Parábola del Sembrador Por Eduardo Negrón
Mateo 13:3-8
3Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 8Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
Creo personalmente que estamos en frente de la clave para vivir una vida en victoria. Pensamos en muchas ocasiones que la victoria radica en confesar positivo, lo cual creo es importantísimo porque nadie quiere andar cerca de alguien que tiene una actitud negativa y derrotada. Sin embargo, no debemos confundir el hablar positivamente con el hablar bíblicamente. El hablar positivo no da espacio para decir cosas negativas o de temor, pero el hablar bíblicamente nos lleva a la realidad existente. Permítanme darles unos pocos ejemplos. Observemos con cuidado las palabras de Pablo al llegar a Listra, Iconio y Antioquía. Miremos como Pablo confirmaba los ánimos de los discípulos (Hch.14:21-22)…exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Estas palabras no sería oídas por alguien que solo confiesa positivo, pero sí por los que saben hablar bíblicamente. Veamos este otro ejemplo. Pablo es llevado a Roma en un barco y en medio de la travesía se desata una tormenta, un huracán llamado Eurociclón (Hch.27:14). El escritor de los Hechos, el cual fu Lucas, estaba también en la nave. Él nos hace la siguiente observación de los hechos: 20Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos (Hch.27:20). Siendo que es Lucas el que está escribiendo, alguien podría decir que el que estaba temeroso era Lucas y no Pablo, por lo tanto quien dijo palabras negativas fue Lucas. Sin embargo cuando seguimos leyendo el relato nos encontraremos con las palabras dichas por Pablo referente a una visión que Dios le diera. En dicha visión Dios le dice a Pablo “no temas” (Hch.27:23-24). Estaría de más esa palabra si Pablo no hubiese estado entre los que pensaron que morirían. La confesión positiva debe estar en la boca de todo cristiano, pero también debemos hablar las realidades de la vida, pues hablar solo positivo no va a cambiar los acontecimientos negativos. Debemos aprender a hablar, no positivamente, sino bíblicamente. Hablar bíblicamente incluye hablar positivamente, pero sin fanatizarnos o ir a los extremos.
Repito, estamos frente a la clave de la verdadera victoria del cristiano. Esta parábola es bien interpretada en el mensaje evangelístico, pero a mí me gusta más mirarla desde la perspectiva de los que ya hemos conocido al Señor. Jesús habló esta parábola con miras de enseñar a sus discípulos, a los que estaban con él en aquel entonces, pero también a los que estamos hoy. Si logramos captar la profundidad, pero a la vez la sencillez de la misma habremos alcanzado un gran triunfo.
Permítanme traer tres puntos relacionados a esta parábola, los cuales nos permitirán recibir la enseñanza en su totalidad. Esta parábola está narrada por Mateo, Marcos y Lucas. Para poder entenderla debemos hacer referencia a todos los relatos, pues unos dicen cosas que otros no dicen y al leer todos los relatos podemos apreciar completamente el cuadro presentado por Jesús. Teniendo esto en cuenta deseo que miremos esta misma parábola narrada por Marcos. Tres cosas resaltan en su narración. La primera está en Mr:4:10 que dice: Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.
Encontramos a Jesús narrando la parábola del sembrador. Una vez terminó de hablar la parábola se limitó a decir: El que tiene oídos para oír, oiga (Mt.13:9). Dicho esto se fue. Todos oyeron la parábola, pero ¿la habrán entendido? Oír es uno de los sentidos, pero oír para entender los misterios de Dios requiere más que los sentidos. Los sentidos naturales sirven para lo natural, pero en las cosas de Dios se necesitan los sentidos espirituales. Cuando nacemos por primera vez tenemos esos sentidos capaces de ayudarnos en el mundo natural. Ellos son la puerta para entrar a usar los sentidos espirituales. La capacidad de oír, aun cuando no entendamos lo que oímos es la puerta para buscar mayor información y asi poder entender. Los discípulos, haciendo uso de los sentidos naturales oyeron la parábola, pero no la entendieron. Es en este punto donde resalta Mr.4:10. Es aquí donde está uno de los secretos más grandes e importantes en el andar cristiano. El verso dice: Cuando estuvo solo. Jesús le hablaba a grandes multitudes, pero cuando realmente podemos recibir lo mejor de él es cuando él esta solo. Usamos el término solo para ubicarnos en el verso, pero en realidad la parte importante es la continuación de dicho verso, veamos: los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.
