¡...no se puede!

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Introducción

De pronto vemos algún video en Youtube (e.g., un tutorial, una receta, un ejercicio, etc.) y queremos hacerlo.
Juntamos lo que necesitamos y nos damos cuenta que no tenemos todo a la mano.
Empezamos a hacer tal cosa y nos damos cuenta que es difícil seguir las instrucciones y estarlo haciendo a la misma vez.
Nos damos cuenta que no tenemos la técnica, o no han grabado / explicado bien cada uno de los pasos.
Nos damos cuenta que todo era mucho más difícil de lo que pensábamos.
Por fin, entramos en razón y nos rendimos. Preferimos mejor seguir mirando otros videos hasta que nuevamente sentimos la cosquilla de volver a hacerlo.
Esta es la experiencia que tenemos cuando algo resulta mucho más difícil de lo que aparentaba ser.
Nos damos cuenta que no estabamos preparados.
No teníamos los materiales necesarios.
No estabamos preparados para los retos / dificultades que ibamos a enfrentar.
Hoy iniciamos una nueva serie en el libro de los Jueces:
Quinto libro del Antiguo Testamento.
No sabemos realmente quien es su autor.
Probablmente fue escrito por distintos autores donde recopilaron varias historias.
Jueces sigue la historia de Israel:
En Éxodo, Israel sale de Egipto.
En Levitico, Números, y Deuteronomio, Israel va vagando por el desierto hasta llegar a la tierra prometida.
Josué narra la historia de como el pueblo por fin entra a la tierra prometida y empieza a conquistar la tierra.
Decimos que iban a conquistar la tierra, porque en aquel tiempo la tierra era habitada por los cananeos.
Los cananeos eran pueblos idolatras, páganos, crueles, y muy malvados. Muchos de ellos practicaban sacrificios de humanos.
Torturaban a quienes conquistaban.
Es por eso, cuando Dios le promete a Israel lo que ahora llamamos la Tierra Prometida, les ordena a exterminar a los cananeos:
Deuteronomio 20:16–18 NVI
»Sin embargo, en las ciudades de los pueblos que el Señor tu Dios te da como herencia, no dejarás nada con vida. Exterminarás del todo a hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, tal como el Señor tu Dios te lo ha mandado. De lo contrario, ellos te enseñarán a hacer todas las cosas abominables que hacen para adorar a sus dioses, y pecarás contra el Señor tu Dios.
Los israelitas debían entrar a la tierra, tomar posesión, y exterminar a todos los pueblos enemigos.
Si fallaban en hacerlo, tarde o temprano los cananeos iban a corromper al pueblo de Dios y provocarían a que le dieran la espalda a Dios.
Israel debía obedecer la orden de Dios.
Jueces inicia con la muerte del gran líder, Josué:
Jueces 1:1 NVI
Después de la muerte de Josué, los israelitas le preguntaron al Señor: —¿Quién de nosotros será el primero en subir y pelear contra los cananeos?
Ha muerto el siervo de Dios y el pueblo necesita liderazgo.
El hombre que los ha acompañado desde su salida de Egipto, ahora está en la presencia de Dios y hay mucho trabajo todavía por hacer.
Hoy consideraremos:
Las primeras victorias
La victoria se convierte en derrota

I. Las primeras victorias

Tras la muerte de Josué, el pueblo pide dirección a Dios en cuanto a los próximos pasos que deben tomar.
Están buscando un líder.
Están buscando a alguien que vaya al frente para llevarlos a la victoria y completa conquista de la Tierra Prometida.
Dios les responde:
Jueces 1:2 NVI
El Señor respondió: —Judá será el primero en subir, puesto que ya le he entregado el país en sus manos.
Dios elige a la tribu de Judá, la principal entre las 12 tribus de Israel, para ir al frente y continuar con la conquista de la tierra.
Sin embargo, Israel está haciendo la pregunta incorrecta.
Han olvidado sus principios.
Han olvidado su orígen.
¿Quién eligió a la simiente de Abraham?
¿Quién guardó a los 12 hijos de Israel de morir de hambre, en tiempos de Josué el soñador?
¿Quién guardó al libertador Moisés de morir a manos de los egipcios cuando aun era un bebé?
¿Quién guardó a Israel mientras eran esclavos en Egipto?
¿Quién los guardó en su liberación de Egipto hasta cruzar el mar rojo en seco?
¿Quién los guardó mientras peregrinaban en el desierto?
¿Acaso no fue Dios?
Dios ha estado con ellos.
Dios los ha librado de toda clase de mal.
Dios ha peleado sus batallas.
Dios los ha guardado.
…y ahora están buscando a alguien que vaya enfrente para pelar contra los cananeos cuando Dios ha sido quien ha estado a su lado todo el tiempo.
Buscan un hombre débil, mortal, pecador, en lugar de poner sus ojos en el Dios eterno que en ningún momento los ha desamparado.
Pero, esta actitud no sorprende a Dios.
Dios conoce nuestras debilidades, nuestra incredulidad, nuestra falta de fe y aún así muestra su misericordia.
Nos damos cuenta que Judá sale a luchar al frente y Dios le da victoria:
Jueces 1:3–6 NVI
Entonces los de la tribu de Judá dijeron a sus hermanos de la tribu de Simeón: «Suban con nosotros al territorio que nos ha tocado, y pelearemos contra los cananeos; después nosotros iremos con ustedes al territorio que les tocó.» Y los de la tribu de Simeón los acompañaron. Cuando Judá atacó, el Señor entregó en sus manos a los cananeos y a los ferezeos. En Bézec derrotaron a diez mil hombres. Allí se toparon con Adoní Bézec y pelearon contra él, y derrotaron a los cananeos y a los ferezeos. Adoní Bézec logró escapar, pero lo persiguieron hasta que lo alcanzaron, y le cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies.
En este caso Dios les da la victoria contra un rey poderoso - Adoní Bézec.
Este rey había luchado contra 70 reyes, a quienes él derrotó.
Los humilló de tal manera que les corto los pulgares de las manos y pies.
Lo hizo para humillarlos e incapacitarlos.
A pesar de haber sido un rey tan poderoso, este grupo de guerreros inexpertos triunfan sobre él. ¿Y que harán con él?
¿Recordemos, cual era la orden que Dios le había dado al pueblo de Dios en cuanto a los cananeos?
Israel debía quitarles la vida.
Israel debía exterminarlos.
Es aquí nos damos cuenta que las cosas continúan por mal camino.
Judá en lugar de exterminarlo, de quitarle la vida, lo humillan de la misma manera.
Le cortan los pulgares de las manos y pies.
Jueces 1:7 NVI
Entonces Adoní Bézec exclamó: «¡Setenta reyes, cortados los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, recogían migajas debajo de mi mesa! ¡Ahora Dios me ha pagado con la misma moneda!» Luego lo llevaron a Jerusalén, y allí murió.
Lo humillan de la misma manera que él hacía con quienes él conquistaba.
Se está cumpliendo la advertencia de Dios. Por no exterminarlos, Israel está siguiendo los mismos caminos de los enemigos de Dios.
Se están comportando igual que estos pueblos que no seguían al Dios de Israel.
Las cosas han iniciado mal, y desafortunadamente, lo que no inicia muy bien pronto empeora.

