CONSEJERÍA AMBAR

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PARTE 3

Sacando la raíz de la depresión
Un buen comienzo para tratar la depresión es reconocer que la raíz de donde ella proviene es renunciar a las obligaciones cuando se enfrenta alguna dificultad. En 2 Corintios 4:8 Pablo dice “Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados”. Hubo muchas oportunidades en que Pablo se encontraba con terribles dificultades y oposición. Hubo circunstancias en las cuales Pablo no sabía qué hacer. Estaba atribulado y en apuros. Pero nunca llegó a la depresión. En todo tiempo Dios le ayudó a Pablo a atravesar cada dificultad sin desesperarse. Tuvo atrasos, pero Pablo no permitió que estos atrasos impidieran su claro llamado a seguir adelante. No se desesperó, ni renunció al trabajo que Dios le había dado. Se sentía mal, pero no deprimido. La persona en depresión no sólo se siente mal, sino que también renuncia a sus obligaciones.
La diferencia entre sentirse “afligido” y la “depresión” es de mucha importancia entender la diferencia .Toda persona, incluyendo el apóstol Pablo, se ha sentido desanimada, en algún momento se ha sentido debilitada y muy mal. A todos nos pasa.
dLa depresión viene cuando no manejamos correctamente el desánimo, la culpa o la aflicción física. La depresión viene cuando permitimos que los sentimientos asociados con las aflicciones de la vida nos impidan cumplir con nuestros deberes. Cuando seguimos nuestros sentimientos en lugar de cumplir las obligaciones que tenemos para con Dios y nuestro prójimo, somos culpables de pecado y esto nos hace sentirnos peor aún. Cuando añadimos estos sentimientos de culpa a los sentimientos dolorosos que ya tenemos, nos sentimos peor todavía, y menos dispuestos a hacer nada. Si seguimos a estos sentimientos de fracaso —y se hace más fácil cada vez— disparamos un ciclo infinito que conduce a la depresión. Ahora puede ver lo que yo quería decir con que la depresión es cíclica. “Tiene razón —así es mi depresión—. Sólo se hace peor y peor”.
dYo he notado que la depresión proviene de manejar mal una situación que le hace sentirse mal. Los primeros sentimientos dolorosos tal vez venían de algún pecado, o sencillamente de que cayó enfermo y se acumuló mucho su trabajo y se siente abrumado. Tal vez la ropa para planchar se hizo una montaña, o los papeles se acumularon mucho en su escritorio. Sea lo que sea el problema específico, una cosa es de suma importancia: en lugar de hacer lo que debiera de haber hecho, usted cedió a sus sentimientos esperando que luego tendría más ganas de hacer aquello. Ya usted escogió el camino hacia la depresión. La llave para evitarla, entonces, es esta: no siga sus sentimientos cuando sabe que tiene una responsabilidad que cumplir.
Cumpla su deber en contra de sus sentimientos. Cuando usted hace esto aunque al principio sea sin “ganas”usted lo va a hacer porque sabe que esto agrada a Dios. Y usted se dará cuenta de que con el tiempo sus sentimientos también cambian.
dUsted no debe esperar hasta que tenga ganas de realizar la tarea, o tal vez nunca lo hará. Tampoco debe enfocarse en sus sentimientos —si tiene ganas o no— usted no puede cambiar sus sentimientos automáticamente. Haga lo que Dios quiere que haga —tenga ganas o no—. El cambio de sentimientos será el resultado que Dios da con el tiempo. Este es el secreto para combatir la ola de depresión que amenaza con hundirlo. No hay otra forma.
“¿Me está diciendo que si yo hago lo que Dios quiere que haga, sólo para agradarle a él —aunque no tenga ganas— Dios promete bendecir y fortalecerme, y aún cambiar lo que siento?” !Así es! Para decirlo en pocas palabras, haga lo siguiente:
1. Haga una lista de todas las cosas que usted ha descuidado porque no tenía ganas de hacerlas.
2.Ahora comience a hacerlas para agradar a Dios y cumplir con otros que dependen de ud. (como su cónyuge, familia, jefe, compañero de cuarto, etc).
3.Siga cumpliendo con su trabajo no importa cómo se sienta, hasta que vea la tarea cumplida. Tendrá un cambio en sus sentimientos. La ola de depresión disminuirá. Si usted es ama de casa, vaya, limpie su casa, comience a alistar las comidas de nuevo, levántese en la mañana para despedir a su esposo y a sus hijos. Si usted es vendedor, deje de inventar pretextos, saque su lista de nombres, alce el teléfono y haga las llamadas necesarias. Luego salga de la casa y realice todas las visitas hasta terminarlas. Si usted trabaja en lo que sea, usted sabe lo que debe de hacer. No espere hasta luego, pensando que tendrá más ganas después. No posponga sus deberes hasta “un mejor momento”. Lo que puede hacer ahora mismo, hágalo. No espere otra hora más.
Recurre a Dios y Escucha
Recurre a Dios y, en vez de escuchar lo que dice tu depresión, presta atención a lo que el Señor dice de sí mismo. El centro de su mensaje para ti es el evangelio de Jesucristo. Jesús, el Hijo de Dios, se hizo Hijo de Hombre. Obedeció a su Padre a la perfección, se despojó a sí mismo y se hizo Siervo tuyo. Murió para darte vida. Ahora él es el Rey, y a través de su muerte, te lleva a su reino. Aquí en la tierra, el reino de los cielos está plagado de sufrimiento, pero sabemos que el Rey está con nosotros y que nuestro sufrimiento es temporario. También sabemos que el Rey toma nuestro sufrimiento y lo usa para el beneficio de su reino, lo cual parece no tener sentido. Lee el capítulo 8 de Romanos y presta especial atención a las siguientes palabras: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:28–29).
Este es el mensaje de Dios para ti. Ruega por gracia y misericordia para que puedas oírlo por encima del barullo de tu depresión.
Es a través de su Palabra que el Espíritu de Dios te habla más claramente; por lo tanto, toma el pequeño paso de abrirla y leerla. Si no puedes hacerlo, pídele a alguien que te la lea. Ruega a Dios que te hable a través de su Palabra, la Biblia. Pídele a un amigo que te hable de las buenas nuevas de la vida, muerte y resurrección de Jesús. A cualquier amigo que conozca las buenas nuevas le encantará hablar sobre ellas.
Las siguientes son algunas sugerencias:
• Lee sobre el sufrimiento de Jesús en Isaías 53 y Marcos 14. ¿Cómo te ayuda saber que Jesús es el varón de dolores y que está familiarizado con el sufrimiento?
• Usa los Salmos para que te ayuden a hablar con Dios sobre lo que hay en tu corazón. El Salmo 86 y el Salmo 88 pueden ser tu oración personal al Señor.
• Mantente alerta a la guerra espiritual. Las personas depresivas son vulnerables a la afirmación de Satanás de que Dios no es bueno. La muerte de Jesús en la cruz prueba el amor de Dios hacia ti. Es la única arma lo suficientemente poderosa para resistir las mentiras de Satanás (Romanos 5:6–8; 1 Juan 4:9–10).
• No pienses que tu caso es único. Lee Hebreos 11–12. Muchos han andado por este camino antes que tú, y Dios no les falló.
• Recuerda el propósito de tu vida (Mateo 22:37–39; 1 Corintios 6:20; 2 Corintios 5:15; Gálatas 5:6).
• Aprende sobre la perseverancia y la resistencia (Romanos 5:3; Hebreos 12:1; Santiago 1:2–4).
Gradualmente, una nueva meta aparecerá en el horizonte. Sin lugar a dudas, aún querrás deshacerte de la depresión, pero también desarrollarás una nueva perspectiva y podrás andar humildemente con tu Dios incluso en medio del dolor. Cuando leas las Escrituras, descubrirás que muchas personas han andado por el mismo camino.
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