Ciudadanos del cielo - El retorno
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Transcript
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo.
INTRODUCCIÓN:
INTRODUCCIÓN:
Nosotros somos ciudadanos del cielo, y como tales tenemos un idioma, una identidad y una familia.
Y si bien somos ciudadanos del cielo, todavía no llegamos, somos pasajeros en transito, o como lo dice la Biblia, somos peregrinos y extrangeros.
La patria celestial
La patria celestial
Este deseo de ir al cielo, no es algo de este tiempo ni de los cristianos solamente, el pueblo de Israel, tiene la misma esperanza, y esta esperanza es actual y está vigente para nosotros hoy.
Preguntarán por el camino de Sión, y hacia allá se encaminarán. Vendrán y se aferrarán al Señor en un pacto eterno, que ya no olvidarán.
Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria.
Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella.
Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar.
Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.
Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios.
Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.»
Peregrinos y extrangeros
Peregrinos y extrangeros
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
Debemos confesar que somos extrangeros y peregrinos. No nos olvidemos que estamos de paso. Muchas veces nos distraemos y nos olvidamos porque le damos lugar a nuestros deseos pecaminosos.
Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida.
Tomamos una actitud autodestructiva al querer vivir por la eternidad en esta etapa de la vida. Peleamos por cosas que se van a echar a perder con el paso del tiempo.
¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?
El diablo sigue tentandonos con las cosas de esta vida, para que no nos querramos ir.
Por eso también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, sufrió fuera de la puerta de la ciudad. Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento, llevando la deshonra que él llevó, pues aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad venidera.
No tenemos nada permanente en este lugar para querer quedarnos. Todo lo que vemos, tenemos, que amamos, por lo cual luchamos y nos esforzamos toda la vida, es temporal se va a deshacer.
Por qué aferrarnos a lo que se va a terminar hundiendo.
Dejando la carpa
Dejando la carpa
De hecho, sabemos que si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas.
Mientras tanto suspiramos, anhelando ser revestidos de nuestra morada celestial,
porque cuando seamos revestidos, no se nos hallará desnudos.
Realmente, vivimos en esta tienda de campaña, suspirando y agobiados, pues no deseamos ser desvestidos sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
Esta es nuestra esperanza. Por qué aferrarnos a una carpa, si tenemos una casa firme y eterna.
Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día.
Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.
Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.
Fíjense bien en el misterio que les voy a revelar: No todos moriremos, pero todos seremos transformados,
en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados.
Porque lo corruptible tiene que revestirse de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad.
Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido devorada por la victoria.»
Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.
CONCLUSIÓN:
CONCLUSIÓN:
Cuando allá se pase lista
En aquel dia sin nieblas,
en que muerte ya no habra,
y su gloria el Salvador impartirá;
Cuando los llamados entren
a su celestial hogar,
y que sea pasada lista, allí he de estar.
///Cuando allá se pase lista;///
A mi nombre yo feliz responderé.
Trabajemos por el maestro,
desde el alba al vislumbrar;
Siempre hablemos de su amor y fiel bondad.
Cuando todo aqui frenezca
y nuestra obra cese ya,
y que sea pasada lista, allí he de estar.
///Cuando allá se pase lista;///
A mi nombre yo feliz responderé.
Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.