LIDERAZGO - CLASE 5

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INTRODUCCIÓN

EL LÍDER Y EL TIEMPO

Efesios 5:16 RVR60
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
La calidad del liderazgo de una persona depende de lo que sucede durante el tiempo. El carácter y la carrera de un joven dependen de cómo usa el tiempo libre. No podemos reglamentar las horas de la escuela o de la oficina- ya están determinadas para nosotros- pero podemos decidir lo que haremos antes y después. La forma en que usemos las horas que nos sobran después de haber hecho provisión para el trabajo, las comidas y el descanso determinará si nos desarrollaremos como pérsonas mediocres o poderosas.
El ocio es una gloriosa oportunidad y un peligro sutil. Cada momento del día es un regalo de Dios que merece cuidado, nuestro tiempo es corto y la obra es grande. Los minutos y las horas usados sabiamente se traducen en una vida abundante.
Moisés sabía que el tiempo era valioso y oró para que le enseñaran a medirlo por días, no por años (Sal. 90:12). Si cuidamos los días, los años se van a cuidar solos.
Muy pocas veces un líder dirá: «No tengo tiempo.» Una excusa de esa clase generalmente es el refugio de una persona ineficiente. Cada uno de nosotros tiene el tiempo para hacer toda la voluntad de Dios para nuestras vidas. J. H. Jowett dijo:
“Pienso que una de las frases rebuscadas de nuestros días es la que usamos para expresar nuestra permanente falta de tiempo. La repetimos tan a menudo que por la misma repetición nos hemos engañado a nosotros mismos hasta creerla. Los hombres supremamente ocupados nunca son los que no tienen tiempo. Regulan el día de forma tan compacta y sistemática que siempre que se les exige algo se las arreglan para encontrar minutos adicionales y ofrecerlos en generoso servicio. Como pastor confieso que los hombres a quienes busco con más esperanza para servicios adicionales son los hombres más ocupados”
Nuestro problema no es tener muy poco tiempo, sino el hacer uso adecuado del tiempo que tenemos. Cada uno de nosotros tiene tanto tiempo como cualquier otro. El presidente tiene las mismas veinticuatro horas que tenemos nosotros. Otros pueden sobrepasar nuestras capacidades, influencia, o dinero, pero ninguno tiene mas tiempo.
Así como en la parábola de las minas (Le. 19:12-17), donde a cada siervo se le dio la misma cantidad de dinero, cada uno de nosotros ha recibido la misma cantidad de tiempo. Pero pocos de nosotros lo usamos con suficiente sabiduría para que produzca diez veces más de ganancia. No somos responsables de nuestras dotaciones o capacidades naturales, pero somos responsables del uso estratégico del tiempo.
Cuando Pablo instó a los Efesios para que viviesen «aprovechando bien el tiempo» (Ef. 5:16), se refirió al tiempo como si fuera una compra. Intercambiamos el tiempo en el mercado de la vida por ciertas ocupaciones y actividades que pueden ser dignas o no de la inversión, sean productivas o no productivas.
«Si progresamos en la economía del tiempo, aprendemos a vivir. Si fracasamos aquí, fracasamos en todo lo demás.»
El tiempo perdido no puede recuperarse jamás. No podemos acaparar el tiempo, sólo podemos usarlo bien.
Un líder debe seleccionar las prioridades con mucho cuidado. Debe ponderar con reflexión el valor de las diferentes oportunidades y responsabilidades. El líder no puede dedicar tiempo a asuntos secundarios mientras las obligaciones esenciales claman por atención. Debe planear cada día con cuidado. La persona que quiere distinguirse debe seleccionar y rechazar, y luego concentrarse en los asuntos que sean más importantes.
Es bueno que a menudo se mantengan registros de cómo se usó cada hora en una semana dada, y luego mirarlos a la luz de las prioridades bíblicas. El resultado podría ser chocante. A menudo un registro muestra que tenemos mucho más tiempo disponible para el servicio cristiano de lo que imaginamos.
Supongamos que nos adjudicáramos una cantidad generosa de ocho horas al día para dormir (pocos necesitan más que eso), tres horas para comidas y conversación, diez horas para trabajar y viajar en cinco días. Todavía tenemos treinta y cinco horas que llenar todas las semanas. ¿Qué les pasa a esas horas? ¿Cómo se las invierte? Toda la contribución de una persona para el reino de Dios puede cambiar en la forma en que se usen esas horas. Con seguridad que esas horas determinarán si la vida es vulgar o extraordinaria.
David Livingstone, cuando tenía diez años, trabajaba catorce horas por día en una desmotadora de algodón en Dumbarton. Con toda seguridad que tenía excusas para no estudiar, para no redimir el poco tiempo de ocio que le que- daba. Pero aprendió latín y podía leer los libros de Horacio y Virgilio a los dieciséis años. Cuando tenía veintisiete, había terminado un programa de estudios en medicina y teología.
