Guía para el culto familiar, pregunta # 28.
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28. ¿Qué les sucede después de la muerte a los que no están unidos a Cristo por la fe?
28. ¿Qué les sucede después de la muerte a los que no están unidos a Cristo por la fe?
Repaso de la pregunta anterior:
Repaso de la pregunta anterior:
27. ¿Todos seremos salvos por medio de Cristo así como nos perdimos por medio de Adán?
27. ¿Todos seremos salvos por medio de Cristo así como nos perdimos por medio de Adán?
No, solo los elegidos por Dios y unidos a Cristo mediante la fe. Sin embargo, Dios, en Su misericordia, muestra gracia común aun a los que no son elegidos, al refrenar los efectos del pecado y permitir obras de cultura para el bienestar de la humanidad.
28. ¿Qué les sucede después de la muerte a los que no están unidos a Cristo por la fe?
28. ¿Qué les sucede después de la muerte a los que no están unidos a Cristo por la fe?
Después del día del juicio recibirán la terrible pero justa sentencia condenatoria pronunciada contra ellos. Serán echados de la presencia favorable de Dios y lanzados al infierno para ser penosa, pero justamente, castigados por siempre.
1. Habrá un Juicio.
1. Habrá un Juicio.
2. Recibirán una terrible pero justa sentencia condenatoria sobre ellos.
2. Recibirán una terrible pero justa sentencia condenatoria sobre ellos.
3. Serán echados de la presencia favorable de Dios.
3. Serán echados de la presencia favorable de Dios.
4. Serán lanzados al infierno para ser castigados justamente, en persona y por siempre.
4. Serán lanzados al infierno para ser castigados justamente, en persona y por siempre.
Juan 3:16-18, 36: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a Su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él. El que cree en Él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios… El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios” (NVI).
Versículos adicionales:
Versículos adicionales:
11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
Juan 3:19 (RVR60)
19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Romanos 1:18–32 (RVR60)
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.22 Profesando ser sabios, se hicieron necios,23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. 24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. 28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.
Una de las enseñanzas más difíciles y malentendidas de la Biblia es que el infierno es un castigo real, consciente y eterno. Y esto es comprensible. Todos tenemos a personas a nuestro alrededor que no conocen a Cristo —familiares, amigos, vecinos, colegas— de quienes no nos gusta pensar que el infierno es su futuro.
De hecho, históricamente a las personas les ha incomodado la idea del infierno, porque superficialmente parece incoherente con todo lo que leemos en la Biblia sobre la misericordia y el amor de Dios. Y, sin embargo, la enseñanza bíblica de que el infierno es un sufrimiento consciente y eterno es inevitable. Realmente, sin la existencia del infierno, mucho de lo que conocemos sobre el amor de Dios sería puesto en duda.
Primero, Jesús, el hombre más amoroso que ha vivido, habló del infierno más frecuente y explícitamente que todos los demás autores bíblicos combinados. Él lo comparó con el Gehenna, que era un montón de basura donde el fuego ardía constantemente, o como la oscuridad externa, donde no hay iluminación y solo existe miseria. En la historia acerca del hombre rico y Lázaro, donde se describe el infierno como un lugar de sufrimiento real y consciente. Jesús nos advierte sobre el infierno una y otra vez ( Mt 13:41-42; Mr 9:42-48; Lc 16:19-31).
Segundo, la existencia del infierno nos ayuda a comprender las consecuencias del pecado. De cierta forma, el infierno es el resultado de lo que siempre hemos deseado como pecadores: autonomía e independencia de Dios. Por tanto, en el infierno estamos alejados de Dios y de todo lo que Dios es. Así que en el infierno no hay amor, no hay amistad, no hay gozo, no hay descanso, porque todas esas cosas existen solo cuando Dios está presente.
Pero más importante aún, si no reconocemos la realidad del infierno, no podemos comprender realmente el significado de la cruz. Dicho de otra forma, no podremos comprender el amor de Dios hasta que entendamos la realidad de su ira.
La ira de Dios es una oposición y un odio controlado y establecido hacia todo lo que destruye lo que Él ama. La ira de Dios nace del amor a Su creación. Proviene de Su justicia. Él se enoja contra la codicia, el egoísmo, la injusticia y la maldad porque son cosas destructivas. Y Dios no tolerará nada ni a nadie que destruya la creación y las personas que ama.
Piénsalo de esta manera. Decir: “Sé que Dios me ama porque renunciaría a todo por mí”, es muy diferente a decir: “Sé que Dios me ama porque renunció a todo por mí”. El primero es un sentimiento de amor; el otro es un acto de amor. Y aunque creamos que estamos haciendo a Dios más amoroso al aminorar la realidad del infierno o de la ira de Dios, lo que realmente estamos haciendo es menospreciando el amor de Dios. Sin un verdadero infierno no podríamos comprender el verdadero precio que Jesús pagó por nuestro pecado. Y si no se hubiese pagado ese alto precio, no habría un amor verdadero ni una alabanza genuina por lo que Él ha hecho.
A menos que creas en el evangelio, nunca sabrás cuánto te ama y te valora Jesús. Él experimentó el infierno mismo en la cruz. Jesús fue separado de Su Padre. En la cruz, Jesús exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt 27:46). Cuando Jesús perdió el amor eterno del Padre, experimentó una agonía, una desintegración, una separación mucho mayor de lo que cualquiera de nosotros habría experimentado en la eternidad del infierno. Él sufrió esa separación y esa desintegración que nosotros merecíamos. A menos que creas en el infierno y contemples lo que Jesús sufrió por ti, nunca sabrás cuánto te ama.
El verdadero asunto no es como un Dios amoroso puede permitir que exista un infierno. El asunto es que, si Jesús experimentó el infierno por mí, entonces Él es un Dios cuyo amor es real. No es: “¿Por qué Dios permite el infierno?”. Es: “¿Por qué Dios sufrió el infierno por mí?”. ¡Y lo hizo! John Lin.
Oración: Juez de toda la tierra, temblamos al pensar en el juicio que les espera a todos los que están fuera de tu pacto. Antes de que sea demasiado tarde, permite que nuestros seres queridos sean reconciliados contigo para que no sufran el castigo que es suyo, y que habría sido el nuestro si estuviéramos fuera de Ti. Amén.