Reseteando la Mente, Efesios 4:17-24
Notes
Transcript
Introducción:
Introducción:
Una farsa electrónica:
Supuestamente habiendo ganado un dinero de suma bastante importante en un concurso que no sabpia que había entrado, sólo tenía que pagar $100 para las tazas administrativas y procesar el pago. No hacía falta consultar con AFIP en cuanto a estos ingresos porque ellos ya habían confirmado con ellos de mi parte. Menos mal que tenían mi bienestar en mente. Lo interesante es que nunca había visto tantos errores ortográficos y frases sin sentido en un comunicado oficial en toda mi vida, como si fueran de otro país.
Obviamente, era una estafa.
Vivimos en un mundo de estafas, engaños y desinformación. En esta era pandémica han surgido una multitud de desinformación acerca del covid y las vacunas. Cada dos por tres, las noticias tienen que ir “desmintiendo” información que quizás ellos mismos nos dieron originalmente.
Algunas son más difíciles de discernir:
Si es lo que te hace feliz, persíguelo. Sigue tu corazón.
No importa a quién amas, si no le hace daño a nadie.
Puedes hacer lo que quieras con tu propio cuerpo.
¿Cómo saber lo que es verdad y lo que no?
La autoridad de tu vida, es la base para tu discernimiento entre lo verdadero y las falsedades. Es en base a esa autoridad que tomas decisiones y haces evaluaciones en y para tu vida.
Hay solamente dos opciones para la autoridad para la vida: Dios o tu mismo.
Quiero hablarles hoy de la importancia de renovar, resetear la mente, restaurar la autoridad para la vida.
Ef. 4:17-24
Efesios 4:17–24 (RVR60)
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.
Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
El versículo clave de este pasaje es el vs: 23, porque sin la renovación de la mente, nada de lo demás sería posible.
Por ejemplo, si no estuviera en vs: 23, y fuéramos del 22 al 24, tan sólo reemplazáramos obras malas por obras buenas, sin la parte de la mente, sería un ejercicio de fuerza propia, de auto-justicia, lo cual Pablo condena en su argumento a través de la epístola a los Gálatas. Ese tipo de cambio no es duradero si no involucra un reseto de la mente.
Es por eso que la transformación del creyente en Rom. 12:2 comienza con la renovación del entendimiento.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Lo que uno piensa, eso cree, lo que cree, eso hace, lo que hace forma sus hábitos, sus hábitos forman su carácter, lo cual dirige su vida. El campo de batalla principal de tu vida es tu mente.
Las características de los Gentiles descritos en los Ef. 4:17-19 provienen de lo opuesto a renovar la mente. La fuente de las características pecaminosamente feas es la vanidad de su mente.
Efesios 4:17–19 (RVR60)
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.
Esta vanidad de la mente es, esencialmente, una forma de pensar que no tiene un propósito sustancial, sino una meta sin fruto. No tiene valor real para la vida, ni valor eterno. 1 Jn. 2:16 lo menciona como la vanagloria de la vida.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Prácticamente, es poner tus propios razonamientos, deseos, preferencias, gustos, ganas, sentimientos como autoridad máxima en tu vida, en lugar de Dios.
Es vanidad porque no lleva a cumplir el propósito de Dios en tu vida, a “comprobar cual la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:2). Al llevar una vida sin el propósito que el Creador de esa vida le ha dado, es equivalente a vivir sin propósito, en vanidad.
MacArthur, John- Gálatas, Efesios (FÚTIL EN LO INTELECTUAL)
La vida de un incrédulo está destinada a la trivialidad absoluta en pensamientos y acciones. Consume sus energías en pos de metas puramente egoístas, en la acumulación de lo que no pasa de ser temporal, y buscando satisfacción en lo que de por sí es engañoso y decepcionante… La persona no regenerada planea y resuelve todas las cosas con base en su propia manera de pensar. Se convierte en su propia autoridad final y sigue su propio pensamiento hasta sus consecuencias y resultados últimos de futilidad, y falta absoluta de propósito y de sentido, a ese vacío egocéntrico que caracteriza el mundo en que vivimos
Cada jóven debe renovar su forma de pensar, haciendo un reseteo total de su mente, poniendo a Dios como autoridad de su vida, debido a los efectos peligrosos del pecado que encontramos en este pasaje.
