Cuando los hijos se rebelan
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2 Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.
Isaías es uno de los profetas mayores del Antiguo Testamento, y Dios le utilizaba para dar a conocer sus planes y su propio sentir a los hombres.
Isaías predicó la palabra de Dios hace unos 2700 años.
La primera revelación que Dios le da, es que cuando Dios habla, le escuchan los cielos y la tierra; porque ambos están sujetos a su Creador.
Son palabras sencillas pero elocuentes cuando dice: “Oíd cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová”.
Recordemos que con su Palabra, Dios creó los cielos y la tierra, y a la voz de Jesucristo; cuando dijo “calla, enmudece” a la tormenta que estaba a punto de hundir la barca en el mar de Galilea; la tormenta se calmó; el viento dejó de soplar y vino una gran bonanza (Mat 4:39).
Esta es una ocasión en que Dios da a conocer su sentir.
Dios da a conocer a los ángeles del cielo y a los habitantes de la tierra su terrible experiencia como Padre: “Crie hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí”.
Los ángeles fueron la primera creación de Dios, y los engrandeció como seres espirituales al darles vida eterna, sabiduría, belleza, fuerza, y libre albedrio.
Como resultado, el querubín más bello, sabio y poderoso (Luzbel) se llenó de arrogancia y se rebeló contra Dios, porque deseaba usurpar su trono (Ezequiel 28:15).
Después, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y lo puso en el lugar más precioso como es el Jardín del Edén.
Dios le dio libre albedrío y le puso a prueba. El hombre también se rebeló contra Dios y prefirió creerle más a las tinieblas que a la luz.
Dios nos da la oportunidad de ser padres, y en ciertas ocasiones experimentamos el dolor profundo cuando nuestros amados hijos, se rebelan contra sus padres, sin tomar en cuenta todos los sacrificios para darles lo mejor.
Roguemos al Padre, que así como Él envió a su Hijo para rescatarnos, así también el Espíritu Santo convenza de culpa a nuestros hijos para que se arrepientan y vuelvan a Dios y a sus padres terrenales.
La pregunta para meditar es:
¿Cómo está mi relación con mis padres terrenales y con mi Padre Celestial?