Imitadores de Dios
Exposición de Efesios • Sermon • Submitted
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Handout
Imaginemos esta escena.
Un automóvil al ver la luz amarilla del semáforo, decidió detenerse en lugar de pisarle y ganarle al semáforo. Esta acción provocó que una mujer que iba manejando atrás de él se detuviera, se le cayera el celular y el maquillaje se le derramara. Enojada la mujer, llena de furia le toca el cláxon de manera grosera al conductor de adelante, mientras que le gritaba.
Un policía se acerca y le toca la venta del auto a la mujer, y le pide que baje del carro. Inmediatamente arresta a la mujer, y la lleva a la delegación para que le tomen sus datos, huellas digitales, y la encierren. Después de unas horas de detención, el oficial va a la celda para dejar en libertad a la mujer, así que la acompaña a la entrada para que le devuelvan todas sus pertenencias. Pero antes de que la mujer se fuera, el policía se acercó a la mujer y le dijo:
- Quiero pedirle una disculpa, señorita, por la confusión. Los cargos bajo los cuales la arresté fue por robo de automóvil.
La mujer se sorprende y le cuestiona sobre ese juicio y lo llama incompetente. Pero el oficial rápidamente la interrumpe, y le explica el por qué de la confusión.
- Permíteme explicarle- le dijo el oficial- Estuve observando todo el incidente ocurrido en el semáforo, y me pude percatar que en el retrovisor suyo había una cruz colgada. Luego observé que en la fasia trasera había una estampa que decía “¿Qué haría Jesús?”, junto con otra que decía “Acompáñame el domingo a la iglesia”. Y en su cajuela estaba el símbolo cristiano de un pez. Así que, al ver todo eso y observar cómo se refería al hombre de adelante suyo, y que casi le pasa el carro encima, y le gritaba groserías y ofendía con el cláxón, pensé que el carro era robado porque un cristiano no se comporta de esa manera.
Esta pequeña historia parece invento, pero es anécdota que a diario se ve. Es triste que la gente que no es creyente se comporta mucho mejor que nosotros, y que responden de manera más respetuosa que muchos de nosotros cuando somos provocados. Y esta historia precisamente enseña que como cristianos estamos viviendo de una manera muy distinta al Dios que decimos creer y alabar.
Hay un problema en nuestra manera en que reflejamos y vivimos el cristianismo, pues hay cada vez más personas renuentes al evangelio por el reprobable carácter de los cristianos. En pleno siglo XXI hay cada vez más gente que no quiere pisar una iglesia, porque dice que allí asisten puros hipócritas, doble vidas, y gente mentirosa. Y, aunque nos duela, debemos admitir que en gran parte es cierto. Nuestra vida no refleja la vida cristiana que decimos tener.
¿O quién de ustedes puede decir que en esta semana vivió de una manera intachable?
Pablo nos exhorta a cambiar nuestra manera de vivir, considerando tres aspectos en el texto que estudiaremos esta mañana.
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Recordando cómo es que Pablo comenzó esta sección en Ef. 4.1: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”, el día de hoy vamos a ver tres consideraciones que necesitamos tener en cuenta para comenzar a imitar y reflejar el carácter de Dios en un mundo inundado en una subjetividad religiosa.
Hay una Persona que IMITAR
Hay una Persona que IMITAR
Hay que reconocer que todos los seres humanos hemos imitado a alguien, de una u otra manera. Comienza desde que nacemos, al ir imitando las palabras y acciones que vemos de nuestros padres. Cuando niños. también observamos en la tele a nuestro héroes, e imitamos todo lo que nuestro héroe hace y dice. Cuando pasamos a la adolescencia, buscamos una identidad y la que más cumple con nuestras expectativas, y satisface nuestras necesidades, a eso imitamos. E incluso cuando pasamos demasiado tiempo con alguien, como con la pareja, comenzamos a hablar y decir palabras que ella usa.
Pablo está reconociendo esta naturaleza del ser humano, y entendiendo que es de muy delicado el tema de la imitación, pues aquello que nos influencia es aquello a lo que nos parecemos e imitamos. Por eso, Pablo les escribe a los efesios:
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados;
La palabra que se traduce como “imitadores” es la palabra griega “μιμηταὶ” que de ahí viene nuestra palabra “mímica”.
