Liderazgo Clase 3

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DISCERNIMIENTO DE PEDRO SOBRE EL LIDERAZGO
1 Pedro 5:1–7 RVR60
Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Pedro un líder natural de entre los apóstoles. Los errores que cometió, que surgieron de su personalidad impetuosa, fueron muchos, pero su influencia y liderazgo fueron incomparables.
Hacemos bien en ponderar el consejo de los años maduros de Pedro a los líderes espirituales de todas las generaciones. Pedro recomienda encarecidamente que nos aseguremos de que la «grey de Dios» sea alimentada y cuidada debidamente (1 P. 5:2).
Esa es la responsabilidad primordial de un pastor. En estas palabras él las oyó de Jesús después de su fracaso, (Jn. 21:15-22).
Pedro habla de si mismo como un ancianos entre pares, uno que caminando al lado de los otros, y lleva cargas similares. También escribe como un testigo de los sufrimientos de Cristo, uno cuyo corazón fue humillado y quebrantado por el fracaso, y conquistado por el amor de Cristo. Es un líder que mira a otros a la misma altura, pero no desde un nivel superior. La obra de un pastor requiere el corazón de un pastor.
1. Pedro trata de la motivación de un líder.
El líder espiritual debe emprender su trabajo voluntariamente, no por coerción. Los líderes de la iglesia en los días de Pedro enfrentaban desafíos increíbles. No obstante, Pedro recomienda encarecidamente que no desmayen ni retrocedan. Los líderes tampoco deben servir respondiendo al sentido de un mero deber, sino por amor. El trabajo de pastorear y ayudar a que los nuevos creyentes crezcan, debe hacerse «como Dios quiere», no dirigido por preferencias ni deseos personales.
Cuando Dios nos llama, no podemos rehusamos debido a un sentido de insuficiencia de nuestra parte. Nadie es digno de dicha confianza. Cuando Moisés trató de disculparse, Dios se enojó (Éx. 4:14). No carguemos la responsabilidad del liderazgo a otros porque nos consideramos incapaces.
2. Pedro advierte que no trabajemos como codiciando el dinero (1 P. 5:2).
El líder espiritual no puede tener en cuenta el dinero cuando es llamado al liderazgo. Quizás Pedro haya pensado en Judas, cuya pasión por el dinero lo condujo a su caída. A los líderes se los llamará a formular políticas, establecer presupuestos y decidir prioridades, tratar con las propiedades e inmuebles, etc. Ninguna de esas cosas puede hacerse bien SI la ganancia personal se levanta como un motivo fundamental.
El líder no debe procurar tampoco la fama y o el prestigio, las cuales a veces son una tentación más insidiosa. Sea por la fama o la fortuna, la avaricia no puede coexistir con el liderazgo en la iglesia.
3. El líder cristiano no debe ser dictatorial
«No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado....» (1 P. 5:3).
4. El líder debe ser un ejemplo digno para la congregación: «... Sino siendo ejemplos de la grey» (1 P. 5:3). (1 Timoteo 4:12 ). Pedro enseña que los ancianos necesitan el espíritu del pastor. ¿Podrían los pastores olvidarse de quién es el Dueño del rebaño que ellos guían? Pedro les recuerda que el rebaño es de Dios. Jesús es el jefe de los pastores; nosotros somos ayudantes y asociados que trabajamos bajo su autoridad.
Si se hace «como Dios quiere», entonces el liderazgo con seguridad incluirá la oración intercesora.
5. El líder debe revestirse «de humildad» (1 P. 5:5).
Este verbo se refiere a un esclavo que se pone un delantal blanco, lo cual otorga a este versículo una connotación más. ¿Se estaba acordando Pedro de la triste noche cuando rehusó tomar la toalla y lavar los pies de su Maestro? ¿Podría el orgullo impedir que otros líderes gocen del servicio? El orgullo está siempre agazapado tras los talones del poder, por eso Dios no quiere que hombres orgullosos le sirvan. Más bien, se opone a ellos. Pero Dios añade poder y gracia a la obra del pastor que es modesto y humilde de corazón.
