El Modelo de Papá
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El día de hoy tradicionalmente celebramos el día del padre. ¡Qué emoción! Seguro los levantaron con mariachi y desayuno en la cama. Por eso hoy hablaremos un tema que nos ayude en esta labor tan noble, tan hermosa. Un proverbio dice:
“Hay generación que maldice a su padre Y a su madre no bendice.” (Proverbios 30:11, RVR60)
No dice familias, hogares, algunos hijos, sino que dice ¡generaciones! No sólo no bendice, no honra, sino que directamente maldice a sus padres. Pongamos el verso en perspectiva ¿a qué generación vemos reflejada? ¿la pasada, la actual, la futura? En otras palabras, este verso le habla ¿a mis padres, a mí o a mis hijos? El propósito del tema es asegurarnos que sea YO el receptor del mensaje. Veremos un pasaje de Colosenses.
“Padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desanimen.” (Colosenses 3:21, NTV)
Este verso de forma natural se divide en 3 partes: ¿A quién va dirigido? A los padres ¿qué mandato contiene? No exasperar a los hijos ¿Cuál es el propósito del mandato? Que no se desanimen. Lo veremos en orden reverso; primero el propósito del mandato, la meta de los padres que aman a Dios que quieren criar hijos sin desanimarlos. Después veremos el deber de los padres, no hacer cosas que los desanimen, y al final el líder de la paternidad.
Cuando nuestro Señor Jesús enseñó a orar a sus discípulos, indica de manera indirecta que Dios no es el Padre de todos, todos somos creación de Dios, pero no todos somos hijos de Dios. Leamos Juan.
“Jesús les dijo: —Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque he venido a ustedes de parte de Dios…Pues ustedes son hijos de su padre, el diablo, y les encanta hacer las cosas malvadas que él hace...” (Juan 8:42a, 44a, NTV)
Dios sólo es Padre de los que son dirigidos por el Espíritu de Su Hijo.
“Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.” (Romanos 8:14, NTV)
“Pero ustedes… Son controlados por el Espíritu si el Espíritu de Dios vive en ustedes. (Y recuerden que los que no tienen al Espíritu de Cristo en ellos, de ninguna manera pertenecen a él).” (Romanos 8:9, NTV)
Así que no todos pueden reclamar el privilegio de conocer a Dios como Padre. Solo quienes han nacido de Dios al recibir como Salvador a Su Hijo Jesucristo.
“pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” (Juan 1:12, NTV)
Son ellos quienes tienen el derecho a recibir la herencia, las promesas de los hijos, como:
“Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará buenos regalos a quienes le pidan.” (Mateo 7:11, NTV)
El privilegio de la oración y la promesa de Dios es que hará que todas las cosas que pasan en tu vida serán para tu bien. Esa es tu herencia, esa es tu promesa como hijo, eso es tener a Dios como tu Padre.
Esto también implica que los que tenemos a Dios como Padre, debemos usar esa paternidad divina como modelo, ejemplo de cómo ser padre. Que los hijos puedan ver a través de los padres, cómo es el Padre Celestial. Que puedan ver un reflejo, con todo y lo imperfecto, de cómo es el Padre celestial en misericordia, disciplina, sabiduría, paciencia. La tarea de cada padre es ser una imagen del Padre Celestial para sus hijos.
Esto es muy importante, por el impacto que los padres tienen en sus hijos. Quizá tienes las heridas, la tristeza o alegría y seguridad por causa de tus padres. Hoy puedes cambiar eso, esa tristeza puede ser cambiada en gozo porque Dios te ofrece SU paternidad, si aceptas el regalo de adopción al confiar en Cristo como tu Salvador. El verso termina.
“…para que no se desanimen.” (Colosenses 3:21, NTV)
La meta de un buen padre es criar hijos sin desanimarlos, la palabra implica: perder el vigor, desinteresarse, mal humor, tristeza. Creo que estamos de acuerdo que como padres ¡no queremos eso para nuestros hijos! Es más, queremos lo opuesto, que sean hijos con esperanza, felices, que tengan confianza y sean valientes.
Este verso, no sólo dice que debemos evitar ese tipo de paternidad, sino que, por opuesto, debemos anhelar el tipo de paternidad que da esperanza en lugar de desaliento, que inspira felicidad, que da confianza y valor en vez de desánimo.
Si nos detenemos en esto, no habría diferencia entre todos los padres del mundo, porque creo que no hay padre que tenga por objetivo desanimar a sus hijos; así que el mensaje tiene que ir más allá, el apóstol Pablo que fue inspirado por el ES no diría lo mismo que cualquier motivador mediático.
