Una Vida que honra a Dios 3

Vida que Honra a Dios 3  •  Sermon  •  Submitted
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Reconocer qué o quién es lo más importante en nuestra vida. Es Dios quién ocupa el primer lugar o es algo más.

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Nuestra vida puede honrar a Dios aun en medio del dolor, lo estamos estudiando, viendo la historia de Job. La vida está llena de pérdidas. Woody Allen dijo: “La vida está llena de miseria, soledad y sufrimiento y todo acontece demasiado rápido.”
El día de hoy vamos a decidir entre el desánimo o la muerte, Dios nos ayude a escoger sabiamente. Un ateo llamado Bertrand Russel a los 80 años en su lecho de muerte, fue entrevistado por la BBC y le preguntaron ¿qué lo sostiene en estos momentos? La respuesta fue: ¡Nada! No tengo nada que me sostenga en estos momentos, sólo una desesperación penetrante. Bertrand Russel
Al estudiar sobre el sufrimiento y el dolor la pregunta es ¿hay alternativa para los cristianos? ¿puede el cristiano deprimirse, desesperarse? ¿cuál es la respuesta de la iglesia al ver la tragedia de la vida?
¿Has estado desesperado alguna vez? ¿qué has hecho? ¿qué hace Job? Él, llora su pérdida y al mismo tiempo adora. El sufrimiento y la adoración no son excluyentes. Job sufría y aun así adoraba: “Dios dio y Dios quitó, sea Su Nombre bendito.” Pero estamos de acuerdo que ¡no es fácil! Y queremos decir: Job ¿cómo le hiciste?
El capítulo 3 es descrito como el más deprimente de la Biblia. En la historia de Job no sabemos el tiempo que duró el sufrimiento, si 20 año, 2 meses, 10 días. No sabemos si la plática con sus amigos duro años o 2 días y Dios aparece y responde. Lo único que sabemos es que después de levantarse de entre las cenizas, de llorar, aparece su amigo, lo ve y no puede hacer nada para ayudarle, ve la miseria de Job y se queda mudo.
Sabemos que por 7 días se vieron de frente sin decir nada. Job se rasca con una teja, el amigo se rasca la cabeza sin saber qué decir. Después de 7 días de silencio, Job habla.
La acusación de satanás a Dios es que Job lo adora porque lo ha protegido, pero si le quita lo que tiene verá como lo maldice en su cara. Job empieza a hablar y lo hace maldiciendo pero no a Dios, sino el día que nació.
Por fin habló Job y maldijo el día de su nacimiento. Dijo: «Que sea borrado el día en que nací, y la noche en que fui concebido. Que ese día se convierta en oscuridad; que se pierda aun para Dios en las alturas, y que ninguna luz brille en él. Que la oscuridad y la penumbra absoluta reclamen ese día para sí; que una nube negra lo ensombrezca y la oscuridad lo llene de terror. Que esa noche sea borrada del calendario y que nunca más se cuente entre los días del año ni aparezca entre los meses. Que esa noche sea estéril, que no tenga ninguna alegría. Que maldigan ese día los expertos en maldiciones, los que, con una maldición, podrían despertar al Leviatán. Que las estrellas de la mañana de ese día permanezcan en oscuridad; que en vano espere la luz y que nunca llegue a ver la aurora. Maldigo ese día por no haber cerrado el vientre de mi madre, por haberme dejado nacer para presenciar toda esta desgracia.” (Job 3:1–10, NTV)
¿Por qué no se detuvo mi vida antes de nacer? Si la vida es así ¡no quiero vivir! Y si tuve que nacer ¡hubiera nacido muerto!
»¿Por qué no nací muerto? ¿Por qué no morí al salir del vientre? ¿Por qué me pusieron en las rodillas de mi madre? ¿Por qué me alimentó con sus pechos? Si hubiera muerto al nacer, ahora descansaría en paz; estaría dormido y en reposo. Descansaría con los reyes y con los primeros ministros del mundo, cuyos grandiosos edificios ahora yacen en ruinas. Descansaría junto a príncipes, ricos en oro, cuyos palacios estuvieron llenos de plata. ¿Por qué no me enterraron como a un niño que nace muerto, como a un niño que nunca vivió para ver la luz? Pues una vez muertos, los malvados no causan más problemas y los cansados encuentran reposo. Aun los cautivos logran tranquilidad en la muerte, donde no hay guardias que los maldigan. El rico y el pobre están allí, y el esclavo se libera de su dueño.” (Job 3:11–19, NTV)
Ok ¡ya nací! Pues mejor ¡mátame ahora!
