Apocalipsis 5: Jesús, la victoria
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Hoy podemos estudiar el propósito de esta adoración. Durante este capítulo podemos ver varios temas que son necesarios mencionar que se unen en un tema en particular que es: la entronización de Jesús en el cielo.
En el capítulo 4 menciona que ¡Digno eres! Anticipando a la pregunta en el capítulo 5 ¿Quién es digno? Pues en el cielo se guardó silencio, los detalles son importantes para poder considerar y poner atención.
“Vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos”. (v. 1)
Él ve el rollo apoyado sobre el trono a la mano derecha de Dios, en vez de verlo sostenido en su mano derecha. En el antiguo Cercano Oriente, el trono era “más como un sofá que como un asiento individual";'8 más de una persona podía sentarse sobre él. Se consideraba el honor más elevado sentarse a la derecha del rey.
La capacidad de tomar y abrir el rollo representaría su derecho de reinar.
Cuando en los tiempos del Antiguo Testamento el rey israelita ascendía al trono, recibía, junto con la corona real, el rollo del pacto, es decir, el libro de Deuteronomio (2 Rey 11:12; cf. Deut. 17:18-2o; 1 Sam. 10:25).
El Rollo del Pacto llegó a ser un símbolo de la instalación sobre el trono; al tomarlo, el recién coronado rey se sentaba en el trono y comenzaba a reinar. La posesión del rollo y la capacidad de abrirlo y leerlo demostraba el derecho de reinar que tenia el rey y de tratar cualquier crisis que pudiera ocurrir. Al mismo tiempo, la posesión del Rollo del Pacto significaba que el rey de Israel era co-regente de Dios, el gran Rey. De este modo, por ejemplo, leemos en los salmos que el rey de Israel se sienta a la diestra de Dios como su co-regente (Sal. 80:7; 110:1).
Comprender que el rollo sellado estaba ubicado a la mano derecha de Dios sobre el trono, más bien que en su mano derecha, es importante para una correcta interpretación del evento. Es especialmente importante que, después de su ascensión, el Cristo resucitado fue exaltado al trono celestial "a la mano derecha de Dios" (Rom. 8:34; Efe. 1:2o; Col. 3:1; Heb. 10:12; 1Ped. 3:22).
La exaltación de Cristo al trono a la mano derecha del Padre era la creencia central de los primeros cristianos (Hech. 2:33-36; Heb. 8:1) y era el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento (Sal. 110:1; cf. Mat. 22:41-45; 26:62-65).
El rollo es descrito en términos de documentos legales de la época. Juan menciona primero, que el rollo está escrito por dentro y por detrás, lo que normalmente implica una gran cantidad de material escrito. Sin embargo, la frase puede referirse a los dos documentos escritos por ambos lados que se mencionan en el Antiguo Testamento. Leemos en Éxodo que "las dos tablas del testimonio" que Moisés trajo desde el monte estaban "escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas” (Éxo. 32:15). Del mismo modo, Ezequiel vio en visión un rollo extendido delante de él que "estaba escrito por delante y por detrás" (2:9-10). A la luz de este trasfondo del Antiguo Testamento, el rollo de Apocalipsis 5, escrito de ambos lados, evidentemente se refiere al pacto de Dios con su pueblo, de un lado, y a un mensaje profético, del otro, o para decirlo en el contexto del Nuevo Testamento, el rollo estaba claramente relacionado con "la Ley y los profetas" (Hech. 13:15; cf. Mat. 5:17; Juan 1:45).
También es bastante posible que el rollo fuera un así llamado "documento doble", una forma bien conocida y ampliamente usada en los días de Juan. La parte abierta del rollo era el texto exterior; no estaba sellado, y podía ser consultado en cualquier momento. La porción más larga era el texto interior y estaba sellada. La porción sellada solo podía abrirse rompiendo todos los sellos en la oficina correcta donde el texto podía ser comparado y verificado. Si el rollo sellado es un documento doble, entonces explicaría el rol del librito del capítulo. El contenido de este rollo pequeño está claramente descrito en Apocalipsis 12-22:5 y nos da vislumbres del rollo sellado de Apocalipsis 5.
