La Mortificación del Pecado 9º parte B.
La mortificación del pecado. • Sermon • Submitted
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Transcript
13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Repaso:
Repaso:
Recordemos las verdades importantes que hemos aprendido estas últimas semanas:
¿Cuáles son las dos formas de vivir?
¿Cuáles son las dos formas de vivir?
Existen dos formas de vivir: conforme a los deseos de la carne o conforme al Espíritu y mortificar las obras de la carne.
¿Cuál es del deber del creyente con relación al pecado?
¿Cuál es del deber del creyente con relación al pecado?
Los que han sido liberados del pecado deben mortificar las obras de la carne.
¿Qué es la mortificación del pecado?
¿Qué es la mortificación del pecado?
Es un “debilitamiento de este deseo pecaminoso o malo, de tal modo que se vuelva cada vez menos violento en sus esfuerzos para provocarnos y tentarnos a pecar.
¿Qué nos ayuda en la mortificación?
¿Qué nos ayuda en la mortificación?
El Espíritu Santo, él es el que obra en nosotros para que el pecado sea mortificado.
¿Cuál era la primera regla general de la mortificación del pecado?
¿Cuál era la primera regla general de la mortificación del pecado?
Solamente un creyente, es decir, una persona que está verdaderamente unida con Cristo es capaz de mortificar el pecado.
¿Cuál era la segunda regla general de la mortificación del pecado?
¿Cuál era la segunda regla general de la mortificación del pecado?
Usted no podrá mortificar ningún pecado, a menos que sincera y diligentemente intente tratar con todo pecado.
En el día de hoy aprenderemos:
La primera regla particular para la mortificación del pecado.
La primera regla particular para la mortificación del pecado.
Estas son las reglas mas específicas que nos ayudarán en nuestro deber de la mortificación del pecado.
Necesitamos un diagnóstico cuidadoso del deseo pecaminoso que será mortificado.
Ejemplo del doctor.
El pecado es como una enfermedad que necesita ser claramente diagnosticada.
Sintomas preocupantes:
1. Un deseo pecaminoso firmemente establecido.
1. Un deseo pecaminoso firmemente establecido.
a. Es un deseo pecaminoso que se ha establecido firmemente en el corazón y lo corrompe, como una herida que no se ha curado.
a. Es un deseo pecaminoso que se ha establecido firmemente en el corazón y lo corrompe, como una herida que no se ha curado.
5 Hieden y supuran mis llagas, A causa de mi locura.
5 Mis heridas se infectan y dan mal olor a causa de mis necios pecados.
Semejante a esto es lo que dice David en:
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día.
b. Cuando el pecado se ha instalado fuertemente corrompe también la conciencia de tal modo que el deseo pecaminoso y la conciencia pueden vivir juntos, sin fijarse mucho uno en el otro.
b. Cuando el pecado se ha instalado fuertemente corrompe también la conciencia de tal modo que el deseo pecaminoso y la conciencia pueden vivir juntos, sin fijarse mucho uno en el otro.
Esto es lo que dice el Ap. Pablo con relación a los falsos maestros y falsos creyentes:
1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;2 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia,3 prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad.
18 Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, 19 manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos,
15 Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.
Conclusion:
Conclusion:
Con relación a este síntoma:
Tal deseo pecaminoso necesita ser tratado con la misma seriedad con la cual un buen doctor trata una herida antigua y descuidada. El doctor sabe que tales heridas siempre son peligrosas y frecuentemente fatales. Quizás el peligro de este deseo pecaminoso puede ser visto mejor considerando la siguiente solemne pregunta: ¿Cómo puede una persona estar segura de que su deseo pecaminoso firmemente establecido, no es en realidad el dominio del pecado, y que nunca ha sido realmente nacida de nuevo?
Un deseo pecaminoso al cual se le ha permitido continuar quieto y cómodo es como el óxido en el metal; solo puede ser removido con gran dificultad. El deseo pecaminoso nunca muere por sí mismo; entonces, si no es mortificado diariamente simplemente se fortalecerá.
Por ello debemos examinar nuestra vida a la luz de lo que la Palabra nos ha enseñado hoy: