La protección de Dios

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Salmos 121 es un cántico de ascenso (de los 15 salmos 120 - 134)
Los peregrinos los cantaban yendo a Jerusalen con motivo de alguna festividad.
Salmo 121:1–7 (RVR60)
1 Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? 2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. 3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. 4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. 5 Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. 6 El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. 7 Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma.
vv. 1–2: El poema comienza con una pregunta fundamental y básica del salmista: ¿De dónde proviene el auxilio en los momentos difíciles de la vida? ¿Quién es capaz de intervenir de forma salvadora en medio de las adversidades de la existencia humana? La pregunta no es solo teológica, sino concreta, específica, existencial y práctica: ¿A dónde iremos a pedir auxilio en el momento oportuno? La respuesta es clara y firme: El socorro del salmista proviene del Dios creador.
¿De dónde vendrá mi socorro?
No de aquellas montañas, por preciosas que sean a su corazón, sino de Jehová, que lo acompaña aun en el valle, a la distancia.”58
W. T. Purkiser, «El Libro de los SALMOS», en Comentario Bíblico Beacon: Literatura Poética y Sapiencial (Tomo 3), ed. Sergio Franco (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2010), 408.---
Comentario De Los Salmos Salmo 121: «Jehová es mi guardador»

El salmo comienza con una afirmación de gran significación teológica: Alzar los ojos a los montes es una forma de aludir a la historia nacional. Cuando los israelitas llegaron a Canaán, a la Tierra Prometida, se refugiaron en las montañas para responder a los ataques de los pueblos cananeos que tenían carros de guerra. Esos carruajes bélicos no podían incursionar en las montañas, lo que hizo que el pueblo identificara las montañas como un lugar privilegiado, una especie de refugio de seguridad nacional. Además, en la antigüedad se pensaba que las divinidades vivían en la cima de los montes, pues las montañas tenían un sentido religioso. Es importante notar también que el Dios bíblico intervino en la historia de la salvación del pueblo de Israel en una sucesión importante de montes: p.ej., el Sinaí (Ex 20) y el Carmelo (1 R 18

LAS MONTAÑAS SIGNIFICABAN “LUGARES ALTOS” IDOLATRÍA
Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 8: Salmos 1. Esperanza en Jehovah, vv. 1, 2

En la religión cananea los montes, especialmente un monte en el norte de Palestina, eran la habitación de los dioses.

LAS MONTAÑAS SIGNIFICABAN, LUGAR DE BANDOLEROS Y LADRONES
Comentario De Los Salmos Salmo 121: «Jehová es mi guardador»

guardar». Ese verbo caracteriza las acciones de Dios a favor de su pueblo, y en el texto de Reina-Valera se incluye en cuatro ocasiones en el poema: El Señor guarda al pueblo y es su sombra continua de día y de noche, lo guarda de todo mal, guarda su alma o su vida, y guarda sus salidas y entradas. La imagen es de protección y albergue, es de seguridad y ayuda, es de cobertura y apoyo

NO DARÁ TU PIE AL RESBALADERO
Literatura Poética y Sapiencial (Tomo 3) 1. El Señor ayudará (121:1–4)

No se trata de engendrar un falso sentimiento de seguridad, sino de estimular una confianza firme en la fidelidad de Dios. Ningún mal paso, dado en un momento de distracción, ninguna tentación avasalladora, puede destruir al alma que confía y obedece en el Señor (véase 1 Co. 10:13). El Señor que guarda a su pueblo nunca baja la guardia (3–4).

El protege como si fuera un pastor diligente ys abio
Como una sombra inseparable
LA SALIDA Y LA ENTRADA
Salmos: Cantos para el pueblo de Dios 2. Un “ascenso” específico

La bajada al cautiverio en el año 587 a.C. había equivalido a una salida, y la vuelta a Jerusalén, culminando con el regreso del propio Nehemías en el 445 a.C., había supuesto un retorno al hogar.

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Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 8: Salmos 1. Esperanza en Jehovah, vv. 1, 2

La fuerza diaria para el peregrino

121:1–8

Como creyentes:

1. Aprendemos que somos peregrinos. La vida cristiana es un peregrinaje que comienza en la tierra y termina en el cielo.

2. Aprendemos que el viaje es por terreno escabroso. El pueblo de Dios tiene un largo viaje que recorrer por desiertos y caminos montañosos, y sus pies necesitan el “aceite que suavice su pie” (Deut. 33:24).

3. Aprendemos que el viaje es “paso a paso”. El Señor ha dicho “como tus días serán tus fuerzas”. No dijo “como tus semanas”, ni “como tus meses ni años”. Estamos viajando día a día (Sal. 37:23). “Hacemos camino al andar”.

4. Aprendemos que en el viaje a la Ciudad Celestial será suplida cada necesidad. A medida que los días se suceden, se recibe la fuerza necesaria para proseguir el viaje. Y cuando la carga aumenta, la gracia abunda de modo suficiente para cada día (2 Cor. 12:9).

5. Aprendemos en los quehaceres de cada día. Desde la salida hasta la entrada, Dios nos da la fortaleza, la sabiduría y el apoyo suficiente para alcanzar la victoria “desde ahora y para siempre”.

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