Tres libertades de los cristianos

No podemos dejar decir lo que hemos visto y oido  •  Sermon  •  Submitted
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«Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído» (4:18–20).

INTRO

El problema no eres tú, es la verdad que tu cargas, la verdad que tu crees, el problema es el NOMBRE DE JESUS. A los discipulos no le dijeron que no enseñasen ni hablasen sino que no lo hicieran en el nombre de Jesús que no mencionaran el nombre de Jesús.
Esta respuesta de los apóstoles ante la demanda de las autoridades de cesar de predicar es en extremo significativa. Tiene repercusiones para nuestra plena comprensión de la naturaleza y límites de la autoridad civil. Roy Clements.
Siempre ha supuesto un problema para los estudiosos de la política el determinar hasta qué punto los individuos deben obedecer al estado.
Los Juicios de Núremberg o Procesos de Núremberg (en alemán, Nürnberger Prozesse) fueron un conjunto de procesos judiciales emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas vencedoras al final de la Segunda Guerra Mundial, en los que se determinaron y sancionaron las responsabilidades de dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler en los diferentes crímenes y abusos contra la humanidad
en el que fueron procesados muchos criminales de guerra de la Alemania Nazi, algunos de aquellos oficiales se confesaron «no culpables» argumentando que se les había ordenado hacer lo que habían hecho y por lo tanto no debían ser tenidos por responsables de lo que había ocurrido.
Con estas palabras, estaban apelando a un punto de vista acerca del estado que es muy antiguo y que encuentra una de sus expresiones más extremistas en el fascismo. Esta opinión consiste en que el estado tiene existencia y voluntad propias con las que cada ciudadano debe cooperar o perecer; los individuos existen para servir al estado.

COMO LOS CRISTIANOS DEBEMOS VER AL ESTADO O GOBIERNO

Lo que Pedro y Juan dicen aquí, no obstante, implica que los cristianos deben rechazar esa forma de ver el estado. No podemos tratarlo como una autoridad absoluta a la cual deben obedecer los ciudadanos. Más bien, como ciudadanos cristianos, nos reservamos el derecho a desobedecer a la autoridad civil si ésta sobrepasa su papel legítimamente otorgado por Dios.
Rom 13:1 El creyente frente al gobierno
Todos deben respetar la autoridad del gobierno, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Los que están gobernando ahora fueron puestos por Dios.
Rom 13:2 Por lo tanto, quien se pone en contra de las autoridades también se pone en contra de lo que Dios ha ordenado, y será castigado.
Analicemos cuidadosamente los motivos que los apóstoles mencionan para justificar su férrea oposición.

PRIMERO APELAN A LA LIBERTAD DE CONCIENCIA. «Juzgad si es justo»

de lo que se deduce «y nosotros juzgaremos también». Nadie debería hacer nada que en el fondo de su corazón sabe que es malo. Pedro y Juan no abandonaron la predicación del evangelio por la misma razón por la que los oficiales nazis acusados debieron haber rehusado llevar a los prisioneros a la cámara de gas: por una cuestión de conciencia.
Los hombres y las mujeres son seres responsables; deben juzgar por sí mismos lo que es correcto y no pueden permitir el ser manipulados por otros como si fueran marionetas.
Desmond Thomas Doss (Lynchburg, Virginia; 7 de febrero de 1919-Piedmont, Alabama; 23 de marzo de 2006) fue el primer objetor de conciencia en recibir la Medalla de Honor y uno de los tres únicos objetores que recibieron tal honor (los otros dos fueron Thomas W. Bennett y Joseph G. LaPointe, Jr.). Doss fue un cabo (soldado de primera clase cuando recibió su Medalla de Honor por actos heroicos) del ejército de los Estados Unidos asignado al destacamento médico, 307.ª de Infantería, 77.ª División de Infantería.
Después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, se empleó en un astillero en Virginia haciendo trabajo de astillero.3​ Se enlistó y entró al servicio militar el 1 de abril de 1942 en el campo Lee, Virginia.4​ Fue enviado a Fort Jackson en Carolina del Sur para entrenar con la 77.ª División de Infantería reactivada. Mientras tanto, su hermano Harold Doss sirvió a bordo del USS Lindsey. Se negó a matar a un soldado enemigo o llevar un arma al combate debido a sus creencias personales como adventista del Séptimo Día por lo que recibió el repudio y burla de sus pares.5​ En consecuencia, se convirtió en un paramédico asignado al 2.º Pelotón, Compañía B, 1.er Batallón, 307.ª Infantería, 77.ª División de Infantería.
Mientras servía con su pelotón en 1944 en Guam y las Filipinas, le concedieron una medalla de la estrella de bronce por ayudar a los soldados heridos bajo fuego. Durante la batalla de Okinawa, salvó alrededor de 75 soldados de infantería heridos encima del acantilado de Maeda. Fue herido cuatro veces en Okinawa y evacuado el 21 de mayo de 1945 a bordo del USS Mercy. Así, Doss ayudó a su país al salvar las vidas de sus compañeros, al mismo tiempo que cumplía con sus convicciones religiosas.
2. La voz de su conciencia: «No podemos menos de decir lo que hemos visto y oído».
(A) Sentían en su interior una convicción inamovible que había cambiado en santa fortaleza su humana fragilidad. Los que mejor pueden hablar de Cristo son los que han experimentado el poder de su gracia.
(B) Sabían que tenían una misión de la que dependía la salvación de las almas. Si sólo en Cristo hay salvación (v. 12), ¿cómo habían de callar?
Eran además cosas que habían visto y oído. ¡Testigos de primera mano! Si ellos no hablaban, ¿quién podría hacerlo?, ¿quién querría hacerlo?

EN SEGUNDO LUGAR, APELAN A LA LIBERTAD RELIGIOSA.» Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios»

Las convicciones de Pedro y Juan eran de naturaleza religiosa, arraigadas en sus convicciones acerca de Dios, y se trata en verdad del tipo de compromiso religioso que demanda una lealtad incondicional. Si una persona cree que Dios le pide algo, no puede rehuirlo, incluso aunque el estado se lo prohiba; porque no hacerlo convertiría al estado en un ídolo que ocupa el lugar de Dios en su escala de prioridades.
Los apóstoles los escucharon y mostraron respeto a la autoridad que tenían como representantes del pueblo, pero les hicieron saber que su obligación era obedecer a un mandato superior, el de Dios mismo. Tenían que darle prioridad antes que a ellos y dar testimonio público de lo que habían visto y oído
Los hombres que integraban el sanedrín creían que ellos hablaban por Dios. Pero, en vista del milagro que no podían negar, y del testimonio que daba Pedro acerca de Cristo resucitado, ¿en verdad creían que su mandato de guardar silencio podría ser obedecido? Pedro y Juan le obedecerán al Dios que levantó a Jesús de entre los muertos y no a los incrédulos que trataban de negarlo.
Los apóstoles habían visto las obras y habían escuchado las palabras del Mesías. Vieron a Jesús resucitado de entre los muertos. ¿Cómo podían guardar silencio cuando su Señor los había llamado y los había habilitado para ser testigos? ¿Y cómo podemos nosotros guardar silencio cuando debemos responderles a los que tratan de negar a Jesús?
63. Las Cruzadas: ¿Guerras en nombre de Dios?
Stg 4:1–2; Ef. 6:12; Mt 6:19–20; Mr 10:21; Stg 1:27.
Una de las acusaciones más frecuentes que se realizan contra el cristianismo, o contra las religiones en general, es el hecho de que ‘en nombre de Dios’ se hayan llevado a cabo numerosas guerras. Las cruzadas son un ejemplo de esto. Fueron campañas militares impulsadas por los papas de la Baja Edad Media, entre los años 1099 y 1291 principalmente, con el objetivo de conquistar a los musulmanes los territorios considerados como ‘Tierra Santa’. Con la cruz como emblema y autodenominándose ‘soldados de Cristo’ miles de cruzados arrebataron la vida a miles de ‘infieles’, fueran judíos, musulmanes, o sencillamente enemigos políticos del papa de turno.
Michael Ots, cuenta que, cuando cursaba su enseñanza secundaria, su profesor de matemáticas le ridiculizó por ser cristiano diciéndole: «La mitad de las guerras del mundo son culpa de la religión, así que la religión la quiero bien lejos», a lo que Michael contestó: «Entonces, si hay guerras que son culpa del dinero, ¿también lo quieres bien lejos?».
La verdadera religión no busca conquistar territorios o conseguir dinero, sino conquistar almas para Cristo y hacer tesoros en el cielo.
Aplicación:
Guerra: Los cristianos hemos sido llamados a ser pacificadores, a presentar con mansedumbre defensa de nuestra fe. Nuestra única guerra es espiritual, la guerra militar busca otros intereses, no los de Dios.
Religión: La religiosidad que agrada a Dios no es un fanatismo irracional que comete atrocidades en su nombre, sino un estilo de vida en el que se practica la justicia y la misericordia.[1]
[1] Sonia Martínez, 100 ilustraciones sobre la historia de la Iglesia, ed. Tony Segar y David Vela (Bellingham, WA: Tesoro Bíblico Editorial, 2017).

