Liderazgo - Clase 4
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MÁS CUALIDADES ESENCIALES DEL LIDERAZGO
MÁS CUALIDADES ESENCIALES DEL LIDERAZGO
1. El sentido del humor.
Nuestro sentido del humor es un don de Dios que debe controlarse así corno también cultivarse. El humor puro y sano relaja la tensión y alivia las situaciones difíciles. Los líderes pueden usarlo para remplazar la tensión con un sentido de lo normal.
Alguien dijo que «al lado de la virtud, la diversión en este mundo es de lo que uno menos puede prescindir.»
Helrnut Thielecke escribió: La condición de una iglesia no es buena cuando destierra la risa del santuario y la deja para el club nocturno, y para los maestros de ceremonias.
A. E. Norris, un misionero que fue a la India, dijo: Nunca conocí liderazgo sin sentido del humor; la capacidad de pararse fuera de uno mismo y de las circunstancias personales, para ver las cosas en su verdadera perspectiva y reírse. Esta es una gran válvula de seguridad. Nunca podremos guiar a otros muy lejos sin el gozo del Señor y su concomitante, el sentido del humor.
el pastor F. J. Hallett dijo que el líder de más éxito en una iglesia es el que posee un agudo sentido del humor combinado con un claro sentido de la gracia de Dios. El sentido del humor daba agudeza, originalidad y elocuencia a los sermones.
Nunca debemos reírnos de las cosas sagradas.
2. EL ENOJO
Jesús tenía esta cualidad, y cuando la usamos correctamente, seguimos su ejemplo. En Marcos 3:5, Jesús los miró «con enojo».
El enojo santo es la contraparte del amor. Ambos forman parte de la naturaleza de Dios. El amor de Jesús por el hombre que tenía seca una mano suscitó su enojo contra los que querían negarle la sanidad. El amor de Jesús por la casa de Dios hizo que se enojara contra los vendedores y compradores que habían hecho del templo una «cueva de ladrones» (Mt. 21:13).
Los grandes líderes, se han enojado ante la injusticia y el abuso que deshonra a Dios y esclaviza a los débiles. Wilberforce movió cielo y tierra para emancipar a los esclavos de Inglaterra y eliminar el comercio de esclavos; y estaba seriamente enojado.
Martín Lutero afirmó que «nunca había hecho nada bien hasta que su ira se había excitado, y luego podía hacer cualquier cosa bien».
Pero se puede abusar del enojo santo. Muchos que lo sienten permiten que el enojo se vuelva su ruina. El obispo Butler enseña que hay seis condiciones que hacen que el enojo sea pecado:
Cuando, para favorecer un resentimiento o enemistad, nos imaginamos un agravio que nos han hecho.
Cuando un agravio que nos ha hecho se vuelve, en nuestras mentes, algo más grande de lo que realmente es.
Cuando, sin un verdadero agravio, sentimos resentimiento debido al dolor o la inconveniencia.
Cuando la indignación es exagerada y abruma nuestra capacidad de restringirla.
Cuando gratificamos resentimientos causando dolor o daño por venganza.
Cuando estamos tan perplejos y enojados por el pecado en nuestras propias vidas que prestamente proyectamos enojo hacia el pecado que descubrimos en los demás.
Pablo arguye en favor del enojo santo cuando repite el consejo del Salmo 4:4: «Airaos, pero no pequéis» (Ef. 4:26). Este enojo no es egoísta y no se centra en el dolor que uno siente ahora. Para ser libre del pecado dicho enojo debe ser celoso por la verdad y lá pureza, con la gloria de Dios como su principal objetivo.
3. PACIENCIA
Los líderes espirituales necesitan una abundante dosis de paciencia. Crisóstomo dijo que la paciencia es la reina de las virtudes. A menudo pensarnos de la paciencia en términos pasivos, como si la persona paciente estuviera totalmente sumisa y dormida. Pero esta versión de la paciencia necesita una corrección bíblica.
al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
Esta palabra nunca significa la clase de espíritu que se sienta con las manos cruzadas y simplemente aguanta las cosas. Es la perseverancia victoriosa [y] la constancia bajo la prueba. Es la capacidad valiente y triunfante de soportar las cosas, que le permiten a un hombre pasar el punto límite y no quebrantarse, y siempre saludando a lo que no puede ver con regocijo.
