La Mortificación del Pecado 9º parte C.
La mortificación del pecado. • Sermon • Submitted
0 ratings
· 15 viewsNotes
Transcript
Introducción y repaso:
Introducción y repaso:
Leamos juntos nuestro texto:
13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
1. La Anterior semana aprendimos la primera regla particular para la mortificación del pecado.
Necesitamos un diagnóstico cuidadoso del deseo pecaminoso que será mortificado.
Vimos que es necesario identificar el pecado claramente para poder mortificarlo. Debemos ser conscientes de los pecados con los cuales debemos luchar.
2. También aprendimos acercas de los síntomas preocupantes acerca del pecado y el primer síntoma es:
Un deseo pecaminoso firmemente establecido.
Es un deseo que se ha establecido firmemente que contamina nuestro ser e incluso pervierte nuestra conciencia.
En el día de hoy veremos otro síntoma que nos debe alertar de un pecado que no ha sido mortificado:
Estudio de hoy:
Estudio de hoy:
El segundo síntoma es:
Un corazón que quiere la paz sin una lucha.
Un corazón que quiere la paz sin una lucha.
No quiere destruirlo, pero quiere disfrutar la paz.
“En este caso, ha capturado el corazón hasta tal punto que el corazón no quiere destruirlo pero quiere disfrutar la paz”
Pero cuando el creyente no lucha con el pecado no puede tener paz. Eso es lo que le ocurrió a David:
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. 4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah
Mientras David no confesó su pecado no hubo paz ni gozo en su corazón.
8 Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. 9 Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. 10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. 11 No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. 12 Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.
En este texto tenemos a David confesando su pecado y aquí reconoce que necesita que el Señor le devuelta el gozo que perdió por causa de su pecado.
El querer disfrutar de la paz de Dios sin querer luchar contra el pecado se puede reconocer de las siguientes formas:
a. Primero, un creyente es transtornado en su mente por un deseo pecaminoso. Su conciencia es inquietada y se siente infeliz. En vez de tomar la decisión de mortificar este deseo pecaminoso, el creyente busca en el corazón por otras evidencias que indiquen que es un cristiano verdadero. El hace esto con la esperanza de tener paz en su corazón por saber que es un cristiano, a pesar de que rehusa mortificar este deseo pecaminoso. Cuando un síntoma como éste está presente en un creyente, ese creyente está en una condición espiritual peligrosa.
En este error cayeron los judíos en el tiempo del Señor:
31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.33 Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. 37 Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. 39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
Cuando no luchamos con nuestro pecado, no damos evidencia de ser creyentes, sin embargo sí nos gusta, que nos llamen hijos de Dios al igual que los fariseos y los saduceos, que eran los primeros en las sinagogas ,maestros de la ley, pero Juan el bautista les dijo:
Lucas 3:7
¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.
b. Segundo, igual como en el primer ejemplo, tenemos un creyente inquieto en su mente por un deseo pecaminoso. Su conciencia está trastornada y se siente infeliz. En este caso, en vez de tomar la decisión de mortificar su deseo pecaminoso, el creyente busca remover la angustia de su alma, apelando a la gracia y a la misericordia divinas.
18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.
Los creyentes debemos caracterizarnos por la paz interna que el Espíritu Santo nos da por la armonía que provoca el querer hacer su voluntad, el querer ser santos como El es Santo, pero cuando estos deseos de santidad no existe en el creyente, entonces esta paz desaparece y buscamos como Naaman sumergirnos en cualquier otro rio menos en el rio que dijo el profeta. Cuando un creyente no lucha con su pecado nos volvemos como Naaman, queriendo desaparecer nuestra enfermedad, en donde Dios no nos ha dicho, a Naaman se le dijo que se sumergiera en el Jordan, a nosotros se nos ordeno que nos sumerjamos en Cristo , que el nos daría la verdadera paz que tanto necesitamos.
27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
El lavara nuestros pecados con su sangre preciosa, y nos ayudara en nuestra lucha diaria con el pecado.
Conclusión
Conclusión
Todo esto se puede resumir en hipocresía. Aunque es una palabra dura, es lo que caracteriza a una persona que ha sido sanada, redimida, no quiere abandonar su pecado completamente. Así como Naaman que fue sanado de su lepra, pero dijo directamente Jehová perdone mi pecado, pero lo seguiré haciendo, así mismos nosotros somos sanados por Cristo, pero decimos seguiré pecando, pero también quiero seguir disfrutando de su paz, esto no va a pasar de ninguna forma.
Para terminar repitamos de nuestro nuestro texto juntos:
13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.