Lagrimas Falsas

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Introducción

¿De dónde viene la expresión lágrimas de cocodrilo?
Algunas personas observaron que cuando los cocodrilos salen del agua, particularmente para comer para que están llorando.
Muchas personas llegaron a pensar que los cocodrilos lloraban al consumir su presa.
La realidad es que no son lagrimas de emoción.
Cuando un cocodrilo está fuera del agua, sus ojos llegan a secarse. Por tanto, sus glándulas lacrimógena produce un lubricante para humectar sus ojos.
Otros científicos creen que el cuerpo del cocodrilo se estimula y por eso produce lagrimas mientras come a su presa.
De hecho, hay una enfermedad llamada “síndrome de Bogogard” o el “síndrome de lágrimas de cocodrilo”.
Este síndrome se manifiesta tras un parálisis facial. Cuando la persona no se recupere al 100%, en ocasiones los nervios que deben dirigirse a las glándulas salivares, se dirigen a las glándulas lacrimógenas.
Por tanto, cuando una persona está comiendo y debe producir saliva, en lugar de producir saliva produce lágrimas.
Por tanto, en ambos casos (el del cocodrilo y la persona con parálisis facial) no están llorando por tristeza.
La expresión “lágrimas de cocodrilo” ahora se refiere a una persona que aparenta dolor y arrepentimiento, pero solo es superficial.
Este se observa sobre todo cuando un malhechor es capturado y finge desesperación, dolor, tristeza, pero en realidad no hay verdadero arrepentimiento ni remordimiento. Todo es superficial, todo es una actuación.
Lo mismo vemos en la vida de Israel. Hoy estaremos considerando el capítulo 2 y 2:1-6 de Jueces. Hoy veremos un clásico ejemplo de “lagrimas de cocodrilo”. Consideraremos:
Israel confrontado
Las lagrimas de cocodrilo
El ciclo repetitivo del libro de los Jueces

I. Israel confrontado

En el capítulo 1 vemos un personaje llamado “el ángel del Señor”:
Jueces 2:1 NVI
El ángel del Señor subió de Guilgal a Boquín y dijo: «Yo los saqué a ustedes de Egipto y los hice entrar en la tierra que juré darles a sus antepasados. Dije: “Nunca quebrantaré mi pacto con ustedes;
Algunos creemos que este personaje es una teofania.
Una teofania es una manifestación visible de Dios.
No es un ángel creado por Dios sino Dios mismo.
Sabemos que es Dios mismo porque cuando habla con Israel no dice “Dios los sacó a ustedes de Egipto” sino que les dice “Yo los saqué a ustedes de Egipto”. Llegamos a esa conclusión porque fue Dios quien hizo esta obra.
Notemos el mensaje del ángel del Señor:
El ángel viene a confrontar a Israel por haber quebrantado el pacto de Dios con ellos.
La palabra pacto es un concepto muy importante en la Biblia.
Un pacto es un trato / contrato entre dos personas.
Los pactos antiguos son muy similares a los pactos modernos.
En un contrato a dos o mas partes interesadas.
Un pacto requiere de cumplir ciertas condiciones.
Cuando las condiciones no se cumplen, entonces hay consecuencias.
Cuando las condiciones no se cumplen, se está quebrantado el pacto.
En este caso, Dios declara que él sacó a su pueblo de Egipto y que ahora los llevado a la tierra prometida.
Dios ha cumplido la su parte del pacto. Pero el ángel del Señor continúa diciendo:
Jueces 2:2 NVI
ustedes, por su parte, no harán ningún pacto con la gente de esta tierra, sino que derribarán sus altares.” ¡Pero me han desobedecido! ¿Por qué han actuado así?
Notemos que Dios hizo un pacto con su pueblo.
Él juró a Abraham que a él y a su descendencia le daría una tierra.
Dios sacó a Israel de la esclavitud Egipcia para llevarlos a una tierra que fluye leche y miel.
Sin embargo, el pacto de Dios tenía ciertas condiciones:
Deuteronomio 7:9–11 NVI
»Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos, pero que destruye a quienes lo odian y no se tarda en darles su merecido. Por eso debes obedecer los mandamientos, los preceptos y las normas que hoy te mando que cumplas.
Moisés declara que Dios es fiel a su pacto.
Dios se compromete a cumplir sus promesas pero Israel se compromete a obedecer y amar a Dios.
Israel se comprometía a permanecer fiel a Dios y a su palabra.
Dios establece que la desobediencia trae consecuencias. Dios mismo ejecutaría juicio contra aquellos que quebrantaban su pacto.
Ahora, Dios confronta a su pueblo que ha entrado a la tierra prometida, y declara que han quebrantado el pacto que Dios hizo con ellos, y con ningún otro pueblo de la tierra. ¿Pero cómo fue que quebrantaron el pacto con Dios?
Jueces 2:11–13 NVI
Esos israelitas hicieron lo que ofende al Señor y adoraron a los ídolos de Baal. Abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los había sacado de Egipto, y siguieron a otros dioses—dioses de los pueblos que los rodeaban—, y los adoraron, provocando así la ira del Señor. Abandonaron al Señor, y adoraron a Baal y a las imágenes de Astarté.
Adorando a los ídolos falsos de los cananeos - Baal y Astarté.
Jueces 3:5–6 NVI
Los israelitas vivían entre cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Se casaron con las hijas de esos pueblos, y a sus propias hijas las casaron con ellos y adoraron a sus dioses.
Tomando como esposas a las hijas de los pueblos paganos/idolatras,.
Israel estaba emparentándose con los pueblos paganos.
Tarde o temprano la cultura idolatra de los cananeos iba a transformar por completo al pueblo de Dios.
Poco a poco, el pueblo que Dios había sacado de Egipto, se convertiría en un pueblo completamente apartado de Dios.
Es cierto, que Dios los había sacado de la esclavitud Egipcia pero ahora se convertirían en esclavos de su rebelión contra Dios y esclavos de su pecado.

