“Doxología Final de la oración de Jesús”

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INTRODUCCIÓN

En el sermón anterior observamos la sexta petición que nos dice: “Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal”. Expusimos a los enemigos que el cristiano debe enfrentar en su caminar diario, estos son la carne, el mundo y satanás. Reconocemos nuestra capacidad de entrar en pecado, por lo cual rogamos a Dios que extienda su mano y nos libere aún de nosotros mismos, también de la influencia que el mundo pueda ejercer con sus ataques sobre nuestra vida y ante todo que Dios intervenga a nuestro favor librándonos de cualquier plan satánico encontrar de la iglesia de Cristo y de sus hijos.
Pasamos ahora al cierre final de la oración de nuestro Señor Jesucristo, el día de hoy expondremos esta doxología contenida en la segunda parte del verso 13: porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Esta doxología ha sido causa de ciertos debates tanto en el pasado como en el presente, esto ocurre por un problema textual. Muchos de los manuscritos antiguos incluyen esta doxología, otros manuscritos más tempranos no lo incluyen.
Otros documentos de mediados del siglo II como la Didaché o enseñanza de los apóstoles registra esta doxología en una forma abreviado: “porque tuyo es el poder y la gloria por siempre”. Otros eruditos han sustentado que esta porción o doxología fue añadida como parte de la práctica litúrgica de la iglesia cristiana, la cual finalizaba sus oraciones con esta doxología. Algo muy parecido a la herencia reformada de la iglesia actual que responde con una doxología de alabanza a Dios que dice: “Gloria a Cristo nuestro salvador”, después de escuchar la lectura de su palabra.
Martyn Lloyd-Jones dice al respecto de esto: “Al ver nuestras necesidades, nuestra dependencia de Él, nuestra relación con Él, no podemos detenernos con las palabras y libranos del mal. Debemos terminar como comenzamos, alabando. La mediad de nuestra espiritualidad es la cantidad de alabanza y de acción de gracias en nuestras oraciones. “Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria[1]

