VENCIENDO EL CONFLICTO

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INTRODUCCIÓN

La Alcaldía Mayor de Bogotá, reveló que el maltrato intrafamiliar aumentó en un 200% desde que inicio la pandemia. Esto es alarmante, ¿Cuantos de nosotros no hemos vivido conflictos familiares en este tiempo? Pasamos mas tiempo juntos, las tensiones entre los integrantes de la familia seguramente han aumentado y muchos no sabemos como manejar los conflictos.
Pongamos un caso hipotético,
Para Carlos antes de la pandemia su casa era un lugar de refugio donde quería estar después de su trabajo, pero desde que esta trabajando en casa se ha vuelto su vida un verdadero infierno. Lo conflictos en su hogar con su esposa y sus hijos lo han hecho trabajas frente a su computadora hasta altas horas de la noche para evitar cualquier confrontación, los fines de semana busca mas que nada entretenimiento virtual con su familia o alguna actividad que no demande hablar, se ha enajenado los últimos meses. Lucía, su esposa, siente exactamente lo mismo, ha estado mas que nada ayudando a sus hijos con las tareas en casa, quiere evitar a Carlos a toda costa y siente que se va a volver loca con la actitud de sus hijos. Esta familia esta frustrada por no poder hablar de ningún tema importante sin que la conversación los lleve a otra discusión más: Discuten por los hijos, por la relación entre ellos, por el dinero, por sus posiciones políticas y a veces, discuten por el solo hecho de discutir.
Un hogar en conflicto es lo que menos desean ellos, en verdad se aman y desean una relación significativa, pacifica y con una buena comunicación, pero mientras mas pasan tiempo juntos y mas hablan, la relación empeora mas y mas. Ellos estan cansados de vivir en este ciclo de conflictos entre ellos y con sus hijos. Quieren cambiar, quieren comunicarse bien el uno con el otro, pero no saben cómo hacerlo.
¿Te identificas con la historia de Carlos y Lucía?, ¿Tienes dificultades con alguna relación en este momento? ¿Quieres aprender a comunicarte mejor con los tuyos, para aprender a vivir de una manera más pacifica?. Todos pasamos por momentos de tensión en nuestras relaciones, de hecho, no eres el único que estas enfrentando conflictos. La buena noticia es que hay esperanza en Jesucristo para vencer los conflictos. Tu comunicación con las personas que te importan puede cambiar de manera radical. Hay muchas personas como Carlos y Lucía que han sido transformadas por lo que Jesús está haciendo en sus vidas.
El cambio comienza cuando reconoces que tienes un problema y, luego, le pides a Dios que te ayude. El Señor responderá a tu clamor por ayuda. Y si has estado orando por eso, espero esta sea la respuesta del Señor para ti.
Hermanos, recordemos que:
Jesús vino a salvarnos de nuestros pecados, a reconciliarnos con él y a ayudarnos en medio de nuestro pecado y sufrimiento para que nos reconciliemos con otros.
Dios también nos ha dado su Palabra para guiar nuestras palabras y vidas.
Cuando se lo pidas, Dios, mediante su Espíritu, te ayudará a entender por qué tienes tanto problema para comunicarte y te enseñará cómo hacerlo de una manera que desarrolle tus relaciones en lugar de destruirlas.
Los que veremos esta mañana es aplicable a cualquier tipo de relaciones, lo podemos aplicar de echo a nuestra relación con el estado, la biblia tiene respuestas para ayudarnos a promover la paz en medio del conflicto. Dios los ha dado el ministerio de la reconciliación 2 Corintios 5:18-20
Todos nuestros conflictos inician con una mala comunicación.
Eta semana fuimos testigos de esta verdad en el conflicto de nuestro país. Los medios de comunicación dicen una cosa persiguiendo ciertos intereses, las redes sociales decían otra cosas según la percepción de cada individuo (no faltaban expresiones xenófobas, insultos, malas palabras, trato indigno contra las personas, etc) y el resultado de estos medios de comunicación fue mas conflicto. La manera en al que nos comunicamos importa, nuestras palabras tienen consecuencias. Esta premisa es innegable.
