Cristo, Nuestro Sumo Sacerdote
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Tenemos acceso ante el Trono. (He. 4:14-16)
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Introducción: Todos alguna vez hemos pasado momentos, días, meses o años donde creemos o pensamos que nadie nos entiende. Nos frustramos porque nadie entiende nuestro dolor, tristeza, nuestra preocupación, etc.
Esto ocurre porque no hemos entendido, que como cristiano, tenemos una persona que nos entiende. No solamente nos entiendo, sino que tiene la capacidad para ayudarnos y consolarnos. Esa persona es nuestro Señor Jesucristo.
Proposición: Nuestro sumo sacerdote es Jesús, nuestro sumo sacerdote nos entiende y nuestro sumo sacerdote nos espera en su trono.
I. Nuestro Gran Sumo Sacerdote es Jesús. V. 14.
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote (principal sacerdote) que traspasó (atravesar, penetrar) los cielos, (¿los tres cielos?)
¿qué hacía el sumo sacerdote? Bajo el Antiguo Pacto, el sumo sacerdote ofrecía el sacrificio más alto y eso solo ocurría una vez al año en el día de la expiación (Yom Kipur). De manera simbólica, el sumo sacerdote llevaba todo los pecados del pueblo al lugar Santísimo y derramaba sangre sobre el propiciatorio. Tenía que ofrecer un sacrificio por sí mismo, por sus propios pecados (Lv. 16:3, 6, 11).
El sumo sacerdote tenía que pasar tres áreas en el tabernáculo o el templo: 1) La puerta de los atrios, 2) el lugar santo, 3) detrás del velo, el lugar santísimo (16:12). Cristo traspasó los tres cielo: 1) el atmosférico, 2) el espacio exterior (los astros), 3) el tercer cielo, la morada de Dios. (2 Co. 12:2-4).
“Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo” (Ex. 26:33) En muerte de Cristo el velo se rasgó en dos “51Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron (Mt. 27:51). De esta manera se elimina la separación, ahora todos tenemos acceso al Dios Padre por medio de Jesucristo.
¿qué comparación tiene con Cristo? El sumo sacerdote representaba el pueblo ante Dios, él llevaba el pecado al lugar santísimo, si él salía vivo eso significaba que su sacrificio fue aceptado. Cristo llevó el pecado de su pueblo, y su resurrección significa el amén del Padre al sacrificio. Su sacrificio y fue aceptado.
¿cuál es la diferencia hay entre él y Cristo? Los sumo sacerdotes se presentaban cada año, en cambio Cristo lo hizo una sola vez y para siempre (He. 9:24-26).
Ya que tenemos un gran sumo sacerdote. El énfasis recae en el término gran, que también aparece en Hebreos 10:21 (“dado que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios”) y en Hebreos 13:20 (donde a Jesús se le llama “aquel gran Pastor de las ovejas”). El adjetivo gran indica que Jesús es superior a los sumo sacerdotes y pastores terrenales
¿quién nuestro gran sumo sacerdote?
Jesús el Hijo de Dios, (que sig.)
Aquí vemos la unidad de la humanidad con la deidad (unión hipostática). Jesús es el nombre humano. Él fue/es completamente hombre (se cansó, sufrió, lloró, etc.).
“el Hijo de Dios”. En la Cristología, la frase “Hijo de Dios” se refiere a la deidad de Cristo, él es completamente Dios. Él es la segunda persona de la trinidad (cp. Jn. 1:14)
Es tan importante entender las dos naturalezas de Cristo. En su humanidad pudo pagar nuestros pecados, también por su humanidad puede entender nuestras situaciones. Pero, en su deidad, él como Dios, puede ayudarnos y darnos consuelo en el momento preciso.
retengamos (tomar, retener, sujetar, agarrar echarle, aferrar Mt. 7:3) nuestra profesión (asentir, confesar, pacto, reconocimiento)
II. Nuestro sumo sacerdote nos entiende. V 15.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse (sentir simpatía, compartir el sentimiento de otro, compartir el dolor; cp. 10:34) de
nuestras debilidades (enfermedad, fragilidad)
sino uno que fue tentado en todo (probar, incitar, poner trampas, hacer caer, examinar) (en todo, toda clase de)
según nuestra semejanza, (parecido), pero sin pecado (sin haber caído al pecado).
“Compadecerse” en griego sumpathesai, de donde procede nuestra palabra “simpatía”, significa entrar en nuestro dolor y condición y compartir nuestro sentimiento al respecto.
Cristo, siendo completamente hombre llega a ser nuestro sumo sacerdote, y entiende nuestra necesidades.
“compadecer” simpatía. “sufrir con”. Ej. 10:34. Los creyentes judíos se simpatizaron con los presos, de esa mima manera nuestro sumo sacerdote se simpatiza con nuestro dolor, tristeza. Vemos como Jesús se quebrantó en la tumba de Lázaro (Jn. 11:35. Él lloró porque María estaba tan angustiada, sufrió con ella.
Cuando tenemos problemas, heridas, tristezas, cuando somos tentados, él nos entiende cabalmente.
“tiene una capacidad sin igual para compadecerse de nosotros en cada peligro, prueba y situación que aparezca en nuestro camino, porque él ya pasó por todas estas cosas” (MacArthur).
Comprende nuestras debilidades. La falta de firmeza, todas la limitaciones naturales de la humanidad.
(una ilustración: 5 hombres se ponen de acuerdo para ayunar durante 15 días. El primero se rindió al tercer día, y así no por uno se rendían, pero el quinto llegó hasta 12 días. ¿cuál de ellos puede entendernos mejor en cuanto al ayuno? El que duró más)
“un hombre necesitado un traductor en su trabajo”
Se cuenta de un muchacho que encontró un nuevo trabajo, pero su problema era que no podía comunicarse con su jefes porque él no podía hablar ingles, ni ellos el español. Hasta que un día tuvo contacto con un paisano, y este paisano hablaba los dos idiomas. El muchacho pedía ayuda con mucha franqueza porque se entendían”
Cristo, nuestro sumo sacerdote, (nuestro paisano en su humanidad) está sentado en el trono, se simpatiza de nosotros, y nos invita a su trono.
III. Nuestro Gran Sumo Sacerdote nos espera en su trono. V 16.
16Acerquémonos, (presente-subjuntivo. Acercarse, aproximarse, visitar, presentar) pues, confiadamente (franqueza, seguridad, abiertamente, claramente, con confianza, libertad cp. 10:19)
al trono (asiento, sentar, poder o potestad, de la gracia, (regalo, don, buena voluntad, privilegio, gratitud, no es por mis méritos)
para alcanzar (tomar, recibir, echar mano de, agarrar) misericordia (compasión, piedad) y
hallar (descubrir, obtener, encontrar) gracia para el oportuno (momento oportuno, bien calculado, momento conveniente) socorro (ayuda, auxilio, refuerzo cp. Hch. 27:17)
En la antigüedad nadie podía acercarse a un superior sin invitación ni permiso. (Ester es un ejemplo 5:1-2). Pero, para el creyente, la invitación está abierta en cualquier momento, sin cita, en en cualquier circunstancia. Tenemos acceso ante el trono de la gracia; podemos acercarnos confiadamente “franqueza, seguridad, abiertamente, claramente, con confianza, libertad”. Alcanzamos misericordia y gracia al acercarnos al trono.
También nuestro Señor no ha abierto la entrada en el lugar Santísimo, donde el Sumo Sacerdote tenía el privilegio de entrar una vez al año, ahora el creyente tiene acceso en todo momento (He. 10:19-23)
Conclusión. Quiero terminar explicando la palabra “Oportuno socorro” según el griego expresa la idea de “justo a tiempo”, en el momento en que más lo necesitamos, y en la manera en que más lo precisamos. Cuando todos los demás nos abandona en el momento cuando más lo necesitamos, nuestro Gran Sumo Sacerdote está presente con nosotros, y nos da su gracia en el momento preciso, no antes ni después. Podemos encontrar consuelo al saber que en el tercer cielo, donde en nuestra humanidad no podemos alcanzar, hay una persona con mucha experiencia que nos entiende y tiene la capacidad para socorrernos. Amén