II. Las lagrimas de cocodrilo

Al ser confrontados por Dios, Israel no puede más que reconocer que fueron sorprendidos en el acto.
Jueces 2:4–5 NVI
Cuando el ángel del Señor les habló así a todos los israelitas, el pueblo lloró a gritos. Por eso llamaron a aquel lugar Boquín, y allí ofrecieron sacrificios al Señor.
Su reacción fue llorar a gritos delante de Dios.
Es posible pensar que estaban siendo sinceros al ver esta escena dramática de llanto.
La realidad es que no estaban arrepentidos.
Tal vez les dolió ser sorpendidos.
Tal vez les dio verguenza que Dios les señalara su maldad.
Tal vez lloraron al ver su miserable condición.
Pero solo fue emoción, solo fueron lagrimas, solo fue un dolor superficial.
Sabemos esto porque su llanto, su dolor, sus lagrimas, no los llevaron al verdadero arrepentimiento.
Recordemos otras dos personas que exteriormente parecen haberse arrepentido:
Esau
Hebreos 12:16–17 NVI
y de que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, quien por un solo plato de comida vendió sus derechos de hijo mayor. Después, como ya saben, cuando quiso heredar esa bendición, fue rechazado: No se le dio lugar para el arrepentimiento, aunque con lágrimas buscó la bendición.
Judas
Mateo 27:3–5 NVI
Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos. —He pecado—les dijo—porque he entregado sangre inocente. —¿Y eso a nosotros qué nos importa?—respondieron—. ¡Allá tú! Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.
Ambos personajes hacen acciones que parecen ser arrepentimiento, pero no.
Su emoción y dolor es solo superficial.
Es como el adultero que es sorprendido y llora pidiendo perdón.
Es como el golpeador se arrodilla llorando pidiendo perdón a su esposa o hijos.
Es como el que ha atropellado a alguien, estando ebrio, huye de la escena, y siempre que vuelve a tomar se acuerda de aquella noche y llora al acordarse.
El llanto, el dolor, esto no es arrepentimiento.
Sabemos que en el caso de Israel, no fue arrepentimiento genuino tampoco.
La Biblia nos dice que después de la muerte de Josué se levantó una generación que no conocía a Dios.
Jueces 2:10 NVI
También murió toda aquella generación, y surgió otra que no conocía al Señor ni sabía lo que él había hecho por Israel.
Eran como si fuese una generación ignorante de lo grande que Dios había sido con ellos.
Ignoraban lo maravilloso que había sido Dios para su pueblo.
No conocían a Dios ni sus obras.
De aquí comenzamos a ver que las lagrimas de cocodrilo que derramaron los Israelitas en Boquim, eran solo eso - lagrimas falsas.
De haberse realmente arrepentido hubieran enseñado a sus hijos acerca de Dios.
De haberse realmente arrepentido hubieran seguido los caminos de Dios.
De haberse realmente arrepentido no hubieran permitido que sus hijos crecieran sin saber acerca de las maravillosas obras de Dios.