Pero subyace en el fondo de todo conflicto, un mal pero que la forma de comunicarnos, la biblia asegura que este mal es la raíz de todo pecado y de todo conflicto, de hecho Jesus dijo que la forma en la que nos comunicamos esta determinado por aquel mal que controla nuestra vida, esto que esta mal, es nuestro corazón. Mateo 15:19-20 ; Mateo 12:34). La palabra corazón en la biblia se usa para describir nuestra vida interior: nuestros pensamientos y deseos.
¿Cuántas veces has pensado o dicho algo como esto: “No pensé antes de hablar” o “Eso no es lo que quise decir”?
Hermanos, Jesús está diciendo lo opuesto: está diciendo que nuestro principal problema con nuestras palabras no es lo que decimos sin pensar, sino que ellas expresan lo que está en nuestro corazón. Nuestra boca dice solo lo que ya se ha pensado. El sendero de la comunicación va desde adentro hacia fuera. Lo que dices a tu cónyuge, las palabras que dices a tus hijos o tus padres, lo que publicas en redes sociales, la forma en que tratas a otros, revela o pone al descubierto lo que hay en tu corazón.
El punto de partida de toda comunicación (tanto buena como mala) es el corazón. Esta es la razón por la cual es imposible mejorar un conflicto, aplicando técnicas de comunicación. Hay muchas parejas (como Carlos y Lucía) que escuchan verdades sobre la comunicación, pero no la mejoran entre sí porque no se ha producido ningún cambio en sus deseos.
Si quieres comunicarte de modo que tus relaciones interpersonales sean fortalecidas en lugar de rotas, necesitarás pensar según la verdad bíblica respecto a tu corazón, el centro de control de todo lo que somos y hacemos.
Nuestras palabras fluyen de lo que queremos en una determinada situación o relación. Piensa en esto: cuando discutes con tu cónyuge, ¿no forman parte de esa discusión cosas que tú quieres y que no estás consiguiendo? Cuando hablas amablemente o criticas a tu prójimo, ¿no hay deseos que estén motivando tus palabras? Santiago 4:1–2
Nuestros conflictos no son el resultado de una respuesta pobre de parte de nuestro cónyuge, de su tono irritante, o de su lenguaje corporal desagradable (aunque todas estas cosas sean malas). No, los conflictos proceden de nuestros deseos que combaten en nuestro interior.
Así que, los conflictos suceden porque queremos ciertas cosas.
Observa cómo lo explica el texto: “Codiciáis…; matáis”. Aquí está el problema: quieres algo, y haces lo que sea necesario para conseguirlo. Si tú quieres algo y tu cónyuge quiere otra cosa, el resultado inevitable es el conflicto. Los deseos de Carlos y de Lucía trajeron como resultado la comunicación (acción), y la clase de comunicación que usaron terminó en discusiones, frustración y enojo (consecuencias). ¿No es lo que estamos viendo en este país, todos buscan sus intereses? de allí viene el conflicto.
Ninguna lucha comunicacional puede resolverse de manera apropiada sin tratar en primer lugar el corazón. Gracias a Dios, tenemos un Salvador, quien nos ha alentado a orar por ayuda a fin de cambiar nuestros deseos, para que deseemos amar a Dios y a los demás buscando sus intereses.
Volvamos a la lucha de Carlos y Lucía. Examinemos algunos detalles de su situación, para que nos ayude a entender cómo lo que deseamos afecta nuestra comunicación.
1. Lo Que Carlos Quiere
Mientras Carlos pensaba acerca de sus deseos, se dió cuenta que su mayor anhelo era que su esposa estuviera de acuerdo con él (Esto es un buen deseo). Pero Carlos no solo lo deseaba, sino que lo exigía. Cuando Lucía le decía “Amor por lo menos entiéndeme, no tienes que estar de acuerdo con migo” él solo se enojaba y se frustraba, no entendía como ella podía pensar como pensaba.
