Liderazgo Biblico - Clase 1

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El buen deseo de ser un líder

1 Timoteo 3:1 RVR60
Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.
Jeremías 45:5 RVR60
¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres.
La mayoría de los cristianos se sienten incomodos con la idea de aspirar al liderazgo. No están seguros si está bien que una persona quiera ser un líder. Piensan: ¿no es mejor que el cargo busque a la persona y no que la persona busque el cargo? ¿Acaso la ambición no ha causado la caída de varios grandes líderes de la iglesia? Así que es mejor no tener ninguna ambición para ser un líder en la iglesia.
Sin duda la ambición de cierta manera es mala, pero hay ciertas ambiciones que son nobles, dignas y honorables. Los versiculos que leímos al inicio nos ofrecen una advertencia y pero tambien nos estimulan a desear el liderazgo de manera que podamos desarrollar todo nuestro potencial para la gloria de Dios (Según Pablo, es un buen deseo ser líder).
Lo que hace que una ambición sea noble y que otra sea pecaminosa, es la motivación del corazón. Para entenderlo mejor, es necesario entender el contexto en el que Pablo animo a los hombres a desear ser lideres de la iglesia. En su época un obispo enfrentaba grandes peligros. Las recompensas por el trabajo de dirigir la obra del Señor eran dificultades, escasez y rechazo social. El líder era el primero en atraer el fuego en la persecución, el primero en sufrir en la línea de combate.
De manera que el estímulo que Pablo da, no abre la puerta para anhelar el liderazgo con motivaciones incorrectas, deseando sólo una posición preponderante en la iglesia. Personas con falsa motivación, no sentirán de hecho, deseos por un cargo tan difícil como este. Por lo tanto, Pablo llama al deseo de liderazgo una «buena ambición una buena obra».
En un sentido en nuestro país enfrentamos una situación parecida. Ser un líder de la iglesia, no es una tarea que anhelen quienes buscan un beneficio estable y buenas condiciones laborales. Es interesante que aún algunos de los jóvenes que quieren servir en una iglesia, buscan ser misioneros enviados y sostenidos por misiones extranjeras.
Pablo nos insta al trabajo de dirigir la iglesia local (Aun en estas difíciles circunstancias y en estas condiciones), esta es la obra más importante del mundo según las escrituras. Cuando nuestros motivos son los correctos, este trabajo produce una recompensa eterna. Durante los días de Pablo, solo un profundo amor a Cristo y una genuina preocupación por la iglesia fue lo que motivó a la gente a buscar una oportunidad de liderazgo en la iglesia. Pero en nuestro tiempo algunos pueden aspirar al liderazgo por razones totalmente indignas y egoístas.
Esta fue el tipo de motivación que Jeremías condenó cuando habló a Baruc (Jer. 45:5). Jeremías no esta diciendo que toda ambición sea pecado, sino que es la motivación egoísta que hace de la ambición algo malo: «¿...para ti grandezas?» El no buscaba ser grande para la gloria de Dos. La motivación es lo determina el carácter de la ambición.
Todos los cristianos son llamados a desarrollar los talentos que Dios les dió, para sacar el máximo provecho de sus vidas, todos estamos llamado a desarrollar al máximo las capacidades que Dios nos ha dado para su gloria y para el beneficio de otros.
La palabra ambición viene de una palabra latina que quiere decir «hacer campaña par la promoción». La frase sugiere una variedad de factores: visibilidad y aprobación social, popularidad, reconocimiento de parte de otros y el ejercicio de la autoridad sobre otras personas. En este sentido, la personas ambiciosas gozan del poder que viene con el dinero y la autoridad. Jesús nunca tenía tiempo para este tipo de ambiciones. El verdadero líder espiritual jamás hará «campaña para la promoción».
A sus discípulos «ambiciosos» Jesús les anunció una nueva norma de grandeza (Mr. 10:42-44). Este es el principio fundamental para todo liderazgo bíblico:
La verdadera grandeza, el verdadero liderazgo, se encuentra cuando el líder se dedica a servir a otros para la gloria de Dios, no a engatusar o inducir a otros a que lo sirvan a él. El verdadero servicio jamás viene sin costo. A menudo viene con un doloroso bautismo de sufrimiento. Pero el verdadero líder espiritual centra su atención en el servicio que puede rendir a Dios y a otras personas, no en los subproductos y adornos del oficio supremo o título santo. Nuestro objetivo debe ser dar nuestras vidas en beneficio de otros, no sacar algún provecho de la vida.
S. D. Gordon dijo: «Que se establezca de una vez por todas que la ambición de un hombre debe ser la de encajar en el plan que Dios tiene para él, y que tiene una Estrella Polar siempre a la vista para guiarlo seguro por cualquier mar, no importa cuán ilimitado parezca ser, Tiene una brújula que apunta al rumbo verdadero en la niebla más espesa y la tormenta más feroz, y a pesar de las rocas magnéticas que pudiera encontrar.»