Yo creo que todos estamos familiarizados con el juego “Caras y gestos”. Este juego consiste en caracterizar una palabra película o personaje usando únicamente los gestos de nuestra cara, y haciendo con nuestro cuerpo lo que esa palabra, cosa, persona o animal hace. Pues, en realidad a eso se llama mímica. Y Pablo se está refiriendo a eso cuando escribe “μιμηταὶ”.
En el Nuevo Testamento hay muchas declaraciones del llamado a todo cristiano a imitar a Dios.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
Y hay muchos más versículos, mis hermanos, que nos llaman a ser así como Dios es. El deber de todo Cristiano es parecerse a Cristo, y de hecho esa es la meta.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
¿Pero qué es lo que tenemos que imitar de Dios?
Si bien, es cierto que no podemos ser iguales a Dios en Su Omnipotencia. ÉL es el Todopoderoso Creador, y aunque fuimos creados a Su imagen, no tenemos la capacidad de crear un universo cómo Él lo hizo. No podemos decir que exista algo, y que de la nada (creatio ex nihilo) aparezca aquello que llamamos a existencia. No podemos sostener, así mismo, el universo así como nuestro Dios sostiene y gobierna Su universo. Es claro que no podemos diseñar un plan de Redención tan detallado para salvar a pecadores, y mucho menos tenemos la capacidad de llevar a cabo ese plan, y que éste se cumpliera en su totalidad.
Sin embargo, el mandato de ser imitadores de Dios sigue estando allí, y debemos ver este versículo en su contexto, mis hermanos. Y, en realidad, Efesios 5.1-2 debería leerse en la misma sección que Efesios 4.31-32.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Pablo nos está diciendo que, así como Dios nos ha perdonado todos nuestros pecados cuando Cristo murió, así nosotros debemos perdonar a los demás. ¿Por qué? Porque somos “imitadores de Dios, así como hijos amados”. Aquel que es cristiano, debe perdonar a aquellos que le han ofendido, tal y como Dios los ha perdonado a ellos sus pecados. Si una persona anda viviendo sin perdonar, aunque no haga ningún otro mal durante toda su vida, aunque nunca diga una mala palabra, aunque asista a la iglesia todos los domingos de su vida, pero vive sin perdonar, esa persona NO ES CRISTIANA. No importa cuantos años tenga asistiendo a UNIFAM Izcalli, esa persona no es cristiana. Porque todo aquel que es perdonado por Dios, y entiende la posición en la que se encontraba antes de Cristo, entiende que ha sido llamado a perdonar también. Y lo hace.
Y Pablo da la directriz de ese “μιμηταὶ”, “como hijos amados”. Debo mencionar esto, pues es necesaria hacer la aclaración. La razón de por qué tú y yo podemos imitar a Dios, es porque somos hijos amados. No somos hijos amados porque perdonamos y hacemos lo que es correcto, sino porque somos hijos amados, entonces podemos perdonar y obedecer a Dios. Pero también notemos que no dice solamente hijos, sino que Pablo añade el amor de Dios sobre Sus hijos.
Lo mismo oímos en el Bautismo de Cristo, cuando el Padre mismo se refiere a Jesús como “Su Hijo Amado”. De hecho, Efesios 1.6 nos dice que Dios nos aceptó “en el Amado”. Es decir, el único Hijo Amado de Dios, según lo registrado por los evangelista, es Jesucristo. Pero Pablo ahora viene a decir que ahora los efesios son “hijos amados” porque ellos ahora están en Cristo. Y si tú, mi hermano y hermana, has creído en el evangelio que Dios ha hablado en Su Palabra, tú y yo somos “hijos e hijas amados”. Esa es tu identidad. Esa es tu realidad. Y porque esa es ahora tu credencial, imita a Dios, la Persona más Grande y única digna de ser imitada.
Pero el texto no solo nos enseña que hay una Persona a quien imitar, sino también existe Un Amor en el cual debemos vivir.