Como funcionaba este deseo en su mente. El recordó uno de esos días cuando la cuarentena termino y ellos planearon ir a un restaurante solos para disfrutar de otro ambiente y pensaron que esto aliviaría algo sus tensiones. A la hora de salir, Carlos luego de dejar a los niños en casa de sus Padres para que los cuidaran un rato, el recogió a su esposa y cuando ella salió vio que no tenía su blazer puesto (ella quiso salir así, porque pensó que a su esposo le agradaría), pero Carlos le dijo que no saliera así, que se regresara por su blazer, ella argumento que no lo necesitaría, el restaurante era cerrado y no tenía frío. Carlos no podía creer lo que ella estaba diciendo y dijo: “Pero mira que la tarde esta nublada y seguro que lloverá” - Ellas replico: si, pero no importa, vámonos ya - Carlos, le dijo: “Pero no te das cuenta que te puedes enfermar, hace rato no salimos por la pandemia, necesitas cuidarte”
Carlos pensaba que si Lucía se enfermaba, eso podría significaría que sus hijos también se enfermarían ¡y que él tendría que hacerse cargo de la casa! y con tanto trabajo, sería complicado para él. Carlos pensó para sus adentros, esta mujer solo piensa en ella. Mientras que Lucía pensaba para si misma “este hombre no tiene arreglo, siempre se complica por una bobadas”.
Esta discusión duro unos minutos, pero arruino la salida al restaurante. Carlos estuvo muy tenso, alimentando el resentimiento que ya tenía. Y Lucía estaba incomoda, opto por mirar mas que estaba pasando en las redes sociales mientras viajaban. En lugar de pasar un hermoso tiempo juntos, se convirtió en otra noche repleta de enojo y de silencio - comieron pero cada uno revisando su celular. En vez de fortalecer su relación, esta fue una piedra mas en su camino de frustración.
Carlos quería solo que Lucía estuviera de acuerdo con él, en que llevar su blacer era lo correcto, y este deseo trajo como resultado división, alejamiento y frustración.
Esta clase de conflictos, ocurre todos los días en un matrimonios, en el lugar de trabajo y en las relaciones entre padres e hijos.
Carlos, en la medida que meditó en sus deseos, se dio cuenta después, que el problema no tenía nada que ver con el blazer, sino que él tenía esa noche otro deseo egoísta: no querer cuidar de los suyos mientras estaban enfermos. No tenía ningún interés de amar de manera abnegada a Lucía como Dios llama a los esposos a hacerlo (Efesios 5:25). De manera que él se estaba protegiendo a expensas de su esposa.
Y lo peor era que actuaba como si estuviera interesado por la salud de su esposa, cuando en realidad, su única preocupación era la forma en que la decisión de ella pudiera acarrearle inconvenientes a él. Su propia hipocresía le impedía ver su pecado y demostraba la superficialidad de su condición espiritual.
¿Notan cómo el mensaje de Jesús pudo haber impactado radicalmente las motivaciones de Carlos? ¿No les parece que si él hubiera reflexionado respecto a lo que agrada al Señor (en lugar de en lo que él deseaba) y hubiera pedido ayuda al Espíritu en aquel momento, las cosas habrían sido diferentes?
Carlos necesitaba entender que el conflicto no tenía nada que ver con el abrigo; todo se trataba de su relación con el Señor y de su falta de disposición a amar a Lucía de manera sacrificial como Cristo ama a la iglesia.
Carlos también identificó otro deseo, él quería que los problemas se resolvieran de inmediato. En la mente de él, Lucía quería hablar de los mismos problemas una y otra vez (esto lo enojaba mucho - el pensaba que ella estaba desperdiciando su vida al pensar en el pasado y en cosas que para él eran triviales).
Sus deseos dirigían su comportamiento. Se enojaba rápido. No le prestaba atención a su esposa, y no la miraba cuando ella estaba hablando, por lo general miraba la pantalla de su celular. ¿Por qué? El solo quería hablar de un problema 1 minuto y pasar la hoja. El solo estaba interesado en su agenda y sus deseos. No estaba pensando en Jesús, en el evangelio ni en orar para que el fruto del Espíritu estuviera presente en esos momentos. No le interesaba ayudar a su esposa como un pastor de casa; solo le interesaba ayudarse a sí mismo.