La paciencia encuentra su prueba más difícil en las relaciones personales. Pablo perdió la paciencia al tratar con Juan Marcos. Hudson Taylor confesó una vez: «Mi mayor tentación es perder la paciencia debido a la negligencia e ineficacia tan desilusionante de las personas de quienes dependo. Es inútil que pierda la paciencia; sólo la bondad. Pero, oh, qué prueba tan grande es esta.»
Un líder muestra paciencia no corriendo demasiado adelante de sus seguidores para que no se desanimen. Mientras se mantiene adelante, se queda cerca lo suficiente para que ellos puedan verlo y oír su llamado a avanzar. No es tan fuerte como para no poder mostrar una fortaleciente simpatía por la debilidad de sus congéneres. En Romanos 15:1, Pablo dice: «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles....»
La persona que es impaciente con las flaquezas de otros será defectuosa en su liderazgo. La evidencia de nuestra fortaleza no está en la distancia que nos separa de los otros corredores, sino en lo cercano que estamos a ellos, en nuestro paso más lento por amor a ellos, en nuestra ayuda para que se recuperen y lleguen a la meta.
Cuando guiamos por persuasión más que por imposición, la paciencia es indispensable. Los líderes deben cultivar correctamente el arte de la persuasión de forma que les permita por un lado, desarrollar la máxima capacidad para tomar decisiones individualmente y, por el otro, lograr que todos aquellos que laboran con ellos adopten sus planes y se comprometan a seguirlos. A menudo el plan de acción de un líder debe esperar el apoyo de sus colegas -siempre paciente- hasta que el equipo está preparado.
Hudson Taylor. Una y otra vez se vio obligado a modificar considerablemente, o dejar de lado, proyectos que eran cabales y útiles pero que enfrentaron una determinada oposición... Más tarde, en respuesta a una paciente y continua oración, muchos de [estos] proyectos se pusieron en ejecución.
4. AMISTAD
Los líderes pueden medirse por la cantidad y calidad de sus amigos. Pablo era un genio de la amistad. Esencialmente, era un hombre sociable. Su relación con Timoteo era un modelo de amistad entre dos generaciones; Pablo y Lucas son un modelo de amistad entre contemporáneos.
El liderazgo de David surgió de su genio en reunir a su alrededor a hombres de fama que estaban dispuestos a morir por él. Conquistó tan plenamente el afecto y la fidelidad de ellos que un deseo expresado en forma de susurro era para ellos una orden (2 S. 23:15-16). Estaban dispuestos a morir por él porque sabían que David estaba plenamente dispuesto a morir por ellos.
Las cartas de Pablo brillan con el caluroso aprecio y afecto personal que sentía por sus colegas. .
Los líderes deben motivar lo mejor en la gente, y la amistad lo logra mucho mejor que el argumento prolongado o la mera lógica.
Pocos líderes cristianos gozan de la reputación que adquirió Charles Spurgeon. El autor de su biografía escribió que «él ejercía autoridad absoluta, no por mera intención, a pesar de que era un hombre intencional, sino debido a su reconocida dignidad. Los hombres se inclinaban a su autoridad porque era una autoridad respaldada por la sabiduría y el afecto.»
Jesus lideró a sus discípulos mediante la amistad y el afecto. Se escribió de él que «como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn. 13:1). Efectivamente, Pedro confesó con pena, en respuesta al paciente afecto de Jesús: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo» (Jn. 21:17).
5. TACTO Y DIPLOMACIA
El significado de la raíz de «tacto» tiene que ver con tocar.
El sentido táctil es la capacidad de sentir mediante el acto de tocar. Cuando se trata de relaciones humanas, tacto es la capacidad de tratar con las personas de forma sensible, de evitar la ofensa, de tener un sentido de las palabras o respuestas apropiadas para una situación delicada.