El gran líder, Conde Nikolaus von Zinzendorf (1700-1760) fue tentado por la jerarquía y las riquezas; efectivamente, es más famoso por el título de honor que aquí se menciona. Pero su actitud hacia la ambición se resume en esta simple afirmación: «Tengo sólo una pasión: y es Él, sólo Él.» Este hombre, abandonó el egoísmo para ser el fundador y el líder de la iglesia de los moravos. Sus discípulos aprendieron de su líder y fueron por todo el mundo con su pasión misionera. Uno de cada noventa y dos moravianos dejó su hogar para servir como misionero.
Porque somos hijos de Adán, y queremos engrandecernos, Él se hizo pequeño. Porque no queremos doblegarnos, Él se humilló a sí mismo. Porque queremos gobernar, Él vino a servir.

La búsqueda de un líder

Salmo 75:6–7 RVR60
Porque ni de oriente ni de occidente, Ni del desierto viene el enaltecimiento. Mas Dios es el juez; A éste humilla, y a aquél enaltece.
Los verdaderos líderes son escasos. La gente y los grupos buscan lideres constantemente. A lo largo de la Biblia puede verse que Dios también busca líderes. 1 S. 13:14; Jer. 5:1; Ez. 22:30.
La Biblia nos muestra que cuando Dios encuentra una persona que está preparada para guiar, para comprometerse al discipulado total y tomar la responsabilidad de otros, esa persona es usada grandemente para su gloria. Estos líderes aun deficiencias e imperfecciones, pero a pesar de ellas, Dios les usa, pensemos en Moisés, Gedeón y David, y en muchos otros en la historia de la iglesia.
Para ser un líder en la iglesia se requiere fortaleza y fe superiores a las meramente humanas (dones de Dios).
¿Por qué hay una necesidad tan grande de líderes, y los candidatos al liderazgo son tan pocos? Cada generación enfrenta las demandas rigurosas del liderazgo espiritual, y recibe con agrado a los pocos que se presentan para servir. Cuanta necesidad de lideres hay en nuestro tiempo.
Para que el mundo oiga la voz de la Iglesia hoy, se necesitan líderes de autoridad, espirituales y sacrificados.
De autoridad, porque la gente quiere líderes que sepan a dónde van y tengan la confianza de que llegarán a la meta.
Espirituales, porque sin una fuerte relación con Dios, hasta las personas más atractivas y competentes no pueden guiar a las personas al Señor.
Sacrificados, porque esto sigue el modelo de Jesús, que se dio a sí mismo por todo el mundo, y nos llama a seguir en sus pasos.
Las iglesias crecen en todas las áreas cuando son guiadas por líderes fuertes y espirituales, que sirven a Dios dotados con la fortaleza y la fe que produce el E.S.. Sin dicho liderazgo la iglesia se hundirá en la confusión y en la inmoralidad.
“Son pocos los que predican con majestad y poder espiritual, y la resonante voz de la Iglesia se ha vuelto un susurro patético. Los líderes de hoy, los que son realmente espirituales- deben pasar la antorcha a la gente joven como un deber de primera línea.
Muchas personas consideran que un líder debe ser alguien dotados con intelecto, vigor y entusiasmo natura. Estas cualidades ayudan a realzar el potencial de un liderazgo, pero no definen a un líder espiritual. Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sufrir por amor a objetivos que sean lo suficientemente grandes como para exigir una sincera obediencia.
Los líderes espirituales no son elegidos, ni designados, ni creados por sínodos o asambleas eclesiásticas. Sólo Dios puede formarlos. La persona no se vuelve líder simplemente porque ocupa un cargo, porque ha tomado un curso en ese tema o porque resuelve por su propia voluntad realizar esa tarea. Una persona debe poseer idoneidad adecuada para ser un líder espiritual.
A menudo el liderazgo de verdadera autoridad se confiere a la persona que años antes practicó la disciplina de buscar primeramente el reino de Dios. Luego, a medida que esa persona madura, Dios le confiere una misión de liderazgo, y el Espíritu de Dios comienza a obrar a través de esa vida. Cuando el ojo investigador de Dios encuentra una persona idónea para dirigir, Dios unge a esa persona con el Espíritu Santo y la llama a un ministerio especial (Hch. 9:17; 22:21).