En el versículo 5, Pedro insta a los líderes a que reaccionen con humildad cuando se relacionen con las otras personas. Pero en el versículo 6, Pedro desafía a los líderes para que reaccionen con humildad a la disciplina de Dios. La traducción de Charles B. Williams es: «Someteos con humildad a la poderosa mano de Dios.»
Pedro concluye esta sección de enseñanza mencionando la recompensa celestial: «Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria» (1 P. 5:4). La corona de un atleta se marchita; aun la corona de un rey puede deteriorarse. Pero el siervo cristiano que ha escogido los tesoros del cielo en vez de las comodidades del mundo no sufre tal pérdida.
¿Estamos solos en el trabajo de líder? ¿Trabajamos en la soledad? De ninguna manera, afirma Pedro. Más bien, Dios comparte nuestras frustraciones y preocupaciones, y nos ofrece alivio y respiro momentáneos: «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 P. 5:7). El líder cristiano no debe temer que el cuidado del rebaño le será una carga demasiado pesada. Respondiendo a la invitación de Dios, el líder puede transferir el peso de las cargas espirituales y ponerlas sobre los hombros del Señor, que son más grandes, más poderosos, más amplios y más fuertes. Dios tiene cuidado de usted. ¡Deje de preocuparse!
CUALIDADES ESENCIALES DEL LIDERAZGO
1 Timoteo 3:2–7 RVR60
Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.
Jesús enseñó a sus discípulos por medio de preceptos y por el ejemplo; impartía su enseñanza «en el camino». Jesús no les pidió a los doce que se sentaran y tomaran notas en un aula formal. Las aulas de Jesús eran los caminos de la vida; sus pincipios y valores los recibieron en medio de la experiencia diaria. Jesús colocaba a los discípulos en internados (Le. 10:17-24) que les permitían aprender mediante el fracaso y el éxito (Mr. 9:14- 29). Les delegó autoridad y responsabilidad a medida que podían soportarlas. La enseñanza maravillosa de Jesús en Juan 13 al 16 fue su discurso de graduación para ellos.
Dios prepara líderes teniendo en cuenta el lugar y la tarea específicos. Sus métodos de entrenamiento se adaptan a la misión, y los dones naturales y espirituales que otorgan son dados con un propósito claro. Un ejemplo de esto es Pablo, quien jamás podría haber realizado tanto sin un entrenamiento dirigido y el talento divino.
De forma similar, Dios preparó a Adoniram Judson para que fuera a Birmania como misionero pionero, y le dio a este líder extraordinario las cualidades necesarias para que diseminara el evangelio en el subcontinente de la India: confianza en sí mismo equilibrada por la humildad, energía restringida por la prudencia, el olvidarse de sí mismo, coraje, y pasión por las almas.
Se ha descrito a Martín Lutero como a un hombre accesible, sin vanidad personal, y tan sencillo en sus gustos que la gente se preguntaba cómo podía sustentar su vida con tan poco. Tenía sentido común, un humor juguetón, una risa ávida, era sincero y honesto. Agregados a esas cualidades estaban su coraje, convicción, y pasión por Cristo. No es extraño que inspirara una lealtad que tenía la fortaleza del acero.
El profesor G. Warneck describió a Hudson Taylor, el misionero pionero que fue a la China, con estas palabras: «Un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, de rendición total a Dios y su llamado, de gran abnegación, genuina compasión, de raro poder en la oración, maravillosa facultad de organización, perseverancia infatigable, y de asombrosa influencia con los hombres, además de una simplicidad pueril en su persona.»
Dios le dio a estos líderes dones y talentos que eran adecuados para la misión a la cual fueron llamados. Lo que elevó a estos hombres por encima de sus congéneres fue el grado al que desarrollaron dichos dones mediante devoción y disciplina.