I. TUYO ES EL REINO.

En esta doxología final que encontramos incluida en esta oración de nuestro Señor Jesús y que se registra en Mateo, nos da una señal importante, pues nos recuerda que después de haber presentado nuestras necesidades a Dios, es decir: que al momento de terminar de pedir el pan necesario para cada día, que atienda a nuestra oración de arrepentimiento y que intervenga con su mano de protección sobre nosotros librándonos de la tentación y del maligno, entonces debemos regresar al origen de esta oración, es decir centrarnos en Dios.
Volver el enfoque de nuestras peticiones a Dios como hicimos al principio cuando rogábamos por la expansión de la fama y santidad de su nombre, por la extensión de su gobierno en la tierra como en el cielo y para que sus propósitos es decir su voluntad sea firme y nosotros podamos obedecerla, en esta doxología final somos devueltos a enfocar nuestras peticiones a Dios.
¿Por qué esta doxología? Recordamos que nuestro Señor Jesucristo nos ha enseñado a través de esta oración de que nuestras peticiones deben tener como centro a Dios y no a nosotros mismos, que nuestro mayor deseo al orar tiene que ser que Dios obre conforme a su voluntad y no la nuestra, que nuestras palabras deben en todo momento alabar, glorificar y exaltar el nombre santo de Dios, y esto debe ser cierto aún cuando pedimos para nosotros mismos, es decir queridos hermanos que lo que necesitamos para nosotros y que llevamos a Dios en oración debe ser reflexionado previamente por nosotros.
¿Qué quiero decir con esto? Bueno, usted y yo debe cuidarse de no hacer oraciones necias a Dios, elevar peticiones que no se conforman a las escrituras y pedir cosas que no necesitamos. Es por tal razón que en esta oración nuestro salvador nos ha dirigido a que cada una de nuestras peticiones tengan el propósito de llevar alabanzas y loores al nombre de Dios. Cuando oramos pidiendo el sustento para nuestras necesidades como el alimente diario, pedimos y lo alabamos a Él porque reconocemos que es única y exclusivamente por medio de su gracia que el permite que la tierra produzca el alimento.
Cuando oramos en arrepentimiento estamos reconociendo que solo hay un medio, un camino, una sola puerta por la que el hombre puede transitar para alcanzar perdón de pecados, y alabamos a Dios porque el ha provisto este acceso únicamente a través de Jesucristo, nuestro salvador, ¡aún en la dolencia y vergüenza por nuestro pecado alabamos a Dios por proveer perdón a través de nuestro Señor Jesús! Y cuando estamos bajo el ataque del maligno, corremos a refugiarnos en la mano de Dios, ¡Alabamos a Dios por librarnos del maligno! Por proveer cuidado y seguridad, por darnos consuelo.
A. Reconocemos lo que a Dios le pertenece: “tuyo es el reino”
Lo primero que esta Doxología nos muestra es que el reino es propiedad de Dios. El pronombre “tuyo” está en la forma posesiva. El reino, todo el gobierno, es absolutamente potestad de Dios. Al ser el reino de Dios implica que no es el reino de ningún hombre.
Hermanos el reino de Dios no es una república, o una democracia, en el cielo no se realizan elecciones cada 5 año entre las huestes celestiales para votar si quieren que Dios se reelija. ¡No mis hermanos! Allí hay una monarquía, Dios es el Rey y Él gobierna. Al único que osó si quiera pensar en que podía gobernar en lugar de Dios, me refiero a Satanás y su sequito de ángeles corruptos, las escrituras nos dejan ver que fueron severamente castigados, expulsados y que se tiene preparado un juicio final y eterno.
La tierra mis hermanos también es parte de los dominios del reino de Dios, todo lo creado es parte de los dominios del reino de Dios, ni una sola molécula, ni una sola pelusa actúa fuera del gobierno de Dios. ¡El hombre puede revelarse contra Dios, pero eso no borra el hecho de que sigue estando bajo el gobierno de Dios y dará cuenta ante Él!
El hombre también intentó usurpar el gobierno de Dios, en el Edén cuando decidieron “ser igual a Dios” y no obedecer sus decretos, igualmente Dios actúo con severidad al aplicarle un castigo y expulsarle de su presencia. ¡La historia de la humanidad es esta, el hombre ha procurado en todo momento quitar a Dios de su trono y sentarse él allí! “Ser como Dios”. Por tal razón es apropiada esta doxología, nos devuelve a Dios, a centrarnos en su gobierno.
Hendriksen en su comentario hace una asociación muy acertada entre esta afirmación “Tuyo es el reino” y el resto de las peticiones tratadas en esta oración, él dice:
“Santificado sea tu nombre, porque tuyo es el reino”, esto es, “por cuanto es tu derecho soberano, que tu nombre sea santificado”; así también, “Venga tu reino, porque tuyo es el reino”, esto es, “porque es justo que sea reconocida reverentemente tu autoridad divina sobre corazones y vidas”; “Sea hecha tu voluntad, porque tuyo es el reino”, esto es, “por cuanto tú eres Rey, tu voluntad debiera ser obedecida por nosotros y por todos”; y así sucesivamente a través del resto de la oración. Se reconoce no solamente el derecho del Padre de conceder las peticiones, puesto que es Rey sobre todo, sino también su poder para hacerlo (“y el poder”), y esto también es básico para cada una de las peticiones precedentes[2].”
Mis hermanos esta primera afirmación de esta doxología final nos permite entender que ha Dios le pertenece todo. Puesto que él gobierna sobre todo el universo, todo le pertenece y Él lo ha dado a Jesús su hijo. Nótese en las propias palabras de Jesús en Mateo 28: 18: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Es palabra “potestad” implica autoridad, poder, Señorío, gobierno, control, fuerza y domino, Jesús ejerce esta potestad tanto en el cielo como en la tierra y él ha designó a los apóstoles y a la iglesia a que “vayan en su nombre” a extender su reino en esta tierra, y esto es posible por medio de la predicación de su palabra, la cual contiene sus decretos reales.

II. TUYO ES EL PODER

Dios no solo es el rey por derecho absoluto de todo lo que existe, Sino que Él también posee todo el poder. Esto establece que su gobierno es firme y perfecto. Es muy común entre los hombres el hablar de ciertas situaciones políticas tanto en nuestro país como en otras naciones. Notamos con regularidad la pugna de poder que se dan entre los diferentes órganos del Estado.
El Órgano Ejecutivo liderizado por el presidente frecuentemente emite decretos a través de sus diferentes ministerios, y en muchas ocasiones notamos que otros brazos de poder de la nación se levanta declarándolo como ilegal o inconstitucional, ejemplo de esto es lo que ha ocurrido en nuestro país con el decreto que restringió la movilidad de los ciudadanos durante el periodo de cuarentena en el 2020 y que limito dicha movilidad a que se realizara en día, hora específica y por un género. Ahora el órgano Judicial lo ha declarado ilegal. Y usted puede recordar muchas otras ocasiones en donde los diferentes órganos que gobiernan tienen pugnan de poder entre ellos.
¡Pero no es así en el gobierno de Dios! Sproul comenta que esta declaración nos recuerda que Dios posee todo el poder en el cielo y en la tierra: “poder para crear, poder para salvar, y poder para capacitar a los creyentes que vivan la vida cristiana[3].”
Está declaración doxológica “tuyo es el poder”, lleva al cristiano a tener paz y tranquilidad en Dios, al orar estas palabras estamos expresando que:
“todas mis necesidades están puestas delante de ti y tu conoces lo que se requiere para mi sustento, tuyo es poder para proveer”.
“Mis pecados y ofensas contra ti están desnudas ante tus ojos, nada se esconde de tu conocimiento, pero tuyo es poder para perdonarme y restáurame”.
“Mi carne me arrastra a las tentaciones, tuyo es el poder para no permitirme caer en ellas, tuyo es el poder para librarme del maligno y no permitir que mis pies tropiecen”.
El poder de Dios es una realidad. El cambia vidas por el poder de su Palabra. Pablo lo deja en claro en Romanos cuando dice: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego (1:17).
Una de las debilidades del cristiano actual (me refiero en términos generales) es la incredulidad sobre el poder Dios investido en su palabra (la biblia). El poder de Dios en la iglesia no se evidencia con bancas y sillas llenas de personas, no se confirma el poder de Dios por la cantidad de dinero que tiene la iglesia en sus cuentas bancarias o las propiedades a su nombre. ¡El poder de Dios en la iglesia esta en la predicación fiel y verdadera de su santa palabra! Porque es a través de la palabra que el Espíritu Santo transforma y salva a las personas, regenerándolas y llamándolas de las tinieblas a la luz.
Las iglesias que no tienen una predicación bíblica pueden estar llenas a reventar, pueden tener servicios con asistencias de miles, pueden tener cuentas millonarias en los bancos, pueden tener radio, televisión, etc. Pero algo si le aseguro, no tienen el poder de Dios. Note como- Dios habla sobre su Palabra:
Isaías 55: 8-11: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”
Podemos centrar nuestra atención como iglesia a las actividades, programas y otras formas de entretenimiento, pero allí no estará el poder Dios. La Santa Palabra de Dios contiene los decretos reales de Rey de Reyes, solo su Palabra tiene el poder para cambiar los corazones de los incrédulos y llamarlos a la vida eterna.