La diplomacia es la capacidad de manejar situaciones delicadas especialmente cuando involucran personas de culturas diferentes, y ciertamente de opiniones diferentes.
Los líderes deben ser capaces de reconciliar puntos de vista opuestos sin ofender ni comprometer un principio. Un líder debe poder proyectarse dentro de la vida, corazón y mente de otro y, dejando de lado las preferencias personales, tratar con él de la forma que sea más adecuada. Estas pericias pueden aprenderse y desarrollarse.
Un líder necesita la capacidad para negociar las diferencias, de forma que se reconozcan los derechos e inteligencia mútuos y a la vez se logre una solución armoniosa. El comprender cómo la gente siente y reacciona es fundamental a esta pericia.
Josué usó de una discreción maravillosa cuando dividió la tierra prometida entre las tribus de Israel. Cualquier medida equivocada habría dividido a una nación ya vacilante. Josué tenía que ser razonable así como imparcial. Su discreción nuevamente brilló cuando las tribus de Rubén y Gad edificaron su propio altar, y casi provocaron una guerra civil. Josué tenía la sabiduría que aprendió en la escuela de Dios. Su caminar de cerca con Dios le enseñó la diplomacia para trazar un curso alejado del derramamiento innecesario de sangre y hacia la reconciliación nacional.
6. EL PODER DE INSPIRAR
El poder de inspirar a otros para el servicio y sacrificio marca al líder de Dios. El líder es como una luz para los que están alrededor.
El profeta Nehemías tenía esta cualidad. La gente en Jerusalén estaba desanimada y decaída cuando él llegó a la ciudad. En corto tiempo los edificó y los convirtió en un equipo de obreros eficientes. Sus poderes eran tales que poco después leemos que «el pueblo estaba animado para hacer la obra.»
7. Saber ESCUCHAR
Para poder atacar las raíces de los problemas, un líder debe dominar el arte de escuchar. Demasiados individuos que tienen personalidades fuertes son conversadores compulsivos. «No quiere oír lo que le digo», decía un misionero quejándose. «Da la respuesta antes de que yo tenga la oportunidad de explicarle el problema.»
Escuchar es tratar de comprender a otra persona sin prejuicio. El cincuenta por ciento del problema se resuelve cuando se lo expresa. Un misionero gimió casualmente: «Si sólo me hubiera escuchado. Necesitaba a alguien con quien poder compartir mi problema.»
Los líderes que quieren mostrar sensibilidad deberían escuchar con frecuencia y durante mucho tiempo, y ser breves y hablar pocas veces. Muchos de los llamados líderes están demasiado ocupados como para poder escuchar. Los verdaderos líderes saben que el tiempo dedicado a escuchar es una buena inversión.
“La capacidad de poder escuchar a otros en forma compasiva y comprensiva, quizás sea el mecanismo más eficaz en el mundo para llevarse bien con las personas y cimentar para siempre la amistad con ellos”
8. EL ARTE DE ESCRIBIR CARTAS
Cualquier cargo de liderazgo involucra una cantidad considerable de correspondencia, y las cartas revelan los sentimientos y pensamientos de la persona. Tómese el ejemplo de Pablo. Sabemos más de su integridad moral, honestidad intelectual y vida espiritual de sus cartas que de cualquiera otra fuente. Cuando una situación difícil requería su atención, mojaba su pluma en lágrimas, no en ácido: «Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas...» (2 Co. 2:4).
Después de su seria carta a los descarriados corintios, la compasión de Pablo hizo que se preguntara si había sido muy severo: «Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo... porque fuisteis contristados para arrepentimiento...» (2 Co. 7:8-9). El propósito de esta carta no era ganar una discusión, sino solucionar un problema espiritual y producir madurez entre esos cristianos.
Las cartas de Pablo abundaban en estímulo, eran benignas en elogios y ricas en simpatía. Los que las recibían siempre se enriquecían (Fil.1:27-30). Pero eso no lo restringía en ser fiel para corregir las faltas: «¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad? ... quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros» (Gá. 4:16, 20).