1. DISCIPLINA
Sin esta cualidad indispensable, todos los demás dones quedan como enanos: no pueden crecer. Por lo tanto, la disciplina aparece primero en nuestra lista. Antes que podamos conquistar el mundo, debemos conquistar el ego.
Un líder es una persona que ha aprendido a obedecer una disciplina impuesta desde afuera, y que luego ha adoptado una disciplina más rigurosa desde adentro.
Los que se rebelan contra la autoridad y desdeñan la autodisciplina - que rehuyen los rigores y se alejan de los sacrificios- no califican para el liderazgo. Muchos que abandonan el ministerio tienen suficientes dones, pero tienen muchos aspectos importantes de la vida que flotan libres del control del Espíritu Santo. La persona que es haragana y desorganizada nunca se muestra capaz de enfrentar al verdadero liderazgo.
Muchos que aspiran al liderazgo fracasan porque nunca han aprendido a seguir. Son como los muchachos que juegan a la guerra en las calles, pero todo está callado. Cuando se les pregunta: «¿Hay una tregua?» ellos responden: «No, todos somos generales. Nadie quiere obedecer la orden de atacar.»
Un joven con calibre de liderazgo trabajará mientras otros desperdician el tiempo, estudiará mientras los otros dormitan, orará mientras los otros sueñan despiertos. Los hábitos perezosos deben vencerse, ya sea en el modo de pensar, de obrar, o de vestir.
Un líder se alimenta correctamente, se levanta erguido, y se prepara para hacer una buena guerra. Sin renuencia emprende la desagradable tarea que otros evitan o el deber oculto que otros esquivan porque no produce aplauso público. A medida que el Espíritu llena su vida, aprende a no evadir las situaciones difíciles o alejarse de personas Impacientes. Con mucha bondad y coraje administrará reprensión cuando sea necesario, o ejercitará la disciplina necesaria cuando los intereses del Señor la demanden. No obrará con dilación, sino que preferirá abordar las tareas más difíciles primero.
Durante toda su vida, George Whitefield se levantó a las cuatro de la mañana y se fue a dormir a las diez de la noche. Cuando sonaba esa hora, se levantaba del asiento, no importa quienes fueran sus visitantes o de qué tema estuvieran hablando, el decía de buen humor a sus amigos: «Muy bien, caballeros, es hora de que toda la gente buena esté en casa.»
Barclay Buxton del Japón, instaba a los creyentes a vivir vidas disciplinadas, no importa si trabajaban en el comercio o en la obra evangelística. Está incluía disciplina en el estudio de la Biblia y la oración, en diezmar el dinero, en el uso del tiempo, en cuidar la salud mediante la alimentación adecuada y dormir, y en hacer ejercicios. Incluía el rigor de la comunión disciplinada entre los cristianos que diferían unos de otros de muchas maneras. [Estas] disciplinas de su vida, y sus instancias a otros, vinieron debido a la experiencia.
Estos extractos de biografías personales ilustran lo que expresó un poeta desconocido:
Las alturas que los grandes hombres han alcanzado y mantenido No se lograron por el repentino vuelo; Sino porque ellos, mientras sus amigos dormían, Hasta avanzada la noche trabajaron con desvelo.
Si un líder demuestra que posee una fuerte disciplina propia, otros percibirán eso, y generalmente cooperarán con las expectativas que les han acordado.
Hay otro elemento en la disciplina que recibe muy poca atención. Debemos estar dispuestos a recibir de otros así como también dar a otros. Algunos se deleitan en sacrificarse a sí mismas pero no están dispuestas a permitir que otros actúen recíprocamente. No quieren sentirse obligados hacia los demás. Pero el liderazgo requiere franqueza hacia otros. El descuido en recibir gentileza y ayuda es robar a otros la oportunidad, y privarse a uno mismo del sostenimiento.
El obispo Wescott admitió al final de su vida el haber cometido una gran equivocación. Siempre había ayudado a otros, pero con el mismo rigor se había resistido a que otros le sostuvieran a él. Como resultado, su vida tenía un lugar vacío donde podrían haber estado la dulzura de la amistad y el cuidado humano.