Muchos son los que siguen a Jesús, pero pocos son los que le buscan cuando están en la soledad o tranquilidad del día o la noche. Muchos son los que van a la iglesia y a los servicios de la semana, pero pocos son los que le buscan a solas. Era una multitud grande la que escuchó la parábola, pero vemos que la Biblia nos muestra que solo los que estaban cerca son los que preguntaron por el significado de la parábola.
Debemos notar que el verso dice: los que estaban cerca de él con los doce. Los doce son los apóstoles. Es natural que estos estuvieran cerca, pero ¿quiénes eran los otros que estaban cerca de él? Esto nos enseña que la revelación de la palabra de Dios no era exclusivamente para los apóstoles, sino para todo el que esté cerca de él. Estamos cerca de Jesús cuando le buscamos en la intimidad. Cuando estamos a solas con él. Es en ese tiempo que podemos preguntarle cosas que no podemos hacer cuando hay muchas personas o distracciones presentes. Los discípulos no entendieron la parábola, pero supieron esperar a estar a solas con él. Sabían que recibirían respuesta.
Hemos visto como los discípulos aprovecharon que Jesús estaba solo para traer su inquietud tocante a la parábola. Acto seguido Jesús procede a responderles. Esto nos lleva a nuestro segundo punto importante.
Este segundo punto está en Mr.4:11 que dice: Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;
Debemos notar que la respuesta de Jesús no se hizo esperar. Cuando nos acercamos a Jesús en forma privada, en intimidad con él, respuesta del cielo no se hará esperar. Debemos prestar mucha atención a la respuesta dada por Jesús, pues en ella encontramos una gran luz. Él les contestó: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios. ¿Quiénes son “vosotros?” Dijimos que muchos son los seguidores de Jesús, pero solo a los que buscan a Jesús a solas es que les es dado conocer. Ese vosotros son aquellos que, luego que la multitud se fue a sus respectivos quehaceres, a esperar por el otro servicio, ellos se quedaron a solas con Jesús. Son aquellos que no dependen del servicio para estar conectados con Dios, sino que su caminar diario está marcado por el compañerismo con Jesús. Esos que no pierden una oportunidad para estar en comunicación con Jesús. A esos les es dado saber. Pero no solo saber, sino saber el misterio del reino de Dios. Saber cosas más profundas del evangelio. Conocer más íntimamente a Jesús. Esto no es un conocimiento para todos, es solo para los que buscan andar cerca de Jesús.
A los de afuera Jesús le habla por parábolas, pero a los de adentro, a los cercanos, les revela todas las cosas. ¿Quiénes son los de afuera? Los cristianos domingueros. Los cristianos que profesan ser seguidores de Jesús, pero sus vidas hablan otra cosa. Aquellos que viven una vida descuidada sin oración, lectura de la Biblia ni meditación. A ellos Jesús les seguirá hablando por parábolas para que viendo no vean.
Quiere decir que si buscamos a Jesús en una forma íntima él nos revelará el misterio del reino de Dios. Sin embargo, Jesús añade algo que va incluido en la revelación dada por él. Esto que ahora vamos a ver es crucial para poder entender el misterio del reino de Dios. Si no entendemos lo que ahora sigue, todo lo que Jesús nos hable, aun cuando estemos en intimidad con él, no lo entenderemos. Asi de vital es este próximo punto a tocar.
