Solo la fe en el Evangelio nos permite vivir en el Reposo

Puestos los ojos en Jesus  •  Sermon  •  Submitted
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El autor de la epístola a los Hebreos, en este capitulo continua exhortando el corazón de su oyentes, mediante el comentario que hace del Salmo 95. Acerca de la necesidad de prestar atención al mal ejemplo del pueblo de Israel en el desierto, donde provocaron a Dios a pesar de haber oído el mensaje de las buenas nuevas, y no cometer los mismos errores. Sino valorar de forma reverente el reposo en Cristo que Dios le ha dado a su pueblo.

Este capítulo continúa el tema que empezó en 3.11: el reposo. La palabra «reposo» se usa en esta sección en cinco sentidos diferentes:
El reposo de Dios en el día de descanso, según Génesis 2.2 y Hebreos 4.4, 10;
Canaán, el reposo para Israel después de vagar por cuarenta años (3.11, etc.);
El reposo en Cristo del presente de salvación del creyente (4.3, 10);
El reposo del presente de victoria del vencedor (4.11); y (5) el reposo en el cielo del futuro eterno (4.9).
El reposo del día de descanso de Dios es un tipo de nuestro presente reposo de salvación, siguiendo la obra que Cristo concluyó en la cruz. Es también un cuadro del «reposo eterno» de gloria. El reposo de Israel en Canaán es similar a la vida de victoria y bendición que obtenemos al andar por fe y reclamar nuestra herencia en Cristo. Hay en este pasaje dos exhortaciones relacionadas a la vida de reposo.
I. Temamos, pues (4.1–8) (Admiremos con reverencia)
Dios prometió descanso al pueblo de Israel, pero no entraron a ese reposo debido a la desobediencia que surgió de la incredulidad. Dios ha prometido un reposo para los suyos hoy:
paz en medio de la prueba, victoria a pesar de los problemas al parecer imposibles.
A esta «vida de reposo» en nuestra Canaán espiritual se la llama «caminar hacia adelante a la perfección» en 6.1; «tener plena certeza de la esperanza» en 6.11; y «anhelar heredar las promesas» en 6.12. Debemos tener presente que los lectores de Hebreos atravesaban un tiempo de prueba (10.32–39; 12.3–14; 13.13) y estaban tentados, como el antiguo Israel, a
«regresar» a la vida vieja. Dios les había prometido el descanso de la victoria, sin embargo, estaban en
peligro de no alcanzarlo. Dios les había dado la Palabra, pero «no les aprovechó» (4.2) ni la aplicaron a sus vidas. De nuevo vemos la importancia de la Palabra de Dios en la vida del creyente.
El argumento que el escritor utiliza es que Dios ha prometido un reposo a su pueblo (v. 1), pero
ese Israel no entró en ese reposo (4.6). Su promesa todavía sigue firme, porque Josué (v. 8) no les dio este reposo espiritual, aunque les condujo al reposo nacional (véase Jos 23.1). De otra manera David nunca hubiera hablado respecto a ese reposo siglos más tarde en el Salmo 95. En conclusión: «Queda un reposo para el pueblo de Dios» (v. 9). El escritor relaciona ese reposo al de Dios (vv. 4, 10); o sea, es uno de satisfacción, no el que se tiene después de quedar exhausto. Dios no estaba cansado después de crear el universo; el «reposo» de Génesis 2.2 habla de concluir la tarea y de satisfacción. Es un «reposo del
alma». Este es el «reposo de fe» que Jesús promete en Mateo 11.28–30. Este es la salvación y es un
don que recibimos por fe. El reposo de 11.30 es lo que hallamos día tras día conforme tomamos su
yugo y nos sometemos a Él. «Temamos, pues», (v. 1) es la advertencia de Dios, porque muchos de sus
hijos no entraron en esta vida de reposo y victoria.
II. Procuremos entrar (4.9–12)
«Procurar» aquí significa «poner diligencia»: esforcémonos con diligencia en entrar a este reposo.
«Poner diligencia» es exactamente lo opuesto a «deslizarse» (2.1–3). Nadie jamás maduró en la vida
cristiana siendo descuidado u holgazán. Lea cuidadosamente 2 Pedro 1.4–12 y 3.11–18, donde Pedro exhorta tres veces a los creyentes a ser diligentes. Si no somos diligentes, repetiremos el fracaso de Israel y no entraremos en el reposo prometido y en la herencia. (Nótese de nuevo, esto no es salvación, sino victoria en la vida cristiana.)
¿Cuál es el secreto de entrar en ese reposo? La Palabra de Dios. Hebreos 4.12 es la respuesta a cada
condición espiritual; si permitimos que la Palabra de Dios nos juzgue y revele nuestros corazones, no
fracasaremos en cuanto a entrar en la bendición. Israel se rebeló contra la Palabra y no quería «oír su
voz» (Sal 95); por consiguiente, vagaron en derrota cuarenta años.
La Palabra de Dios es una espada (véanse Ap 1.16; 2.12; Ef 6.17). Penetra en el corazón. Demasiados creyentes no escuchan ni prestan atención a la Palabra de Dios y así se privan de la bendición. Madurar espiritualmente requiere diligencia y por eso el creyente necesita aplicar con fidelidad la Palabra de Dios.
Conclusion: El reposo para el pueblo de Dios debe ser un reposo sabático (Heb. 4:9, sabbatismos), «no un šabbāṯ [sábado aislado, sino una vida sabática» (Westcott, The Epistle to the Hebrews, p. 98), puesto que la meta de Dios para ellos debe ser consonante con su naturaleza, su reposo (katapausis, hebreo mәnûḥāh») debe ser un sabbatismos. A pesar de la vasta mayoría de los comentaristas y las analogías rabínicas citadas por SBK III, p. 687, no hay sugerencia alguna en Hebreos de que este reposo sea diferido al cielo, a pesar que no logrará su perfección hasta ese tiempo. Cuando un hombre está crucificado con Cristo, cesa de sus propias obras. Es altamente probable que Cristo haya estado implicando la misma verdad en Mt. 11:28ss. Anapausis («reposo») se usa regularmente en la LXX para referirse al reposo sabático.
Ellison, H. L. (2006). REPOSO. En E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry (Eds.), Diccionario de Teología (p. 525). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
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