VISIÓN
Los hombres que influyeron sus generaciones de manera más poderosa y permanente fueron «videntes» - personas que vieron más y más lejos que otras- , personas de fe, porque la fe es visión.
Moisés fue uno de los más grandes líderes de toda la historia, «porque se sostuvo como viendo al Invisible». Su fe le impartía visión. El siervo de Elías vio vívidamente el vasto ejército que rodeaba el lugar, pero Elías vio las huestes celestiales. Su fe le impartió visión.
Powhatten James escribió: El hombre de Dios debe tener perspicacia en las cosas espirituales. Debe ser capaz de ver las montañas cubiertas de caballos y carrozas de fuego; debe ser capaz de interpretar lo que el dedo de Dios ha escrito en las paredes de la conciencia. Debe ser capaz de interpretar las señales de los tiempos en términos de su significado espiritual; debe ser capaz de correr a un lado, de vez en cuando, la cortina de las cosas materiales y permitir que los mortales vislumbren las glorias espirituales que coronan el asiento de misericordia de Dios. El hombre de Dios debe declarar el modelo que se le mostró en el monte; debe expresar la visión que se le dio en la isla de revelación....No podrá hacer ninguna de estas cosas sin discernimiento espiritual.
La visión involucra previsión así como también discernimiento. La reputación de grandeza del presidente [norteamericano] McKinley residía en parte en que podía colocar un oído pegado al suelo y oír lo que se aproximaba. Tornó su oír en visión; vio lo que había adelante. Un líder debe poder ver los resultados finales de las políticas y métodos por los que aboga. El liderazgo responsable siempre mira adelante para ver cómo el plan de acción afectará a las generaciones futuras. Los grandes misioneros pioneros fueron gente de visión. Carey vio a todo el globo terráqueo mientras sus congéneres misioneros definían al mundo como las fronteras de sus parroquias.
Douglas Thornton «Encuentro que la inspiración constante que adquiero de mirar la meta es la motivación principal que me ayuda a perseverar.» una visión, era absolutamente necesario para él. No podía trabajar sin ella.
Los ojos que miran son comunes; los ojos que ven son raros. Los fariseos miraron a Pedro y sólo vieron a un pescador analfabeto. Jesús vio a Pedro como profeta y predicador, un santo y líder que ayudó a trastornar el mundo.
La visión incluye optimismo y esperanza. El pesimista ve la dificultad en cada oportunidad. El optimista ve la oportunidad en cada dificultad. El pesimista tiende a detener a la gente de visión para que sigan adelante. La precaución tiene que desempeñar su papel. La persona precavida ayuda al líder optimista a ser realista. Todos vivimos en un mundo real de limitación e inercia.
Los cristianos precavidos sacan valiosas lecciones de la historia y la tradición, pero corren peligro de quedarse encadenados al pasado. La persona que ve las dificultades con tanta claridad que no le permiten discernir las posibilidades, no puede inspirar una visión en los demás.
La visión conduce a la aventura, y la historia está de lado de la fe que se arriesga. La persona de visión da nuevos pasos de fe para cruzar barrancos y abismos, no sin correr riesgos pero tampoco corriendo riesgos necios.
SABIDURÍA «La sabiduría es la facultad de hacer uso del conocimiento, es una combinación de discernimiento, juicio, sagacidad, y aptitudes similares... En la Escritura, es el juicio correcto con respecto a la verdad espiritual y moral» (Webster).
Si el conocimiento es la acumulación de hechos, y la inteligencia el desarrollo de la razón, la sabiduría es discernimiento celestial. Es perspicacia que penetra hasta el corazón de las cosas. La sabiduría involucra el conocer a Dios y las sutilezas del corazón humano. Más que conocimiento, es la aplicación correcta del conocimiento en asuntos morales y espirituales.
