Completando lo que Ya se Inició
Cuando estábamos haciendo las entrevistas a los aspirantes a miembros, a los que recién han profesado fe en Cristo y querían ser bautizados una de las preguntas que les hacia es: ¿Cómo sabes que serás cristiano para siempre? ¿Cómo sabes que no abandonarás el camino del evangelio?
Luego de pensarlo por unos segundos algunos decían “no puedo garantizarlo”, otros me respondieron “si Dios quiere”. Ambas respuestas son totalmente perfectas. Ninguno de nosotros puede garantizar que será fiel a Cristo hasta la muerte y al mismo tiempo todos podemos afirmar que si Dios quiere, ciertamente hasta el día que nos llame al hogar estaremos firmes andando en sus caminos. Porque como las Escrituras enseñan claramente, todo lo que Dios quiere lo hace.
Mi propósito principal en esta noche es que Dios utilice estas palabras para que todos nosotros, pero en especial los hermanos que hoy son recibidos como miembros de la iglesia, pongamos cada vez más nuestra vista lejos de nuestra capacidad y fuerzas y más cerca y más enfocada en el Dios que inicia, sostiene y termina la salvación.
Persuadido de una obra Iniciada
El apóstol Pablo, refiriéndose a los hermanos filipenses dice:
estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo
Pablo está persuadido que una buena obra fue iniciada por Dios en los cristianos filipenses y nosotros, la Iglesia Bautista de la Gracia, estamos persuadidos que Dios comenzó en ustedes la buena obra.
¿Cuál buena obra?
Hay muchos textos, pero les voy a pedir que vayan a uno de mis favoritos.
Efesios 2:4-5
4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
Esa es la buena obra que Dios inició. Es probable que algunos de ustedes esté preguntándose: “¿Qué Dios inició? Señor predicador, fue de mi propia iniciativa que yo empecé a buscar de Dios. Es verdad que viví años sin interés por el evangelio y sólo recientemente es que me he acercado a Dios, pero le aseguro que fui yo, nadie me obligó”
Estoy de acuerdo, lo hiciste por voluntad propia, viste en Dios hermosura y misericordia y corriste a sus brazos. Pero mi amado hermano, todo eso fue el resultado de la buena obra que Dios inició en ti.
Dios, por su gran amor con que te amó, aun estando, TU, muerto en pecados, te dio vida juntamente con Cristo. Estabas muerto y los muertos no pueden hacer nada si primero alguien no les da vida.
Dios te dio vida cuando estabas muerto, cambió tu corazón viejo que amaba al pecado más que a Dios por uno nuevo que se deleita en El, y puso en ti el deseo, la inclinación y la decisión de buscarle.
Como dice otro hermoso verso escrito a los filipenses.
porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. – Filipenses 2:13
Un día, Dios, por medio de la obra de su Espíritu:
· cambió tu corazón de piedra por uno de carne
· dijo a tu corazón “hágase la luz” y la luz del conocimiento de Dios resplandeció en tu corazón
· Le dijo a tu corazón muerto “Vive” y viviste.
Hermano en Cristo, tu conversión, esa buena obra, la inició el poder transformador de Dios.
La pregunta que nos hacemos todos es ¿terminaré mi vida como cristiano?
Persuadido de una obra Completada
estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo
El apóstol dice que está persuadido o seguro que Dios, quien empezó la buena obra, la perfeccionará o la completará hasta el día de Jesucristo, el día cuando Cristo vuelva a establecer su reino sobre la tierra.
¿En que está fundamentada esta firme persuasión? ¿Cómo puede el apóstol estar tan seguro de que será así y como pueden nuestros nuevos miembros y todos nosotros estar seguro que estaremos en Cristo hasta la muerte?
Tal seguridad es posible porque está fundamentada en la promesa de Dios, el inmutable, el que no es hombre para que mienta. Nos referimos a una de las promesas más importantes y gloriosas de toda la Biblia, la promesa conocida como la promesa del Nuevo Pacto.