En Mr.4:13 Jesús nos revela la clave para poder entender, no esta parábola del sembrador, pues él está próximo a explicarla, sino todas las otras parábolas. Él dice: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
Jesús habló y enseñó haciendo uso de muchas parábolas. Hay muchas otras cosas en la Biblia que aun cuando no llevan el titulo de parábolas lo son. Todo eso no será comprendido si nosotros no comprendemos esta parábola del sembrador. Así de importante es esta parábola para cada uno de nosotros. Debemos notar que Jesús le dice a sus discípulos y a nosotros: ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? No dice algunas, sino todas. Difícilmente entenderemos las profundidades de la palabra de Dios si no logramos comprender esta parábola primero.
Jesús les deja saber la importancia de entender esta parábola y procede a explicarla. Él no quiere que los que le buscan sinceramente queden ciegos a las verdades bíblicas. El Espíritu Santo por medio de Pablo nos dijo en varias ocasiones “ no quieren que ignoren” (Ro.11:25, 1 Co.10:1, 1 Co.12:1, 1 Ts.4:13) y Pedro añadió otro no ignoréis en 2 P.3:8. Dios no quiere que seamos ignorantes, pero esa revelación está reservada solo para los que buscan íntimamente al Señor.
Creo que ahora estamos listos para proceder con la parábola y recibir lo que el Señor tiene para nosotros en esta mañana. Estaremos viendo los cuatro terrenos donde la semilla calló, sus consecuencias y luego estaremos viendo la aplicación a nuestras vidas.
Como primer terreno estaremos viendo el de Junto al Camino.
I) Junto al Camino
Jesús nos dice que el sembrador salió a sembrar y parte de la semilla cayó junto al camino. Debemos notar que esa parte que cae junto al camino siempre es una cantidad menor, pues no se está sembrando o arrojando la semilla en el camino, sino en la tierra buena. Lo cierto es que por más cuidadoso que se sea cuando se está sembrando en cantidades grandes siempre habrá una parte que caerá en el camino. Esto no debe conformarnos, por el contrario debemos buscar una solución para evitar que caigan en el camino, y si aun así cayera algo, que sea la mínima cantidad posible.
Cuando Jesús está diciendo la parábola nos dice qué ocurre con la semilla que cae junto al camino. En el proceso de sembrar la semilla algunas caen junto al camino y las aves del cielo vienen y se la comen. Luego procede a explicar qué o quien representa las aves del cielo. En Mateo nos dice que es el malo, en Marcos nos dice que es Satanás y en Lucas que es el diablo. Al decir las aves está hablando en plural. Debemos entender que no es uno solo el que se come la semilla, sino muchos. Satanás es uno y no puede estar en todas partes al mismo tiempo, esto nos dice que las aves del cielo representan a las legiones satánicas. Estas están, no en el camino, sino junto al camino esperando que la palabra de Dios sea predicada para comerse la semilla. El evangelio es conocido como “el Camino” (Hch.24:14), pero las aves están junto al camino.
Siendo que estamos hablando en términos espirituales, no debemos suponer que las aves son físicas o que la palabra de Dios es semilla que podemos ver. En el mundo espiritual es así, pero no en el físico. Por lo tanto debemos recibir esta palabra por fe creyendo que cada vez que predicamos o exponemos la palabra de Dios, sea por medio de la enseñanza, exhortación o predicación van haber aves del cielo pendiente para robarse la semilla. Solo Satanás y sus legiones pueden robarse la semilla que cae en el camino. De esta forma el ataque del diablo para comerse la semilla es en forma directa.
Jesús también nos indica la forma en que Satanás se come la semilla. En Mateo nos dice que es el que oyendo la palabra de Dios no la entiende. Son los que tratan de razonar la palabra. Dios no pretende que entendamos todo, pero si que creamos. Al no entender por causa de razonar viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. En Marcos y Lucas se nos dice que viene enseguida Satanás o el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven.