La sabiduría otorga equilibrio al líder, y le ayuda a evitar la excentricidad y la extravagancia. Si el conocimiento viene por el estudio, la sabiduría viene cuando somos llenos del Espíritu Santo. Entonces el líder puede aplicar correctamente el conocimiento. «Lleno de sabiduría» era uno de los requisitos en la iglesia primitiva (Hch. 6:3).
Un Autor desconocido conocía la importancia que la sabiduría tenía para los líderes: “Cuando un hombre, en virtud de un cargo oficial, exige obediencia a otro sin tener en cuenta la razón y conciencia de este último, éste es el espíritu de la tiranía. Cuando, por otra parte, mediante el ejercicio de la discreción y compasión por la oración, poder espiritual y sana sabiduría, uno puede influir e iluminar a otro de forma que a través del medio de su propia razón y conciencia sea guiado a alterar su curso y adoptar otro, eso es liderazgo espiritual.
La oración de Pablo a favor de los corintios en Colosas siempre tendría que estar en nuestros labios: Que Dios haga «... que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual» (Col. 1:9).
DECISIÓN
Cuando se han acumulado todos los hechos, la decisión pronta y clara es la marca de un verdadero líder. Un visionario puede ver, pero un líder debe decidir. Una persona impulsiva podrá con prontitud declarar una preferencia; pero un líder debe ponderar la evidencia y tomar una decisión sobre premisas sanas.
Una vez que esté seguro de la voluntad de Dios, el líder espiritual se pondrá en acción, sin tener en cuenta las consecuencias. Cuando persigue un objetivo, el líder nunca mira atrás ni calcula estrategias de escape por si los planes se malogran. Y un verdadero líder tampoco culpa del fracaso a sus subordinados.
Abraham mostró una rápida y clara resolución durante la crisis en Sodoma y el rescate de Lot (Gn. 14). En sus relaciones con Lot, Abraham mostró tanto el lado activo como el pasivo de la espiritualidad. Al ceder generosamente su derecho a la elección de las tierras de pastoreo (Gn. 13)
Abraham desplegó las gracias pasivas de la piedad. Pero cuando capturaron a Lot durante la batalla en Sodoma de Génesis 14, Abraham desplegó decisión e iniciativa inmediata. El persiguió al enemigo y obtuvo la victoria sobre fuerzas superiores. Esto es verdadera fe.
Moisés se hizo líder de Israel cuando abandonó el poder y privilegio de Egipto y se identificó con los esclavos hebreos y su sufrimiento (He. 11:24-27). Estas fueron decisiones trascendentales. Eso es fe.
La primera pregunta de Pablo después de su dramática conversión fue: «Señor, ¿qué quieres que yo haga?» (Hch. 9:6). Sin titubear, Pablo actuó en base a su nuevo conocimiento de la deidad de Cristo. Para que le otorgaran luz, debía seguirla. Para ver el deber, debía hacerlo.
El catálogo de santos en Hebreos 11 es un estudio sobre visión y decisión. Vieron la visión, consideraron el costo, tomaron sus decisiones, y se lanzaron a la acción. El mismo movimiento es evidente en las vidas de grandes líderes misioneros.
Carey vio la visión en Kettering y tomó su decisión por la India, aunque las dificultades para llegar allí se agrandaban tanto como el cielo mismo.
Livingstone vio la visión, tomó la decisión, venció los obstáculos, y se fue al Africa.H Las circunstancias no pueden frustrar a tales personas, y las dificultades no pueden disuadirlas.
Cuando se enfrenta con una decisión, el líder espiritual no demora en tomarla, ni vacila después de hacerlo. Una decisión sincera pero defectuosa es peor que las intentonas de voluntad débil o las insinuaciones indecisas. El postergar la decisión es realmente optar por el statu qua. En la mayoría de las decisiones el elemento clave no es tanto saber qué hacer sino vivir con los resultados.