Los deseos de Carlos crearon un ambiente conflictivo en su hogar. Conflictos de hecho, por cosas insignificantes. Sin un cambio de corazón, sus deseos seguirán intactos, trayendo mas y mas conflicto.
Así que, los deseos de las personas determinan las palabras que usan, el tono de su voz, su atención en las conversaciones y su lenguaje corporal.
Solo cuando Carlos, arrepentido, abandone sus deseos egoístas y ponga su fe en Jesús, pidiendo que él le dé misericordia para amar a los demás más que a sí mismo, y ayuda renunciar a sus deseos, para luego concentrarse en cumplir con su responsabilidad pastoral de considerar qué es lo mejor para su esposa, sus problemas de comunicación mejorarán drásticamente.
La salida al restaurante hubiera terminado diferente si el corazón de él hubiese estado enfocado en agradar a Cristo y amar a su esposa.
2. Los deseos de Lucía
Mientras meditaba en la palabra de Dios, Lucía identificó que su mayor deseo era ser escuchada por su esposo. Desde su perspectiva, a su esposo lo le interesaban sus opiniones. Ella tenía la impresión de que él solo quería dar una respuesta rápida al problema y seguir con otra cosa, y ella se sentía ignorada.
Por esta razón, Lucía a veces le gritaba para conseguir que su esposo dejara el celular y la mirara mientras ella hablaba. Otras veces, le respondía enojada. Y en ocasiones, dejaba de hablarla para castigarlo con el látigo de la indiferencia.
Lucía tiene un buen deseo de relacionarse mas con su esposo, quiere que él se interese mas por ella. Pero, su deseo se convirtió en lo más importante para ella, el resultado fue “Conflicto”.
Ella no ha encontrado su seguridad en Cristo, y su relación esta siendo afectada, porque esta buscando la aprobación de su esposo, en lugar de buscar agradar al Señor. Su deseo gobierna su corazón y está afectando la manera que responde a su esposo. Ella no esta buscando ser una ayuda idónea para su marido, ella quiere que su marido cumpla con su deber y lo exige, como él no lo hace ella se levanta como juez y lo castiga mediante el enojo y el resentimiento.
Cuando Carlos a veces le dice a ella que quiere oírla, ella le demanda completa atención. ¡ella se pone furiosa, si el hace otra cosa mas que oírla!. En su corazón no puede entender como su esposo siendo cristiano es tan insensible (ella cree que él es in fariseo hipócrita). En un sentido ella tiene la razón, Carlos ha actuado de manera descortés e insensible. Ella debería con amor, confrontar a su esposo en cuanto a cómo la trata. Pero, su deseo es mas importante que amar a su esposo, Dios ha pasado a un segundo plano en su corazón, a fin de obtener lo que ella quiere de su esposo y lo castiga si él no hace lo que exige.
De nuevo… Nuestra forma de hablar revela algo que deseamos o creemos en nuestro corazón. Nuestras palabras son la expresión externa de algo que está en nuestro corazón.
Para que la comunicación entre ellos mejore, tiene que cambiar lo que ellos desean y creen que merecen:
Ambos tienen que desear conocer y amar a Jesús más de lo que desean estar de acuerdo, resolver problemas rápidamente, ser escuchados y captar la atención el uno del otro.
Necesitan desear agradar a Dios con sus reacciones.
Necesitan arrepentirse, dejar atrás esos deseos que se han vuelto tan importantes y luego necesitan acudir a Cristo en obediencia.
Cuando ellos identificaron sus deseos, por primera vez, se dieron cuenta de por qué tenían las mismas discusiones siempre. Entendieron que los deseos de su corazón, les hacía responder pecaminosamente en medio de sus problemas cotidianos. Lo que deseaban no estaba mal, pero se dieron cuenta que pusieron sus deseos por encima de amar a Dios y amarse entre ellos.
Confesaron a Dios su pecado, se pidieron perdón y clamaron al Señor por ayuda.
Carlos oró: Señor, perdóname, por querer que siempre se acepte lo que digo y perdona mi falsa creencia de pretender que resolver problemas es más importante que honrrate y amar a mi esposa. Luego le dijo a Lucía “perdón por no amarla como Cristo ama a la iglesia” Quiero comprometerme a agradar al Señor por encima de mis deseos.