Samuel Brengle (Líder del ejercito de Salvación), dice que el liderazgo espiritual “No se gana por promoción, sino por muchas oraciones y lágrimas. Se logra por la confesión del pecado, y mucho examen de conciencia y humillación ante Dios; por la rendición de sí mismo, un sacrificio valeroso de todos los ídolos, un intrépido abrazo sin queja de la cruz, y por la mirada sin vacilar puesta en la cruz. No se gana por buscar grandes cosas para nosotros mismos, sino como Pablo, por contar esas cosas que son ganancia para nosotros como pérdida para Cristo. Este es un gran precio, pero debe ser pagado por el líder que no quiere ser meramente nominal sino un verdadero líder de hombres, un líder cuyo poder se reconoce y se manifiesta en el cielo, en la tierra y en el infierno.
Dios, quiere mostrarle a estos lideres cuán fuerte realmente es El
2º Crónicas 16:9 RVR60
Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti.
Pero no todos los que aspiran al liderazgo están dispuestos a pagar un precio personal tan alto. Este precio se paga en secreto, antes de cualquier reconocimiento y honor público. Nuestro Señor explicó claramente a Santiago y Juan que los altos cargos en el reino de Dios están reservados para aquellos cuyo corazón -aun los lugares secretos donde ningún otro puede sondear está calificado. La forma soberana en que Dios escudriña nuestros corazones, y luego llama al liderazgo, es asombrosa de contemplar, y hace muy humilde a la persona.
Una advertencia. Si los que tienen influencia sobre otros fracasan en guiarlos a vivir para la gloria de Dios, entonces la obra no permanecerá. La gente viaja junta; ninguno vive una vida independiente y solitaria.

3. El liderazgo según Jesus

Marcos 10:43–44 RVR60
Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.
Sabemos lo importante que son los lideres competentes para la estabilidad de la iglesia, del gobierno, los negocios y de la sociedad en si, por lo que uno esperaría que la biblia enfatizara mucho sobre este termino, sine embargo el termino no aparece en nuestra traducción y en la versión inglesa solo aparece 6 veces. El asunto es que cuando el Señor hace referencia a Lideres como Moisés por ejemplo, dice No «Moisés, mi siervo», no dice “Moisés mi líder” y esto fue lo que enseñó Jesus.
Jesús puso de cabeza la idea de liderazgo en su generación, donde se usaba el termino para la gente de prestigio e influencia política o económica Marcos 10:42,43.
El término siervo que Jesus uso para un líder, implica poco prestigio, poco respeto, poco honor. A la mayoría de las personas no les atrae un papel de poco valor como ese. Sin embargo, cuando Jesús usó el término, era sinónimo de grandeza en su reino.
Cristo enseñó que el reino de Dios era una comunidad donde cada miembro servía al otro. Pablo escribió en el mismo sentido Galatas 5:13. Pero en la mayoría de las iglesias, sólo unas pocas personas llevan la carga de servir a otros.
Jesus sabía que la idea de líder como un siervo que ama a los hombres, no agradaría a la mayoría de las personas. Lo que la gente comúnmente busca es asegurar su propia comodidad física. Pero ser un «siervo» es el requisito para los que quieren liderar en su reino.
Esta idea de ser un siervo, fue tan revolucionaria para el tiempo del Señor que aun los más cercanos a El, como Jacobo y Juan, usaron a su ambiciosa madre para asegurar un buen cargo en la venida de su reino por encima de los otros 10 discípulos. Ellos se tomaron en serio la promesa de Jesús de que ellos se sentarían en tronos de gloria para juzgar a las tribus de Israel (Mt. 19:28), pero entendieron mal cómo llegarían a estos tronos.
A pesar de su amistad con ellos, Jesús no alentó su campaña para ocupar estos cargos, el los bajo de la nube cuando les dijo (Mt. 20:22). Jacobo y Juan querían la gloria, pero no la copa de vergüenza; querían la corona, pero no la cruz; anhelaban el cargo de reyes, pero no el de siervos. De manera que Jesus uso esta ocasión para enseñar dos principios de liderazgo que la iglesia debe recordar siempre:
La soberanía del liderazgo espiritual. «... El sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado» (Mr. 10:40). La respuesta que uno esperaría en nuestra concepción de liderazgo competitivo sería: El honor solo es para los que se han preparado para esto, para los arduamente trabajan para lograrlo. Ven como Jesus volteo patas arriba la idea de ser un líder, no es algo que ganas, es un llamado soberano, es solo Dios quien asigna lugares de ministerio y liderazgo espiritual conforme a su soberana voluntad. De manera que el liderazgo espiritual eficaz no viene como resultado del adiestramiento teológico, ni del título de un seminario (cosas que son importantes), Jesús le dijo a sus discípulos (Jn. 15:16). La soberana elección por parte de Dios da gran confianza a los obreros del Señor. Realmente podemos decir, «No estoy aquí, ni por la decisión de un individuo, ni por la elección de un grupo, sino por la omnipotente designación de Dios.»… El llamamiento interno es importante - sin esto seremos aplastados ante los desafíos de la tarea.