1° Efecto del pecado: Se pierde la claridad de Dios, vs: 18a.
1° Efecto del pecado: Se pierde la claridad de Dios, vs: 18a.
El primer efecto de tener una mente envanecida es el entendimiento entenebrecido. Sin luz mental, sin claridad, denso para lo más importante. Es una condición continua, afecta todo aspecto de sus vidas.
Pablo lo describe de la siguiente manera en Rom. 1:21.
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
De cierta forma, están cegados por su propia perspectiva de sí mismo, poniéndose como autoridad sobre Dios mismo. Tan agrandado en su propio pensar que su propia grandeza bloquea su visión y no puede ver la luz de Dios.
La mente incrédula, que no conoce a Dios, está corrupta por el pecado, para que no pueda ver la voluntad de Dios para su vida, Ti. 1:15. Pablo en este pasaje está advirtiéndo a Tito acerca de enseñanzas falsas que pueden infectar la iglesia. Los que no son de Dios no pueden distinguir entre esas enseñanzas falsa y verdaderas.
Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.
La mente incrédula, que no conoce a Dios no puede entender las cosas de Dios, 1 Cor. 2:14. Pablo advirtiendo aquí que aunque las cosas pueden sonar buenas y razonables, humanamente hablando, el hombre natural sin Dios se traga falsedades por completo por no las puede distinguir de la verdad.
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
No tienen una claridad espiritual para poder distinguir entre lo verdadero y lo falso. Uno puede tener todo el conocimiento intelectual del mundo pero aún ser ignorante en cuanto a verdades espirituales, como los individuos que Pablo menciona en 2 Tim. 3:7.
Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.
Se pierden de lo más importante, cegados a la luz del evangelio, 2 Cor. 4:4.
en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Ilustración: En el jardín del Eden, cuando la serpiente tentó a Eva, lo primero que hizo fue poner en duda la Palabra de Dios con esta pregunta: “¿Conque Dios os ha dicho: No comaís de todo árbol del huerto?”, como diciendo a Eva, “¿Estás segura que lo escuchaste bien? ¿Éste árbol?”. Luego, al ver el árbol que era “bueno para comer… agradable a los ojos… y codiciable para alcanzar sabiduría” (Gén. 3:6) … confió más en lo que su razonamiento y deseo le estaba diciendo que en la misma Palabra de Dios.
Aplicación:
Esta frase del vs: 20 “no habeís aprendido así a Cristo” no indica de quién lo han aprendido (si sería de Cristo), sino lo que sale de estar en Cristo, su relación con Cristo, el cambio al conocer a Cristo.
Dios, quién “es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él” (1 Jn. 1:5), da claridad a la vida al darnos la luz de Cristo, vs: 20, 2 Cor. 4:6.
Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Dios da claridad a la vida al darnos Su Palabra, Sal. 119:105.
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.
2° Efecto del pecado: Se pierde la cercanía con Dios, vs: 18b.
2° Efecto del pecado: Se pierde la cercanía con Dios, vs: 18b.
Ajenos de la vida de Dios, vs: 18b.
Este término indica un alejamiento de relación, convertirse en un extraño, como un hijo que abandona a su familia, nunca más relacionandose con ellos.
Hay una separación de toda vida de Dios, apartado y privado de la luz que Él da a Sus hijos, estando aún en enmistad con Él, Ef. 2:12; Col. 1:21.
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado
Dos causas del alejamiento, vs: 18c.
Por la ignorancia espiritual.
Esto no es ignorancia intelectual, pues Pablo conoce bien de la educación romana.
Esto se relaciona a una negación voluntaria, un rechazo deliberado de Dios, convirtiéndose en necedad, ignorancia, como la que describe Dios al ateo, Sal. 53:1.
Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron abominable maldad; No hay quien haga bien.
Al ver todo el universo creado dando testimonio del Dios Supremo, Todopoderoso y Eterno, el hombre incrédulo decide adorar la creación misma en lugar del creador, buscando ser sabios, haciéndose necios, Rom. 1:19-23.
Romanos 1:19–23 (RVR60)
porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
Por la dureza del corazón.
Este término es usada para hablar de una calcificación alrededor de una rotura de hueso, haciéndolo inmovible y duro. Es usada para describir el mármol o la piel ya insensible (NIVAC)
El corazón es el centro de toda lealtad y adoración, la dureza del cual hace imposible una lealtad y adoración hacia Dios (NIVAC).