»Oh, ¿por qué dar luz a los desdichados, y vida a los amargados? Ellos desean la muerte, pero no llega; buscan la muerte con más fervor que a tesoro escondido. Se llenan de alegría cuando finalmente mueren, y se regocijan cuando llegan a la tumba. ¿Por qué dar vida a los que no tienen futuro, a quienes Dios ha rodeado de dificultades?” (Job 3:20–23, NTV)
Este es el momento de más desesperación en la vida de Job, el momento más duro de su tragedia, está en depresión y desesperación. La respuesta de Job es: ¡Desesperación!¿querías saber su respuesta? Es desesperación ¿crees que Job fue el único que se sintió así?
¡Sin embargo maldigo el día en que nací! Que nadie celebre el día de mi nacimiento. Maldigo al mensajero que le dijo a mi padre: «¡Buenas noticias! ¡Es un varón!». Que lo destruyan como a las ciudades de la antigüedad que el Señor derribó sin misericordia. Asústenlo todo el día con gritos de batalla, porque no me mató al nacer. ¡Oh, si tan sólo hubiera muerto en el vientre de mi madre, si su cuerpo hubiera sido mi tumba! ¿Por qué habré nacido? Mi vida entera se ha llenado de dificultades, de dolor y de vergüenza.” (Jeremías 20:14–18, NTV)
Casi idéntico a Job y hay más hombres de fe diciendo ¡así no quiero vivir! No en dolor, angustia, soledad. Eran grandes hombres de Fe hablando de esta manera ¿lo puedes creer? ¿cómo reaccionas a la respuesta de Job? ¿te sorprende o molesta? Quieres decirle ¡Job no digas eso, ten fe! ¡no puedes tener fe y estar deprimido!
Job está dolido, desesperado, deprimido y preguntamos ¿qué pasa? ¿No se supone que el cristiano no se deprime? ¡Job no eres buen ejemplo! Esa es una forma de reaccionar.
La otra, es decir: ¡Gracias Job! Gracias porque alivias mi carga, saber que ¡no estoy mal! Gracias por sentir igual que yo. Por fin alguien con quien me identifico, porque eso digo cuando siento que no aguanto más; me identifico contigo más que con quienes dicen que siempre viven en victoria y gloria en gloria y nada les pasa.
¿Cuál es tu reacción? Te enojas o te alivias. No importa el tamaño de la tragedia, a veces sentimos así. Quizá nadie ha vivido algo igual a Job, pero si hemos dicho ¡ya no aguanto más! Esta deuda me está matando, esta mujer, hombre, matrimonio, esta enfermedad, esta situación, esta crisis, esta pandemia.
Quizá no maldecimos el día que nacimos, pero nos quejamos. O ¿crees que los cristianos no debemos quejarnos, que es mejor aparentar, hacer de cuenta que todo está bien, que debo aparentar hasta que el dolor desaparezca?
En mi caso, escuchar a Job, me alivia, me identifico con él, porque son palabras que, en momentos de dolor, de angustia, también las siento.
Cuando te sientes así, no quieres nada, no quieres llegar a tu casa, sabes que te aman y te esperan, pero prefieres quedarte en el coche estacionado pensando ¡no me gusta mi vida! ¿así será siempre? Quizá no ves un problema en particular, es solo un mal día, pero nos sentimos así y por alguna razón cuestionamos todo.
Winston Churchill dijo: “Si vas pasando por un infierno…sigue caminando.” Puedes saber que no es anormal sentirte así; el problema es si te quedas estacionado en esa actitud o esa etapa.
O eres de los súper cristianos que no sufren, pero siendo honestos con tus emociones lo reconocerás. Si lo niegas, es porque lo aparentas o te lo tragas, creyendo que eso te hace más espiritual, o queriendo impresionar quién sabe a quién. Si no admites lo que sientes, entonces no podrás darte cuenta o te puedes perder el propósito por el cual Dios permite eso en tu vida.
C. S. Lewis dijo: “En nuestros placeres y la comodidad Dios nos murmura, pero en el dolor Dios nos grita.” La pregunta es ¿qué nos grita? ¿por qué tengo que sentir dolor para llegar a dónde Dios quiere que llegue?
Creemos que el propósito de la vida cristiana es evitar el dolor, encontrar atajos a la decepción y ¡no es así! Lo vemos con los apóstoles, los héroes de la fe, etc. No podemos evitar caminar por el valle de sombra y muerte Creo que los cristianos más sanos son los que dicen: “cuando siento la tragedia, sufrimiento, dolor, nada parece tener sentido y no quiero vivir así.” No escondemos lo que sentimos, sino decimos ¡cuando paso por esos momentos, me desespero! Ahí nos damos cuenta de que la desesperación tiene una raíz, una razón de ser. Escucha: Desesperación no es lo mismo que duelo por el sufrimiento.
La desesperación es cuando decimos ¡así no quiero vivir o seguir! No veo el propósito de Dios en mi vida, mi vida no tiene sentido.