Se dice también que el rollo estaba sellado con siete sellos. En el antiguo Israel, los sellos estaban en posesión exclusivamente del rey y de sus oficiales. El sellamiento involucraba dos conceptos básicos. Podía denotar una validación o ratificación de su contenido. Significaba que una autoridad, de alguna clase, tendría que hacer una impresión con un anillo o sello al final del contenido escrito. La impresión sellada actuaba así en lugar de una firma, indicando la autenticidad, validez o ratificación del documento.
El contexto del capítulo 5 sugiere con fuerza que aquí está involucrado, sin embargo, otro concepto. El "sellamiento" en Daniel y en Apocalipsis significa que la revelación de Dios podía ser "almacenada" hasta el tiempo señalado debido a la infidelidad del pueblo y a su falta de preparación para atender sus indicaciones (Dan. 12:4, 9; Apoc. 10:4). El rollo de Apocalipsis 5 está sellado con el propósito evidente de cubrir su contenido y mantenerlo escondido; como está sellado, nadie era "capaz de abrir el rollo o de mirar adentro" (5:3-4). No es posible abrirlo y revelar su contenido a menos que todos los sellos fueran rotos.
El hecho de que el rollo esté sellado con siete sellos es especialmente importante a la luz del significado simbólico del número "siete" en la Biblia como “plenitud", “integridad" o "perfección". Primero, "siete" expresa la idea de la plenitud y totalidad divinas. Segundo, el sellamiento con siete sellos indica que el rollo está "perfectamente sellado”.
El propósito dominante se ve en el hecho de que en Apocalipsis 5, no es la lectura del rollo sellado sino que el centro de la atención en esta sección es su apertura y la rotura de los sellos (5:2, 5, 9) El rollo sellado mismo no es abierto en el capítulo 5, sino más tarde, en los capítulos 6-8. El propósito principal de tanto énfasis en el séptuplo sellamiento es contrastar la totalidad de la "indignidad" e incapacidad de todos los seres creados en el universo, con la plenitud y totalidad divina de ser" digno" y de la capacidad de Cristo.
“Y lloraba yo mucho, porque no se hallaba a nadie que fuera digno de abrir el libro, ni siquiera de mirarlo. Entonces uno de los ancianos me dijo: ‘No llores, porque el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos’”. (v. 4, 5)
La aclamación “He aquí" inicia aquí la divina "dignidad" y omnipotencia en la aparición de Cristo quien es proclamado ser el único "digno" en todo el universo de abrir el rollo sellado. Aunque este concepto de mérito, con referencia al Cristo resucitado, se presenta en muchos lugares en el Nuevo Testamento (p. ej., Hech. 2:22-36; Fil. 2:5—11; Heb. 12:2) es singular en esta escena. La victoria de Cristo en la cruz lo ha hecho digno, primero, de tomar y quitar los sellos al rollo del Pacto, el cual, por causa de la indignidad de los reyes davídicos del Antiguo Testamento, había sido sellado y guardado. Segundo, lo ha habilitado para compartir el trono celestial con el Padre (Apoc. 3:21) y recibir un reino y dominio cósmico. La singular calificación que hizo que Cristo fuera digno de compartir el trono y las prerrogativas reales con el Padre, está indicada por el hecho de que él es de origen regio. Los dos títulos dados a Cristo-el León de la tribu de Judá, (cf. Gén. 49:9) y el Retoño de David, ( cf. Isa. 11:1, 10 ) tienen aquí una significación especial. Son grandes títulos proféticos del Antiguo Testamento con respecto al surgimiento del rey ideal, el descendiente de David, sobre el trono de Israel: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En esos días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra" (Jer. 23:5-6). En el Nuevo Testamento, las profecías del Antiguo Testamento encuentran su cumplimiento en la venida de Jesucristo. Cuando se hace referencia a Jesús con estos dos títulos, se lo identifica como Hijo de David, el Mesías. Los reyes israelitas fueron hallados “indignos" e infieles. Su "indignidad" era la razón por la que se selló el libro del pacto, esperando un Hijo davídico digno que lo tomara y lo abriera. Aquí está ahora el prometido rey del linaje de David. Él es el verdadero heredero del trono davídico. En él se encuentra el cumplimiento de todas las esperanzas y expectativas del pueblo de Dios, del pacto tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo.
