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Aliento del cielo para la familia (Una familia entera salva a través del peor miembro)
Una familia entera salva a través del peor miembro Una historia sublime de amor por la familia es la de Rahab. En este hogar cananeo la idolatría y la perversión no eran mal vistas. Ella tomó el camino de la prostitución. Se acostumbró a tratar con borrachos, groseros y malos.
Un día llegaron a su casa dos hombres distintos. Eran espías hebreos que venían a reconocer la tierra. Quisieron matarlos, mas no los encontraron. La ramera les dijo que huyeron, aunque los había escondido (Josué 2:1–4). Tenía su plan: los libraría de la muerte y luego cobraría el favor. Sólo que en la factura incluyó la salvación para toda su parentela.
1. Rahab se preocupa por su familia aunque quizá no es amada por ella Rahab confesó el temor de los cananeos ante el poder de Jehová. Escucharon que secó el mar y destruyó a los reyes amorreos. Tiemblan porque saben que no podrán resistir un embate del pueblo del Todopoderoso (Josué 2:8–11). Les recordó que los salvó de la furia de quienes los buscaban para matarlos. Les pidió a cambio que ellos tuvieran misericordia de su familia cuando conquistaran la tierra. Pide que salven a su padre, madre, hermanos y hermanas; que los libren de la muerte y perdonen todas sus propiedades. Josué 2:12,
Arranca Rahab una promesa de vida y bendición para toda su familia.
Los hombres prometen que cuando Dios les entregue la tierra harán misericordia y verdad con la casa de la ramera (Josué 2:14). Ella pide señal segura de que perdonarán a los suyos en la destrucción, y ellos le entregan un cordón de grana, para que lo ate a la ventana. Fue el mismo lazo rojo con el que aquella mujer los descolgó del muro para que huyeran y se salvaran. Toda la gente de la prostituta tenía que estar dentro del lugar donde la cuerda colgara, porque los guerreros matarían a todos los habitantes de Jericó, pero respetarían la señal indicada. Ella obedeció; hizo lo que los israelitas le dijeron y pronto fue a recoger a su familia para protegerla. Josué 2:18,
21 Son grandes la misericordia y el poder de Creador. De una ramera despreciable hizo una heroína; convirtió la casa de pecado y vergüenza en lugar de salvación. De ser repudiada ahora Rahab era amada, porque por ella el Señor inició la bendición de su hogar. No importa cuánto mal hayamos causado, ni la posición buena o mala que ocupemos, ni los dolores de cabeza que hemos provocado, si amamos a nuestra familia cambiemos y pidamos la clemencia de Jehová para ella. Grandes maravillas veremos en nuestros hogares si servimos a Dios de corazón
2 Los hebreos cumplen la promesa de respetar la vida de Rahab y la de su familia
La orden de Josué fue determinante; Jericó era anatema, nadie quedaría vivo, con una excepción, el juramento a Rahab se respetaría. Vivirían todos los que estuvieren en su casa, porque tuvo misericordia de los hombres que el caudillo envió para que observaran la población (Josué 6:17). La muerte cayó sobre los habitantes de la ciudad sin respetar género ni edad. Pero el capitán ordenó a los dos espías que entraran y llevaran a la familia de la ramera a un sitio seguro. Los pusieron fuera de peligro antes de empezar la destrucción. La mujer y su parentela vieron arder aquel lugar, pero ellos estaban a salvo, pues se cumplió la promesa hecha por el pueblo de Israel. Josué 6:21–25
La cananea fue contada entre los ciudadanos del pueblo de Dios. Recibió una propiedad para los suyos entre los israelitas. Vio su casa quemarse, pero a cambio de un tugurio se le entregó una hacienda entre los escogidos (Josué 6:25). Le dieron trato de heroína por salvar a los mensajeros. Su familia valoró a la que anteriormente despreciaban. Antes era la maldición de su casa; ahora por ella eran salvos y gozaban de bendición en su hogar. El poder de Dios cambia la vida y el destino. Su amor transforma la condición. De un vil saca un héroe; de un perverso produce una persona de bien. Nunca perdemos cuando servimos al Señor. Él no olvida sus promesas para bendecir a los que le sirven. Todo lo que hagamos por él y por sus escogidos nos será recompensado en esta tierra y en el paraíso venidero.
No desmayemos de hacer el bien, que a su tiempo segaremos.3. Dios incluye a Rahab en su proyecto de redención para la humanidadLa bendición para esta mujer va más allá de lo esperado. Su nombre se escribe en la Biblia como ejemplo para los creyentes de todos los tiempos. En el Nuevo Testamento la citan como quien alcanzó la justicia de Dios por el obrar con fe (Santiago 2:25; Hebreos 11:31). No poseía un buen testimonio como para pedir el favor del Creador, pero con humildad pidió misericordia y se dispuso para servir a sus propósitos.
El Señor la honró y la salvó, no sólo de la muerte física, sino también de la eterna.Uno de los príncipes de Israel se enamoró de Rahab y la tomó por esposa. Alcanzó misericordia y Salmón no vio su pasado oscuro ni sus defectos; fue encantado por su virtud, valor, nobleza y su amor por la familia. Ahora aquella mujer se había transformado y se convirtió en una princesa de Dios en el pueblo elegido (Mateo 1:5). Nuestro destino cambia cuando servimos a Jehová. Las desventajas de antaño desaparecen y somos envueltos en la gracia de Cristo. Ya nada es igual, en Jesús tenemos nueva vida, llena de bendición, de paz, de justicia y de la gloria del Omnipotente.
Está Rahab en la línea mesiánica. El registro civil indica entre sus descendientes a David, Salomón, Zorobabel, y el más grande: Jesucristo. Esta mujer favoreció a su familia, y fue bendecida con una generación de reyes y gobernantes poderosos. Esto nos anima a confiar en la bondad del Padre celestial. Creamos que tendrá misericordia de los nuestros. Tiempo de salvación y un futuro glorioso vienen para nuestra casa; alcanzarán la gracia del Señor, serán prosperados y gozarán de bienes que Dios les dará en recompensa a nuestra fidelidad.
ConclusiónRahab es un testimonio de la bondad divina en el hogar. Procuremos el bien de nuestra gente, oremos y luchemos por su salvación. La cananea nos reta al evangelismo; no hay gente imposible de cambiar. No veamos a nadie por quien es o que hace, sino por lo que el Señor puede hacer en ellos. Dios quiere usarnos para ir a la casa de una ramera, de un drogadicto, de una familia en desastre, y llevar el mensaje salvador. Como el cordón rojo, la sangre preciosa de Jesús producirá nuestra mayor bendición en la vida.