¡Un Padre como ninguno!

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God is the only perfect Father and He loves us.

Notes
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La figura de un buen padre es esencial en el desarrollo de una criatura para que él/ella llegue a ser una persona de bien.
Todos tenemos recuerdos de nuestro padre, algunos placenteros y otros dolorosos. Algunos tuvieron un padre presente en su vida; otros uno que era un tirano, un ogro; otros uno que era un amor. Por muy bueno que haya sido, ninguno tuvo un padre perfecto.
Lo que somos como padres está ligado, en gran manera, con lo que vimos en el nuestro. Algunos continuaron que el patrón de abuso, control, y tiranía; otros decidieron romper ese patrón y ser padres diferentes.
Los creyentes tenemos la bendición de tener un Padre perfecto, un padre como ningún otro.
Nuestro Padre es...

Un Padre amoroso.

1 John 3:1 NBLA
1 Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él.

Un amor diferente.

Literalmente, el verso dice “miren que clase de amor...”, dando a entender que es un amor que no tiene comparación.
El amor de nuestros padres terrenales no se puede comparar con el amor de Dios. El amor del cónyuge o de los hijos tampoco es comparable con el del Padre celestial. El del novio..., de los abuelos...
¿Por qué? Porque todos esos amores son naturales o en respuesta al amor recibido o las bondades recibidas. Pero el amor del Padre hacia nosotros es un amor inmerecido; no hicimos nada para que nos amara de esa manera.
El Padre nos amó antes que nosotros le amaramos a Él.
La Biblia dice que, por Su amor, nos escogió para adoptarnos:
Ephesians 1:4–5 NBLA
4 Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor 5 nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad,
Muchos padres esperan con amor la llegada del hijo que está en el vientre, pero en el caso de Dios:¡No existíamos, y ya nos amaba!

Un amor sacrificial.

Tener un hijo natural es más barato que adoptar uno. Para hacernos sus hijos adoptivos, para que pasaramos de un padre (el diablo) a otro (Dios) hubo un precio que pagar: dar lo más preciado que el Padre celestial tenía: Su propio hijo.
John 3:16 NBLA
16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.
El Padre sacrificó a Su Hijo para hacernos Sus hijos. La vida y la sangre derramada por Jesús fue el precio de la redención y adopción:
Ephesians 1:7 NBLA
En Él tenemos redención mediante Su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de Su gracia
1 Peter 1:18–20 NBLA
Ustedes saben que no fueron redimidos de su vana manera de vivir heredada de sus padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo. Porque Él estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a ustedes.
Tenemos un Padre que lo da todo por Sus hijos. ¿Qué le damos nosotros a Él?

Un Padre compasivo.

Psalm 103:13 NBLA
Como un padre se compadece de sus hijos, Así se compadece el Señor de los que le temen.

Nos recibe como no merecemos.

Nuestro Señor Jesucristo describió al Padre misericordioso en una parábola, la del hijo pródigo. La parábola nos habla de un hijo que viviendo perdidamente malgastó la herencia que su padre le dio. Acabado y comiendo “comida de cerdos”, decidió regresar a casa para pedir perdón y dispuesto a ser uno de los esclavos. Pero fue sorprendido por el recibimiento que su padre le dio:
Luke 15:20 NBLA
«Levantándose, fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó.
Los brazos de un padre siempre deben estar abiertos para recibir al hijo que regresa arrepentido.

Nos levanta y nos restaura.

Después de la revolcada que el mundo le había dado, el hijo sabía que ni siquiera merecía ser llamado hijo, y mucho menos volver a tener la posición que tuvo antes de irse al mundo:
Luke 15:18–19 NBLA
”Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores’ ”».
Pero la compasión de nuestro Padre va más allá de recibirnos: nos trata mejor de lo que merecemos y nos restaura:
Luke 15:21–24 NBLA
»Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo”. »Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traigan la mejor ropa y vístanlo; pónganle un anillo en su mano y sandalias en los pies. ”Traigan el becerro engordado, mátenlo, y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron a regocijarse.
En su compasión o misericordia, nos sentó en lugares de privilegio:
Ephesians 2:4–6 NBLA
Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados), y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús,
La madre del profeta Samuel lo dijo en término muy claros en su cántico. Ella dijo que Dios nos sacó del montón de estiércol y nos sentó en sitio de honor. Para ello, nos lavó de la inmundicia, y nos restauró:
1 Samuel 2:7–8 NBLA
»El Señor empobrece y enriquece; Humilla y también exalta. »Levanta del polvo al pobre, Del muladar levanta al necesitado Para hacerlos sentar con los príncipes, Y heredar un sitio de honor; Pues las columnas de la tierra son del Señor, Y sobre ellas ha colocado el mundo.

Un Padre comprensivo.

Conoce mis necesidades.

Matthew 6:8 NBLA
»Por tanto, no se hagan semejantes a ellos; porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes que ustedes lo pidan.
Psalm 34:10 NBLA
Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre, Pero los que buscan al Señor no carecerán de bien alguno.
¿Por qué? Porque nuestro Padre es responsable y se asegura de llenar toda necesidad de Sus hijos:
Philippians 4:19 NBLA
Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

Conoce mis debilidades.

Si todo padre conoce las fortalezas y debilidades de sus hijos, ¿cuánto más el Padre perfecto, el que nos hizo?
Cuando estamos atribulados, ese Padre comprensivo y misericordioso nos consuela:
2 Corinthians 1:3–4 NBLA
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
Una de esas debilidades es el dolor. El Padre sabe el dolor que sufrió Su Hijo:
2 Corinthians 1:5 NBLA
Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo.
Quizás no tuviste el padre que hubieras deseado, pero ahora tienes uno mejor, perfecto, que te ama como nunca nadie te ha amado o te amará; que conoce lo profundo de tu corazón y se compadece de ti; que te da todo lo que necesitas; y que está contigo cuando todos te abandonan. A ese es el que podemos llamar “Abba” (Padre, Papá, Papi, Papacito).
¡Bendito sea nuestro Abba!
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