IV. El ciclo repetitivo del libro de los Jueces

Aquí pues comienza un ciclo repetitivo que vemos a lo largo del libro de los Jueces.
Todo el libro de los Jueces presenta este ciclo, una y otra vez.
Esta generación que no conocía a Dios cada vez se hunde más y más en rebelión contra Dios.
Jueces 2:11–19 NVI
Esos israelitas hicieron lo que ofende al Señor y adoraron a los ídolos de Baal. Abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los había sacado de Egipto, y siguieron a otros dioses—dioses de los pueblos que los rodeaban—, y los adoraron, provocando así la ira del Señor. Abandonaron al Señor, y adoraron a Baal y a las imágenes de Astarté. Entonces el Señor se enfureció contra los israelitas y los entregó en manos de invasores que los saquearon. Los vendió a sus enemigos que tenían a su alrededor, a los que ya no pudieron hacerles frente. Cada vez que los israelitas salían a combatir, la mano del Señor estaba en contra de ellos para su mal, tal como el Señor se lo había dicho y jurado. Así llegaron a verse muy angustiados. Entonces el Señor hizo surgir caudillos que los libraron del poder de esos invasores. Pero tampoco escucharon a esos caudillos, sino que se prostituyeron al entregarse a otros dioses y adorarlos. Muy pronto se apartaron del camino que habían seguido sus antepasados, el camino de la obediencia a los mandamientos del Señor. Cada vez que el Señor levantaba entre ellos un caudillo, estaba con él. Mientras ese caudillo vivía, los libraba del poder de sus enemigos, porque el Señor se compadecía de ellos al oírlos gemir por causa de quienes los oprimían y afligían. Pero cuando el caudillo moría, ellos volvían a corromperse aún más que sus antepasados, pues se iban tras otros dioses, a los que servían y adoraban. De este modo se negaban a abandonar sus malvadas costumbres y su obstinada conducta.
El ciclo se resume en: apostasia, esclavitud, lamento, y liberación.
Vemos que Dios en su bondad escuchaba a su pueblo y enviaba jueces / líderes militares para que liberaran a su pueblo de la miseria.
Dios seguía fiel a su pacto puesto que no se olvidaba de su pueblo elegido.
Ellos una y otra vez habían sido infieles a pacto de Dios pero Dios no podía negarse a sí mismo.
Dios había elegido a este pueblo entre todas las naciones de la tierra, y al escuchar su lamento, se compadecía de este pueblo rebelde e imperfecto y los libraba.
…tristemente cuando el juez moría, ellos nuevamente le daban la espalda a Dios y se hundían nuevamente en su pecado y le daban la espalda a Dios.
Era un ciclo que no se podía romper.
Al final de esta sección vemos que la consecuencia de su constante pecado fue que no pudieron tomar la tierra por posesión al 100%:
Jueces 2:20–23 NVI
Por eso el Señor se enfureció contra Israel y dijo: «Puesto que esta nación ha violado el pacto que yo establecí con sus antepasados y no me ha obedecido, tampoco yo echaré de su presencia a ninguna de las naciones que Josué dejó al morir. Las usaré para poner a prueba a Israel y ver si guarda mi camino y anda por él, como lo hicieron sus antepasados.» Por eso el Señor dejó en paz a esas naciones; no las echó en seguida ni las entregó en manos de Josué.
Estaban en la tierra prometida pero no la iban a poseer por completo - como consecuencia de su amor a su pecado y constante desobediencia a Dios.
Ellos estaban sufriendo las consecuencias de sus decisiones / actos.
Dios había sido fiel. Es más, cada vez que los libraba de sus enemigos mediante un juez, Dios demostraba que seguía siendo fiel a su pacto y que su pueblo no sería destruido del todo.

Conclusión

Así que cuando vemos la historia de Israel y su constante rebelión contra Dios nos damos cuenta que estamos viendo un espejo:
Nos vemos a nosotros mismos.
Cuando vemos que Israel se aparte de Dios nos vemos a nosotros.
Cuando vemos que Israel prefiere su pecado que permanecer fiel a Dios nos acusa a nosotros.
Cuando vemos que Israel prefiere las costumbres de los cananeos que la santidad a Dios, nos apunta a nosotros con el dedo.
Nos damos cuenta que no podemos acusar ni criticar a Israel porque estaríamos acusando a nosotros mismos.
¿Quién podría ser fiel al pacto?
Vemos que el AT nos enseña que no hubo ningún ser humano que pudo ser fiel al pacto de Dios.
Ni aun Adán ni Eva pudieron ser fieles a la prohibición de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.
Todos los seres humanos fallaron en guardar el pacto y obedecer todos sus mandamientos.
Por tanto no hay esperanza de poder guardar el pacto antiguo que Dios estableció con su pueblo.
Y es aquí donde vemos y aprendemos a valorar lo que hizo Jesucristo cuando se encarnó hace 2,000 años:
Dios tomó forma humana y vivió en completa obediencia a los mandamientos de Dios. Cumplió cada precepto de la ley.
Jesús fue un modelo de obediencia a la ley divina.
…y tomó el lugar de todos nosotros que hemos quebrantado el pacto de Dios.
En la cruz, Jesús llevó sobre su cuerpo nuestra desobediencia, nuestra rebelión, nuestra maldad, nuestro quebrantamiento del pacto.
Jesús vino a establecer un nuevo pacto.
Por eso la copa de la cena del Señor lleva el nombre - la copa del nuevo pacto en su sangre.
Es un nuevo pacto porque este pacto dice que Dios no salva no por lo que nosotros hacemos o dejamos de hacer, sino que nos salva por medio del sacrificio de Jesús en la cruz. Somos salvos por la obra de Cristo.
Es un nuevo pacto porque Dios sabe que aunque hayamos guardado todos los mandamientos, pero si fallamos en uno, hemos quebrantado toda la ley.
Es un nuevo pacto porque mediante este nuevo pacto Dios nos ha dado un corazón nuevo para obedecer su palabra y amar a Dios con toda nuestra mente y corazón.
El nuevo pacto, en Cristo, implica una nueva vida, un nuevo corazón, una nueva voluntad, que nos permite servir a Dios y amarlo con nuestra mente y corazón.
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