Es importante que nuestras cartas tengan un lenguaje claro, pero más importante es el espíritu correcto de las mismas. Las cartas no son un medio de comunicación satisfactorio. No pueden sonreír cuando dicen algo difícil y, por lo tanto, debería tenerse cuidado especial para asegurar de que el tono sea templado.
Las cartas formaban una parte importante del programa de Pablo para reiterar un asunto. También lo fueron para George Whitefield. Se dijo de éste que después de predicar a grandes multitudes, trabajaba hasta tarde en la noche escribiendo cartas de aliento a los nuevos convertidos.
POR SOBRE TODAS LAS COSAS
POR SOBRE TODAS LAS COSAS
Hechos 6:3, 5
El liderazgo espiritual requiere personas que sean llenas del Espíritu. Las otras cualidades son importantes, pero ser lleno del Espíritu es imprescindible.
El libro de los Hechos es la historia de las personas que establecieron la iglesia y guiaron la empresa misionera. Es algo de importancia más que pasajera que la principal aptitud de los que iban a ocupar aun los cargos subordinados de responsabilidad en la iglesia primitiva, haya sido que fuesen personas «llenas del Espíritu Santo». Dichos oficiales debían conocerse por su integridad y juicio, pero preeminentemente por su espiritualidad. Una persona podrá tener una mente genial y poseer una pericia administrativa sobresaliente, pero sin espiritualidad no podría impartir un verdadero liderazgo espiritual.
Detrás de toda la actividad de los apóstoles estaba la actividad ejecutiva del Espíritu. Como administrador supremo de la iglesia y principal estratega de la empresa misionera, el Espíritu es prominente en todas partes. El Espíritu no delega autoridad a las manos seculares o carnales, aun cuando un trabajo determinado no involucre enseñanza espiritual directa; todos los obreros deben ser guiados y llenos del Espíritu. La selección de los líderes del reino no debe verse influida por la sabiduría, riqueza o posición social del mundo. La consideración primordial es la espiritualidad.
Cuando una iglesia u organización de misiones sigue un conjunto de criterios diferentes, esencialmente elimina al Espíritu del liderazgo. Como consecuencia, el Espíritu se aflige y apaga, y el resultado es la carestía espiritual y muerte de ese testimonio.
El seleccionar líderes que carecen de aptitudes espirituales siempre conduce a una administración no espiritual. A. T. Pierson comparó dicha situación con una gran empresa que quiere despedir a su oficial ejecutivo principal. Lentamente, en la junta y entre los directores y vicepresidentes, colocan a personas que se oponen a los métodos y espíritu del director. Solapadamente antagonizan sus métodos, obstruyen sus planes, bloquean su sistema. Donde el director gozaba de cooperación y apoyo, ahora se enfrenta a la inercia e indiferencia, hasta que finalmente renuncia debido a la simple incapacidad de llevar a cabo su programa de trabajo. De la misma manera, el designar líderes con una perspectiva secular o materialista impide que el Espíritu Santo ayude a que esa empresa progrese.
El Espíritu Santo no toma el control contra la voluntad de ninguna persona. Cuando personas que carecen de idoneidad espiritual para cooperar con el Espíritu, son elegidas para ocupar cargos de liderazgo, El se retira silenciosamente y las deja que pongan en ejecución sus propias políticas según sus propias normas, pero sin su ayuda. El resultado inevitable es una administración no espiritual.
La iglesia en Jerusalén escuchó la predicación de los apóstoles y seleccionó a siete hombres que poseían la única aptitud necesaria. Corno resultado de la obra llena del Espíritu de ellos, la iglesia fue bendecida: los hombres que eligieron para distribuir los alimentos e impartir el cuidado terrenal pronto se destacaron corno los agentes del Espíritu Santo en dispensar las bendiciones celestiales. Esteban fue el primer mártir para Cristo, y su muerte desempeñó un papel muy importante en la conversión de Saulo. Felipe se convirtió en un evangelista y fue usado por el Espíritu para guiar el gran avivamiento en Samaria. Los líderes que son fieles en el ejercicio de sus dones preparan el camino para ser promovidos a mayores responsabilidades y utilidad.
