¿En qué está basada tu fe?
philandros
2 Co. 2:14
Llena tu vida, llena tu hogar de este tipo de palabras. No escatimes palabras de bendición. Levanta a tus hijos todos los días con estas palabras. Levanta a tu hermano/a con estas palabras. Ya escuchan mucho negativo en el mundo, ya reciben mucha depresión verbal en la calle, en el colegio, en los medios.
La palabra hablada es muy buena. Pero hay algo que necesita la palabra para que sea más poderosa, y es el ejemplo de quien la transmite. Porque quizá no recuerde en el futuro las palabras, pero sí el modelo que tuve, el ejemplo, la imagen visual constante.
p 96 La palabra está muy buena, es poderosa, ¿pero cuál es el modelo de vida? ¿Cuál es el respaldo ejemplar que tiene? Una de las características de Jesús que hemos mencionado mucho es que no había incoherencia entre lo que Jesús decía y lo que hacía. Sus palabras eran una extensión de su vida. De modo que la gente decía, que éste hablaba con autoridad y no como los fariseos. Y la vida de Jesús marcó positivamente a la gente.
Ahora, no pretendas hacerlo con palabras solamente. Hablar es muy fácil. Hay gente que tiene una especial habilidad para hacerlo. Le salen palabras fácilmente, engañan con palabras. Hacen grandes promesas… Pero luego hacen todo lo contrario. La gente, por lo tanto, hay desconfía de las palabras de la gente. Desconfía de los políticos, desconfía de los sociólogos, desconfía de los religiosos.
Y si tú vienes con un gran discurso, con lindas palabras, con gran elocuencia, difícilmente vas a convencer a alguien. Te van a mirar con sospecha. Te van a decir “sí, sí…” para sacarte de encima, pero tus palabras, aunque sean verdaderas, no van a ser escuchadas.
Entonces la pregunta del millón es, ¿el evangelio marcó tu vida? ¿Cambió radicalmente tu vida? ¿Lo que dices, tus palabras, tus consejos, tu predicación, ¿es una extensión de tu vida, es lo que tu vives a diario, o es lo que deberías hacer, lo que deberías vivir primero tú? ¿Son esas palabras que transmites una fachada religiosa en tu vida, o es la explicación de tu vida, o cómo lograste vivir como vives? ¿Cómo fuiste transformado/a de una vieja manera de vivir y cómo vives ahora?
De nuevo la pregunta original: ¿en qué basas tu fe?
“De cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero” (1:10).
Tesalónica era una ciudad particularmente llena de paganismo, de idolatría, de falsos dioses. El impacto que produjo el cambio de dioses en los tesalonicenses. Dejaron todo un mundo de idolatría, para recibir al único Dios verdadero. Y cuando uno cambia de Dios cambia toda tu vida.
justificación, santificación y redención
III. JACTANCIA EN DIOS (1 CO. 1:31)
El género de sabiduría que hayamos en Dios es ciertamente diferente a la que brinda el mundo. La sabiduría de Dios no tiene que ver con ser ingenioso ni con posición social ni conretórico. La sabiduría de Dios tiene que ver con la savación por medio de Cristo Jesús, y es la sabiduría que relamente vale.
No es una sabiduría divorciada de implicancias éticas. Jesús nos redime del pecado y nos lleva a la santidad, a un estilo de vida diferente. Nuestra vida debe entregarse en las manos de Dios.
Ahora, esta sabiduría que Dios reveló en la obra de la cruz de Jesucrito tiene un propósito: “Para que el que se gloríe, gloríese en el Señor”.
La cita es de Jeremías 9:24. En rigor es una adaptación y resumen de la palabra de Dios que vino en su momento a través del profeta, que dice: “Así dice el SEÑOR: No se gloríe el sabio en su sabiduría, ni se gloríe el poderoso en su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza, más el que se gloríe, gloríese en esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el SEÑOR que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco –declara el SEÑOR”.
El mundo se jacta de sus propias proezas, de sus propios logros, de sus alcances y metas logradas. El rico se jacta de su riqueza y poder. El poderoso se jacta del capital que tiene, hace ostentación del personal que maneja, de la empresa, de su mansión, etc. Inclusive el sabio se jacta de sus conocimientos: el científico de sus títulos, el hombre de letras de sus amplios y enciclopédicos conocimientos. Pero por bueno que pueda ser esto, no es la prioridad que Dios tiene para nosotros. Si quieres jactarte de algo, Dios mismo te dice en qué puedes hacerlo: en conocerlo y entenderlo a él. Es decir, acoplarte a su conocimiento, a su forma de ver la vida, la realidad, la eternidad. Jáctate en hacer lo que él haría en cada situación por la que pasas. ¿Qué haría Jesús mañana cuando te levantas a la mañana? ¿Qué haría Jesús si estuviera sentado junto contigo en este lugar en este momento? ¿Qué haría cuando termina la reunión? ¿Qué haría Jesús mañana cuando fuera a trabajar contigo? ¿Qué haría Jesús ante un accidente, ante algún inconveniente, ante alguna trampa? ¿Qué haría él ante el dolor y el sufrimiento?
p 90 Si quieres jactarte de algo, Dios te dice, “jáctate en imitarme”. ¿Y cuáles son los pilares de este mover de Dios? Misericordia, justicia y derecho en la tierra. De estas cosas se agrada Dios. ¿Quieres agradar a Dios? Haz estas cosas. Agradar a Dios es más que cantar las canciones que solemos cantar. Agradar a Dios es más que ir a la iglesia y orar. Por su puesto que eso hay que hacerlo. Pero también hay que hacer misericordia, justicia y derecho en la tierra.
Cuando le hablas a la gente de lo que es la justicia, la santidad y la redención, el mundo te va a decir que estás chiflado, porque para el mundo esto es locura, esto es una estupidez.
• De qué justificación me hablas, si yo no soy culpable de nada.
• De qué santificación me hablas, si eso del pecado es una cuestión relativa, personal (lo que para ti es pecado, para mí no lo es).
• De que redención me hablas si yo soy libre y no estoy atado a nada.
Acuérdate que Pablo dice en otro lugar, que en los últimos tiempos vendrán muchos burladores. Gente que se burla del evangelio y de la sabiduría que tienes y que vives.
Hermano/a, delante de Dios eres una persona sabia, con sabiduría de Dios. En otras palabras, el que no recibe a Cristo es un ignorante, porque no llega a entender la sabiduría de Dios, que es sabiduría para nuestro bien, y nuestro bien eterno
• La sabiduría del mundo con todas sus ofertas y bombardeos constantes. Es la que se promociona por los medios, en la calle, en el trabajo, en el colegio, en la misma familia, entre los vecinos, etc.
94 • La sabiduría de Dios. Esta sabiduría de Dios la puso en Cristo: es la sabiduría de Dios encarnada. Pero Cristo no es una sabiduría que se adquiere por medio de la lectura, sino por medio de la vida. Dios hizo a Cristo nuestra sabiduría, para que nosotros seamos sabios. Y habíamos mencionado tres aspectos de esa sabiduría: la justificación (la relación correcta con Dios), la santificación (la rectitud moral, el perfeccionamiento de nuestras vidas) y la redención (la liberación de las ataduras del pecado).
Y nosotros tendemos a creer que “salvación” es sólo no ir al infierno. Pero salvación implica mucho más.