Hay un Amor que VIVIR
Hay un Amor que VIVIR
y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma.
El amor, mis hermanos debe ser aquello que nos caracteriza como cristianos. Si alguno no demuestra amor hacia los demás, esa persona no puede ser considerada como hija de Dios, pues no vive lo que lo caracteriza. Todo lo que define a un creyente es el amor, tanto a Dios como Su Padre, Salvador, Sustentador, y Mayor Tesoro, así también hacia su prójimo (Mr. 12.29-30). Voy a explicarlo.
La primera mención de amor en la Biblia es el amor de padre a hijo (Gn. 22:2), de Abraham a Isaac; la segunda mención es el amor del esposo hacia la esposa (Gn. 24:67), de Isaac a Rebeca. Estos dos amores son dos hermosos tipos del amor: (a) del Padre hacia el Hijo (Jn. 3:35), y (b) del Hijo hacia Su Iglesia (Ef. 5:25).
Por esta razón es que Jesús, en Su última noche con sus discípulos, les habló durante la cena que debían permanecer en el amor que Él había derramado y mostrado.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Pero este amor, nos dice Pablo en Efesios 5.2, debe tener dos especificaciones:
“y ANDAD en amor...” Pablo no está diciendo que el amor debe ser “una expresión en la vida, sino la razón misma de ella” (Samuel Pérez Millos, 397). Es decir, el amor no debe ser algo que ocasionalmente invade nuestra vida, y que cambia conforme cambian las circunstancias. La palabra que se usa aquí denota la idea de un caminar continuo, como el caminar de la vida. Significa más que un estilo de vida. περιπατέω trata de una condición, y cuando se usa junto con “amor”, está diciendo que la vida del creyente debe estar gobernado, impulsado y dirigido por el amor. Pablo ya había usado esta palabra de “andar” en Efesios 2.10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Y también en Efesios 4.1
Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,
En los tres casos, el plan de Dios, el llamado de Dios, y el amor de Dios deben ser aquello que controlen nuestra vida: nuestras conversaciones, nuestros pensamientos, nuestras relaciones, nuestras finanzas, nuestros tiempos libres, nuestros trabajos, familias y posesiones. Todo lo que somos, hacemos y tenemos debe estar gobernado por el amor de Dios.
¿Podrías decir, mi hermano, que lo que esta semana hablaste con tu pareja estuvo llena del amor de Dios?
¿Podríamos decir que nuestros diezmos, nuestro servicio, alabanza, y asistencia a la iglesia esta mañana estuvieron gobernados por el amor de Dios?
¿O fue porque no tuvimos algo más que hacer en la mañana?
¿O porque no queremos que la gente piense mal de uno, y por eso sirvo?
Ahora que Stefani y yo estamos comprometidos, nuestro consejero prematrimonial, un maestro que tuve en el seminario en Texas, nos dejó de tarea respondernos la pregunta: “¿qué es lo que motiva la relación?” La idea era identificar aquello que sostiene nuestra relación, y qué es lo que nos impulsa a seguir adelante, a pesar de las peleas, y momentos de crisis.
Y esa pregunta la pase a mi tiempo de preparación y estudio para el sermón de esta semana. Y me preguntaba, delante del Señor, el por qué seguir con la serie de Efesios. ¿Cuál era la motivación en mi corazón que me impulsa a seguir predicando cada domingo? Y yo creo que es una pregunta que nos debemos hacer todos nosotros.
¿Qué es lo que te motiva a ti a seguir creciendo en la fe? ¿O venir a la iglesia domingo tras domingo?
Si no es el amor de Cristo, mis hermanos, estamos en un peligro.
¿Y cómo sabemos que el amor por el cual hacemos todo, y lo que nos motiva es el amor de Dios?
Pablo nos dice que ese amor es igual, “en la misma manera y medida en la que Cristo nos amó”.
Amor desinteresado (como Cristo nos amó)
Amor desinteresado (como Cristo nos amó)
y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma.