El sufrimiento del liderazgo espiritual. «... ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?» (Mr. 10:38). Jesus no da lugar a una respuesta evasiva, no se puede esquivar las duras realidades de servir en un mundo caído a los propósitos del reino de Dios. Jesús declaró de una manera clara y honesta el costo de servir en su reino. La tarea es magnífica y difícil; los hombres y las mujeres que guíen en esa tarea deben tener los ojos bien abiertos, y los corazones dispuestos a seguir al Maestro hasta el final.... Los discípulos respondieron sin reflexión: «Podemos». ¡Ellos no tenían una perspectiva correcta de lo que se les estaba demandando!. Jesús sabía lo que vendría para ellos, sin duda ellos beberían la copa y conocerían el bautismo de Jesus, en la historia de la iglesia se dice que Jacobo fue martirizado, y Juan terminó su vida en el exilio. Estos discípulos descubrirán pronto que la grandeza viene mediante la servidumbre, y que el liderazgo se logra volviéndose esclavo de todos.
Jesus nos enseño esto no solo con su «ejemplo», sino que tambien lavó los pies de sus discipulso como una parábola viviente de su ministerio Juan 13:15.Mas tarde Pedro luego de aprender lo que implica ser un líder escribió: (1 P. 2:21).
El servicio y el sufrimiento están uno a la par del otro en la enseñanza y la vida de nuestro Señor como el gran ejemplo de liderazgo de todos los tiempo. Uno no viene sin el otro. La pregunta entonces para quienes creen que esto no es así en su caso, sería: ¿Qué siervo es más grande que su Señor?
Debemos por otra parte saber que hay actos de servicio que podrían realizarse por motivos que están lejos de ser espirituales. En Isaías 42 , leemos acerca de las actitudes y motivaciones que el siervo del Señor tendría. Sabemos que Israel fracasó en vivir de acuerdo con este ideal de lider-siervo de Jehová, pero el Mesías prometido tendría éxito. Y los principios de su vida serían la norma para todo el pueblo. Veamos esto en Isaías:
Dependencia. «He aquí mi siervo, yo le sostendré...» (Is. 42:1). Jesús cumplió la profecía cuando se despojó a sí mismo de la prerrogativa divina («... se humilló a sí mismo...», Fil. 2:8). Rindió los privilegios de su naturaleza divina y se hizo dependiente de su Padre celestial. Se identificó plenamente a sí mismo con nuestra humanidad. Qué paradoja abrumadora. A medida que nosotros nos «despojamos» del ego y dependemos de Dios, el Espíritu Santo nos usará.
Aprobación. «... Mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento...» (Is. 42:1). Dios tuvo gran contentamiento en su siervo Jesús. Y ese contentamiento era recíproco. En otro pasaje del antiguo Testamento referente al Mesías venidero, el Hijo testifica: «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado...» (Sal. 40:8).
Modestia. «No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles» (Is. 42:2). Ni estridente, ni ostentoso, el siervo de Dios conduce un ministerio que se distingue por la modestia. Qué contraste con la auto-propaganda arrogante de los abundantes «sensacionalistas» de hoy, tanto dentro como fuera de la iglesia. El diablo tentó a Jesús en ese mismo punto, instándolo para que diera un salto desde el pináculo del templo, salto que produciría titulares de primera plana (Mt. 4:5). Pero Jesus no buscaba los titulares, y no cedió a la confabulación. Su gran obra fue tan discreta, que muchos hoy dudan de que haya existido. Jesús ejemplifica la descripción que Dios da después en Isaías: «Verdaderamente tú eres Dios que te encubres...» (Is. 45:15). Esta cualidad parece que la comparten todas las huestes celestiales. Aun la descripción que se nos da de los serafines (estos ángeles que sirven a Dios)- nos dice que usan cuatro de sus seis alas para esconder sus rostros y sus pies. Ellos también se contentan con el servicio callado y discreto (Is. 6:2).
Empatía. «No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare...» (Is. 42:3). El siervo del Señor es compasivo con los débiles, comprensivo y misericordioso con los que erran. Cuán a menudo las personas que fracasan llevan las marcas del maltrato de sus hermanos. Pero el Siervo ideal no atropella a los débiles y deficientes. Él sana las heridas y alienta el espíritu débil para que produzca llama. Muchos de nosotros, aun los que somos obreros cristianos, vemos a una persona cuya vida es un fracaso, y «pasamos de largo». Buscamos un ministerio más remunerador y digno de nuestros talentos que el sostener el lado frágil de la humanidad. Pero desde el punto de vista de Dios, el reformar a los oprimidos del mundo es una obra noble. El Siervo ideal de Dios hizo del miserable y traidor Pedro ¡una llama brillante” el día de pentecostés.