Denota uno que es terco, pero voluntariamente testarudo hacia las cosas de Dios (UBCS).
“el mundo del pecado oscurece la mente, lo que lleva a un corazón calcificado que es impermeable a las verdades de Dios y produce un obstinado rechazo (el significado de "dureza") a escuchar y una ignorancia que permanece cerrada a Dios y separada de Él. Esto oscurece aún más su comprensión [espiritual] y el ciclo se repite sin cesar, lo que conduce a una dureza cada vez mayor. Aparte de Cristo, no hay esperanza de salir de esta espiral descendente.”
— Osborne, G. R. (2017). Efesios: Versículo por Versículo (p. 139). Bellingham, WA: Lexham Press.
Se usa esta descripción de lo fariseos, cuando veían la obras de Dios confirmando que Jesús era el Mesías, pero no quierían creer en Él, Jn. 12:37, 40.
Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él;
Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y yo los sane.
El faraón de Egipto tuvo amplia oportunidad para ponerse al lado de Dios y liberar a Israel de la esclavitud, pero Él endureció su corazón hacia Dios, mencionado unas siete veces que él endureció su corazón o su corazón fue endurecido, entre Éx. 7-8. A partir del capítulo 9 en adelante, decribe que Dios hizo que se endureciera más aún, como una capa de dureza exterior a la dureza que ya hubo, sellando su futuro y la obra que Dios haría en liberar a Su pueblo.
Ilustración: Al ceder a la tentación, Adán y Eva fueron echados del jardín de Edén, de la presencia del Señor.
Aplicación:
La humildad nos mantiene puros y cerca del Señor, Sant. 4:6-8.
Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
El corazón tierno y contrito nos mantiene honestos y cerca del Señor, Sal. 34:18.
Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.
La exhortación los unos a otros nos mantiene cerca del Señor, Heb. 3:13.
antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
3° Efecto del pecado: Se pierde la consciencia ante Dios, vs: 19.
3° Efecto del pecado: Se pierde la consciencia ante Dios, vs: 19.
Insensibles al pecado, “perdieron toda sensibilidad”.
Como resultado de perder la claridad de Dios y la cercanía con Dios, su consciencia se vuelve insensible al pecado, apático, habiendo perdido el sentido de verguenza apropiada en cuanto a su pecado.
Macarthur, John — Gálatas, Efesios (INSENSIBLE EN LO ESPIRITUAL Y MORAL)
Cuando las personas continúan en el pecado y dan la espalda por voluntad propia a la vida de Dios, se vuelven apáticos e insensibles con respecto a realidades morales y espirituales. Rechazan todas las normas de justicia y no les importan las consecuencias de sus pensamientos y acciones injustas. Hasta su conciencia se cauteriza y pierde la capacidad de percibir lo que es malo.
Es la falta de capacidad de sentir dolor o angustia por su condición, “cauterizada la consciencia”, como se describe en 1 Tim. 4:2.
por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia,
Varios adictos, a las sustancias o a prácticas dañinas a menudo confiesan perseguir aún más alto consumo porque ya no podían sentir nada, y buscaban ese sentir eufórico otra vez, pero sin éxito por haber perdido la sensibilidad.
Entregados al pecado, “se entregaron a la lascivia… toda clase de impureza”.
El resultado de esa insensibilidad al pecado es un camino desenfrenado en la sensualidad. Se han sumergido en un estilo de vida sin límites saludables, gratificando todo deseo egocéntrico que tienen.
La frase “se entregaron” indica un rendimiento voluntario, una entrega total a una vida de libertinaje, persiguiendo las pasiones sensuales sin importar donde llevan, 1 Tes. 4:5.
no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;
Es el resultado natural de haber dejado a Dios como autoridad en la vida, envanecido en el propia razonamiento ignorante pecaminoso, poniéndose como autoridad propia sus deseos, los cuales son engañosos, vs: 22.
Aquí se hacen esto a sí mismos, entregándose por completo a las malas prácticas que Dios detesta. No existen restricciones ni límites a los excesos que persiguen. Rechazando el camino de Dios, voluntariamente se arrojaron a este pozo de corrupción del que es tan difícil escapar. Los estudios han demostrado que la adicción al sexo es tan fuerte y difícil de superar como la adicción a la heroína o al paco. Ese es el impulso de Paul aquí. — Osborne, G. R. (2017). Efesios: Versículo por Versículo (p. 140). Bellingham, WA: Lexham Press.