Por razones de tiempo no profundizaré en este tema, pero cuando la Biblia habla de amor, en su mayoría utiliza la palabra que conocemos como “ἀγάπη”. Y aunque existen otras palabras para referirse al amor, como el caso en Juan 21, en la conversación entre Pedro y Jesús, Pedro usa la palabra “φιλῶ”, que denota la idea de un amor o cariño que se le tiene a un amigo, o a un amante, Pablo usa en Efesios 5.2 la palabra “ἀγάπη”.
¿Por qué hago esta observación?
Porque el amor que de Dios proviene, es casi en su totalidad el amor “ἀγάπη”. En síntesis, cuando la Biblia habla de “ἀγάπη”, tiene la idea de una entrega, cabal y completamente. Y precisamente esa fue la clase de amor que Dios demostró hacia nosotros (ἀγάπη): UN amor desinteresado. Un ἀγάπη que no busca retribución, ni exige un pago de vuelta. Un ἀγάπη contracondicional, que no acepta y ni siquiera piensa en ser movido bajo ninguna influencia. Un ἀγάπη completamente deliberado. Ese es el amor que debemos reflejar, hacia Dios y hacia nuestro prójimo.
Y esto nos lleva de la mano a nuestra tercera consideración: Hay una ofrenda que agradecer. Ya vimos que nuestra vida debe cambiar porque Hay un mandato a imitar a Dios, y por que Hay un amor bajo el cual debemos vivir.
Hay una ofrenda (de Dios para Dios) que AGRADECER
Hay una ofrenda (de Dios para Dios) que AGRADECER
Voy a pedirles que me esperen unos minutos más de lo que se acostumbra, pues no quiero terminar sin mencionar lo que hace tan incomparable al amor de Dios.
y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma.
Pablo está redirigiendo la atención de los efesios al AT al mencionar “ofrenda y sacrificio”. Pablo está llevando a su audiencia a Levitico 1-3 en donde Moisés, inspirado por el Espíritu Santo, escribió acerca de las ofrendas. No vamos a leer esa porción, por el poco tiempo que nos queda, pero ustedes pueden hacerlo en sus casas. Pero algo que me llama la atención de Levítico 1-3, es que en cada capítulo se repite una vez la frase “olor grato para Jehová” (Lv. 1.9, 2.2, 3.5).
¿Por qué el olor de carne quemada, sangre al fuego, e intestinos quemándose era agradable a Dios?
El pastor John Macarthur comenta lo siguiente, diciendo:
EL placentero olor de carne ardiendo significaba el sacrificio de obediencia que agradaba al Señor. A la vez que este costoso ritual reconocía la ira de Dios por el pecado cometido, el corazón arrepentido detrás del sacrificio lo convertía en aceptable.
De esta manera, cuando Pablo cita a Levítico, él está reconociendo que todas las ofrendas y sacrificios estipulados en el AT testamento encuentran su significado y cumplimiento en lo que Jesucristo hizo en la cruz. La muerte de Cristo es esa ofrenda que Dios mismo ofreció a sí mismo para que Dios aplacara Su propia ira en contra del pecado. Cuando Pablo dice que “se entregó a sí mismo”, él está diciendo que Dios fue quien realizó ese sacrificio. Pero también, está diciendo que Dios mismo fue ese sacrificio ofrecido para Dios. ¡Dios entregó a Dios en sacrificio para perdonar nuestros pecados, y Dios aceptó ese sacrificio, y fue agradable para Él!
“Se entregó a sí mismo POR NOSOTROS”. Nuevamente haré una explicación de una palabra que, a mi parecer, es de las más importantes en Toda la Biblia: ὑπὲρ. Existen dos posibles traducciones de esta palabra “por (ὑπὲρ)”.
A favor de nosotros
A favor de nosotros
La Biblia utiliza esta palabra para describir algo que es usado “en favor de alguien”, y en este contexto, la muerte de Cristo fue en nuestro favor. Fue en nuestro favor que Jesucristo sufriera toda la agonía de la cruz, pues eso proveyó para nosotros la salvación, y con ella la vida eterna.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
En lugar de nosotros
En lugar de nosotros
Pero, ὑπὲρ también tiene es usado en el NT para referirse a un sustituto. Es decir, la muerte de Cristo fue un acto de Dios en el cual Jesús es puesto en lugar de nosotros. Cuando Jesús está orando en el Getsemaní, Él le ruega al Padre que no tomara la copa de la ira de Dios, pero que si esa era la voluntad de Dios, Él la tomaría. Y mis hermanos, esa copa, ese trago amargo, esa ira divina nosotros debíamos haberla bebido hasta el fondo. Pero Cristo, “entregó a sí mismo EN LUGAR DE NOSOTROS”.
Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Fue Jesucristo quien tomó nuestro lugar en el banquillo de los acusados, recibió la sentencia por nuestros delitos, y pagó ese castigo que nosotros merecíamos. Y ese es, mi hermano, esa clase de amor es la que debe ser al cristiano. Si eres un verdadero cristiano, Dios te ha dado la capacidad de amar de esta manera, así como Cristo te amó. Si eres un verdadero cristiano, Dios te ha dado la capacidad de imitarlo a Él, en perdonar como Él te perdonó
Aplicación
Aplicación
Creyentes
Creyentes
El 1 de Diciembre de 1997, un grupo de estudiantes de secundaria se encontraban orando en un salón de clases en una escuela en Kentucky, USA. Cuando de repente, un estudiante de 14 años se acercó al grupo con una pistola calibre 22 y, fríamente, comenzó a disparar sobre cada uno de ellos. Tres estudiantes murieron, y cinco resultaron gravemente heridos.
No hubo razón para la agresión. Nadie pudo explicar qué llevó a este joven a disparar contra estos estudiantes. No se estaban burlando de él. No le habían hecho ningún mal. Simplemente estaban orando antes de entrar a clases.
Sin embargo, una de las cosas que llamó más la atención de la prensa de esos días, fue la actitud que asumieron muchos de los parientes y familiares de las víctimas. Ninguno reaccionó con amargura, no hubo ningún deseo de venganza. Varias iglesias de esa comunidad se involucraron en ministrar a las familias de las víctimas, pero también ministraron al joven que disparó, y a su familia.
Una de las jóvenes que sobrevivió fue una niña de 15 años llamada Melisa. Una semana después del tiroteo, esta jovencita estaba aún en el hospital, consciente de que el daño que había provocado una bala en su espina dorsal era tan grave que iba a quedar paralítica por el resto de su vida. Ella lo sabía, y aún así, con un amigo suyo, le envió a decir al joven que le había disparado: Dile que lo perdono. ¡Dile que lo perdono!
Ese es el tipo de fruto que Dios espera de Sus hijos. Eso es lo que significa andar en amor, como Cristo nos amó.
Mi hermano, ¿acaso te delata tu amor que eres un cristiano?
¿Puede la gente ver cómo amas, y darse cuenta de que eres cristiano, antes de que te identifiques como uno?
¿Somos personas distintas al mundo, porque imitamos a Dios en todo lo que hacemos? ¿En lo que hablamos? ¿En cómo nos expresamos? ¿En los gestos que tenemos? ¿En cómo usamos nuestro tiempo? ¿Nuestro dinero?
No creyentes
No creyentes
Pero tú, mi amigo. No te confundas con todo lo que hemos hablado hoy. Vuelve a leer los versículos Ef. 5.1-2 y date cuenta de que de nada sirve tu estilo de vida moralista, si no estás imitando a Dios. DE nada sirve hacer lo que parece correcto, cuando tu motivación no está en el amor de Dios.
Escúchame muy bien, De nada sirvió que hayas venido el día de hoy, y que hayas pasado 30 minutos de esta mañana escuchando el evangelio, si continuas en tu rebeldía, rechazando al Único que se ofreció y se sacrificó en beneficio tuyo, y en lugar tuyo.
Tienes que reconocer que Jesucristo es la ofrenda que Dios ha aceptado para que tú puedas acercarte a Él. Debes reconocer y creer que no hay nada que puedas hacer para librarte de la horrible condena en la que te encuentras hoy mismo, y que vas camino al infierno, a menos de que te arrepientas, y confíes en Jesucristo, y en Su obra en la cruz, a favor tuyo, y en lugar tuyo. Ven a Cristo.