La Mortificación del Pecado 5º parte.
Introducción/ repaso:
Si el corazón humano es comparado con un jardín, entonces, la mortificación puede ser comparada con la obra de quitar la maleza que pudiera impedir el crecimiento de las plantas de la gracia. Piense en un jardín en donde una hermosa planta ha sido plantada. Si el jardín es deshierbado regularmente, entonces la planta florecerá. Sin embargo, si la maleza es dejada, entonces la planta estará enferma, medio seca e inútil. En donde la mortificación no destruye la maleza del pecado, las plantas de la gracia de Dios están listas para morir (Apo. 3:2). Ellas estarán secas y decayendo. Tal corazón es como el campo del perezoso; está tan crecido con la maleza, que apenas se puede ver el maíz bueno. Cuando usted mira a tal corazón, las gracias de fe, amor y celo están presentes; sin embargo, están tan debilitadas y cubiertas con la maleza del pecado, que son de muy poca utilidad. Si tal corazón es limpio de la maleza del pecado (por la mortificación); entonces, estas plantas de la fe, el amor y el celo comenzarán a florecer y estarán preparadas para toda buena obra.
Una introducción a la práctica de la mortificación.
Supongamos que tenemos a un creyente verdadero que encuentra en sí mismo un pecado poderoso, que le lleva en repetidas ocasiones a un estado de cautiverio, que atribula su corazón, y que le impide su comunión con Dios, estorbando en forma general su paz. Este pecado que mora en él, inquieta su conciencia y aún le expone al peligro de ser endurecido, debido al engaño del pecado. La pregunta que surge es: ¿Qué debe hacer el creyente en este caso? ¿Cuál camino debería tomar para tratar con este deseo pecaminoso que repetidamente impide su vida espiritual y crecimiento? ¿Cómo puede el creyente matar este deseo pecaminoso de tal manera que aunque no sea destruido del todo, sin embargo sea capaz de triunfar en una forma general sobre él y pueda disfrutar su comunión con Dios?
¿Cómo se mortifica el pecado?
Cinco cosas que la mortificación del pecado no significa.
1. Mortificar un pecado no significa destruirlo completamente, ni erradicarlo definitivamente del corazón.
2. Mortificar un pecado no significa tratar de disfrazarlo.
Tristemente debemos reconocer que una persona puede dejar en forma externa la práctica de muchos pecados, mientras que sigue deseando hacerlos. Otras personas pueden pensar que esa persona ha sido cambiada, pero tal persona solamente ha añadido a sus pecados anteriores, el horrible pecado de la hipocresía y así ha encontrado el camino más seguro que le conduce al infierno.
3. La mortificación del pecado no significa el cultivo de una naturaleza tranquila y quieta.
4. Un pecado no ha sido mortificado cuando simplemente ha sido desviado hacia otra dirección.
5. La conquista ocasional del pecado tampoco significa la mortificación.
Un pecado brota y trae el terror a la conciencia del escándalo y el temor de la desaprobación divina. Esto puede tener el efecto de despertar a la persona de su sueño espiritual y por un tiempo llenarle con aborrecimiento hacia ese pecado y ponerle en guardia contra él. Sin embargo, el pecado permanece como no mortificado. Este pecado es como un enemigo que se ha introducido secretamente en el campamento y ha asesinado a uno de los capitanes. De inmediato los guardias se ponen en alerta y buscan en todo el campamento para encontrar al enemigo. Pero el enemigo se esconde a sí mismo mientras que los guardias le buscan por todas partes. Por un tiempo pudiera parecer que el enemigo ha desaparecido, pero el está a salvo y esperando otra oportunidad para hacer lo mismo nuevamente.
el pecado es engañoso y estará contento de permanecer quieto por algún tiempo y dar la apariencia de haber sido mortificado. Pero en realidad está muy lejos de haber sido mortificado y tarde o temprano saltará con vida otra vez
Conclusión:
Por medio de estos y muchos otros caminos, las pobres almas pueden engañarse a sí mismas y pensar que han mortificado sus malos deseos, cuando en realidad sus pecados aún están vivos y están en espera de una ocasión oportuna para brotar y enturbiar su paz.