Las legiones están al asecho para robarse la semilla plantada. Debemos orar a Dios para que envíe ángeles y cubran el lugar donde estamos predicando la palabra de Dios. También debemos pararnos firmes contra el enemigo y reprenderlo en el nombre del Señor Jesús y atarlo para que no pueda volar y robarse la semilla.
Pasemos al segundo terreno.
II) En Pedregales
Nunca debemos olvidar que el terreno donde se siembra la semilla de la palabra de Dios es el corazón. En este caso Jesús lo compara con pedregales. Las piedras no permiten que la raíz profundice quedándose en la superficie. La consecuencia de esto es que al salir el sol la raíz se quema y se seca. En Lucas el Señor nos dice algo más relacionado a esta condición de pedregales. Nos dice que este terreno no produce mucha humedad. Para que la semilla pueda ser rota y abrir necesita de la húmeda natural que viene de la tierra. Al no tener mucha tierra, posiblemente se da el proceso, pero en forma anormal produciendo una mata raquítica y débil.
Al Jesús explicar la condición de pedregales nos dice lo siguiente. Estas personas son aquellas que reciben la palabra con gran gozo y entusiasmo. Son aquellos que quieren salir corriendo y anunciar el reino sin respaldo alguno. En muchos casos tienen falta de sometimiento, pues quieren hacer tanto que no tienen tiempo para escuchar. Piensan que ya escucharon lo que tenían que escuchar y es hora de salir corriendo. Lo triste es que cuando se encuentran con las aflicciones, persecuciones, tribulaciones y pruebas, primero tropiezan, segundo se apartan y finalmente se alejan. Así de acelerado como suben, así mismo bajan. En una ocasión Dios le dio una palabra profética a una iglesia y le decía que no quería ministerios como la espuma. La espuma sube velozmente, pero así mismo baja. Igualmente son los sembrados en pedregales.
En este caso son circunstancias de la vida los que provocan que esta semilla no de el fruto deseado. Muchas de ellas su podrían evitar si la persona hace una pausa y busca instrucción. Siendo que las aves no pudieron comerse la semilla junto al camino, ahora por medio de circunstancias de la vida tratarán de hacer que esa semilla se queme.
Veamos ahora el tercer terreno.
III) Entre Espinos
Esta otra ilustración que Jesús usa es la de espinos. En algún momento de nuestras vidas nos hemos topado con algún árbol, flor o arbusto con espinas. Difícilmente se puede uno acercar a uno de ellos sin ser pinchado por las espinas. Jesús ahora nos habla de un terreno, el corazón, con espinas. Hay varias cosas que Jesús emplea para revelarnos lo que impide que la semilla de Su palabra crezca en este tipo de terreno. En Mt.13:22 Jesús nos dice: El afán de este siglo y el engaño de las riquezas. Hoy en día las personas viven en un gran afán. Siempre están mirando el reloj para ver cuanto tiempo les queda para lograr obtener algo o llegar a tiempo a algún lugar o salir prontamente de algún sitio o situación. Lo cierto es que se vive una vida afanada. Jesús nos dice en Mt.6:25 No os afanéis por vuestra vida, Mt.6: 31No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?, Mt.6: 34Así que, no os afanéis por el día de mañana. En estas tres porciones podemos ver el énfasis de Jesús a no afanarnos. Jesús sabía que el afán se come la semilla de la palabra de Dios y cuando eso ocurre la fe mengua. Pablo, conocedor de esta gran verdad, nos añade lo siguiente en Ef.4:6 Por nada estéis afanosos, luego procede a decirnos el secreto para no caer en tal estado. Él dice: sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Cuando no permitimos que el afán tome lugar en nuestras vidas siguiendo el consejo de Pablo se cumplirá en nuestras vidas la promesa de Fil.4:7.