Nuestro Señor establece el ejemplo perfecto del uso estratégico del tiempo. Se movió a través de la vida con pasos medidos, nunca se apuró, aunque siempre estaba rodeado de multitudes y exigencias. Cuando una persona se le acercaba para pedirle ayuda, Jesús daba la impresión de que ninguna otra preocupación era más importante para él que las necesidades de su visitante.
El secreto de la serenidad de Jesús radicaba en su seguridad de que trabajaba según el plan del Padre para su vida, un plan que abarcaba cada hora y hacía previsión para cada contingencia. Mediante la comunión en oración con su Padre, Jesús recibía cada día tanto las palabras que diría como las obras que haría: « ... Las palabras que yo hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras» (Jn. 14:10).
La mayor preocupación de Jesús era cumplir la obra que se le había encargado dentro de las horas asignadas. «Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese» (Jn. 17:4). Jesús terminó la obra de su vida sin que ninguna parte se haya malogrado por el apuro indebido o haya quedado medio terminada debido a la falta de tiempo. Sus veinticuatro horas al día eran suficientes para completar totalmente la voluntad de Dios.
Jesús dijo a sus discípulos: «... ¿No tiene el día doce horas?...» Gn. 11:9). J. Stuart Holden vio en las palabras de nuestro Señor tanto la brevedad del tiempo como la suficiencia del tiempo. Había, efectivamente doce horas en el día, pero en realidad había doce horas plenas en el día. Como era consciente del tiempo, Jesús pasaba sus horas haciendo las cosas de importancia. No malgastaba el tiempo en cosas que no eran vitales. La fortaleza del carácter moral se conserva cuando rehusamos lo que no es importante.
Sin un control firme del tiempo, el líder trabaja bajo una tensión que no es necesaria. Aun cuando el líder haya hecho todo lo posible para cumplir con sus obligaciones diarias, muchas áreas de trabajo seguirán pendientes. El líder es responsable sólo de lo que está dentro del alcance de su control. El resto lo debe confiar a nuestro amante y competente Padre celestial.
La dilación, es el ladrón de tiempo, es una de las armas más potentes del diablo para defraudarnos del patrimonio eterno. La costumbre de «postergar» es fatal para el liderazgo espiritual. Su poder reside en nuestra renuencia en lidiar con las decisiones importantes. El tomar decisiones, y actuar sobre ellas, siempre requiere energía moral. Pero el pasar del tiempo nunca hace que la acción sea más fácil; es todo lo contrario. La mayoría de las decisiones son más difíciles un día después, y puede que también se pierda una ventaja por dicha demora.
«Hágalo ahora» es un lema que ha guiado a muchas personas al éxito en el mundo, y es igualmente pertinente en los asuntos espirituales. Un método útil para vencer la dilación es establecer fechas límites, y nunca perder ni postergar aunque sea una.

EL LÍDER Y LA LECTURA

Trae, cuando vengas, ...los libros, mayormente los pergaminos. 2 Timoteo 4:13
La lectura hace n un hombre completo; el idioma, lo hace preparado; la escritura, lo hace exacto. Francis Bacon
EL CONSEJO DE PABLO A TIMOTEO "Ocúpate de la lectura” seguramente se refería a la lectura pública del Antiguo Testamento. Pero el consejo de Pablo es más apropiado para otros temas de lectura también. Los libros de Pablo -los que quería que Timotéo le trajera - probablemente eran obras de la historia de los judíos, explicaciones de la ley y los profetas, y quizás algunos de los poetas paganos que Pablo citara en sus sermones y disertaciones. Habiendo sido un estudiante hasta el fin, Pablo quería dedicar tiempo al estudio.
Durante su encarcelamiento y poco antes de su martirio en 1536, William Tyndale le escribió al gobernador general pidiéndole que le enviara algunos artículos:
Una gorra más abrigada, una vela, un pedazo de tela para remendar mis polainas... Pero, especialmente, le suplico e imploro que en su clemencia urja al Procurador a fin de que bondadosamente me permita tener mi Biblia en hebreo, mi gramática hebrea y diccionario hebreo, para que yo pueda dedicar tiempo a estudiar con ellos.
Tanto Pablo como Tyndale dedicaron sus últimos días en la tierra al estudio de pergaminos. Los líderes espirituales de cada generación deben tener una pasión consumidora por conocer la Palabra de Dios mediante el estudio diligente y la iluminación del Espíritu Santo. Pero en esté capítulo nuestro interés especial será la lectura complementaria del líder.
El líder que procura crecer espiritual e intelectualmente debe leer constantemente. Los abogados deben leer continuamente para mantenerse al día con las leyes de los diferentes casos. Los médicos deben leer para mantenerse al corriente con el mundo siempre cambiante del cuidado de la salud. Por lo tanto, el líder espiritual debe adquirir dominio de la Palabra de Dios y sus principios y también conocer las mentes de los que acuden al líder para que los guíen. Para lograrlo, el líder debe tener una vida activa en la lectura.