Optimismo. «No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia...» (Is. 42:4). El pesimismo y el liderazgo estan en los lados opuestos de las actitudes de la vida. La esperanza y el optimismo son cualidades esenciales para el Siervo de Dios que batalla contra los poderes de las tinieblas por las almas de hombres y mujeres. El Siervo ideal de Dios es optimista hasta que cada parte de la obra de Dios se ha terminado.
Unción. Isaias 42.1 Ninguna de estas cualidades de liderazgo como la dependencia, la aprobación, la modestia, la empatía, o el optimismo, serán suficientes para la tarea, sin la ayuda sobrenatural del E.S.. Por lo tanto, el Espíritu Santo viene a descansar y morar en el Siervo ideal. (Hch. 10:37, 38). El ministerio de Jesús comenzó cuando el Espíritu descendió en su bautismo, y luego ¡en qué forma empezó el Siervo a trastornar al mundo!
¿Somos nosotros más grandes que nuestro Señor? ¿Podemos realizar un ministerio eficaz sin el Espíritu de Dios trabajando a través de nosotros en cada paso? Dios nos ofrece la misma unción. Que nosotros sigamos de cerca al gran Siervo, y recibamos el Espíritu que nos enseña más del Maestro.
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sigue clase 2.

4. La diferencia entre el líder natural y el líder espiritual

Todos sabemos que el liderazgo es influencia, es la capacidad de una persona de influir en otras para que sigan su dirección. Los líderes famosos siempre han sabido esto.
El militar, Bernard Montgomery dijo: «Liderazgo es la capacidad y voluntad de reunir a hombres y mujeres para un propósito común, y el carácter que inspira confianza.»
Nimitz, almirante de los EEUU, dijo: «Al liderazgo se lo puede definir como esa cualidad que inspira suficiente confianza en los subordinados como para que estén dispuestos a aceptar los puntos de vista y llevar a cabo las órdenes del líder.»
John R. Mott, líder mundial entre los círculos estudiantiles, creía que «un líder es un hombre que conoce el camino, que puede mantener la delantera, y que logra que otros le sigan.»
El presidente Harry S. Truman (1945-1953) dijo: «Un líder es una persona que tiene la capacidad de hacer que otros hagan lo que no quieren hacer, y que les guste.»
El liderazgo espiritual combina cualidades naturales y espirituales. Sin embargo, aun las cualidades naturales son dones sobrenaturales, puesto que todas las cosas buenas vienen de Dios. Considérese la personalidad, por ejemplo, Montgomery dijo que «el grado de influencia depende de la personalidad, la incandescencia de la cual es capaz, la llama que arde dentro, el magnetismo que atrae los corazones de otros hacia él.» Ambas cualidades, la natural y la espiritual, alcanzan la mayor eficacia cuando se las emplea en el servicio de Dios y para su gloria.
Sin embargo, el liderazgo espiritual trasciende el poder de la personalidad y todos los otros dones naturales. La personalidad del líder espiritual influye a otros porque es irradiada, penetrada y facultada por el Espíritu Santo. A medida que el líder cede el control de su vida al Espíritu, el poder del Espíritu fluye a otros través de él.
El liderazgo espiritual requiere poder espiritual superior, algo que el ego jamás podría generar. No existe nadie a quien se le pudiera llamar un líder espiritual autodidacta. Un verdadero líder influye a otros espiritualmente sólo porque el Espíritu obra dentro y a través de él en mayor grado que en aquellos a quienes guía. (Esto nos es algo místico, ser lleno es vivir bajo la influencia del E.S. por medio de la palabra Efesios 5:18 -19 (Acción - manera)
Podemos guiar a otros sólo hasta el punto del camino que nosotros mismos hayamos llegado. Sólo señalar el camino no es suficiente. Si no estamos caminando, entonces nadie puede seguirnos, y no guiamos a nadie.
En una gran reunión de líderes de misiones en China, la discusión se centró en el liderazgo y sus aptitudes. El debate era vigoroso. Pero durante toda la discusión, una persona continuó sentada escuchando en silencio. Entonces el presidente preguntó si D. E. Hoste, director general de la Misión al Interior de la China, tenía alguna opinión. En el auditorio se hizo un silencio absoluto. Con un destello en los ojos, Hoste dijo con su voz de tono agudo: «A mí se me ocurre que quizás la mejor prueba de si uno está calificado para guiar, es descubrir si alguien lo está siguiendo.».
Los líderes, ¿nacen o los hacen?
Seguramente que es las dos cosas. Por una parte, el liderazgo es una cualidad que viene directamente de Dios. Por la otra, las aptitudes de liderazgo se distribuyen ampliamente entre todas las comunidades y deberían cultivarse y desarrollarse. A menudo nuestras habilidades yacen dormidas hasta que surge una crisis.