Dios nos advierte que el afán ahogará la Palabra y de esa manera no podrá llevar el fruto deseado.
Pero también nos advierte de otra reacción creada por estos espinos. Nos dice que el engaño de las riquezas también ahogan la Palabra de Dios. La Biblia nos dice claramente que el pecado radica, no en el dinero, sino en el amor al dinero (1 Ti.6:10). Es interesante que Pablo añada: el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Es claro que Pablo está haciendo referencia a los que están en condición de espinos.
Jesús nos dice: el engaño de las riquezas. Muchas personas piensan que si tuvieran mucho dinero serian felices. ¿No es esto un engaño?. Otros piensan que si tuvieran muchas riquezas podrían ayudar a muchas personas, ¿No es este otro engaño? Podríamos mencionar muchos otros tipos de engaños, pero pienso que hemos hecho claro nuestro punto. Sabemos que necesitamos el dinero, pero ¿hasta qué punto? ¿Hasta el punto de perder la fe y ser traspasados de muchos dolores? No creo que valga la pena.
Veamos ahora otras cosas representadas en los espinos. Jesús nos dice en Mr.4:19 Y las codicias de otras cosas. La codicia es otro espino que ahoga la palabra de Dios. Desde la antigüedad Dios dijo: No Codiciarás (Ex.20:17). Cuando leemos ese verso de Éxodos nos damos cuenta que al final del mismo dice: ni cosa alguna de tu prójimo. Esto nos dice que cualquier cosa que codiciemos es pecado. La codicia nos lleva al engaño del dinero y el engaño del dinero nos lleva a afanarnos. Todo esto lo único que logra es ahogar la palabra de Dios para que no lleve el fruto deseado.
En adición a lo ya dicho Jesús añadió en Lc.8:14: Y los placeres de la vida. Vemos que los espinos representan o son: 1. Afán, 2. Engaño de las riquezas, 3. Codicia, y 4. Placeres. Nunca estamos satisfechos con lo que tenemos y queremos más. Nunca estamos conformes con nuestras vidas y queremos más. Siempre queremos lucir como victimas trabajando demasiado sin tiempo para nada más. Buscamos más y nuevos placeres que nos satisfagan pensando que estaremos satisfechos. Hasta que no logremos entender que Dios es nuestra entera, completa y única satisfacción no estaremos satisfechos. Debemos pedir perdón a Dios por esos pecados y con sumisión y humildad buscar su rostro hasta que podamos decir como dijo el salmista en el Salmos 73:25. Solo Dios nos satisface y nos llena. Es por eso que Jesús dijo: Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mt.6:33).
Veamos ahora nuestro último terreno.
IV) En Buena Tierra
¿Cómo podemos catalogar si una tierra es buena o no? Todo depende del uso que se le va a dar a dicha tierra. Si se va a sembrar arroz la tierra debe ser bien húmeda. Si lo que se va a sembrar son legumbres la tierra debe ser suelta. Si se va a construir una casa la tierra debe ser dura y tosca, etc. De esa manera podemos ver que dependiendo el uso que se le va a dar a la tierra es el valor que ella tendrá. Vimos tres clases de terrenos los cuales no eran bueno para la clase de semilla que se iba a sembrar. Solo un terreno es el apropiado para que el fruto sea el deseado. Es la que la Biblia llama buena tierra.
La palabra de Dios no puede crecer en cualquier terreno y dar el fruto deseado. Solo cuando cae en buena tierra es que produce buen fruto. ¿Cuál sería esa buena tierra de acuerdo con la Biblia? En Mt.13:23 tenemos dos características de esta buena tierra. Es el que oye y entiende la palabra. Podemos oír a un extranjero hablando en su idioma nativo, pero ¿entenderemos la palabra? Entonces deducimos que la buena tierra es aquella capaz de procesar lo que ha oído. Esto nos dice que toda persona capaz de razonar, si se le está hablando en su idioma y con palabras comprensibles tienen la capacidad de entender la palabra oída. Esta simple prueba le debe decir si usted está en la categoría de buena tierra.