El origen de la desesperación tiene 2 fuentes, en esos momentos puedes saber el origen de tu desesperación, es algo que tienes que saber, porque cualquiera de las 2 requiere arrepentimiento, no que cambies tu conducta, sino que te arrepientas.
De nada sirve la predicación que te dice: ¡deja de sentirte mal! Madura. Llora en silencio, mira el lado bueno, y dices ¿qué lado bueno? ¡no hay! ¿debo arrepentirme por sentir esto y sonreír como si no pasara nada? ¡mi familia murió! ¡esta enfermedad me puede matar! ¡no tengo trabajo!
La pregunta que debemos responder es ¿qué creo? ¿cuál es mi creencia? Porque estos momentos revelan lo que crees. Leamos los últimos versos del capítulo 3 con este contexto que te he dicho. Esto es lo que origina la desesperación de Job, la razón de su angustia.
¿Por qué arrincona Dios al hombre que desconoce su destino?” (Job 3:23, NVI)
Es la primera vez que se menciona a Dios. Después de la angustia Job habla de Dios como diciendo: mi problema no es la salud, mi familia, las cosas materiales, mi desesperación es por Dios. ¿Por qué arrincona Dios al hombre?
Es la misma palabra que usa satanás cuando dice: lo has protegido, guardado, arrinconado, por eso te sirven. Job usa esa palabra. La desesperación que siente es por Dios ¡Siento que Dios me ha abandonado! Dios se cuando estás conmigo, reconozco tu presencia, pero ahora ¡no te siento! Por una razón que no entiendo ¡me has abandonado! Es tu abandono lo que me desespera, por eso no quiero vivir.
¿Sabes por qué te desesperas si sientes que Dios te ha abandonado? ¡porque tienes una relación que de repente se interrumpe sin saber la razón. Job sigue:
…mis gemidos se derraman como el agua.” (Job 3:24, NVI)
Mis gemidos como las olas del mar se estrellan contra las peñas y desaparecen. En esa cultura la única forma de saber que tenías la aprobación de Dios es que te fuera bien, tener salud, riqueza. Por eso Job está desesperado ¡ha perdido todo! Le va mal y piensa ¡no tengo la aprobación de Dios! Me ha abandonado y por eso está desesperado. No siente la presencia de Dios -así como la entendían- y así no quiere vivir.
Lo que yo siempre había temido me ocurrió; se hizo realidad lo que me horrorizaba. No tengo paz ni tranquilidad; no tengo descanso; sólo me vienen dificultades».” (Job 3:25–26, NTV)
Lo que me quitaba el sueño, lo que nunca pensé que pasaría ¡me ha sucedido! La pregunta es ¿Cuál era su gran temor? Muchos dicen que temía que le pasara algo a sus hijos, su riqueza. Puedes llenar ese espacio de muchas maneras ¿cuál es tu gran temor?
Al estudiar los 42 capítulos la mayor parte del diálogo de Job es con Dios o sus amigos; en todas las pláticas no menciona su salud, hijos o posesiones. No dice: temía que me quitaras lo que más quiero y lo has hecho. Entonces ¿cuál era su temor? La respuesta esta en todo el libro ¿por qué me haces esto Dios? No podemos leer Job sin darnos cuenta de que el gran temor era que Dios le quitara su cariño, su presencia.
Job se ocupaba en hacer sacrificios por sus hijos, buscaba a Dios y, aun así, después de todo, parece que Dios lo ha abandonado. Mi gran temor, lo que temo es que todo lo que hago “no funcione”, no sirva de nada y eso se ha vuelto realidad.
Job siente que ha perdido a Dios y esa es la raíz de su desesperación. Un escritor dijo: “Lo único peor que la disciplina de Dios, es la disciplina sin Dios.” Job dice: “He perdido Su cariño, su contacto, su amor.”
Al leerlo vemos que Dios significa mucho, todo para Job; lo que Job hace es declarar ¡quién es Dios para él! Lo que hace es magnificar a Dios. Si no estás conmigo ¡prefiero morir! Lo único que le interesa a Job es: ¡Dios! SU presencia, su aprobación. Job quiere tener a Dios en su vida una vez más.
Si estás en un momento de desesperación, Dios quiere que tú sepas algo de tu propio corazón. En momentos de desesperación podemos intentar ocultar, aparentar que todo está bien, que soy fuerte y seguir con la vida, pero esos momentos están diseñados para revelar lo que hay en nuestro corazón.
El grado de desesperación que muestra Job, es el resultado de perder el significado o el sentido de la vida, y hay 2 formas de saber cuál es la raíz, la razón de tu desesperación.
1, Así como Job, sentir que has perdido la presencia de Dios, SU aprobación y el sólo hecho de pensar eso, te lleva a la desesperación. La pregunta es ¿estoy desesperado porque siento que Dios me ha abandonado?