Charles Cowman tenía la reputación de ser un hombre de propósito. Tenía los ojos fijos en un gran objetivo. Para él, una visión era el primer paso en el plan de acción. En el momento que percibía una posibilidad, no se quedaba tranquilo hasta que la realización estaba en camino.
CORAJE Los líderes requieren un coraje del más alto calibre: siempre coraje moral y a menudo coraje físico también. Coraje es esa capacidad mental que permite que las personas enfrenten el peligro o la dificultad con firmeza, sin temor ni desaliento.
Pablo admitió que conocía el miedo, pero esto nunca lo detuvo. «Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor», informó en 1 Corintios 2:3, pero el verbo es fui (v. 1). No se quedó en la casa porque tenía temor del viaje. En 2 Corintios 7:5, Pablo confiesa que experimentó «de fuera conflic- tos; de dentro temores». No cortejó el peligro, pero nunca per- mitió que lo mantuviera alejado de la obra del Maestro.
Martín Lutero está entre los hombres más intrépidos que hayan jamás vivido.19 Cuando partió en su viaje hacia Worms para enfrentar las preguntas y controversias que sus enseñanzas habían suscitado, dijo, «Podéis esperar de mí todas las cosas excepto temor o retracción. No huiré, y tampoco voy a retractarme.» Sus amigos le advirtieron de los peligros; algunos le rogaron que no fuera. Pero Lutero no les hizo caso: «¡No ir a Worms!», dijo. «<ré a Worrns aunque haya tantos diablos como tejas en el techo.»
Cuando Lutero compareció ante la corte del Emperador Carlos V, le mostraron una pila de documentos que él había escrito, y le exigieron que se retractara. Lutero respondió: «A menos que me puedan explicar y convencer con evidencia de las Sagradas Escrituras o con francos, claros y contundentes fundamentos de razonamiento, entonces no me retractaré, porque no es ni seguro ni sabio actuar contra la conciencia.»
Es probable que luego haya agregado,: «Aquí me quedo. No puedo hacer otra cosa. Que Dios me ayude; Amé~.» ..
Unos días antes de su muerte, Lutero recordo ese dia y dijo: «No tenía miedo de nada: Dios puede hacer que uno sea desesperadamente valiente.»
No todos son de naturaleza valiente. Algunas personas son, por naturaleza, más tímidas que Lutero. Pero aunque seamos intrépidos o reticentes, Dios llama a los líderes a que se esfuercen y sean valientes y que no capitulen al temor. Dicho llamado al coraje sería más bien inútil si nadie temiera nada. Debido a que el miedo es una parte real de la vida, Dios nos da el Espíritu Santo, quien nos llena de poder. Pero debemos dejar que ese poder haga su obra, y no temer.
Considérense estas dos declaraciones contrastantes: «... Estando las puertas cerradas ... por miedo de los judíos....» Hechis 20:19), y, «Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan....» (Hch. 4:13). Estas declaraciones describen a los mismos discípulos, y la misma oposición. ¿Qué sucedió entre la primera y la segunda? La diferencia es el Espíritu Santo: «Y fueron todos llenos del Espíritu Santo....» (Hch. 2:4). (2 Ti. 1:7).
Los líderes de coraje enfrentan situaciones desagradables y hasta devastadoras con ecuanimidad, luego actúan con firmeza para producir lo bueno de la dificultad, aun si sus acciones no son populares. El liderazgo siempre enfrenta la inercia y oposición humanas naturales. Pero el coraje continúa con constancia hasta que la tarea se ha terminado.
La gente espera que los líderes sean calmos y valientes durante una crisis. Mientras otros pierden la cabeza, los líderes se mantienen firmes. Los líderes fortalecen a los seguidores en medio de reveses desalentadores y trastornos frustrantes. Al enfrentar los implacables ejércitos de Senaquerib, Ezequías hizo sus preparativos militares y luego se dispuso a fortalecer la moral de su pueblo. «Esforzaos y animaos» les dijo (2 Cr. 32:7-8).
Aquí hay liderazgo, activo y fuerte.