En la actualidad, la práctica de leer los clásicos espirituales va en declive. Hoy tenemos más ratos de ocio que nunca antes en la historia, pero muchas personas dicen que no tienen tiempo para leer. Un líder espiritual no puede usar esa excusa.
Los líderes deben determinarse a pasar un mínimo media hora por día leyendo libros que alimentan el alma y estimulan la mente. En una serie perspicaz sobre el uso y abuso de los libros… A. W. Tozer dice:
¿Por qué el cristiano de hoy halla que la lectura de los grandes libros está más allá de su alcance? Seguramente que la capacidad intelectual no disminuye de una generación a otra. Somos tan inteligentes como nuestros padres, y cualquier pensamiento que ellos puedan abrigar, nosotros también podemos abrigarlo si estamos lo suficientemente interesados en hacer el esfuerzo. La principal causa de la declinación en la calidad de la literatura cristiana actual no es intelectual sino espiritual. El gozar de un gran libro religioso requiere un grado de consagración a Dios y separación del mundo que pocos cristianos modernos tienen. Los primeros padres cristianos, los místicos, los puritanos, no son difíciles de entender, pero ellos habitan las tierras altas donde el aire es vigorizante y enrarecido, y ninguno excepto los enamorados de Dios pueden llegar allí.... Una razón por la que la gente no puede entender los grandes clásicos cristianos es que trata de entenderlos sin ninguna intención de obedecerlos.
¿PARA QUÉ LEER? La famosa regla de Bacon para leer era: «No lea para contradecir o refutar, ni para creer o dar por sentado, ni para hallar conversación o discurso, sino para ponderar y considerar. Algunos libros deben ser probados, otros tragados, y unos cuantos masticados y digeridos.»4 Efectivamente, si leemos sólo para llenar nuestras mentes de ideas, para sentimos superiores a otros, o para hacer ver que tenemos educación, entonces nuestra lectura será inútil y vana.
El líder espiritual debe escoger libros para su beneficio espiritual. Los líderes espirituales también deben leer para el crecimiento intelectual. Esto requiere libros que prueben el ingenio, provean nuevas ideas, desafíen suposiciones y sondeen complejidades.
El líder debe leer para cultivar su estilo de predicación y escritura. Para ese fin, nada puede igualarse a los escritos de aquellos maestros que aumentan nuestros vocabularios, nos enseñan a pensar y nos instruyen en el arte de expresarnos en forma incisiva y apremiante.
El líder debe leer para tener comunión con las grandes mentes. Mediante los libros mantenemos comunión con los grandes líderes espirituales de todos los siglos.
Si a un hombre se lo conoce por las personas con quienes anda así también su carácter se refleja en los libros que lee. La lectura de un líder es la expresión exterior de sus deseos y aspiraciones interiores. La enorme cantidad de títulos que salen de las imprentas hoy hace que la elección analítica sea imprescindible. Sólo podemos darnos el lujo de leer lo mejor, sólo lo que vigoriza nuestra misión. Nuestra lectura debería ser regulada por quienes somos y lo que intentamos realizar. .
La lectura de una buena biografía forma parte importante de la educación de un cristiano. Le provee una cantidad incontable de ilustraciones para usar en su propio servicio. Aprende a evaluar la verdadera dignidad de carácter, a dar un vistazo a una meta de trabajo para su propia vida, a decidir la mejor forma de lograrla, el grado de abnegación que necesita para restringir aspiraciones indignas; y todo el tiempo aprende cómo Dios irrumpe en la vida dedicada para convertir en realidad sus propósitos divinos.
Un líder no debería contentarse con libros fáciles ni quedar satisfecho con leer sólo en su especialidad. Muriel Ormrod aconsejaba lo siguiénte: Es mejor que siempre abordemos algo que esté un poco más allá de nuestras capacidades. Siempre deberíamos tratar de leer algo diferente, no sólo de escritores con quienes estamos de acuerdo sino con los que estamos preparados para hacer batalla. Y no los condenemos sin consideración porque no están de acuerdo con nosotros; el punto de vista de ellos nos desafía a examinar la verdad y a probar los puntos de vista que presenten contra las Escrituras. Y no condenemos ni critiquemos a escritores de quienes hemos oído comentarios de segunda mano, o tercera mano, sin molestarnos a leer sus obras por cuenta propia... No tengamos miedo de las nuevas ideas, ni tampoco nos dejemos llevar por ellas.
El líder debe enfrascarse en libros que lo capaciten para un servicio y liderazgo superiores en el reino de Dios.
Cuando leemos aprendemos. Cuando meditamos en los temas de nuestra lectura arrancamos el fruto del árbol de los libros y añadimos nutrición a nuestras mentes y nuestros ministerios. A menos que nuestra lectura incluya seria consideración, será tiempo malgastado.
Spurgeon aconsejaba a sus estudiantes lo siguiente:
Conozca a fondo los libros que tiene. Léalos exhaustivamente. Penetre en ellos hasta que lo saturen. Léalos una y otra vez, mastíquelos y digiéralos. Haga que entren en su propio ser. Lea un buen libro con cuidado varias veces y tome notas y haga un análisis del mismo. El estudiante descubrirá que su constitución mental se verá más afectada por un sólo libro que ha logrado dominar que por veinte libros que sólo haya leído a la ligera. Se aprende poco y se logra mucho orgullo de la lectura apurada. Algunos quedan incapacitados por pensar que pueden dejar de lado la meditación para dedicarse al mucho leer. Cuando lea, haga que su lema sea: «Mucho, no muchos. »
Use las siguientes reglas para que su lectura valga la pena y sea provechosa:
Use poco tiempo para leer de lo que quiera olvidarse pronto. La costumbre de leer y olvidarse sólo fomenta la costumbre de olvidarse de otros asuntos importantes. Use la misma discriminación en elegir libros que en elegir amigos.
Lea con un lápiz y papel a mano. A menos que su memoria sea extraordinariamente retentiva, lo mucho que adquiera de leer se pierde en un día. Desarrolle un sistema de tomar notas. Esto ayudará mucho a la memoria.
Mantenga un «libro de notas personales»: un libro para registrar lo que es impresionante, interesante y digno de un segundo pensamiento. De esa forma acumulará un tesoro de material para uso futuro.
Verifique los datos históricos, científicos, etc. No pase ninguna palabra hasta que sepa el significado. Varíe la lectura para evitar que su mente se aburra del mismo tema. La variedad es tan refrescante para la mente como lo es para el cuerpo.
Correlacione sus lecturas: historia con poesía, biografía con novela histórica. Por ejemplo, cuando lea una historia de la guerra civil, lea la biografía de Abraham Lincoln o Ulises Grant y la poesía de Whitman.
Canon Yates aconsejaba que todo buen libro necesita tres lecturas. La primera debe ser rápida y continua, para dar a la mente una vista general y asociar el material del libro con conocimientos previos. La segunda lectura debe ser cuidadosa y de ritmo moderado, para tomar notas y pensar. Después de un intervalo de tiempo, una tercera lectura debe ser como la primera. Escriba un análisis del libro en el reverso de la portada posterior. Esta es la forma en que el libro hará una sólida impresión en su memoria.
Un pastor de una iglesia rural en Australia, a quien este escritor conocía, era un gran amante de los libros. Al principio de su ministerio se propuso desarrollar una congregación bíblica y teológicamente literata. Ayudó a sus feligreses a que aprendieran a amar los libros y los guió progresivamente hacia una literatura más profunda y más importante. Como resultado, muchos granjeros en ese distrito tienen bibliotecas importantes y una fe cristiana seria.
Más pastores deberían tratar de dirigir de esta manera, guiando a sus congregaciones hacia la lectura inteligente y a una fe mayor, más comprometida y más flexible.

CÓMO MEJORAR EL LIDERAZGO

Al igual que cualquier otra actividad que vale la pena, si el liderazgo puede mejorarse, debemos tratar de mejorarlo. Al hacerlo, nos preparamos a nosotros mismos para un servicio superior que quizás esté a la vuelta de la esquina, aunque no se lo vea en la actualidad.
No todos los cristianos son llamados a un liderazgo importante en la iglesia, pero todo cristiano es un líder, puesto que todos nosotros influimos a otros. Todos deberíamos esforzarnos por mejorar nuestro potencial de liderazgo.
El primer paso hacia el mejoramiento es reconocer las debilidades, efectuar correcciones, y cultivar los puntos fuertes. Hay muchas razones que explican por qué el liderazgo de la iglesia está por debajo de lo mejor, y quizás algunas de esas se apliquen a usted.
EJERCÍTESE PARA DIRIGIR Romanos 12:1 emite este imperativo para los líderes (Ro. 12:8). La Versión Moderna dice: «... El que gobierna, hágalo con solicitud....» ¿Muestra su liderazgo la intensidad típica de Jesús? Cuando los discípulos vieron al Maestro encendido de enojo justificado ante la profanación del templo de su Padre, se acordaron de sus escritos: «... El celo de tu casa me consume» (Jn. 2:17). Tan intenso era el celo de Jesús que sus amigos pensaron que había abandonado el sentido común (Mr. 3:21) y sus enemigos le acusaron de que tenía un demonio (Jn. 7:20).
Una intensidad similar marcó a Pablo en cada etapa de su vida. Adolph Deissman escribió: «El relámpago en el camino a Damasco encontró material inflamable en abundancia en el alma del joven perseguidor. Vemos que se elevan las llamas, y sentimos que el resplandor que se encendió entonces no perdió nada de su brillo en Pablo el anciano.» Debemos esforzarnos para que esa intensidad continúe a medida que nuestros años avanzan. La edad tiende a convertir las llamas en ascuas; el fuego siempre necesita combustible fresco.
MANTENIDO A PUNTO DE EBULLICIÓN Romanos 12:11 Este versículo señala a la dinámica para el servicio consecuente y celoso
CÓMO MEJORAR EL LIDERAZGO
Hudson Taylor, dice: Lo que es de suma importancia que haga es que
Mejore el carácter del trabajo
Profundice la piedad, devoción y éxito de los obreros.
Quite las piedras de tropiezo, en lo posible.
Aceite las ruedas donde se atasquen.
Rectifique lo que sea defectuoso.
Suplemente, en lo que se pueda, lo que falte.
Un consejo tan simple revela discernimiento en la responsabilidad de un líder. Un análisis destaca seis factores importantes que deben cuidarse.
Administración: para mejorar el carácter de la obra..El líder debe descubrir cuáles departamentos están funcionando por debajo de las normas y remediar el defecto. Esto quizás involucre el desarrollar nuevas descripciones de trabajo, o el establecer nuevos procedimientos de preparar informes y otras líneas de comunicación.
Tono espiritual: para profundizar la piedad, devoción y el éxito del obrero. El tono de la iglesia o misión será una reflexión de sus líderes. El agua se eleva hasta el nivel de su origen. La salud espiritual del grupo de líderes debería ser la preocupación principal entre la jerarquía superior del liderazgo. La satisfacción del trabajo es también importante. Si los líderes pueden mostrar a sus colegas métodos para mejorar el éxito, el sentido de satisfacción de ellos se reflejará en un mejoramiento en la calidad de su trabajo.
La moral del grupo: para quitar las piedras de tropiezo. La desavenencia entre los miembros de un equipo debería mantenerse en un mínimo. Cuando se descuidan los problemas, el estado de ánimo decae y el rendimiento disminuye. Si el problema tiene solución, debería ponerse en ejecución de inmediato. Si el problema es una persona, debería tratarse con el delincuente tan pronto como los hechos se aclaren, no importa quien caiga. Por supuesto, el problema o la persona debería tratarse con consideración y cariño, pero la obra de Dios no puede sacrificarse para mantener la paz.
Relaciones personales: engrase las ruedas que se frenan. Es de vital importancia que haya relaciones estrechas entre los miembros de un equipo. Algunos obreros prefieren admmistrar; otros quieren amar a las personas. Sólo estos últimos son líderes. En el trato con las personas, la aceitera es mucho más eficaz que la botella de ácido.
Resolución de problemas: rectificar lo que sea defectuoso. Una de las principales obligaciones de los líderes es resolver los problemas difíciles dentro de la organización. Crear problemas es fácil; solucionarlos es difícil. El líder debe enfrentar los problemas realísticamente, y darles seguimiento hasta que se logre la solución.
Planificación creativa: El criticar los planes es más fácil que crearlos. El líder debe poder ver la meta con claridad, e implementar tac- ticas que conduzcan al éxito.
No debe permitirse que un elemento disidente o reaccionario determine el plan de acción del grupo contra el consenso de los líderes espirituales.
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Aqui quede
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EL COSTO DEL LIDERAZGO

...¿Podéis beber el vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Marcos 10:38
Aspirar al liderazgo en el reino de Dios requiere que estemos dispuestos a pagar un precio más alto del que los otros están dispuestos a pagar. El costo del lideraz-go es oneroso, y cuanto más eficaz sea el liderazgo, tanto más alto será el precio.
Quinton Hogg, fundador del Instituto Politécnico de Londres, dedicó una fortuna a la empresa. Cuando le pregun- taron cuánto había costado edificar esa gran institución, Hogg replicó: «No mucho, simplemente la sangre vital de un hom- bre.»1
Ese es el costo de todas las grandes realizaciones, y no se paga en una suma global. La realización se compra con un plan de pagos, que exige una nueva cuota cada nuevo día. Constantemente se cobran cantidades nuevas, y cuando los pagos cesan, el liderazgo se desvanece. Nuestro Señor enseñó que no podemos salvar a otros y a nosotros al mismo tiempo.
Samuel Brengle escribió:
El poder espiritual es el derrame de la vida espiritual, y como toda vida, tanto la del musgo y el liquen en la pared como la del arcángel ante el trono, proviene de Dios. Por lo tanto, los que aspiran al liderazgo pueden pagar el precio, y conseguirlo de Dios?
ABNEGACIÓN
Esta parte del costo debe pagarse todos los días. En la senda del liderazgo espiritual hay una cruz, y el líder debe llevarla. «... El [Jesucristo] puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos» (1 Jn. 3:16). Hasta el grado en que la cruz de Cristo esté sobre nuestros hombros y nuestras espaldas, así también la vida de resurrec- ción de Cristo se manifestará a través de nosotros. Si no hay cruz, no hay liderazgo.