III. TUYA ES LA GLORIA

Esta declaración nos enseña que la gloria, la honra y toda majestad es legítimamente un derecho de Dios, el Rey omnipotente. Y se hace necesario que nosotros lo recordemos a diario, recuerde mi hermano que este ha sido el problema de la humanidad, robarle a Dios. Sea lo que Dios haga a través de usted, no es para la gloria suya, sino para la gloria de Dios. Porque sin la influencia divina en nuestras vidas no seriamos más que pobres almas condenadas al infierno. Y esto debe alentarnos a predicar el evangelio que liberta a los cautivos del pecado y lleva toda gloria a Dios.
Los escritores bíblicos en sus diferentes epístolas y cartas entendían muy bien esta verdad de que todo debía tener el propósito de llevar gloria al nombre de Dios, notamos por ejemplo en estas doxologías del nuevo testamento:
Romanos 11:36: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”
Judas 1:24-25: “al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.”
Hebreos 13:20-21: “Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor de las ovejas mediante la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad, obrando El en nosotros lo que es agradable delante de El mediante Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
2 Pedro 3:18: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.”
El reino de Dios, su poder y su gloria no es algo pasajero ni perecedero. Es por los siglos de los siglos, una expresión que denota una duración perpetua, eterna e incambiable, nada hará que su gobierno cese, su poder disminuya y su gloria sea robada.
El creyente concluye su oración con esta declaración ¡Amen! Que significa: “así sea”

APLICACIÓN

Para el creyente:Esta doxología nos guía a centrar nuestras peticiones en Dios, hemos expuesto ante las nuestras necesidades, que el ya conoce. Por eso confiamos en que él como rey todo poderoso obrará conforme a su voluntad y para gloria de su nombre. Eso debe proveernos de Paz, porque sabemos que de la forma en que Dios actúe, esa siempre será la mejor respuesta para nosotros.
UN RECORDATORIO IMPORTANTE: Una vez finalizada está oración Jesús añada lo siguiente: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Es claro que hay un énfasis en este recordatorio; nuestra vida debe ejemplificar el modelo de Jesús, el perdón es requerimiento obligatorio para los ciudadanos del reino, el perdón y el olvidar la ofensa. Si vas ante Dios en búsqueda de su bendición y perdón, más vale que querido hermano que hayas bendecido a otros y perdonado a quienes te han ofendido. Y si tu eres el que ha causado la ofensa debes ir y disculparte y pedirle a tu hermano que te extienda su perdón. Esto nos deja en claro que hay una actitud apropiada para acercarnos a Dios, procuremos que el pecado de orgullo, el rencor entre otros sean un estorbo para nuestras oraciones. No creyente: Si estas viviendo en rebeldía a los decretos reales de Dios, debes saber hoy que te espera un juicio terrible, te exhorto hoy a que te arrepientas y clames por salvación a Dios.

CONCLUSIÓN

Esta doxología final en la oración de nuestro Señor nos enseña que la soberanía, la omnipotencia y la gloria de Dios son eternas. Nuestras oraciones descansas en estas realidades acerca de Dios, podemos tener paz y confianza en que nuestro Padre celestial sabe lo que es mejor para sus hijos.
[1] Martyn Lloyd-Jones, El Sermón del monte, tomo II, página 99 [2] William Hendriksen. Comentario Según Mateo, página 354. [3] R.C. Sproul. La oración del Señor, página 104
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