Se remonta a la misma frase usada en Rom. 1:24, 26, 28, dónde describe el proceso de Dios en darle al hombre pecaminoso lo que realmente desea, un vida sin Dios.
Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos,
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;
Esto describe exactamente a como suena, la homosexualidad y toda otra desviación sexual, como la pornografía y sensualidad que vemos en nuestro mundo hoy.
Quiero ser claro: la revolución sexual de nuestro día, que incluye el movimiento gay, la industria pornográfica, la ideología de género, y el matrimonio igualitario, y el empuje a aceptarlo todo como si fuera algo bueno, es la expresión climática de una sociedad que ha puesto sus propios deseos como autoridad en su vida, y “andan en la vanidad de su mente”, como menciona nuestro pasaje hoy.
Es desviación sexual, porque es desviado de como Dios lo diseñó desde el principio, confirmado por las mismas palabras de Jesús en Mat. 19:4-6, y desviado de la misma naturaleza humana.
Mateo 19:4–6 (RVR60)
Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
El engaño del pecado, la sociedad, y aún nuestro gobierno dice que uno puede cambiar su género. El engaño del pecado dice que si sientes atracción por alguien de tu mismo sexo, debes seguirlo, porque es tu verdad. El engaño del pecado dice que tu sexualidad es tu identidad.
La realidad es otra, no sólo la realidad de la ciencia biológica, sino la realidad de Dios en el mundo que Él creó, incluyéndote a ti.
La verdad de la Palabra de Dios dice que la voluntad de Dios para nuestras vidas es la santificiación, 1 Tes. 4:7.
Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.
El poder de la Palabra de Dios afirma que uno puede ser cambiado por completo en Cristo, 1 Cor. 6:9-11, aún de sus deseos, Heb. 9:14.
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Ilustración: Chica Gay, Dios Bueno— Jackie Hill Perry
La atracción sin nombre que sentí a un nivel elemental solo resaltó lo codicioso que puede ser el pecado. Los deseos existen porque Dios nos los dio. Pero los deseos homosexuales existen porque el pecado existe. Amar a Dios, como fuimos creados para hacerlo, involucra tanto la voluntad como los afectos, pero el pecado roba este amor que Dios puso en nosotros y le dice que se vaya hacia otro lado. Los deseos hacia el mismo sexo son reales. Aunque nacen del pecado, no son un sentimiento imaginario que uno evoca por el simple hecho de ser diferente. Pero la realidad del afecto no los hace moralmente justificables. Es la mente, cuando se conforma a la imagen del pecado, la que nos mueve a llamar al mal bien simplemente porque nos parece bien.
… limitar nuestra personalidad a la sexualidad es una forma inferior de describir cómo Dios nos ha creado. Al ser hechos a Su imagen, fuimos hechos para amarlo, no por un instinto animal, sino con nuestra voluntad humana, involucrando el corazón, la mente y el alma. Cuando Dios no es amado por todo nuestro ser, el pecado queda expuesto por la forma en que hablamos, creamos y pensamos: lo que hacemos con nuestro cuerpo y cómo tratamos a los demás... Por lo tanto, nuestra sexualidad puede ser parte de quienes somos, pero no es todo lo que somos. Los seres humanos son más de lo que les atrae sexualmente.
… el arma más grande que tenemos contra [el enemigo] e incluso nuestra propia carne es la fe en la Palabra de Dios. Al confiar que tiene la última palabra, seguiremos siendo fuertes incluso cuando seamos débiles.
Perry, Jackie Hill. Chica gay, buen Dios (p. 122). Grupo editorial de B&H. Versión Kindle.
Aplicación:
Cada jóven debe renovar su forma de pensar, haciendo un reseteo total de su mente, poniendo a Dios como autoridad de su vida, debido a los efectos peligrosos del pecado:
Se pierde de la claridad de Dios.
Se pierde de la cercanía con Dios.
Se pierde de la conciencia ante Dios.
Para resetear la mente:
Buscar vivir en conciencia limpia al Señor, siendo Él la autoridad de la vida.
Eso sólo se logra al acercarse al Señor, por medio de Jesús,
Y vivir en la claridad del Señor que ha revelado en Cristo y la luz de Su Palabra.