Julia oro: “Señor perdón por creer que ser escuchada y desear la atención completa de mi esposo es más importante que desear agradarte y amar a mi esposo. Y pidió luego perdón a su esposo, por no respetarlo y por no ser su ayuda idónea en el momento que él lo estaba necesitando.
Sus no se resolvieron de una vez, pero ahora tenían esperanza. Dios puede transformarles.
¿Cuales deseos tienes en tu vida que son más importantes que agradar a Cristo?. Puedes identificar tus deseos, respondiendo a estas preguntas:
¿Sobre qué asuntos discutes más comúnmente con tu cónyuge (o incluso con tus hijos o tus compañeros de trabajo)? (Por ejemplo: finanzas, cuidado de los hijos).
¿Cuáles son los deseos más habituales que tienes cuando discuten sobre los asuntos enumerados anteriormente? (Por ejemplo: que se escuche claramente mi opinión).
Bueno, ya sabemos que la conducta no es tan importante como lo que sale de nuestros corazones (Creencias y deseos) Estas cosas motivan lo que hacemos, lo que hablamos.
El problema muchas veces no es que lo que deseamos sea algo pecaminoso, puede de hecho ser algo bueno, lo malo es cuando convertimos nuestros deseos en exigencias que gobiernan nuestros corazones - recordemos que fuimos creados para adorar una sola cosas a la vez 2 Corintios 5:9 y 1 Corintios 10:31 para el creyente adorar a Cristo es nuestra máxima prioridad - No puedes adorar a Cristo y, al mismo tiempo, poner en primer lugar tus deseos.
¿Cómo puedes lograr agradar más a Cristo? Recordando el evangelio, de donde te rescató el Señor y la gracia que te ha mostrado todo este tiempo. Empieza tu día recordándote lo que Cristo ha hecho por ti. Medita en la gracia de Jesús. Piensa en el amor y la bondad de Dios hacia ti y tu familia. Escudriña los salmos y subraya las frases que describen lo que el Señor ha hecho en tu vida. Escribe una lista de todas las cosas que te ha perdonado Jesús. Dedica tiempo a pensar en su sacrificio por ti en la cruz.
¿Hay acaso alguien más que merezca el primer lugar en todos tus deseos y afectos? Es la obra pasada, presente y futura de Jesús lo que debería motivarte a amarlo y encontrar gozo en él.
Cuando buscas a Dios, lo encuentras. Cuando le ruegas que te ayude, tu amor por el Señor aumenta, y luego, él mismo incrementa ese amor.
Las luchas en la comunicación comienzan con el corazón, y así también lo hace la solución. Tus deseos pecaminosos ya te han traído angustia. Desea al Señor y, como el salmista, “[gustarás], y [verás] que es bueno Jehová” (Salmo 34:8). “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4).
En Juan 10:10–11, Jesús dijo: “… yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”. ¡Vida abundante! Jesús no dijo que haría mas tolerable tu vida, o que te ayudaría a sobrevivir en medio de esta vida ¡Dijo que te daría vida abundante!
Su poder transformador no solo cambia tu destino eterno; también impacta las palabras que dices hoy.
Repasar tu lista de deseos. Arrepiéntete de todo deseo equivocado y de cualquier cosa que hayas tornado más importante que agradar a Dios.
Arrepentirse significa dar la vuelta en una nueva dirección. Debes dar la espalda a los deseos egocéntricos que obstaculizan tu comunicación y luego debes volverte hacia Cristo en fe, quien te cambiará para que seas como él. Solo el Espíritu puede darte lo que necesitas para desarrollar tus relaciones y solo él puede producir en ti deseos nuevos que se centran en Dios. Decide que tu máxima prioridad sea agradar a Cristo. El Señor te ha hecho suyo y —según Romanos 8:31–39— te ha dado por gracia todas las cosas. No te hace falta nada.
Cuando acudes a Cristo, él puede transformar tus deseos a fin de que tus palabras, tus publicaciones, tos respuestas a cualquier situación, se caractericen por reflejar amor a Dios y amor los unos por los otros.