Jesús nos añade otra característica de esta buena tierra la cual encontramos en Mr.4:20. Es la persona que recibe la palabra de Dios. No basta con oír y entender la palabra. Para que la tierra sea realmente buena se le debe añadir el recibir la palabra de Dios. Recibir es dejar que la palabra de Dios entre en nosotros. Cuando la palabra de Dios comienza a entrar en nosotros cambios comienzan a ocurrir. Una transformación interna comienza a brotar y crecer. Se empieza a sentir incomodo con algunas amistades. Ciertos lugares ya no le llaman la atención. Un nuevo deseo de leer la Biblia surge. Cosas semejantes continúan ocurriendo. Esto es lo que Juan el Bautista llama “haced frutos dignos de arrepentimiento (Lc.3:8).
Finalmente Jesús nos da el ingrediente final que muestra que el corazón es buena tierra. Ese ingrediente final es retener la palabra. Eso lo encontramos en Lc.8:15. Solo los que retienen la palabra de Dios son los que pueden llevar fruto a treinta, sesenta y ciento por uno.
Entonces vemos que la buena tierra es aquella que contiene cuatro minerales indispensables. Estos minerales son: 1. Oír, 2. Entender, 3. Recibir, 4. Retener. Quien posee un corazón con esos cuatro minerales es un verdadero vencedor. Dios lo podrá usar en forma grande y poderosa. El enemigo no podrá moverlo de su forma de pensar ni actuar. Misterios y secretos le serán revelados, etc.
Algo importante que debemos saber es que los cuatro terrenos o las cuatro diferentes situaciones siempre estarán presentes. Si somos buena tierra podremos, como hizo Abram cuando presentaba holocausto a Jehová (Gn.15:11), espantar las aves que tratan de robarse la semilla; triunfar en medio de las persecuciones, tribulaciones y pruebas (2 Ti.3:11, Hch.14:20, 1 P.4:12), y no nos afanaremos yendo tras las riquezas engañosas, la codicia y los placeres mundanos.
V) Conclusión
Un corazón que hoy es buena tierra, puede pasar a ser junto al camino, pedregoso o espinoso. No hay garantía en cuanto al terreno. En lo natural un terreno que hoy es fértil y trabajable, por causa de una gran sequía puede tornarse inservible. De igual forma el corazón. Eso nos debe dar un aviso. Nunca debemos pensar que somos lo suficientemente maduros para dejar de aprender. Nunca pensemos que alguien no está en el nivel nuestro y por eso no tiene nada que darnos. El día que nuestro corazón asuma esa actitud ese día comenzamos a caer. Recordemos la secuencia en la caída del terreno pedregoso. Primero tropiezan, segundo se apartan y finalmente se alejan.
Así como un día fuimos buena tierra, si nos descuidamos podemos venir a ser tierra inservible. Por tanto no permitamos que el orgullo o la autosuficiencia nos dominen endureciendo nuestros corazones y llevándonos a tropezar, aparta y alejar. Este tropezar, aparta y alejar puede ser en una o dos direcciones. Podemos alejarnos totalmente del Señor y su evangelio o podemos alejarnos solo del Señor y vivir una apariencia de cercanía.
Cabe terminar esta disertación con una pregunta. ¿Qué tipo de corazón es el mío hoy?
- Es junto al camino, donde la palabra de Dios no la entendemos y vienen las aves y se la llevan.
- Es pedregal, donde las persecuciones, tribulaciones y pruebas nos roba el gozo y nos vamos.
- Es espinos, donde los afanes, falsas riquezas, codicias y placeres ahogan la palabra y también nos vamos.
- Es buena tierra, donde toda la palabra de Dios encuentra lugar en nosotros y produce al treinta, al sesenta y al ciento por uno.