«Y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de t~dos. Porque _el Hijo del Hombre no vino para ser servido, smo para servu, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mr. 10:44-45). Cada uno de los héroes de la fe en Hebreos 11 f~e. llamad_o al _sacrificio como parte de su servicio. Los que d1ngen la 1glesw deben manifestarse por la buena voluntad de abandonar las preferencias personales, de renunciar a los deseos legítimos y naturales por amor a Dios. Bruce Barton cita de un letrero que vio en una estación de servicio: «Vamos a arr~strarnos _debajo de su auto con más frecuencia para ensuoarnos mas que cualquiera de nuestros competidores.»3 Esa es la clase de servicio que el cristiano debe tratar de pres- tar. .
Samuel Zwemer recalcó que la única cosa que Cristo se esmeró en mostrar después de su resurrección fueron sus cica- trices.4 El} el camino a Emaús sus discípulos no lo reconocie- ron ni a El ni a s~ mensaje. No fue hasta que Jesús partió el pan que ellos posiblemente hayan visto sus cicatrices y se die- ron ~uenta de la persona que El era. Cuando Jesús se paró en medio del grupo de sus desmoralizados discípulos en el apo- sento alto después de la resurrección,«... les mostró las manos y el costado» (Jn. 20:20).
Las cicatrices son las marcas de autenticación del discipula- do y verdadero liderazgo espiritual. De cierto líder se dijo que «pertenec~a a esa clase de mártires primitivos cuya alma apa- swnada hizo un pronto holocausto del hombre físico.»5 Nada impresiona más a la gente que la marca de los clavos o la heri- d~ de la lanza. Esas ~arcas son pruebas de sinceridad que nmguno puede desafiar, como Pablo lo sabía bien: «De aquí en adelante, nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús» (Gá. 6:17).
¿No tienes cicatriz? ¿No hay cicatriz oculta en tu pie, costado o mano? Oigo que cantaste como poderoso en la tierra, Oigo que aclaman tu estrella ascendente y fulgurosa: ¿No tienes cicatriz?
¿No tienes herida? Sin embargo, yo fui herido por arqueros, consumido. Me incliné a un madero para morir, y fui rasgado Por bestias voraces que me rodeaban, y desfallecí: ¿No tienes herida?
¿No tienes herida, ni cicatriz? Sí, el siervo debe ser como el Maestro. Y traspasados serán los pies del que me siga; Pero los tuyos están sanos. ¿Puede haberme seguido por mucho quien no tenga herida o cicatriz?
Amy Carmichael Pablo se describió a sí mismo y su carga de la siguiente manera:
Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; En apuros, mas no desesperados; Perseguidos, mas no desamparados; Derribados, pero no destruidos;
Llevando en el cuerpo siempre por todas partes La muerte de Jesús, Para que también la vida de Jesús Se manifieste en nuestros cuerpos.
Porque nosotros que vivimos, Siempre estamos entregados a muerte Por causa de Jesús, para que también La vida de Jesús se manifieste En nuestra carne mortal.
SOLEDAD
2 Corintios 4:8-11
Nietzsche creía que la vida siempre se hace más difícil a medida que se acerca al cenit: el frío se hace más frío, el vien- to es más fuerte, la carga de las responsabilidades más pesa-
da? Debido a que el líder debe siempre estar adelante de sus
seguidores, vive .con la soledad. Aunque sea amistoso, hay
a~p~~tos de su VIda donde debe caminar solo. Dixon Hoste
s.mtw la soledad ~u.a_ndo Hudson Taylor se jubiló y colocó el
liderazgo de la MlSlon al Interior de la China sobre sus hom-
bros. De~pués de esa designación, Hoste dijo: «Y ahora no
tengo a runguno, a nadie sino a Dios.» Alü estuvo de pie en el monte con su Dios.
~osotros naturalmente disfrutamos y necesitamos ]a com- pama de otros, y queremos compartir con otros la pesada carga ~enuestra resp~I~sabilidady cuidado.Algunas veces es angustioso toma~· dectswnes rmportantes, de largo alcance y que afectan las v1das de nuestros queridos colegas en la obra,
Y debemos tomarlas solos. Moisés pagó el precio de este li- ?crazgo cu~doestuvo solo en la montaña, solo en la llanura,
mcomprendtdo y criticado.
. Los profetas del Antiguo Testamento eran hombres solita- no~. Enoc caminó solo cuando predicó acerca del juicio a una S~Ciedad,decadente. Su compensación era la presencia de Dws. Jor~as_estuvo solo en la va~taNínive, una ciudad pagana de un millon de. almas. El predicador más solitario de hoy es
1~ persona a quien ~e le ha confiado el mensaje antes de Jos :Iempos, un mensaJ~ que confronta el pensamiento de la
epoca.
El sociab.le Pablo era un hombre solitario, incomprendido por sus am1gos, ma! representado por sus enemigos, deserta- d? por sus convertidos. Cuán punzantes son sus palabras a Tm;oteo: «~a sabes esto, que me abandonaron todos los que estan en Asta...» (2 Ti. 1:15).