¿Cómo cambia Jesús nuestros deseos?

Inicia como ya hemos visto, cuando damos la espalda a nuestros deseos egocéntricos y reflexionamos en todo lo que Cristo ha hecho y está haciendo por nosotros. En la medida que crece nuestro amor por el Señor y nuestros deseos comienzan a centrarse en hacer lo que le agrada a él —porque lo amamos—, nuestra forma de comunicarnos cambia.
Recordemos que nuestro corazón es la fuente de todo lo que hacemos y decimos, así que, cuando nuestro corazón ama a Jesús, es natural que a este amor le sigan obras de amor. Veamos esto en Efesios…
Efesios 2:8–9 habla de nuestra salvación, y luego, el versículo 10 explica cuál es la respuesta de amor a nuestra salvación: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Para los que aman a Cristo, esto no es un trabajo pesado (aunque, sin duda, es una lucha); es más bien un privilegio y un gozo.
Tal vez pienses: Mi amor a Jesús está creciendo. Sé que mi comunicación siempre fluye desde el interior hacia fuera, pero ¿hay herramientas prácticas? ¿Proporciona la Biblia algunas? .
Veamos en Efesios algunas instrucciones específicas sobre cómo poner en práctica tu amor a Cristo en tu manera de comunicarte con los demás. En Efesios encontramos por lo menos 4 principios para la comunicación.
Efesios 4:25–32.
Pablo en el contexto de este pasaje Efesios 4:17–24, explica que cuando confías en Cristo como tu Salvador y Señor, se produce un cambio radical de pensamiento y conducta. Eres una nueva persona en Cristo y estás unido a él. El Espíritu Santo mora en ti, de modo que puedes vivir como un embajador de Jesús en razón de tu nueva identidad. Dios ha cambiado tu corazón; ahora puedes vivir una vida transformada. Un creyente según Pablo no debería actuar como un incrédulo, en virtud de su nueva identidad, él es llamado a sustituir sus patrones de conducta pecaminosos por patrones de conducta piadosos. Este proceso de volverse más semejantes a Cristo (santificación progresiva) se hace posible a medida que nuestra mente es renovada (ver también Romanos 12:1–2) y transformada por la gracia de Dios.
Cuando colocas Santiago 4:1–2 junto a Efesios 4:17–24, ves que todo lo que colocamos en el centro de nuestra vida que no sea Cristo tiene que ser removido. En su lugar, debe colocarse una nueva manera de pensar y de comportarse motivada por el deseo de amar a Dios.
En Efesios 4, Pablo explica cuáles son algunas nuevas formas de pensar y comportarse, y la mayoría de ellas tienen algún grado de relación con la comunicación.
1. Ser Sincero (Efesios 4:25).
A primera vista, la sinceridad parece ser algo muy simple. Sin embargo, nuestra comunicación suele tener diversas formas de engaño. Por ejemplo:
mentir sin importar cuán pequeña o “inocente” sea la mentira
usar lenguaje corporal y palabras que parecen incoherentes entre sí
exagerar y no dejar que el que oye sepa que estamos exagerando
usar términos absolutos como nunca o siempre.
nuestra comunicación no transmite los hechos de manera precisa. En cambio, usamos nuestras palabras para decirles a otros cuán buenos somos nosotros y cuán malos son ellos. La realidad es que tu jefe no es siempre malo, tu cónyuge no es siempre insensible y tu compañero de trabajo no es siempre áspero.
Ser sincero no es algo fácil —en especial, en medio de una conversación acalorada—, el versículo 25 explica que debemos serlo porque “somos miembros los unos de los otros”. Por el hecho de ser miembros el uno del otro, no tendría que haber falsedad en la comunicación. No se pueden desarrollar relaciones significativas con otras personas a menos que uno esté dispuesto a ser sincero, aun cuando resulte difícil serlo. La Biblia dice que las heridas de un amigo son fieles (pero siguen siendo heridas), y que son mucho mejores que los besos de un enemigo. En un matrimonio, la comunicación parece a veces un beso del enemigo en lugar de una herida de una persona que te ama profundamente.