II. La victoria se convierte en derrota

Veamos ahora los vv. 17-36. ¿Qué es lo que observamos?
Vemos a las diferentes tribus de Israel intentando conquistar distintos territorios.
Pero, también vemos un refrán que se repite una y otra vez.
“no pudieran expulsar”, v. 19, 21, 27, 28, 29, 30, 31, 32, y 33.
…y vemos también la idea de que como no pudieran expulsar a los pueblos enemigos, estos enemigos siguieron viviendo en sus territorios, v. 21, 28, 29, 30, 32, 33.
Y luego el golpe fatal lo vemos en el versículo 34-35:
Jueces 1:34–35 NVI
Los amorreos hicieron retroceder a los de la tribu de Dan hasta la región montañosa, y no les permitieron bajar a la llanura. Los amorreos también estaban decididos a permanecer en el monte Heres, en Ayalón y en Salbín. Pero cuando se acrecentó el poder de la tribu de José, los amorreos también fueron sometidos a trabajos forzados.
En este caso, los de la tribu de Dan ni pudieron entrar al territorio porque los enemigos estaban decididos a resistir y no ser conquistados.
Nos damos cuenta que Israel no pudo derrotar a sus enemigos.
Es posible que los cananeos estaban más preparados que ellos.
Es posible que los cananeos tenían mejores armas.
Es posible que los cananeos eran mayor en número.
Como haya sido, la situación es que Israel ya no pudo conquistar por completo la tierra.
Por tanto, la advertencia de Dios viene a resonar en nuestros oídos:
Deuteronomio 20:16–18 NVI
»Sin embargo, en las ciudades de los pueblos que el Señor tu Dios te da como herencia, no dejarás nada con vida. Exterminarás del todo a hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, tal como el Señor tu Dios te lo ha mandado. De lo contrario, ellos te enseñarán a hacer todas las cosas abominables que hacen para adorar a sus dioses, y pecarás contra el Señor tu Dios.
Israel estaba expuesto a un gran riesgo.
Pronto los pueblos enemigos habrían de ejercer influencia sobre el pueblo de Dios.
Pronto los enemigos se apoderarían de los Israelitas.
Pronto Israel le daría la espalda a Dios y servirían a los dioses falsos de los cananeos.
Pronto el pueblo de Dios pecaría contra el Señor.
Y nos damos cuenta que todo esto podría haberse evitado.
Ayer miraba un video de una madre en Alabama cuya hija está en el hospital.
No quiero con esto decirle que se ponga o no la vacuna.
Pero, me llama la atención que la madre rechazó la vacuna para ella y su hija pensando que no era necesario.
Pero, ahora la hija está en el hospital conectada a un ventilador artificial.
La madre entre lagrimas dice: todo esto lo podríamos haber evitado.
De la misma manera Israel hubiera podido evitar todo esto si hubieran puesto sus ojos en Dios.
Jueces 1:1 NVI
Después de la muerte de Josué, los israelitas le preguntaron al Señor: —¿Quién de nosotros será el primero en subir y pelear contra los cananeos?
Dios iba al frente.
Dios estaba con ellos.
Dios pelearía sus batallas.
Ya lo había hecho en más de una ocasión.
No tenían más que confiar en el Dios que los había liberado de la esclavitud.
Y tras saber que Dios estaba con ellos, lo único que tenían que hacer es permanecer fieles a la orden de Dios / a la palabra de Dios.
Dios les había dado una orden y ellos habían fallado.
Dios les había dado un mandato y no obedecieron.
La historia que vemos en Jueces 1:22-26 nos da una gran lección:
Jueces 1:22–26 NVI
Los de la tribu de José, por su parte, subieron contra Betel, pues el Señor estaba con ellos. Enviaron espías a Betel, ciudad que antes se llamaba Luz, y éstos, al ver que un hombre salía de la ciudad, le dijeron: «Muéstranos cómo entrar en la ciudad, y seremos bondadosos contigo.» Aquel hombre les mostró cómo entrar en la ciudad, y ellos la conquistaron a filo de espada; pero al hombre y a toda su familia les perdonaron la vida. Y ese hombre se fue a la tierra de los hititas, donde fundó una ciudad a la que llamó Luz, nombre que conserva hasta el día de hoy.
Notemos como la Biblia dice que mostraron bondad / misericordia al hombre que les dio la información.
Esa es la palabra hesed que significa lealtad / fidelidad…es la misma palabra que la Biblia usa para referirse a la lealtad / fidelidad que Dios muestra a su pueblo.
En este caso, los Israelitas mostraron más lealtad / fidelidad al enemigo de Dios que al Dios de Israel.
Por cierto, muchos dirán que este se parece al caso de Rahab, la ramera en Jérico. Es distinto.
Es diferente porque en el caso de Rahab, ella abandonó su vida y se unió al pueblo de Israel.
En cambio, este hombre se fue a otro pueblo donde seguía abundando la rebelión contra Dios.

Conclusión

¿Qué nos enseña a nosotros este pasaje?
Nos recuerda que el creyente está en constante guerra.
Fuimos libertados del pecado.
Fuimos librados de la condenación.
Fuimos librados de la esclavitud cuando Dios nos redimió y nacimos de nuevo.
Pero la guerra continua.
El enemigo desea destruir al pueblo de Dios.
No debemos bajar la guardia.
1 Juan 2:16 NVI
Porque nada de lo que hay en el mundo—los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida—proviene del Padre sino del mundo.
El mundo que nos rodea, nuestra propia vanidad, nuestra actitud, nuestra forma de ser, nuestros deseos, nuestro vocabulario, etc., todo esto es el campo de batalla.
La voluntad de Dios es que cada una de estas áreas estén sometidas al señorío de Cristo.
Dios debe gobernar cada área de nuestras vidas. Esto significa que moldear cada área de nuestras vidas a la autoridad de la Palabra de Dios.
…pero la realidad es que fallamos.
La realidad es que somos igual que los israelitas.
Hemos dejado que ciertas áreas de nuestra vida sigan sometidas al estandar de este mundo:
Nuestro caracter
Nuestros pasatiempos
Nuestro vocabulario
Nuestra forma de ser
Nuestros pensamientos
…etc.
Hemos sido negligentes en nuestra vida espiritual.
Y nos damos cuenta que esto nos ha apartado de Dios.
Nos damos cuenta porque nuestra vida espiritual ha menguado.
Sucede que estamos siendo conquistados por estas influencias malignas que nos llevan a rebelarnos contra nuestro Rey Celestial.
Sin embargo, la solución es muy sencilla.
La respuesta la tenían los Israelitas, la respuesta la tenemos nosotros:
Jueces 1:1 NVI
Después de la muerte de Josué, los israelitas le preguntaron al Señor: —¿Quién de nosotros será el primero en subir y pelear contra los cananeos?
¿Quién es el que pelea por nosotros?
¿Quién es el que nos da la victoria?
…clamemos a Dios.
…seamos sinceros en nuestro arrepentimiento.
…seamos sinceros en nuestra confesión de nuestras faltas.
…llevemos nuestra negligencia al pie de la cruz.
…Dios será justo y fiel en perdonarnos y darnos la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
...él nos dará el poder y autoridad para hacer guerra espiritual contra el maligno y contra los deseos que hay en nosotros que nos conducen a pecar contra Dios.
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