.

Un líder que asume su responsabilidad

Elí aceptó criar a Samuel cuando todavía era un bebé. Semejante responsabilidad cambió drásticamente su rutina sacerdotal.
1º Samuel 1:24–28 NVI
24 Cuando dejó de amamantarlo, salió con el niño, a pesar de ser tan pequeño, y lo llevó a la casa del Señor en Siló. También llevó un becerro de tres años, una medida de harina y un odre de vino. 25 Luego sacrificaron el becerro y presentaron el niño a Elí. 26 Dijo Ana: «Mi señor, tan cierto como que usted vive, le juro que yo soy la mujer que estuvo aquí a su lado orando al Señor. 27 Éste es el niño que yo le pedí al Señor, y él me lo concedió. 28 Ahora yo, por mi parte, se lo entrego al Señor. Mientras el niño viva, estará dedicado a él.» Entonces Elí se postró allí ante el Señor.
No nos gusta la formación de los nuevos porque eso nos demanda tiempo, paciencia y compromiso. Sin embargo, la Biblia nos muestra que los discípulos son aquellos que asumen esa responsabilidad.
Ana entrega a Samuel y Elí pudo haberle pedido que se lo llevara y lo trajera cuando no fuera una carga sino un colaborador, quizás con 12 años sería más útil que recién destetado.
Elí cría a Samuel, lo guía en el cumplimiento del propósito y la promesa bajo la cual fue concebido. Me he preguntado por qué no crió a sus hijos igual, quizá la diferencia estuvo en que crió a Samuel según su propósito.
Necesitamos aprender a ver el propósito de Dios en la vida de las personas para guiarlas a cumplir el plan de Dios para ellas.
Una mentalidad de herencia hace que asumamos la responsabilidad de guiar a los nuevos creyentes, a los más débiles en la fe, a través de sus etapas de cristianismo.

Un líder que prepara el futuro

David no fue un modelo de padre del cual aprender pero hizo algo clave en el éxito de su legado y su reino: preparó un contexto para el próximo rey, su hijo.
1º Reyes 1:32–40 NVI
32 David ordenó: —Llamen al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías hijo de Joyadá. Cuando los tres se presentaron ante el rey, 33 éste les dijo: —Tomen con ustedes a los funcionarios de la corte, monten a mi hijo Salomón en mi propia mula, y llévenlo a Guijón 34 para que el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo unjan como rey de Israel. Toquen luego la trompeta, y griten: “¡Viva el rey Salomón!” 35 Después de eso, regresen con él para que ocupe el trono en mi lugar y me suceda como rey, pues he dispuesto que sea él quien gobierne a Israel y a Judá. 36 —¡Que así sea!—le respondió Benaías hijo de Joyadá—. ¡Que así lo confirme el Señor, Dios de Su Majestad! 37 Que así como el Señor estuvo con Su Majestad, esté también con Salomón; ¡y que engrandezca su trono aún más que el trono de mi señor el rey David! 38 El sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaías hijo de Joyadá, y los quereteos y los peleteos, montaron a Salomón en la mula del rey David y lo escoltaron mientras bajaban hasta Guijón. 39 Allí el sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite que estaba en el santuario, y ungió a Salomón. Tocaron entonces la trompeta, y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey Salomón!» 40 Luego, todos subieron detrás de él, tocando flautas y lanzando gritos de alegría. Era tal el estruendo, que la tierra temblaba.
David sabía que estaba a cercano a la muerte y que otro de sus hijos estaba preparando todo para proclamarse rey, pero él sabía que Salomón sería su sucesor.
Entonces hace toda una preparación, no solo había dejado tesoros para que Salomón construyera el templo sino que lo conectó con su personal de mayor confianza y autoridad.
David dejó personas claves alrededor de su hijo para que pudiera iniciar un reinado exitoso. De no haber hecho esto, el reino seguramente hubiera entrado en una guerra civil.
David supo, desde su capacidad como rey, preparar personas y crear ambientes favorables para que su hijo tomara su lugar.
Una mentalidad de herencia nos lleva a conectar a las nuevas generaciones con nuestros contactos y a crear un ambiente favorable para ellos.

Oración

Efesios 3:14–21 NVI
14 Por esta razón me arrodillo delante del Padre, 15 de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. 16 Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, 17 para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, 18 puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; 19 en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios. 20 Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, 21 ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.
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