Jeremías 32:39-41
39 Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos.
40 Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.
41 Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.
Si eres cristiano hoy es porque Dios puso en ti un corazón y un camino nuevo para que le temas perpetuamente (para siempre) y El mismo promete que no se volverá atrás de hacerte el bien. Dios ha cambiado tu centro de comando de tal manera que tus deseos sean diferentes. El corazón es una fábrica de deseos y por nacimiento nacemos con el corazón dañado. Amamos lo que vale menos más que lo que vale más. Tememos más la opinión de un hombre que a Dios el Creador del universo y vemos más placer en el pecado que en Dios y por eso nuestras decisiones son tan malas. Pero Dios reemplaza el corazón que traemos de fábrica y nos da un corazón nuevo que le teme y que guarda sus mandamientos.
Pero la seguridad de que terminaremos el camino del evangelio está sobre todo fundamentado en estas palabras: “no me volveré atrás de hacerles bien”. Todo lo que sucede en tu vida desde el día de tu conversión sucede para hacerte bien, para completar esa buena obra que Dios mismo inició.
Así que mi amado hermano, en especial a los que hoy se hacen miembros de esta iglesia local, puedes decir junto al apóstol Pablo:
estoy totalmente seguro y completamente convencido que el que comenzó en mi la buena obra la completará hasta el día de Jesucristo, porque depende de El y El ha prometido que no se volverá atrás de hacerme el bien sino que su gozo y alegría es hacerme el bien de todo corazón y de toda su alma
Hermanos, Cristo quiere que eso esté constantemente en nuestras mentes y corazones. Tanto así que instituyó que la iglesia celebrase regularmente la Santa Cena, la cual es un símbolo o recordatorio de este pacto.
1 Corintios 11:25
25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
La voluntad de Cristo es que regularmente celebremos la Santa Cena y recordemos el Nuevo Pacto, el cual es posible gracias a su muerte en la cruz. El pagó todos nuestros pecados, estamos limpios delante de Dios y Dios está totalmente entregado a hacerle el bien para siempre a nosotros, los que antes éramos sus enemigos pero hemos sido reconciliados por la sangre de su cruz
Durante la Santa Cena estamos llamados a examinarnos. No es algo que debe tomarse con ligereza. A los nuevos hermanos les recomiendo leer 1 Corintios 11 a partir del verso 17. Es apropiado examinarnos antes de venir y además damos un tiempo durante la repartición de los elementos para meditar y examinar nuestra vida. Y si el auto examen es practicado correctamente, la conclusión va a ser siempre parecida. :
“He pecado de nuevo. No merezco ser cristiano, Hijo de Dios, miembro de la iglesia de Cristo,” pero jamás debemos dejarlo ahí, ni salir de una celebración de la Santa Cena en este punto. Todo eso ha de llevarnos a poner nuestra vista en lo que el símbolo representa, la promesa del nuevo pacto.
Van a pecar, van a ser tentados, van a dudar y en ocasiones van sentir deseos de abandonar los caminos de Dios, pero si Dios inició esta obra en ustedes el la completará, porque nunca se volverá atrás de hacerte el bien. No porque tu eres una persona de decisión, no porque tu siempre cumples con tus compromisos, sino porque Dios, el todopoderoso, ha prometido hacerlo.
Hermanos siempre volvamos a esta gran promesa. Cuando nuestros pecados sean muchos, cuando nuestro deseo por Dios parezca desaparecer, cuando el Evangelio no nos sean buenas noticias, pidámosle al Señor que cumpla su promesa en nosotros de completar la buena obra que una vez comenzó.
Como Pablo inicia nosotros concluimos:
Damos gracias a nuestro Dios siempre que nos acordamos de ustedes hermanos. Siempre en nuestras oraciones, rogando con gozo por todos ustedes, por su comunión en el evangelio desde el primer día hasta ahora estando persuadido de esto, que el que comenzó en ustedes la buena obra la completará hasta el día glorioso cuando veamos el rostro de Jesucristo.
AMEN