<~Ca~i todas las personas más grandes del mundo han sido s?lttanas», escribió A. W. Tozer. «La soledad parece ser el pre- CIO que el santo debe pagar por su santidad.» El líder debe ser una persona que, mientras acepta con mucho gusto la amistad Yel.apoyo de todos los que la ofrecen, tiene suficientes recur- s?s mtern~s..para quedarse solo, aun cuando enfrente la infle- XIble opostcion de no tener a «nadie sino a Dios».
Ad_el~ntesin aplauso de hermana ni de hija, Asr, sm apoyo de padre ni de hijo, Solo en la tierra, y sin hogar sobre las aguas, Paso yo en paciencia hasta que mi obra se acabe.
F. W. H . Meyers
FATIGA
«Al mundo lo administran hombres cansados.» Quizás esto sea una exageración, pero contiene un grano de realidad. Las exigencias del liderazgo agotan a la persona más robusta. Pero los cristianos saben dónde encontrar renovación. «Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día» (2 Co. 4:16). Aun Jesús se cansó en el ministerio, y tuvo que descansar (Jn. 4:6). Jesús sintió el flujo de su poder y el drenaje de sus recursos interiores, cuando la mujer necesitada tocó sus vestidos (Mr. 5:30). No se puede lograr un bien dura- dero sin este consumo de energía de nervios y fortaleza perso- nal. El espíritu del estado de bienestar no produce líderes. Si un cristiano no está dispuesto a levantarse temprano y traba- jar hasta tarde, dedicar mayor esfuerzo en el estudio diligente y trabajo fiet esa persona no va a cambiar a una generación. La fatiga es el precio del liderazgo. La mediocridad es el resul- tado de no cansarse nunca.
Douglas Thornton escribió al secretario de la Church Missionary Society:
¡Qué cansado estoy! He escrito solamente porque estoy demasiado fatigado como para estar trabajando ahora, y dema- siado cansado para dormir... Me estoy volviendo viejo prematu- ramente, me dicen, y los médicos no me dan mucho tiempo de vida a menos que la tensión afloje un poco. Mi esposa está más fatigada que yo. Necesita descanso completo por un tiempo... ¡Oh, cuánto quisiera que la iglesia allí se diera cuenta de la mitad de las oportunidades de hoy! ¿No oirá nadie el llamado? Por favor, haga lo que mejor pueda para ayudamos.8
Estos eran líderes misioneros cansados, que aprovechaban con ansias las oportunidades que pasaban velozmente en sus días.
CRÍTICA
«No hay ninguna otra cosa que elimine de tal forma la efi- ciencia, capacidad e iniciativa de un líder que la crítica des- tructiva... Tiende a obstaculizar y socavar el proceso de la forma de pensar de un hombre. Corta como con cincel su dig- nidad y destruye insidiosamente su confianza en su capaci- dad de enfrentar sus responsabilidades.»9
Ni_ngún líder vive un solo día sin que lo critiquen, y la humildad nunca se pondrá a prueba con más intensidad que cuando llegue la crítica.
En una carta a un joven pastor, Fred Mitchell escribió cierta vez:
Me alegra saber de que está tomando cualquier bendición que se pueda encontrar en la crítica que expresara en su contra, en cuyo caso aun su amargo ataque producirá dulzu- ra. Una frase que ha sido de gran ayuda a mi esposa y a mí es: «No importa lo que nos suceda a nosotros, pero nuestra reac- ción a lo que nos suceda es de vital importancia.» Pienso que
debe esperar que la crítica se intensifique, porque esto es inevi-
table con el aumento de las responsabilidades. Esto hace que
uno camine humildemente con Dios, y que haga lo que Él
10
desee.
Samuel.Brengle, notable por su sentido de la santidad, expe- rimentó el calor de la crítica mordaz. En vez de correr para defend~~se, r~spondió: «De todo corazón le agradezco por su reprenswn. P1er;so que la m~recía. ¿Querría usted, mi amigo, acordarse de mt en sus oraciOnes?» Cuando otro crítico atacó su vida espiritual, Bréngle contestó: «Le agradezco por criticar mi .":ida. Hizo que me hiciera _un examen de conciencia y medí-· tac10n, y que orara, lo cual s1empre me conduce a un sentido
más profundo de mi dependencia total de Jesús para la santi- dad de corazón, y a una comunión más dulce con Él.»11
Con semejante respuesta, la crítica se tornó de maldición en bendición, de desventaja en ventaja.
Pablo buscó el favor de Dios, no de la gente. Su arduo tra-
bajo no era para complacer a los que le rodeaban (Gá. 1:10). A
Pablo tampoco le perturbaba terriblemente la crítica. «Yo en
muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal
humano; ... pero el que juzga es el Señor» (1 Co. 4:3-4). Pablo
p~~ía darse el lujo de tomar livianamente los comentarios y
cnhcas de otros, porque su corazón pertenecía a Dios (Col. 3:22).