HUMILDAD
La humildad es la marca de pureza del líder espiritual. Cristo dijo a sus discípulos que abandonaran las actitudes pomposas de los déspotas orientales, y que en cambio adoptaran el porte humilde del siervo (Mt. 20:25-27). Corno en los días de la antigüedad, así también hoy la humildad es menos admirada en los círculos políticos y comerciales. Pero no importa. El líder espiritual escogerá la senda oculta del servicio de sacrificio y la aprobación del Señor sobre el engreimiento extravagante del mundo.
A menudo considerarnos a Juan el Bautista grande debido a su ardiente elocuencia y las acerbas denuncias de los males de su día. Sus palabras penetraban y exponían los corazones de muchos gobernadores mezquinos. «Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Jn. 3:30). En este pasaje la estatura espiritual de Juan se destaca con claridad y fuerza.
La humildad de un líder debería aumentar con el pasar de los anos, al igual que otras actitudes y cualidades. Debe notar- se el avance de Pablo en la gracia de la humildad. Al principio de su ministerio, reconoció qu·e «... yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol....» (1 Co. 15:9). Más tarde admitió: «... Que soy menos que el más pequeño de todos los santos....» (Ef. 3:8). Cerca del fin de su vida habló de las misericordias de Cristo y del lugar que sabía que le correspondía: «... Cristo Jesús vino al mundo para sal- var a los pecadores, de los cuales yo soy el primero» (1 Ti. 1:15).
En su devocional Serious Calt William Law escribió:
Haga de cada día una jornada de humildad; condescienda a
todas las debilidades y enfermedades de sus criaturas congé-
neres, cubra sus flaquezas, ame sus excelencias, aliente sus vir-
tudes, alivie sus necesidades, regocíjece en su prosperidad, sea
compasivo en sus aflicciones; reciba sus amistades, tolere su
falta de bondad, perdone sus malicias, sea un siervo de siervos,
y condescienda a prestar los servicios más humildes a los más 2
inferiores de la humanidad. t En cierta ocasión, cuando a Sarnuel Brengle lo presentaron
como «el gran doctor Brengle», éste anotó en su diario:
Si parezco grande a los ojos de ellos, el Señor con mucha benignidad me está ayudando a ver cuán absolutamente nada soy yo sin Él, y me ayuda a mantenerme pequeño a mis pro- pios ojos. El Señor efectivamente me usa. Pero me preocupa mucho que sea Él que me use y que no sea m.i propia obra. El hacha no puede gloriarse de los árboles que ha cortado. No podría hacer nada si no fuera por el leñador. Él la hizo, la afiló,
y la usó. En el momento que la arroja a un lado, sólo se vuelve 22
un hierro viejo. Oh, que yo jamás pierda de vista esto. El líder espiritual de hoy es el que gustosamente trabaja
corno asistente o asociado, humildemente ayudando a que
otro logre grandes cosas. Morrison, de la China, escribió:
«Pienso que el gran defecto de nuestras misiones es que nin- 23
INTEGRIDAD Y SINCERIDAD Pablo habló de sus fracasos y éxitos con Lma franqueza que
pocos de nosotros estamos dispuestos a imitar. Aún antes de su conversión, sirvió a Dios con sinceridad (2 Ti. 1:3) y con gran integridad personal. Tiempo después escribía: « ... Con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, habla- mos en Cristo» (2 Co. 2:17).
Estas dos cualidades del liderazgo formaban parte de la ley de Dios para los israelitas (Dt. 18:13). Dios quiere que sus sier- vos muestren un carácter transparente, franco, e inocente de engaño.
Un prominente comerciante cierta vez contestó a la pregun- ta: «Si tuviera que nombrar la cualidad más importante de un gerente de alto nivet diría integridad personal.» Seguramente que el líder espiritual debe ser sincero en lo que promete, fiel en el cumplimiento de su responsabilidad, probo en las finan- zas, leal en el servici9 y honesto en el hablar.
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