El libro de los Hechos demuestra que los líderes que influyeron en forma significativa al movimiento cristiano eran personas llenas del Espíritu. Se nos informa que al que ordenó a sus discípulos que se quedaran en Jerusalén hasta que fueran investidos del poder de lo alto, «... Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder...» (10:38). Los 12 fueron todos llenos del Espmtu (2:4). Pedro fue lleno del Espíritu cuando se dirigió al sanedrín (~:8). Esteban, lleno del Espíritu, dio testimonio de Cristo y murió corno martir radiante (6:3-5; 7:55). Pablo comenzó y terminó su extraordinario ministerio en la plenitud del Espíritu (9:17; 13:9). Bernabé, el misionero compañero de Pablo fue lleno del Espíritu (11:24). Seríamos extrañamente ciegos si no viérarnos que este es un requisito evidente para el liderazgo.
Estos primeros líderes de la iglesia eran sensibles a la guía del Espíritu. Debido a que habían rendido sus propias voluntades al control del Espíritu, se deleitaban en sus dictados y guía. El Espíritu guió a Pedro para que venciera su prejuicio y se encontrara con Cornelio, lo cual resulto en bendiciones para el mundo de los gentiles (10:9-23; 11:~-18). El Espiritu llamó y envió a Pablo y Bernabé como los pioneros misioneros de la iglesia (13:1-4). Durante su ocupada vida, Pablo obedeció las restricciones del Espiritu (16:6~8; 19:21; 20:22). Los líderes de la iglesia en Jerusalén se sometieron al Espíritu. Hechos 15:28). .
Si no hubieran sido llenos del Espíritu Santo en Pentecostés, ¿cómo podrían los apóstoles haber enfrentado la tarea sobrehumana que les esperaba? Necesitaban poder sobrehumano para la guerra sin tregua contra el diablo y el infierno (Le. 24:49; Ef. 6:10-18).
Ser lleno del Espíritu Santo quiere decir simplemente que el cristiano voluntariamente rinde su vida y voluntad al Espíritu. Por medio de la fe, la personalidad del creyente es llenada, regida y controlada por el Espíritu. El significado de «lleno» no es «llenar un recipiente pasivo» sino «tomar posesión de la mente». Ese es el significado que se encuentra en Lucas 5:26: «llenos de temor». Cuando invitamos al Espíritu para que nos llene, el poder del Espíritu sobrecoge nuestras vidas con esta clase de fortaleza y pasión.
Ser llenos del Espíritu es ser controlados por el Espíritu. La mente, emociones, voluntad y fortaleza física del líder cristiano, todas se ponen a disposición del Espíritu para que El las guíe y las use. Bajo el control del Espíritu, los dones de liderazgo naturales se elevan hasta el máximo nivel de capacidad, santificados para un propósito divino. Mediante la obra de Espíritu, que ahora no es impedido ni entristecido, todos los frutos del Espíritu empiezan a crecer en la vida del líder. Su testimonio es más atractivo, el servicio es más constante, y el testimonio es más poderoso. Todo el verdadero servicio cristiano no es sino la expresión del poder del Espíritu a través de los creyentes que se han rendido a él juan. 7:37-39).
Si sólo pretendemos ser llenos del Espíritu, o si retenemos nuestra disposición de permitir que el Espíritu nos controle, podemos crear la clase de dificultad de la cual nos advierte A. W. Tozer:
Ninguna persona cuyos sentidos se han ejercitado para conocer el bien y el mal, podría hacer otra cosa excepto afligirse al ver las fervorosas almas que buscan ser llenas del Espíritu Santo mientras están viviendo en un estado de descuido moral y al borde del pecado. Cualquier persona que quiera que el Espíritu Santo more en ella, debe juzgar su vida por las iniquidades ocultas que pudiera haber en ella. Debe expulsar de su corazón todo lo que esté en desacuerdo con el carácter de Dios conforme lo han revelado las Sagradas Escrituras.... No debe haber tolerancia alguna respecto al mal, ni de tomar en broma las cosas que Dios odia.
