La Salvación y su fruto: Paciencia

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Esta es una serie consecutiva sobre el fruto que el Espíritu Santo produce en el creyente de forma natural. Se divide en 9 características: 1) Amor 2) Gozo 3) Paz, 4) Paciencia, 5) Benignidad, 6) Bondad, 7) Fe, 8) Mansedumbre, 9)Templanza.

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Introducción

“Trata de sobrellevar con paciencia las debilidades y los defectos ajenos, cualesquiera que sean, porque tú también tienes muchos defectos que los demás tienen que soportar. Si tú mismo no puedes ser como deseas, ¿cómo vas a pretender que los demás sean como tú quieres? Pretendemos que sean perfectos y nosotros no enmendamos nuestras propias miserias” Tomás de Kempis.
Cita bíblica:
Colosenses 3:12 RVR60
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;

I. Significado de “paciencia”

En el idioma griego, como es en el caso de muchas otras palabras, para expresar paciencia encontramos dos términos. Uno es “makrotymia” y el otro es “hupomone”, ambos términos denotan paciencia, pero con distintos enfoques, veamos.
La palabra griega makrothymia, traducida como “paciencia” o “sufrido”, consiste en dos palabras griegas makros, que significa “largo (plazo)”, y thymia, que significa “sentimiento”. Al unir las dos palabras, la palabra significa sentimiento-a-largo-plazo, es decir, tener control de los sentimientos por un largo periodo de tiempo. “Paciencia” es una traducción adecuada". Roy Zuck
La palabra griega “Hupomone”, traducida también como “paciencia” o “resistir, soportar, permanecer”, consiste también en dos palabras griegas, “jupo” que significa debajo y “meno” que significa permanecer. Al unir los dos términos la palabra significa permanecer debajo con resistencia.
Ahora, el término hupomone es usado más sobre circunstancias, mientras que makrothymia es usado más sobre las personas, es decir, la primera sobre paciencia en circunstancias, y la segunda, paciencia sobre las personas. Algo que notar es que hupomone generalmente no se usa en relación a Dios, pues las circunstancias no le afectan a Dios, así que tendríamos que entender que hupomone es la paciencia del ser humano como una lucha constante por obtenerla, mientras que la característica del fruto que el Espíritu produce, markotymia, es la paciencia que es divina y el ser humano recibe teniendo al Espíritu.

II. Naturaleza de la paciencia

Habiendo observado que paciencia tiene dos traducciones iguales, pero en contextos distintos, debemos entender que el origen o la procedencia de la paciencia es divina. El ser humano por naturaleza no tiene paciencia, pero busca tenerla, y es en esa búsqueda que tropieza, pues cree que paciencia es dejarse humillar por las personas sin hacer nada al respecto, cuando la paciencia no se trata de eso.
Las Escrituras declaran enfáticamente que aquel de quien procede la paciencia es el primero en tenerla como un atributo divino. Por implicación de varias citas bíblicas debemos decir que Dios es el ejemplo de paciencia pura. Moises (Núm. 14:18), Ocho levitas después de la reconstrucción de los muros (Neh. 9:4, 17), el Rey David (Sal. 86:15; 103:8; 145:8), Joel (Joel 2:13), Jonás (Jonás 4:2), Nahum (Nah. 1:3), apóstol Pablo (Ro. 9:22), apóstol Pedro (1 P. 3:20; 2 P. 3:15), son personajes que vieron de primera mano obrar la paciencia de Dios. Los textos citados del Antiguo Testamento muestran claramente que Dios es “lento para la ira”.
Dios es el mayor exponente de paciencia, si así no fuese, él con sólo su palabra nos podría eliminar a todos puesto que hemos deshonrado su santidad, somos, como Jhonatan Edwards dijo: “Pecadores en manos de un Dios airado”, pero que por su grande misericordia y paciencia es que no somos consumidos por su ira.

III. Llamado a la paciencia

En ese sentido, los creyentes por ser hijos de un Dios tardo para la ira, heredamos como una característica del fruto del Espíritu (Gá. 5:22), la paciencia en ese nivel que Dios ejecuta. Tenemos el llamado a la paciencia, tanto hupomone como makrotymia, tenemos el llamado a la paciencia en las distintas circunstancias como con las distintas personas.
Paciencia con las personas
El apóstol Pablo es muy claro sobre el requisito y forma en que la paciencia se ejerce, primero dice en Colosenses 3:12 que la paciencia es una ropa que debemos tener puestos, tal como nos preocupamos todos los días por vestirnos, así debemos hacer paciencia, recordando que mientras más frío se pone el clima, más ropa nos podemos, mientras más complejas sean las personas para sobrellevar, más paciencia debemos vestir. Más allá de que sea una obligación hacerlo, debe ser algo que es acompañado de amor (Ef. 4:2) El amor es paciente, y la paciencia conlleva amor. Tanto en la forma de soportar, como el forma de exhortar, debemos ser pacientes (2 Ti. 4:2) Un maestro sin paciencia debe considerar lo que es. Hay promesas que se heredan a causa de la paciencia (He. 6:12). Dios es nuestro máximo ejemplo, pero tenemos también algunos profetas como ejemplos que hemos de seguir (Stg. 5:10).
Paciencia en las circunstancias
Sobre paciencia en las circunstancias tenemos que recordar a los eventos y las personas pasadas tal como se dice en Hebreos 10:32-39, tales personas ejercieron paciencia cumpliendo así la voluntad de Dios (Stg. 5:11). No debemos olvidar que las tribulaciones son las que producen paciencia (Ro. 5:3-5; Stg. 1:3-4) Es en el conocimiento de Dios que recibimos el poder para tener toda paciencia en las circunstancias (Col. 1:10-11; 2 P. 1:3-8). En ese sentido, dice el autor a los hebreos que debemos correr con paciencia la carrera que tenemos por delante (He. 12:1)

Conclusión

Jóvenes, debemos huir de toda ira que quiera dominar nuestro ser, recordar lo que Pedro dice sobre el dominio propio añadido a la paciencia. El proverbista dice: “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad” (Pr. 14:29), recuerda que mejor es el que tarda en airarse que el fuerte. Al iracundo e impulsivo se lo derrota con un dominio propio y paciencia. Recordemos: “No es la paciencia del que se sienta y agacha la cabeza con derrotismo, presto a soportar hasta que pase la tormenta que se avecina sobre él. Es el espíritu que puede sobrellevar las cargas por su esperanza inflamada, no por simple resignación; no es el espíritu del que se sienta donde le pilla la tragedia, dispuesto a soportar estáticamente, sino el que conlleva la adversidad porque sabe que está siguiendo un camino que conduce a la gloria; no es la paciencia del que aguarda ceñudamente el fin, sino del que espera radiantemente un nuevo y mejor amanecer” y saber que “Para el griego el hombre grande era el que hacía lo indecible por vengarse. Para un cristiano el hombre grande es el que, aun cuando puede vengarse, rehúsa hacerlo” (William Barclay), eso es paciencia.
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