Los que van con Jesús
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Transcript
Introducción:
¿Has tenido alguna vez algo muy valioso en tu poder?
Cuando eso sucede prestamos mucha atención, miramos alrededor, tenemos cuidado.
1 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,4 testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.
1 Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo. 2 Porque si el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez, y toda transgresión y desobediencia recibió su justo castigo, 3 ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron. 4 A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad.
1 Así que debemos prestar mucha atención a las verdades que hemos oído, no sea que nos desviemos de ellas. 2 Pues el mensaje que Dios transmitió mediante los ángeles se ha mantenido siempre firme, y toda infracción de la ley y todo acto de desobediencia recibió el castigo que merecía. 3 Entonces, ¿qué nos hace pensar que podemos escapar si descuidamos esta salvación tan grande, que primeramente fue anunciada por el mismo Señor Jesús y luego nos fue transmitida por quienes lo oyeron hablar? 4 Además, Dios confirmó el mensaje mediante señales, maravillas, diversos milagros y dones del Espíritu Santo según su voluntad.
1. No todos alcanzan la salvación
1. No todos alcanzan la salvación
13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
13 »Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. 14 Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran.
13 »Sólo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al infierno es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. 14 Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son sólo unos pocos los que alguna vez lo encuentran.
puerta estrecha
¿Por qué una puerta estrecha? ¿Qué quiso decir el Maestro con esta referencia? Esta enseñanza tiene todas las características de una advertencia. ¡Ten cuidado! No te equivoques, porque una equivocación en este sentido te puede costar muy cara.
Jesús te ordena que entres por la puerta estrecha. Completa su enseñanza con un contraste entre el camino ancho y espacioso y la puerta estrecha y el camino angosto. ¿En qué radica la diferencia fundamental entre ambos? En que llevan a diferentes lugares. El camino espacioso lleva a la perdición, mientras que el camino angosto al que se accede al pasar por la puerta estrecha, conduce a la vida.
De manera que es cuestión de que te preguntes adónde quieres ir.
¿Adónde quieres ir?
¿Cuál quieres que sea el resultado final de este viaje que es tu vida?
De acuerdo a lo que dice Jesús, nadie puede decir que alguien más decidió por él o ella. Jesús nos entrega la decisión: tú puedes escoger el camino por el que andar, ,y por ende el lugar al que llegar.
Claro que Jesús no está hablando de caminos físicos, de tierra o pavimento, sino de adónde vamos a parar en la vida. ¿Qué es lo caracterizaría el camino amplio y espacioso?
- Es fácil de seguir; solo hay que seguir a la mayoría.
- No desentonas con el resto, por lo que no experimentas rechazo o diferenciación.
- Alcanza con que te dejes llevar por la corriente, por las influencias, por los demás, y siempre estarás en este camino.
Pero este camino lleva a la perdición.
La mayoría va por este camino, y lamentablemente se van a perder. Es la triste condición del ser humano caído que se deja llevar por la influencia de este mundo. Esto es real, no una alternativa ni una figura del lenguaje. Jesús habló claramente de la condenación, de la perdición, anunciando que existe realmente un resultado doloroso de darle la espalda a Dios y mostrarse indiferente ante su dádiva de amor.
Tú y yo tenemos una alternativa: entrar por la puerta estrecha. Por definición ya se da por entendido que el camino hacia la salvación, el camino hacia la vida, como lo menciona el propio Señor, no es un camino fácil. No se trata solamente de “saber” ciertas cosas o de “cumplir” con ciertos requisitos. Se trata de un camino, de un proceso, de un viaje, que uno tiene que hacer dirigido por Dios, confiando en Jesús como Salvador y Señor.
Jesús te invita a entrar por la Puerta, que es Él mismo, y a transitar, tomado de la mano con Él, el Camino angosto. Este Camino es el que conduce a la vida.
Olvídate de “darte la gran vida” y que “todos tus sueños se hagan realidad” en este mundo. Apunta más alto, tómate firmemente de la mano del Salvador y afirma tus pies en sus senderos. La Vida te espera.
2. Solo el que hace lo que Jesús enseña.
2. Solo el que hace lo que Jesús enseña.
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” 23 Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”
24 »Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. 25 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. 26 Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. 27 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Ésta se derrumbó, y grande fue su ruina.»
21 »No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Sólo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 El día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre”. 23 Pero yo les responderé: “Nunca los conocí. Aléjense de mí, ustedes, que violan las leyes de Dios”.
24 »Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida. 25 Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca. 26 Sin embargo, el que oye mi enseñanza y no la obedece es un necio, como la persona que construye su casa sobre la arena. 27 Cuando vengan las lluvias y lleguen las inundaciones y los vientos golpeen contra esa casa, se derrumbará con un gran estruendo».
3. Salvar la vida o perderla.
3. Salvar la vida o perderla.
23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. 25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?
23 Dirigiéndose a todos, declaró:
—Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. 25 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?
23 Entonces dijo a la multitud: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme. 24 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 25 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero te pierdes o destruyes a ti mismo?
Conclusión:
Solamente los que renuncian a sus propias vidas para vivir conforme a la voluntad de Dios experimentan la aventura de conocerle.
Fue lo que le sucedió a...
David, cuando salió a pelear las batallas de Dios, como cuando enfrentó a Goliat.
Moisés, cuando liberó al pueblo de Israel, transformándose en el instrumento de Dios para responder a sus oraciones.
Daniel, cuando salió vivo del foso de los leones luego de ser condenado a muerte por darle mayor importancia a su vida de oración y su relación con Dios que a su propia vida.
Pablo, cuando dedicó su vida a predicar el evangelio y plantar iglesias renunciando a todo lo demás en su vida.
7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
7 Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. 8 Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo 9 y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe. 10 Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. 11 Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos.
7 Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. 8 Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo 9 y llegar a ser uno con él. Ya no me apoyo en mi propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llego a ser justo por medio de la fe en Cristo. Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe. 10 Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, 11 para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos!
19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
19 Yo, por mi parte, mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. 20 He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. 21 No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano.»
19 Pues, cuando intenté obedecer la ley, la ley misma me condenó. Así que morí a la ley —es decir, dejé de intentar cumplir todas sus exigencias— a fin de vivir para Dios. 20 Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 Yo no tomo la gracia de Dios como algo sin sentido. Pues, si cumplir la ley pudiera hacernos justos ante Dios, entonces no habría sido necesario que Cristo muriera.
Los que se van con Jesús son los que renuncian a todo con tal de seguirle, para vivir haciendo su voluntad y no la propia.