Pero el resultado de la indiferencia a la opinión humana unida a una vida espiritual débil será el desastre. La misma ind_ependencia de la opinión humana puede ser una ventaja
v~hos<~. p~ra la persona cuya meta en la vida sea la gloria de Dws. L1 mdo de Pablo estaba sintonizado a la voz de Dios, y
as voces humanas eran comparativamente tenues. No tenít~ miedo alguno de los juicios humanos, porque era consciente de que estaba ante un tribunal superior (2 Co. 8:21).
RECHAZO
El líder que sigue normas espirituales superiores quizás descubra que eptá siguiendo a su Maestro en la send_a _del re- chazo, porque El «a lo suyo vino, y los suyos no le reCibiera::».
J. Gregory Mantle cuent~ de un pastor c';ya c?ngregaCion rehusaba aceptar su mensaJe- El pastor quena gmar a su con- gregación a los delicados pastos y a las aguas de r~p_oso,pero ellos no querían. Las impías costumbres del coro hicieron que las cosas llegaran a un p_unto crítico,,Y el pasto~~vitó al coro a renunciar. El coro lo h1zo, y tamb1en persuadiD a la congre- gación a permanecer en silencio durante el canto el domingo siguiente. El pastor cantó solo. , . ,
Finalmente, al no saber que hacer, DIOs le hablo. En un banco del parque, vio un pedazo de un diario roto, que él le- vantó y leyó estas palabras: «Ningún horr:bre es totalmente aceptado hasta que, primera_mente, haya _sido to~al~ente re- chazado.» El pastor no necesitaba nada mas. Hab1a sido total-
mente rechazado por amor a Cristo, y el reconocer este hecho fue el comienzo de un ministerio fructífero. Rechazado por la gente, había sido aceptado por Dios. .
Cuando en respuesta al claro llamamiento de DIOs, A. B. Simpson renunció al pastorado, aprendió el sigt;ificado de «destituido, despreciado, abandonado». Abandono un s~eldo cómodo, un cargo como pastor principal en una gra~ CI';!dad de Estados Unidos, y todo reclamo a la ayuda denommaciOnal para su obra, cuya validez todavía no había !?robado. No tenía partidarios, ni organización, ni recursos, temendo que n;ante-
ner a una familia numerosa, y con todos los cercanos a el pre- diciendo el fracaso. A menudo dijo que miraba las piedras en las calles para encontrar la compasión que le habían negado los amigos que apreciaba mucho. . , . .
«La escabrosa senda del rechazo total la cammo sm queJar- se, y con regocijo. Sabía que aunq_u~ él... estaba pasando por fuego y agua, éste era el cam~? d_IVmamente de~Ignado para llegarallugardelariqueza.» S1mpsonf~egmadoadicho lugar. Cuando murió, había establ~~ido cmco es~u~l~~ par~ adiestrar misioneros, cientos de misiOneros en dieCiseis pm- ses, y muchas iglesias en los Estados Unidos y Canadá que
ejercieron una influencia espiritual que fue más allá de las congregaciones.
«A menudo la multitud no reconoce a un líder hasta que se ha ido, y luego le erigen un monumento con las piedras que le arrojaron cuando estaba en vida.»13
PRESIÓN Y PERPLEJIDAD Ingenuamente pensamos que cuanto más crezcamos como
cristianos, tanto más fácil nos será discernir la voluntad de Dios. Pero el caso a menudo es el contrario. Dios trata al líder maduro como a un adulto maduro, dejando cada vez más decisiones a su discernimiento espiritual y dando menos deta- lles de dirección tangible que en años anteriores. La perpleji- dad resultante inevitablemente aumenta la presión en un líder.
D. E. Hoste le dijo a un amigo:
¡La presión! Va continuamente de etapa en etapa, [cambian-
do] con cada período de su vida... Hudson Taylor [cierta vez]
dijo de cómo en sus años jóvenes las cosas le venían con tanta
claridad, con tanta rapidez. «Pero -dijo- ahora, a medida
que he continuado y Dios me ha usado cada vez más, a menu-
do me parece que·soy como un hombre que camina en la nie-
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bla. No sé lo que debo hacer.» Pero cuando llegaba el momento de actuar, Dios siempre
respondía a la confianza de su siervo.
EL COSTO PARA LOS DEMÁS La gente que está cerca de un líder también paga un precio,
a veces un precio más gravoso. Fred Mitchellle escribió a sus hijos cuando aceptó la invitación de ocupar el cargo de direc- tor británico de la Misión al Interior de la China:
He tenido muchas penas en mi corazón, y todavía sigue siendo uno de mis principales pesares el no haber podido dedi- car más de mi tiempo a la mamá y a ustedes hijos. La cosecha es grande y los obreros pocos, lo que significa que he sentido muchos llamados. No justifico mi negligencia, pero cualquier
sacrificio que hayan hecho por amor a nuestro querido Señor Jesus no ha quedado sin recompenza
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