Algunas personas se vuelven líderes por suerte y oportunidad. Un líder nace porque al producirse una crisis no hay nadie que tenga mejores aptitudes para responder al desafío. Pero la investigación más detallada generalmente revela que la selección no fue accidental sino, una vez más, el resultado del adiestramiento oculto que hizo a la persona idónea para el liderazgo.
José es un ejemplo perfecto de esto. Llegó a ser primer ministro de Egipto mediante circunstancias que la mayoría de las personas llamarían «un golpe de suerte». De hecho, su promoción fue el resultado de trece años de adiestramiento oculto y riguroso bajo la mano de Dios.
Natural: Confía en sí mismo - Conoce a los hombres - Toma sus propias decisiones - Es ambicioso - Crea métodos - Le gusta mandar - Busca la recompensa personal - Es independiente
Espiritual: Confía en Dios - También conoce a Dios - Busca la voluntad de Dios - Es humilde - Sigue el ejemplo de Dios - Se deleita en obedecer a Dios - Ama a Dios y a los demás - Depende de Dios
Las personas que carecen de pericias naturales de liderazgo no se vuelven grandes líderes al momento de su conversión. Sin embargo, una reseña de la historia de la Iglesia revela que el Espíritu Santo a veces pone de manifiesto dones y cualidades que estaban latentes de antemano. Cuando eso sucede, nace un líder.
A. W. Tozer escribió: Es probable que un líder verdadero y seguro sea uno que no tenga deseos de guiar, pero que se vea obligado a asumir el cargo por la presión interna del Espíritu Santo y la presión de [las circunstancias]... Difícilmente haya habido un líder, desde el tiempo de Pablo hasta el día actual, que no haya sido reclutado por el Espíritu Santo para la tarea, y comisionado por el Señor para ocupar un cargo por el que no sentía mucho agrado... El hombre que tiene ambición de guiar está descalificado como líder. El verdadero líder no tendrá deseo de señorearse sobre el patrimonio de Dios, sino que será humilde, benigno, abnegado y estará totalmente preparado para seguir cuando el Espíritu elija a otro para guiar.
En el diario de William Sangster (1900-1960) un líder de la iglesia metodista, decía:
“Esta es la voluntad de Dios para mí. Yo no la escogí. Traté de escaparme de ella. Pero ha llegado - Algo más ha llegado también. Una sensación de certeza de que Dios no me quiere sólo para que sea predicador. También me quiere para líder: un líder en el metodismo. Me siento comisionado a trabajar bajo la dirección de Dios para el avivamiento de esta rama de su Iglesia [metodista]- sin cuidado de mi propia reputación; indiferente a los comentarios de hombres celosos y de más edad. Tengo treinta y seis años. Si voy a servir a Dios de esta manera, ya no debo evadir más la tarea, sino hacerla. He examinado si hay ambición en mi corazón. Estoy seguro de que no la hay. Detesto la crítica que esto suscitará y la dolorosa habladuría de la gente. Mis gustos personales son la obscuridad, el silencioso curiosear entre los libros, y el servicio a la gente simple; pero por la voluntad de Dios, ésta es mi tarea. Que Dios me ayude. Perplejo e incrédulo, oigo la voz de Dios que me dice: «Quiero que seas mi portavoz.» Dios mío, ¿alguna vez un profeta se acobardó más de su tarea? Me atrevo a decir que <<no>>, pero como Jonás, me alegraría escaparme. ”.
Este hombre fue pastor de Westminster Central Hall, cerca de la Abadía de Westminster en Londres. Durante la Segunda Guerra Mundial, el sótano de la iglesia de Sangster se utilizó como refugio antiaéreo. Sangster atendió las necesidades físicas, emocionales y espirituales de todo tipo de personas que se reunieron allí por seguridad. Después de la guerra, lideró un movimiento de renovación espiritual en las iglesias metodistas de todo el país. En 1958, le diagnosticaron atrofia muscular progresiva. Cuando se enteró del diagnóstico, tomó cuatro resoluciones: “Nunca me quejaré. Mantendré la casa luminosa. Contaré mis bendiciones. Intentaré convertirlo en ganancia ". Más tarde escribió: “Ya ha habido grandes ganancias con mi enfermedad. Vivo en el presente. Estoy agradecido por las pequeñas cosas. Tengo más tiempo, y lo uso, para orar ". Cuando se quedo sin voz y solo podía mover dos dedos, lo ultimo que escribió una mañana de pascua fe: “Qué terrible despertar en Pascua y no tener voz para gritar: '¡Ha resucitado!' Mucho peor, tener voz y no querer gritar ”.
En cierta ocasión, a Francisco de Asís lo enfrentó un hermano que le preguntó repetidas veces: «¿Por qué tú? ¿Por qué tú?» «¿Por qué todos quieren verte a ti? ¿Oírte a ti? ¿Obedecerte a ti? Tú no eres tan bien parecido, ni tan educado, ni de una familia noble. Sin embargo, parece que todo el mundo quiere seguirte a ti.»