EN TERCER LUGAR, APELAN A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN«Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído»

Un hombre, o una mujer, que sabe que ciertas cosas son verdaderas, debe dar testimonio de lo que sabe; si no, sacrificará su dignidad e integridad humana. «Haced que estos callen—dijo Jesús a sus discípulos—y las piedras clamarán».
La verdad es más importante que la conveniencia de las autoridades civiles; la censura del evangelio es, en este sentido, inaceptable.
El ciudadano cristiano, debido a esta forma de entender el mundo, se reserva el derecho a la desobediencia civil en situaciones en que el estado se exceda en el cumplimiento de la misión que Dios le ha otorgado.
Ellos no originaron este mensaje; ellos meramente lo relataron como testigos confiables.
Luc 3:7 Cuando las multitudes acudieron a Juan para que los bautizara, les dijo: —¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira de Dios que se acerca?
Luc 3:8 Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios. No se digan simplemente el uno al otro: “Estamos a salvo porque somos descendientes de Abraham”. Eso no significa nada, porque les digo que Dios puede crear hijos de Abraham de estas mismas piedras.
Luc 3:9 Ahora mismo el hacha del juicio de Dios está lista para cortar las raíces de los árboles. Así es, todo árbol que no produzca buenos frutos será cortado y arrojado al fuego.
Luc 3:10 Las multitudes preguntaron: —¿Qué debemos hacer?
Luc 3:11 Juan contestó: —Si tienes dos camisas, da una a los pobres. Si tienes comida, comparte con los que tienen hambre.
Luc 3:12 Hasta los corruptos recaudadores de impuestos vinieron a bautizarse y preguntaron: —Maestro, ¿qué debemos hacer?
Luc 3:13 Él les contestó: —No recauden más impuestos de lo que el gobierno requiere.
Luc 3:14 —¿Qué debemos hacer nosotros? —preguntaron algunos soldados. Juan les contestó: —No extorsionen ni hagan falsas acusaciones, y estén satisfechos con su salario.
Luc 3:15 Todos esperaban que el Mesías viniera pronto, y tenían muchas ganas de saber si Juan era el Mesías.

CONCLUSION

De hecho, el estado, en su confrontación con la iglesia, sólo tiene tres alternativas: la persecución, la conversión o la tolerancia.
Ninguna, pienso, es realmente satisfactoria para el cristiano; ni siquiera la conversión, como se demuestra en el período constantiniano. La iglesia no es una institución secular y, por tanto, quizás será siempre algo anormal en nuestra era; una piedra de tropiezo para cualquier contexto político.
Lo que ningún estado podrá conseguir nunca es silenciar a los cristianos.
Porque éstos, aun siendo leales a su nación y respetuosos con sus gobernantes, son ciudadanos del cielo en primer lugar, y obedecen a Dios antes que a los hombres.
Por desgracia, en aquellas ocasiones a lo largo de la historia en que la iglesia cristiana ha ejercido el poder político, no siempre ha permitido la libertad que Pedro y Juan solicitaban aquí para ellos. En sus enfrentamientos con los herejes y los infieles, ha sido en ocasiones instigadora de persecuciones.
1Jn 1.1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
1Jn 1:2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);
1Jn 1:3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
1Jn 1:4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
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