Cuando los cristianos del siglo primero leyeron acerca del "Retoño de David” como el único "digno" de acercarse al trono celestial, tomar el rollo sellado del lado derecho del trono, y luego, junto con el "que está sentado en el trono", recibir la aclamación real, sin duda vieron en esto el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Comprendieron que el "día" prometido había llegado, cuando el rey prometido, el "Retoño de David" fue instalado en el trono celestial.
“Miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes y en medio de los ancianos estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. (v. 6)
Esta es una paradoja — la unión y la fuerza y debilidad — también es evocada por el carácter doble del cordero. Tiene siete cuernos que simbolizan su fuerza. El cordero también tiene siete ojos, los cuales son los espíritus y simbolizan la capacidad divina de ver y entender todo, en todos lados. La alusión es evidente en Zacarías 4:10
“Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces, se alegrarán al ver la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra”. Zacarías 4:10
Este es el único lugar en todo el libro del Apocalipsis donde se menciona que el Espíritu Santo es enviado a la tierra (anteriormente en el libro, "los siete Espíritus” aparecen delante del trono de Dios c.f. Apoc. 1:4; 4:5). Si Apocalipsis 5 describe la entronización de Cristo que ocurrió en Pentecostés (y toda la evidencia apoya esta afirmación), entonces la importancia de esta frase es obvia. Según Juan 7:39, “aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado". En su sermón de Pentecostés, Pedro explicó que la venida del Espíritu Santo a la tierra fue el resultado de la exaltación de Cristo a la diestra de Dios en los lugares celestiales (Hech. 2:32-36). Siendo que Cristo ahora es exaltado sobre el trono del universo, la obra del Espíritu Santo es ilimitada al aplicar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz a las vidas de los seres humanos, y al anunciar el reino de Dios por toda la tierra.
“Él vino y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”. (v. 7)
Esta escena del Apocalipsis cumple con el ritual tradicional de entronización hallado en toda la antigua cultura del Oriente Próximo y Medio. Era costumbre que el nuevo rey leyera en voz alta el pacto que lo unía a su Señor. De igual modo, en Israel, el rey recientemente coronado inauguraba al ceremonia de entronización leyendo el libro del pacto, y así expresaba su dependencia de su Señor Dios.
“Después tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Obedeceremos y haremos todas las cosas que Jehová ha dicho”. Exodo 24:7
“Luego el rey subió a la casa de Jehová con todos los hombres de Judá y todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande. Allí leyó en voz alta todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová…Entonces el rey ordenó a todo el pueblo: Celebrad la Pascua a Jehová, vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto.”. 2 Reyes 23:2, 27
“Cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta Ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas”. Deuteronomio 17:18
Todo este sucedo para el profeta es la inauguración del santuario celestial.
“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. Él es ministro del santuario y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre”. Hebreos 8:1, 2
Este versículo esta lleno del lenguaje de los levitas con el propósito de impresionar a los judíos cristianos de los tiempos del nuevo testamento, para hacerles entender el papel y valor real del sacrificio del Mesías, que aún estaba vivo: Jesús está vivo e intercede por nosotros hasta el día de hoy.
“Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (v. 13
El hecho de que Cristo es adorado aquí sobre la misma base que el Padre implica su igualdad, pues ambos están entronizados juntos como co regentes sobre el trono del universo. El resto del Nuevo Testamento está repleto con textos acerca de Cristo quien,
después de su resurrección, estaba sentado "a la diestra de Dios" y ha recibido autoridad, poder y dominio universal (Rom. 8:34; Efe. 1:20-22; Col. 3:1; Heb. 10:12; 12:2; 1 Ped. 3:21-22). En su sermón de Pentecostés, Pedro afirmó que fue entonces cuando Cristo comenzó suco-regencia con el Padre (Hech. 2:j3-36). Él reina “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero; y (el Padre) sometió todas las cosas
bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo,
la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo" (Efe. 1:21-23).