Entonces el alzó los ojos al cielo, se arrodilló en alabanza a Dios, y le dijo a su hermano: ¿Quieres saber por qué? Es porque los ojos del Altísimo así lo han querido. Continuamente Él mira a los buenos y a los malos, y como sus santísimós ojos no han encontrado entre los pecadores a un hombre más pequeño, ni más insuficiente y pecador, me ha escogido a mí para realizar la maravillosa obra que Dios ha emprendido; me escogió a mí porque no pudo encontrar a nadie más indigno, y quiso confundir de esta manera a la nobleza, a lá magnificencia, la fortaleza, la belleza y la sabiduría de este mundo.
Montgomery delineó siete cualidades necesarias para un líder militar, cada una de estas cualidades son apropiada para la guerra espiritual: El líder debe:
evitar que lo abrumen los detalles;
no ser mezquino;
no ser pomposo;
saber seleccionar a las personas que sean idóneas para la tarea;
confiar en otros para hacer un trabajo sin que el líder se entrometa;
ser capaz de tomar decisiones claras;
John Mott líder de estudiantes, decía que un líder es calificado si:
hace bien las cosas pequeñas;
ha aprendido a concentrarse en las prioridades;
usa bien el tiempo libre;
posee intensidad de propósito;
sabe cómo explotar el impulso;
sigue creciendo;
vence el desaliento y las situaciones «imposibles»;
y comprende sus debilidades.
Cuando el ardiente celo de la Iglesia primitiva comenzó a atraer convertidos en proporciones extraordinarias, el Espíritu Santo enseñó una lección maravillosa sobre el liderazgo. La Iglesia tenía muy pocos líderes para satisfacer todas las necesidades, especialmente entre los pobres y las viudas. Se necesitaba otra jerarquía de líderes. (Hch. 6:3). Estos nuevos líderes debían primero y principalmente ser llenos del Espíritu Santo. La espiritualidad no es fácil de definir, pero se puede saber cuando está presente. Es la fragancia del jardín del Señor, el poder para cambiar la atmósfera a su alrededor, la influencia que hace que Cristo sea real a otros. Si se requiere de los diáconos que sean llenos del Espíritu, ¿deberían ser menos los que predican y enseñan la Palabra de Dios? Los objetivos espirituales sólo las logran las personas espirituales que usan métodos espirituales. ¡Cómo cambiarían nuestras iglesias si los líderes fuesen llenos del Espíritu! Independientemente del talento y del encanto personal, la mente y el corazón seculares no tienen lugar en el liderazgo de la Iglesia.
John Mott - definió así el liderazgo espiritual: Liderazgo en el sentido de rendir máximo servicio; liderazgo en el sentido de la mayor generosidad; en el sentido de estar absortos de modo incondicional en la más grande obra del mundo: edificando el reino de nuestro Señor Jesucristo.

5. ¿Puede usted llegar a ser un líder Espiritual?

Debemos recordar que cuando Jesús seleccionó líderes, hizo caso omiso a todas las ideas populares de su tiempo (y del nuestro) acerca de qué clase de persona sería idónea para la tarea. Sus discípulos eran gente del vulgo, sin ninguna influencia; fue grupo heterogéneo el que Él uso para cambiar al mundo. Cualquier campaña para lograr cambios hoy tendría un elenco de directores y consejeros sobresalientes. En el grupo de Jesús, ¿dónde estaba el estadista, el financiero, el atleta, el profesor sobresaliente, o el clérigo aclamado? Al contrario, Jesús buscaba la clase de persona más humilde, no corrompida por la sofisticación de la época. Jesús escogía personas de las filas de obreros, no del clérigo profesional.
Jesús escogió personas con poca educación, pero que pronto desplegaron una aptitud extraordinaria. Vio en ellas algo que nadie más veía, y bajo su mano diestra emergieron como líderes que sacudirían al mundo. A los talentos latentes de ellos se les añadió ferviente devoción y furiosa lealtad, pulidas en la escuela de los fracasos y la fatiga.
Las cualidades de liderazgo naturales son importantes. Muy a menudo estas pericias yacen dormidas y no descubiertas. Si miramos con cuidado podemos detectar el potencial de liderazgo en nosotros. Y si lo tenemos, deberíamos adiestrarlo y usarlo para la obra de Cristo. Aquí se dan algunas formas para investigar su potencial:
¿Ha dejado algun mal hábito alguna vez? Para poder guiar a otros, usted debe dominar sus apetitos.
¿Mantiene su autocontrol cuando las cosas van mal? El líder que pierde el control en la adversidad pierde respeto e influencia. Un líder debe mostrar calma en la crisis y adaptabilidad en la desilusión.
