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CONFESION BAUTISTA • Sermon • Submitted
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Esto creemos: Confesión Baptista de Fe de 1689 Capítulo 2: De Dios y de la Santa Trinidad
DE DIOS Y DE LA SANTA TRINIDAD
1. El Señor nuestro Dios es un Dios único, vivo y verdadero; 1 cuya subsistencia está en él mismo y es de él mismo, infinito en ser y perfección;2 cuya esencia no puede ser comprendida por nadie sino por él mismo; es espíritu purísimo, invisible, sin cuerpo, miembros o pasiones, el único que tiene inmortalidad y que habita en luz inaccesible;4 es inmutable, inmenso, eterno, incomprensible, todopoderoso, infinito en todos los sentidos, santísimo, sapientísimo, libérrimo, absoluto; que hace todas las cosas según el consejo de su inmutable y justísima voluntad, para su propia gloria;6 es amantísimo, benigno, misericordioso, longánimo, abundante en bondad y verdad, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado; galardonador de los que le buscan con diligencia, y, sobre todo, justísimo y terrible en sus juicios, que odia todo pecado y que de ninguna manera dará por inocente al culpable.8
Anónimo. (2011). Esto creemos: Confesión Baptista de Fe de 1689 (Cuarta edición revisada, p. 38). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.
El Señor nuestro Dios es un Dios único, vivo y verdadero;
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.
Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.
para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,
Esto creemos: Confesión Baptista de Fe de 1689 Capítulo 2: De Dios y de la Santa Trinidad
cuya subsistencia está en él mismo y es de él mismo, infinito en ser y perfección;
Oyeme, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero.