Jesús desafía la inercia

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John 5:1–9 RVR60
1 Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.

Introducción

La primera ley de newton nos habla sobre la inercia. Esto consiste en que un cuerpo en movimiento no se detiene naturalmente, por la inercia, a menos que otra fuerza se aplique sobre él. Pero por otra parte, un objeto que está en estado de reposo no se mueve, por la inercia, a menos que se aplique una fuerza sobre él.
Imaginémonos que hay una piedra gigante al frente nuestro, la fuerza de inercia de esa piedra es tan grande que tendríamos que aplicar una fuerza aún mayor sobre esa piedra para poder moverla.
Del texto anterior vamos a ver cómo primero Jesús no está, y la situación es muy complicada, hay una fuerza de inercia muy grande sobre los enfermos, luego vamos a ver cómo Jesús nos busca y nos sana, desafiando así la inercia.

1. Jesús no está

Posibilidades casi nulas

Juan 5:2–4 (RVR60)
2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.
Notemos que toda la multitud de enfermos solo una persona quedaba sana. Este era un hecho que se cree que sucedía una vez al año por la expresión “de tiempo en tiempo”.
¿Cuántas posibilidades de que nosotros estando enfermos dentro de esa multitud fuéramos sanos? Casi nulas.
La enfermedad en la biblia es una representación del pecado. Hay dos tipos de personas entre nosotros, las que no son salvas de su pecado y las que son salvas por del pecado por Jesucristo.
Si usted no entiende a qué me refiero con la salvación por Jesucristo, puede que usted sea de ese primer grupo de personas, y hay una realidad para usted. La enfermedad que hay de pecado que hay en su vida lo aleja de Dios eternamente.
Romans 3:23 RVR60
23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
Si usted es salvo por Jesucristo, y sabe que Jesús le va a justificar el pecado que tiene delante de Dios, aún así la enfermedad del pecado sigue estando en usted, y Dios quiere que tenga un proceso de santificación durante toda su vida.
Entonces de esto podemos ver que la enfermedad del pecado es algo que existe en la vida de todos nosotros. Si nos ponemos en esta historia, podríamos ser perfectamente como una de estas personas dentro de la multitud, con posibilidades casi nulas de poder ser sanos del pecado si Jesús no está o sea, si tratamos de ser sanos por nuestros propios medios.

Jesús va a aparecer

En ningún otro lugar en la biblia sucede una situación como la que se narra en esta historia, por lo que hay teorías en donde se cree que en los 400 años de silencio, mientras Jesús venía a la tierra, Dios igual mantenía una conexión con su pueblo mediante eventos como este.
Veamos que era un evento que Juan escribió en pasado donde dice en estos “Yacía” y un ángel “descendía” ambos verbos en pasado. Esta era una situación que sucedía antes de que Jesús viniera a la tierra, y ya para cuando Juan contó la historia, esto dejó de suceder puesto que Juan lo escribió en pasado.
John 5:1 RVR60
1 Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
La buena noticia de esto es que Jesús ya vino a la tierra y nos da la posibilidad de ser sanos del pecado.
Entendiendo Jerusalén como nuestra vida con posibilidades casi nulas de ser sanados ¿Somos conscientes de que Jesús está en Jerusalén? Probablemente si usted no es consciente es porque Jesús no lo ha buscado, pero hoy Jesús nos está buscando con este mensaje, hoy es el día en que Jesús se apareció por nuestra Jerusalén.

2. Jesús nos busca

Nos conoce

John 5:5–6 RVR60
5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
Dentro de toda esta multitud, había un hombre al cual Jesús buscó y puso sus ojos, dice que lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así.
Esta expresión muestra el poder divino que Jesús tenía como Dios de conocer el pasado de la vida de una persona. Hay muchos pecados en nuestra vida que solo están expuestos entre nosotros mismo y Dios, ya que Dios está con nosotros en todo momento y conoce a profundidad nuestras vidas.
¿Qué pecados hay en nuestra vida que solo nosotros y Dios conocemos?