Cuando Pablo habla que seamos padres que no desanimamos, dice que seamos padres que sí animamos, pero animamos ¿a qué? A que la confianza de nuestros hijos esté puesta en Dios, no a que tengan confianza en el dinero, la popularidad, el éxito como ellos lo conciban. Esto es exactamente lo que la cultura está haciendo, animando a que seas rico, famoso, que tengas éxito y aclaro ¡esto no es malo! Sino es el medio por el cual consigues eso y si es ese el propósito de Dios para tu vida. Puedes animar a tus hijos a que busquen eso, pero el Padre quiere que los llenes de confianza, de esperanza ¡en Dios!
Consideremos la felicidad como opuesto a desaliento. Pablo no estaría de acuerdo si un padre quiere hacer feliz a su hijo dándole todo lo que al hijo se le antoja, porque hay una felicidad que mata. Dale a tu hijo todo lo que quiere entre los 9 y 16 años y terminará mal. Existe una felicidad que no tiene su fundamento, su origen en Dios, por lo mismo, no tiene valor a los ojos de Dios. Es una felicidad producto de lo creado y no del Creador, por lo que es efímero, temporal. Nuestra felicidad está en Dios.
“Me has dado más alegría que los que tienen cosechas abundantes de grano y de vino nuevo. En paz me acostaré y dormiré, porque sólo tú, oh Señor, me mantendrás a salvo.” (Salmo 4:7–8, NTV)
Como padres podemos enseñar a nuestros hijos desde pequeños que en esta vida, hay tribulación, la vida no es como pensamos, pero aquí somos pasajeros, temporales, y todo lo que experimenten, produce fruto que no podrá tener de otro modo, ni con todo el dinero del mundo.
“También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación.” (Romanos 5:3–4, NTV)
Esto es una enseñanza contra corriente, porque la cultura dice: aumenta la auto confianza del niño y la Escritura es más precisa, nos dice que sí, enseñemos a nuestros hijos a desarrollar su confianza pero ¡en Dios! No en sí mismo.
No estoy diciendo que sean temerosos, tímidos, débiles, sino que su confianza, seguridad, si riqueza, éxito, es producto de su relación con Dios, su Padre.
Estamos en un mundo de apariencias. En Instagram todos quieren reflejar auto confianza, la realidad es otra muy diferente.
En la Biblia tenemos un ejemplo de cómo el Padre Celestial fue paciente al trabajar con Pablo, 20 años después de tener un encuentro con él, sigue trabajando, quitándole la auto confianza, su auto suficiencia; son muchos años porque la auto suficiencia está enraizada profundamente en cada uno de nosotros.
“Amados hermanos, pensamos que tienen que estar al tanto de las dificultades que hemos atravesado en la provincia de Asia. Fuimos oprimidos y agobiados más allá de nuestra capacidad de aguantar y hasta pensamos que no saldríamos con vida. De hecho, esperábamos morir; pero, como resultado, dejamos de confiar en nosotros mismos y aprendimos a confiar sólo en Dios, quien resucita a los muertos.” (2 Corintios 1:8–9, NTV)
¿Acaso Dios quería que Pablo fuera temeroso, sin vigor, pusilánime, débil? ¡claro que no! Porque es Dios mismo quién le pide que sea valiente.
“Una noche, el Señor le habló a Pablo en una visión y le dijo: «¡No tengas miedo! ¡Habla con libertad! ¡No te quedes callado! Pues yo estoy contigo, y nadie te atacará ni te hará daño…».” (Hechos de los Apóstoles 18:9–10, NTV)
Nuestros hijos deben aprender a confiar en la gracia y el poder de Dios. Nuestros hijos deben conocer a Dios Todopoderoso, de manera que ellos digan:
“Por favor, ayúdanos contra nuestros enemigos, porque toda la ayuda humana es inútil. Con el auxilio de Dios haremos cosas poderosas, pues él pisoteará a nuestros enemigos.” (Salmo 60:11–12, NTV)
Todos los padres, tíos, tías, que tienen influencia sobre otros más jóvenes debemos preguntarnos ¿cómo puedo ser como mi Padre Celestial? ¿cómo puedo animar a mis hijos a confiar y tener esperanza total en Dios, felicidad, confianza en Dios y valor para intentar cosas poderosas para Su Gloria? Y esto nos lleva a la otra parte:
“… no exasperen a sus hijos...” (Colosenses 3:21, NTV)
El mandamiento está en negativo, debe evitarse, es una advertencia contra el mal uso de la autoridad de padres, autoridad dada por Dios. Lo que Pablo tiene en mente es que los padres traten a sus hijos de forma que su espíritu no sea quebrantado y por eso se desanimen. En Efesios lo dice de otra forma:
“Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan...” (Efesios 6:4, NTV)
En Colosenses es más general la palabra. Pablo la usa porque quiere enseñar que los padres deben evitar todo lo que arruine, destruya la confianza de un niño en Dios. Para vivir así se necesita sabiduría, porque no todos los desalientos a corto plazo resultan en confianza destruida a largo plazo.