Esto es verdad en cuanto a Carlos. Su enfoque estaba en la falta de interés de Lucía por él (por ejemplo: no ponerse el blazer y, como resultado, enfermarse), y por eso no se comunicaba de forma sincera. Si él hubiese estado dispuesto a decir desde el principio que estaba interesado en la salud de ella y la de su familia, podría haber decidido no decir nada en absoluto o, al menos, haber expresado su interés de una manera afectiva. Su falta de comunicación sincera empeoró el problema.
Cuando Carlos y Lucía empezaron a centrarse más en su amor a Cristo y a encontrar gozo en la relación de ambos con él, comenzaron a comunicarse con sinceridad. Se esforzaron por expresar el “verdadero” asunto, en lugar de ocultarlo detrás de una idea falsa. Como resultado, podían confiar en lo que el otro decía y hablar de los verdaderos asuntos en sus vidas.
¿Cuáles son algunos asuntos verdaderos que no estás expresándoles a tus relaciones más cercanas? Algunas de esas cosas deberías contárselas a tu cónyuge. Aunque hayas descubierto que el verdadero problema es tu egocentrismo, igualmente puedes comunicárselo y pedirle que ore para que cambies. Tu comunicación sincera, expresada de manera sabia, desarrollará tu relación en lugar de destruirla.
2. Mantenga cuentas cortas (Efesios 4:26–27).
A las parejas suele resultarles difícil solucionar hoy los problemas de hoy y terminan generando más problemas. Los problemas irresueltos llevan, a menudo, a la amargura (Hebreos 12:15). La amargura se evidencia cuando un problema es traído a colación una y otra vez para criticar o condenar. Con el tiempo, la amargura asociada a problemas irresueltos crece hasta tal punto que hace imposible una relación significativa, y solo se soluciona cuando esa amargura se enfrenta y se quita.
En lugar de solucionar hoy los problemas de hoy, los individuos se ven forzados a ocuparse de una cantidad de cargas del pasado.
Carlos y Lucía luchaban también con esto. Su enfoque en sus propios deseos en lugar de en agradar a Cristo era habitual. Así que, ambos se amargaban por los fracasos del otro. Para ellos, era fácil discutir porque, desde un comienzo, estaban buscando el egoísmo de la otra persona. Carlos tendría que haber intentado comunicarse regularmente con su esposa, en lugar de tratar de evitarla para mantener la paz. Julia también tendría que haberlo perdonado por no demostrarle correctamente su amor, y no guardar rencor ni atacarlo verbalmente cuando no podía soportar más.
A medida que ellos aprendieron a poner en práctica esta regla, fueron descubriendo gradualmente que lo único que tenían que superar era el problema del día. No hubo más “recuerda hace catorce años cuando…”, y tampoco agregaban cuestiones antiguas a las nuevas. En cambio, ambos simplemente se centraban en los problemas del momento, y rara vez seguían su vida juntos con conflictos irresueltos.
3. Ataca el Problema, No a la Persona (Efesios 4:29).
Cuando el enfoque no está en el problema, el resultado suele ser una repetición de ataques personales que dañan la relación y generan nuevos problemas debido al lenguaje hiriente. Al atacarse el uno al otro, se agrega una complicación al problema original. Efesios 4:29 nos dice que este comportamiento se opone al propósito de Dios respecto a nuestra comunicación. Nuestras palabras deberían ser un canal de gracia, no un medio de conflicto.
La explosión de Lucía y la insistencia de Carlos en que ella haga lo que él quiere son ilustraciones clásicas de atacar a una persona en lugar del problema. Los deseos de sus corazones hacían que les fuera fácil atacar.
Su relación ilustra una cultura de atacar para ganar. Ellos necesitaban recordar que cada vez que usaban palabras para herir y controlar al otro, estaban profanando el don de la comunicación dado por Dios.
Por la gracia de Dios, ellos vieron como esto dañaba su comunicación, como era estorbada su relación con Dios y como entristecían al E.S. Su cita hubiera sido diferente si hubieran pensado en comunicarse con palabras llenas de gracia. ¿Qué habría sucedido si hubiesen usado palabras para edificarse el uno al otro durante aquella salida, como Jesús quería que sucediera?.
A medida que el Señor les transformaba, también cambió el grado de ánimo que se daban el uno al otro. Se esforzaban por decir cosas que edificarían a la otra persona. Al usar palabras de aliento, tenían menos tiempo para expresiones hirientes y destructivas. Ambos empezaron a experimentar las bendiciones que vienen por amar a Cristo y amarse el uno al otro.

4. Actuar, No Reaccionar (Efesios 4:31–32).

El texto nos dice que hay ciertas respuestas (acciones) que deberían ser siempre parte de la forma en que nos comunicamos: palabras que expresan amabilidad, perdón y bondad. ¿Los que trabajan contigo describen en estos términos tu manera de comunicarte? ¿Lo haría así tu cónyuge? ¿Y tus hijos?
El pasaje tambien dice que hay cierta clase de comunicación (o reacciones) que son pecaminosas y que deben dejar de usarse: palabras que expresan malicia, enojo, gritería y maledicencia. ¿Por qué? Porque estas cosas no agradan al Señor. ¿Eres rápido para señalar los errores de los demás? ¿Usas un tono áspero? ¿Imaginas cuáles son las peores características de las personas y luego compartes con otros tus ideas para que ellos también piensen lo mismo de ellas?
Este matrimonio violaba claramente esta verdad. En lugar de responder con amabilidad, su interacción se volvía cada vez más intensa. Por lo general, cuanto más duraba la conversación, tanto más rápida era la reacción del otro. En definitiva, los deseos egocéntricos de cada uno de ellos traía como resultado que ninguno pudiera obedecer las verdades que se encuentran en Efesios 4:25–32.
El final del versículo 32 fue una bendición para ellos, les ayudo a considerar una forma de abordar los momentos en los que volvían a enredarse en patrones antiguos de conducta. Supieron que ninguno de los dos era perfecto; estaban dando pasos para crecer. Cada vez que caían, el sendero del perdón estaba presente; el mismo sendero que experimentan en su relación con Cristo. Podían detenerse y pedirle a Dios que los perdonara por su comunicación dañina. Luego, reconociendo el perdón asombroso que tenían en (el nombre de) Jesús, podían perdonarse el uno al otro.
Carlos y Lucía se dieron cuenta con las escrituras, cómo sus deseos estan minando su relación. Estuvieron dispuestos a arrepentirse de su egocentrismo y enfocarse en la gracia del Señor. Se concentraron en la oración y en la obra del Espíritu. Memorizaron estas verdades sobre la comunicación y, con amabilidad, se comprometieron a rendirse cuentas mutuamente de su proceder. Por la gracia de Dios, ellos estaban cambiando.
Este mismo cambio está a tu disposición.
Espero haya quedado claro hermanos, como cambiar nuestros deseos y nuestras acciones lleva tiempo, esfuerzo y energía. Pero, ¡los resultados valen la pena! Así como ustedes estan experimentando en sus relaciones el impacto negativo de sus deseos egocéntricos y de su mala comunicación, también pueden experimentar los resultados de los deseos piadosos y de la comunicacion piadosa.
Tu capacidad para desarrollar y fortalecer relaciones —ya sea en el hogar, en el trabajo o en la iglesia local— a aumentar significativamente a medida que acudas a Cristo para que te brinde la ayuda que necesitas para vivir para él. Pablo nos dice 2 Corintios 5:14–15 - de manera que cuando el amor de Cristo nos impulsa (en lugar de nuestros deseos egocéntricos), ya no vivimos para nosotros mismos, sino para agradarlo a él.
Cuando tu objetivo es agradar a Cristo, su Espíritu te ayudará a edificar a otros con tu comunicación. A medida que lo hagas, tus relaciones se irán caracterizando por la sinceridad, la bondad, la gracia y el perdón.
Preguntas Prácticas
Bibliografía:
Green, Rob. ¿Podemos Hablar?: Principios de la Comunicación Matrimonial. Sebring, FL: Editorial Bautista Independiente, 2020.
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