2, O ¿estoy desesperado por algo que perdí y no es Dios?Eso revela qué es lo que ha ocupado el lugar de Dios.
Es uno o lo otro, no pueden ser los 2. Desesperación por perder a DIOS o lo que ha ocupado SU lugar. Todos sabemos qué puede ocupar su lugar: hijos, pareja, dinero, trabajo, salud, comodidad, placer, adicción, etc. Pensar que puedes perder cualquiera de eso te desespera al grado de no querer vivir.
Esos momentos de desesperación, revela qué es lo más importante en tu vida y si no es Dios ¡de eso hay que arrepentirse! Porque, aunque de palabras digas una cosa, en la práctica es como decir: Dios no eres suficiente ¡puedo vivir sin ti! Pero no puedo vivir sin. Si ese es tu caso, el tema termina aquí ¿quién es Dios en tu vida? ¿quién o qué es lo más importante para ti?
Si Dios no es lo más importante para ti, lo que sea que ocupa SU lugar, tráelo y dile: Dios perdóname, te entrego esto que ha ocupado tu lugar, esto ha sido más importante para mí.
Pero, si lo que dices es: Dios cuando me desespero por una tragedia, es porque siento que me has abandonado, que me has olvidado, que te he perdido y eso es lo que me desespera; y ese es otro tema. Porque nosotros tenemos algo que Job no tuvo. Nosotros sabemos la plática entre satanás y Dios ¡Job no! Podemos decir ¡Job Dios está contigo! Te ama, cree en ti. Además, Job no tenía a Jesucristo ¡nosotros tenemos la cruz! Así que, si te sientes lejos de Dios, el asunto es saber lo que es verdad.
Es más que querer entender sólo lo que la mente puede por nuestras experiencias, se trata de expandir la mente para ver la verdad de Dios. Muchas veces queremos creer sólo lo que podemos ver o experimentar en lugar de reconocer la verdad de Dios, la verdad de Jesús en la historia.
Fe es creer la realidad que va más allá del sentido o de la vista, porque son otro tipo de evidencia las que se necesitan. Si crees que has perdido a Dios, debes saber que ¡no es así!
El capítulo 3 de Job nos dice que el lugar más seguro es ¡en medio de la voluntad de Dios! Es en el dolor cuando Dios está más cerca de nosotros, ¡no tiene nada que ver con los sentimientos! Algunas veces Dios mueve montañas, otras veces nos mueven a nosotros. Algunas veces Dios nos sana de la enfermedad, otras de la necesidad de ser sanos.
Dios te ama, eres su hijo, hija y esto ¡Job no lo sabía! Nosotros sí. No tienes que preguntar una y otra vez si te ama. La Cruz no te dirá por qué estás sufriendo, pero sí que el sufrimiento no es castigo o condenación; si tienes a Jesucristo cubriendo tus pecados, entonces ¡tienes la aprobación de Dios! C. S. Lewis: Padre nuestro. Te pones en lugar de Jesús, te recubres en ÉL, tomas SU lugar, pero no eres como Jesús, eres inconsistente, rebelde, lo raro es que es el mismo Dios quién nos pide que hagamos eso.
Dios no está enojado, ni te está castigando. Puede que te discipline, te moldé, pero ¡no es castigo! No se trata de lo que piensas, sino de lo que Dios piensa de ti. No importa qué esté pasando en tu vida, Dios está actuando, está haciendo algo, ha prometido no abandonarte ni dejarte y ¡ÉL Cumple SU promesa!
Nosotros queremos quitar el dolor de nuestras vidas y Dios dijo: “Me haré dolor, no haré que el dolor muera, sino que daré a mi Hijo para que ÉL muera.”
Así es como sabes que el sufrimiento no se trata de algo, sino de alguien. Quien no escatimó el cielo como algo a qué aferrarse. Es Jesús diciendo: demostraré de forma definitiva ¡qué tanto te amo! Lo haré de forma extrema, sufriendo en extremo, perdiendo la aprobación de mi Padre, separándome del amor de mi Padre, sentiré la desesperación extrema. Y ¡Jesús murió por ti! ¡Muere tú en ÉL!
La respuesta a tu sufrimiento ¡es la Cruz! Es tu única esperanza. Deja que la crucifixión de Jesús en la cruz sea la respuesta. Deja que la cruz de Jesús al dar Su vida y sangre por ti sea suficiente. Que sea el testimonio de que no estás sólo o sola. ÉL no te ha abandonado, no eres rechazado, todo lo contrario ¡Eres aprobado por Dios! Es tiempo de decirle Jesús gracias por la cruz.
Señor y Dios, si alguna vez usas el dolor para que regresemos a lo que es importante, para traernos a la verdad, entonces ¡Gracias!
Palabra de Dios
Oremos
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