El ser lleno del Espíritu Santo es un factor imprescindible para el liderazgo espiritual. Y cada uno de nosotros puede ser tan lleno del Espíritu como realmente lo querramos ser.
DONES ESPIRITUALES
Los cristianos de todas partes no han descubierto ni usado los dones espirituales. El líder debe ayudar para que esos dones sean traídos al servicio del reino, para desarrollarlos, para organizar su poder. Sólo la espiritualidad no hace al líder; los dones naturales y los que Dios le ha dado también deben estar activos.
En nuestra batalla contra el mal, necesitamos el equipo que Dios ha provisto en los dones espirituales que ha otorgado a la iglesia. Para poder usarlos eficazmente, esos dones deben ser enriquecidos por la gracia espiritual.
Muchas veces, aunque no siempre, el Espíritu Santo imparte dones que encajan naturalmente en el carácter y la personalidad del líder cristiano. Y el Espíritu eleva esos dones a nuevos niveles de eficacia.
El advenimiento de los dones espirituales en la vida de los cristianos no elimina los dones naturales, sino que los realza y estimula. El nuevo nacimiento en Cristo no cambia las cualidades naturales, pero cuando son colocadas bajo el control del Espíritu Santo, son elevadas a nuevos niveles de eficacia. A menudo se liberan también las capacidades que han estado escondidas.
La persona que Dios llama al liderazgo espiritual puede tener la confianza de que el Espíritu Santo le ha dado todos los dones necesarios para el servicio que debe prestar.
LA ORACIÓN Y EL LIDERAZGO
LA ORACIÓN Y EL LIDERAZGO
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos lrJs hombres. 1 Timoteo 2:1
El líder espiritual debe sobrepasar al resto de la iglesia, sobre todo en la oración. Sin embargo, el líder más avanzado es consciente de la posibilidad del desarrollo interminable de su vida de oración. Tampoco puede pensar jamás que «ha alcanzado la perfección».
Alguien dijo: «Si yo quisiera humillar a alguien, le preguntaría acerca de sus oraciones. No conozco nada que se compare con este tópico por las acongojadas confesiones espontáneas que provoca.»
La oración es la expresión más antigua, más universal y más intensa del instinto religioso. Incluye el habla más sincera de los labios de un niño y las sublimes súplicas de la ancianidad. Todas alcanzan la Majestad de lo alto. Efectivamente, la oración es el aliento vital y el aire nativo del cristiano.
No obstante, aunque parezca extraño, la mayoría de nosotros hallamos que es difícil orar. No nos deleitamos naturalmente en acercarnos a Dios. A veces hablamos con poca sinceridad acerca de la delicia y poder de la oración. La llamamos imprescindible, sabemos que las Escrituras lo exigen. Sin embargo, a menudo no cumplimos con la oración.
Tomemos aliento de las vidas de líderes santos quienes vencieron esta renuencia natural y volvámonos poderosos en oración. ç
De Samuel Chadwick se ha dicho:
Era, esencialmente, un hombre de oración. Todas las mañanas solía levantarse poco después de las seis, y mantenía un cuartito que era su lugar sagrado, para su hora tranquila antes del desayuno. Era poderoso en la oración pública porque era constante en la devoción privada... Cuando oraba siempre esperaba que Dios hiciera algo. Hacia el final de su vida dijo,: «Ojalá hubiera orado más, aun si hubiera trabajado menos; y desde el fondo de mi corazón desearía haber orado mejor.
Un eminente cristiano confesó: «Cuando voy a orar hallo que mi corazón es muy reacio en acudir a Dios, y cuando está con El muy reacio en quedarse.» Por lo tanto, la autodisciplina tiene una misión. Chadwick aconsejaba que «cuando uno se siente menos dispuesto a orar, no debe ceder, sino que debe porfiar y esforzarse en orar, aun cuando piense que no puede».