¿Nos conocemos?

John 5:6–7 RVR60
6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
Es evidente que la persona paralítica tiene una enfermedad, pero aún así Jesús le pregunta “¿Quieres ser sano?”
¿Cuál era el propósito de esta pregunta? Del texto podemos ver que esta pregunta llevó al muchacho paralítico a pensar en su situación actual y a confesarla. Cuando Jesús nos busca, él quiere que reconozcamos nuestra situación actual.
Para el hombre era un imposible ser sano, y lo llegó a reconocer delante de Cristo. El problema nuestro es que nuestro orgullo nos lleva a creer que no necesitamos de Cristo, y cuando Él viene a nuestra vida y nos pregunta ¿Quieres ser sano? lo que le respondemos es: “No gracias, no ocupo ser sano” o “así estoy bien, me gusta estar enfermo”
Nuestra respuesta ante esta pregunta debería de ser un reconocimiento total de nuestra condición pecadora, en donde de una manera genuina entendamos que el pecado no hace un bien a nuestra vida y reconozcamos la necesidad que tenemos de Cristo.
Además, muchas veces cuando ya tenemos la salvación de Cristo y sabemos que vamos a ir al cielo si morimos, igual cuando Cristo diariamente nos pregunta si queremos ser sanos, nuestra respuesta es: “No, mejor sigo disfrutando del pecado, porque de todos modos ya voy a ir al cielo”
Romanos 6:1–2 (RVR60)
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Si nos conocemos realmente, podremos dar una respuesta correcta a la pregunta de Cristo. ¿Quieres ser sano? Pero muchas veces la fuerza de inercia aplicada sobre nuestro pecado es tan grande, que no podemos dejar que Cristo desafíe esa inercia en nosotros y movernos de nuestra situación actual de separación de Dios.

3. Jesús nos sana

Juan 5:8–9 (RVR60)
8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.
Volviendo al ejemplo de la piedra gigante, podemos pensar que la fuerza de inercia que se aplicaba sobre este hombre paralítico era demasiado grande. Tanto así que las posibilidades de mover a este hombre de su enfermedad eran casi nulas, pero Jesús aplicó una fuerza de inercia tan fuerte que terminó con su parálisis y le dio sanidad sobre su enfermedad.
Jesús tiene poder para sanar nuestros problemas físicos, ya sea liberarnos de alguna enfermedad, ayudarnos en un examen, proveernos dinero en una crisis, darnos la oportunidad todos los días de hablar, ver, oír, correr, caminar, traernos alimentos y muchos otros detalles de los cuales Dios tiene cuidado de nosotros todos los días.
En el caso del hombre, le dio sanidad sin embargo debemos de comparar esta historia con otra sanidad aun paralítico.
Marcos 2:4–5 (RVR60)
4 Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
5 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Marcos 2:11 (RVR60)
11 A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
Al paralítico que bajó por el techo le perdonó el pecado, y luego lo sanó, pero al paralítico de Betesda solo lo sanó y no le perdonó los pecados.
Hay muchas cosas en esta vida de las cuales Dios tiene cuidado de nosotros, y desafía la inercia en ellas, sin embargo nosotros no las tomamos como motivo para volver nuestra mirada a Cristo y pedirle perdón por nuestros pecados. Muchas veces solo nos interesa la sanidad de Cristo y su salvación, pero no renunciar al pecado y vivir en santidad.
Inclusive Jesús mismo le dijo esto al hombre en versículos posteriores:
Juan 5:14 (RVR60)
14 Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.
¿Estamos renunciando al pecado o solo quedándonos con la sanidad de Cristo?
Muchas veces Jesús nos sana, pero no nos levantamos y tomamos nuestro lecho y andamos.

Conclusión

1. Jesús no está
- Posibilidades casi nulas
- Jesús va a aparecer
2. Jesús nos busca
- Nos conoce
- ¿Nos conocemos?
3. Jesús nos sana
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