¿Piensa de modo independiente? Un líder debe usar las mejores ideas de los otros para tomar decisiones. Un líder no puede esperar que los demás se decidan .
¿Puede manejar la crítica? ¿Puede sacarle ventaja? La persona humilde siempre puede aprender algo de la crítica trivial, aun de la maliciosa.
¿Puede cambiar la desilusión en una nueva oportunidad creativa?
¿Puede conseguir fácilmente la cooperación de otros y ganar el respeto y la confianza de ellos?
¿Puede ejercer disciplina sin desplegar su poder para usos coercitivos? El verdadero liderazgo es una cualidad interna del espíritu y no necesita mostrar fuerza externa.
¿Es usted un pacificador? Un líder debe poder reconciliar a los oponentes y hacer la paz donde los argumentos hayan creado hostilidad. ¿Confía la gente en usted cuando hay situaciones difíciles y delicadas?
¿Puede inducir a las personas a que se sientan contentas de hacer algo legítimo que normalmente no desearían hacer?
¿Puede aceptar oposición a su punto de vista o decisión sin ofenderse? Los líderes siempre enfrentan oposición.
¿Puede ganar y conservar amigos? Su círculo de amigos leales es un índice de su potencial de liderazgo.
¿Depende de la alabanza de otros para poder continuar?
¿Puede permanecer firme ante la falta de aprobación y aun la pérdida momentánea de confianza?
¿Se siente tranquilo en presencia de extraños? ¿Se pone nervioso en la presencia de su superior? .
¿Se sienten generalmente relajadas las personas que son responsables ante usted? Un líder debe ser compasivo y amistoso.
¿Está interesado en la gente? ¿De todos los tipos? ¿De todas las razas? ¿Sin prejuicio?
¿Tiene usted tacto? ¿Puede anticipar la forma en que sus palabras afectarán a una persona?
¿Tiene una voluntad fuerte y constante? Los líderes no pueden vacilar ni dejarse llevar por el viento.
¿Puede perdonar? ¿O abriga resentimiento y alberga malos sentimientos hacia los que lo han ofendido?
¿Es razonablemente optimista? El pesimismo y el liderazgo no se mezclan.
¿Siente una pasión maestra como la de Pablo, que dijo: «Pero una cosa hago». Dicha singularidad de motivo enfocará sus energías y poderes en el objetivo deseado. Los líderes necesitan un fuerte enfoque.
¿Recibe con agrado la responsabilidad?
La forma en que manejamos las relaciones nos dice mucho de nuestro potencial de liderazgo. R. E. Thompson sugiere estas pruebas:
¿Le molestan o desafían los fracasos de los demás?
¿Usa o cultiva a las personas?
¿Dirige o desarrolla a la gente?
¿Critica o motiva?
¿Trata de esquivar o de encontrar a la persona que tiene una necesidad o problema especial?
Estas pruebas no significan mucho a menos que actuemos para corregir nuestras deficiencias y llenar los vacíos de nuestro adiestramiento. Quizá la prueba final del potencial de liderazgo es si usted decide hacer algo o no con los resultados.
¿Por qué no toma algunos de los puntos de debilidad y fracaso de los que es consciente y, en cooperación con el Espíritu Santo, que es el Espíritu de disciplina - se concentra en fortalecer dichas áreas de debilidad y corrige las faltas?
Las cualidades deseables en un líder estaban presentes en toda su plenitud en el carácter de nuestro Señor. Cada cristiano debería hacer que su oración constante sea que dichas cualidades puedan incorporarse en su propia personalidad. El agregar potencial de liderazgo a nuestras vidas generalmente requiere que nos desprendamos de los elementos negativos que nos atan:
Si somos demasiado sensibles cuando nos critican y nos apresuramos a defendernos, debemos abandonar esa actitud.
Si justificamos nuestro fracaso y tratamos de culpar a otros o a las circunstancias, debemos cambiar de actitud.
Si somos intolerantes o inflexibles de forma que la personas creativas que nos rodean se sientan restringidas, debemos abandonar esa actitud.
Si nos perturba algo que sea menos que la santificación de nosotros mismos y los demás, debemos quitarnos eso.
El perfeccionista establece metas más allá de su alcance y luego se hunde en una sensación de culpabilidad falsa cuando fracasa. Nuestro mundo es imperfecto, y no podemos esperar lo imposible. El establecer metas modestas y realistas ayudará a que el perfeccionista lidie con un problema sin desalentarse.
Si no puede guardar un secreto, no trate de ser un líder.
Si no puede ceder en un punto de vista cuando las ideas de alguna otra persona son mejores, ahórrese la frustración del fracaso en el liderazgo.
Si quiere mantener una imagen de infalibilidad, trate de encontrar otra cosa que hacer aparte de ocuparse de guiar a las personas.
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