Al igual que todas las cosas, el dominar el arte de la oración lleva tiempo. El tiempo que le dediquemos significará la verdadera medida de su importancia para nosotros. Siempre encontramos tiempo para las cosas importantes. La excusa más común para el poco tiempo dedicado a la oración es la lista de «cosas para hacer» que atestan nuestro día: todas nuestras obligaciones. Para Martín Lutero, una carga extra de obligaciones era una razón para orar más, no menos. De sus planes para el día siguiente, solía decir: «Trabajar, trabajar desde temprano hasta tarde. En realidad, tengo tanto que hacer que me voy a pasar las tres primeras horas en oración.»
Si Lutero estaba siempre ocupado, y oraba, nosotros también podemos hacerlo.
Cuando uno trata de explicar exactamente cómo obra la oración en seguida se enfrenta con enigmas muy difíciles. Pero los que son escépticos en cuanto a la validez y el poder de la oración generalmente son los que no la practican con seriedad o no obedecen cuando Dios revela su voluntad. No podemos aprender a orar si no es orando. Ninguna filosofía jamás enseñó a orar a un alma. Los problemas intelectuales relacionados con la oración se satisfacen en el gozo de la oración contestada y en una comunión más estrecha con Dios.
Si la oración fuera absurda o innecesaria, Jesús no habría perdido tiempo en ella. Pero, la oración era la característica dominante de su vida y una parte recurrente de su enseñanza. La oración man- tuvo clara y aguda su visión moral. La oración le dio coraje para perseverar en la perfecta pero dolorosa voluntad de su Padre. La oración preparó el camino para la transfiguración. Para Jesús, la oración no fue algo que se agregaba apresuradamente, sino una gozosa necesidad.
Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.
En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.
Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar;
En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.
Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro;
para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.
Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
Los líderes espirituales deben conocer la experiencia de orar en el Espíritu como parte de su diario andar. ¿Hemos tratado alguna vez de vivir independientemente del Espíritu? ¿Fracasamos en lograr plenas respuestas a las oraciones?
Podemos leer todo el día acerca de la oración, y experimentar poco de su poder, y así impedir el desarrollo de nuestro servicio. La Biblia a menudo habla de la oración como una batalla espirituaL.
Jesús no estaba tan preocupado por los malvados y sus hechos como por las fuerzas del mal que los llevaban a pecar. Detrás de la negación de Pedro y la traición de Judas estaba la siniestra mano de Satanás.
Cuando Dios coloca una carga en nuestros corazones y así nos mantiene orando, es evidente que tiene la intención de concedernos la respuesta. A George Mueller le preguntaron si realmente creía que dos hombres se convertirían alguna vez, hombres por quienes él había orado por más de cincuenta años. Mueller respondió: «¿Les parece que Dios me habría tenido orando todos estos años si no tuviera intención de salvarlos?» Efectivamente, los dos hombres se convirtieron, uno de ellos poco después de la muerte de Mueller.
En la oración tratamos directamente con Dios y sólo en un sentido secundario con otras personas. El objetivo de la oración es el oído de Dios. La oración persuade a otras personas mediante la influencia de Dios sobre ellas. No es la oración la que persuade a las personas, sino el Dios a quien oramos.
Dios no coopera con las oraciones de interés propio, u oraciones que vienen de motivos impuros. El cristiano que continúa en el pecado cierra el oído de Dios. Lo que menos tolera Dios de todas las cosas es la incredulidad, el principal de los pecados. «... Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea...» (He. 11:6). En todas nuestras oraciones el motivo principal es la gloria de Dios. .
Los grandes líderes de la Biblia eran grandes en la oración.
«No eran líderes porque tenían mentes geniales, porque poseían recursos inagotables, por la magnífica cultura o dotaciones naturales que tenían, sino porque, por el poder de la oración, podían disponer del poder de Dios.»