Nuestro Padre Celestial trae a nuestras vidas, desalientos, a corto plazo, para producir en nosotros -a largo plazo- una fe fuerte; pero para hacer eso se necesita sabiduría. Por eso Padre: lo que eres en tu relación con Dios es más importante que cualquier técnica de paternidad que puedas aprender.
¿Qué hacen los padres que resulta en desaliento, desánimo a largo plazo?
PRIMERO: Algunos padres no han puesto su felicidad, esperanza y confianza en Dios.
¿Esperarán tus hijos en Dios si tu esperanza está en el dinero? ¿serán felices tus hijos en Dios, si ven que el juego te hace más feliz que adorar y buscar a Dios? ¿podrán tus hijos su confianza en Dios si tu confianza está en tus negocios, relaciones o en el deseo de parecer auto suficiente?
El trabajo más importante que un padre puede hacer por el bien de sus hijos es ¡amar a Dios con todo su corazón! La mejor estrategia, es amar a Dios. Sabemos que es así porque la Biblia nos enseña a imitar a nuestro Padre Celestial, que seamos como ÉL.
“Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo».” (1 Pedro 1:16, NTV)
Nos pide que seamos compasivos como ÉL.
“Deben ser compasivos, así como su Padre es compasivo.” (Lucas 6:36, NTV)
Ser un buen hijo es copiar a papá; imitar a un padre lo honra y se nos manda honrar a nuestros padres; por eso la pregunta importante para cada padre es: ¿Quién soy delante del Dios vivo? ¿quién soy delante de mis hijos?
SEGUNDO. Los padres desaniman a los hijos a largo plazo por la disciplina impulsiva, inconsistente o la falta total de disciplina.
El castigo impulsivo, hace a los niños temerosos, amargados. Cuando no saben de dónde o por qué vendrá la próxima explosión, se dicen: ¿de qué sirve intentar hacer las cosas “bien”? y así, su espíritu de esperanza se rompe.
La total falta de disciplina es igual o peor que lo anterior, porque les da la idea a los hijos que todo gira alrededor de ellos, que son quienes mandan y nunca aprenderá sujeción al Padre Celestial, porque no tuvieron la guía para llevarlos en esa dirección.
Cuando la disciplina es apropiada, consistente, con reglas claras se crea una atmósfera donde los hijos crecen en libertad. El río para que fluya libre necesita cause; si le quitas los límites se vuelve agua anegada. Así es como los hijos conocen los límites, se sienten seguros y libres para soñar, jugar, trabajar dentro de esos límites de justicia. Así aprenden que Dios no es un Dios caprichoso, no es impulsivo, sino que es Amor y amor es disciplina.
“Padres...” (Colosenses 3:21, NTV)
El verso 20 dice:
“Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque eso agrada al Señor.” (Colosenses 3:20, NTV)
Papá y mamá deben ser obedecidos. Papá y mamá tienen autoridad sobre los hijos. La Biblia da un rol especial a los padres, tienen una responsabilidad especial en la vida moral de la familia; tan es así, que por eso empezamos con proverbios y terminamos con otro.
“El padre de hijos justos tiene motivos para alegrarse. ¡Qué satisfacción es tener hijos sabios! ¡Por eso, alegra a tu padre y a tu madre!...” (Proverbios 23:24–25, NTV)
Es tiempo de restaurar la honra a la figura paterna, es tiempo de restaurar la paternidad en la sociedad, pero esto no sucederá al azar, o por orden del estado, será el producto de un padre que reconoce a Dios como su Señor y Soberano Dios. La bendición de Dios no es cuestión de suerte, ni de que digas que le caes bien a Dios, sino que quién bendice al Padre y a sus padres, tendrá bendición.
Palabra de Dios
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