El Quinto Sello - Un Poco Más de Tiempo

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El Quinto Sello - Un Poco Más de Tiempo

Apocalipsis 6:9–11 NTV
9 Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de todos los que habían muerto como mártires por causa de la palabra de Dios y por haber sido fieles en su testimonio. 10 Ellos clamaban al Señor y decían: «Oh, Soberano Señor, santo y verdadero, ¿cuánto tiempo hasta que juzgues a la gente de este mundo y tomes venganza de nuestra sangre por lo que nos han hecho?». 11 Entonces a cada uno de ellos se le dio una túnica blanca, y se les dijo que descansaran un poco más hasta que se completara el número de sus hermanos, los consiervos de Jesús que se unirían a ellos después de morir como mártires.

Introducción

Muchos de nosotros recordamos aquel anuncio de televisión de la infame iglesia Universal que decía, pare de sufrir.
¿Lo recuerdan? ¿Recuerdan aquellos tiempos cuando veíamos televisión local?
El mensaje de esta seudo iglesia es que si tú abrazas la fe cristiana y la teología de la prosperidad y la súper fe vas a vivir una vida libre de sufrimientos, de escasez económica y de enfermedades.
Y obviamente, quién no va a querer vivir una vida así. Por eso estas seudo iglesias tienen tanto alcance.
Sin embargo, sabemos que este es un falso cristianismo. Porque, como nos recordaba el pastor Carlos el domingo pasado, si hay algo que tenemos asegurados aquellos que hemos decidido seguir a Jesús, es el sufrimiento.
En una ocasión Jesús le dijo a sus discípulos:
Juan 16:33 (NTV)
33 Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.
En otra ocasión les dijo:
Mateo 10:24–25 NTV
24 »Los alumnos no son superiores a su maestro, y los esclavos no son superiores a su amo. 25 Los alumnos deben parecerse a su maestro, y los esclavos deben parecerse a su amo. Si a mí, el amo de la casa, me han llamado príncipe de los demonios, a los miembros de mi casa los llamarán con nombres todavía peores.
En otras palabras, Jesús nos dice, si yo experimenté el sufrimiento, ¿qué les hace pensar que ustedes no sufrirán en esta vida?
Pablo, después de haber sido apedreado por la multitud en la ciudad de Listra casi hasta morir, por predicar el Evangelio, al otro día se levantó y animó a los creyentes a seguir perseverando en la fe diciéndole:
Hechos de los Apóstoles 14:22 (NTV)
22 ...debemos sufrir muchas privaciones para entrar en el reino de Dios.
Ahora, el sufrimiento del que está hablando Jesús y Pablo, en este caso específico sería provocado por el hecho de creer en Jesús, de obedecer sus mandamientos y de hablarle a otros de Él.
Ciertamente reconocemos que en esta vida hay otros sufrimientos de los cuales participamos todos los seres humanos, no solo los cristianos. Las enfermedades, la muerte, los eventos atmosféricos, los actos de violencia, los accidentes, la escasez económica, las pandemias.
Pero la pregunta que yo me hago, y que me la hago honestamente, es, ¿cuántas veces yo he sufrido por la causa de Cristo? En este país donde he nacido. En esta parte del mundo. Con tantos privilegios. Con tanta abundancia. Con tantas comodidades.
Lo que me lleva a hacerme otra pregunta, ¿estaré yo viviendo la vida que Cristo quiere que yo viva? ¿Estaré siendo digno representante de Él? ¿Estaré proclamando su Evangelio como Él lo hizo? ¿Estaré obedeciendo al Padre como Él lo hizo, hasta la muerte?
Esta semana les envíe a algunos de ustedes un artículo que escribió un pastor americano que está ubicado en los Emiratos Árabes Unidos. Él ha estado recibiendo muchos correos de amigos pastores que están ubicados en Afganistan pidiendo oración:
Un líder de una casa-iglesia le envió una foto del pequeño cuarto donde estaba escondido junto a su familia y le escribió, "Aquí es donde estoy viviendo. Nos estamos escondiendo ahora mismo en diferentes áreas."
Otro pastor le escribió: "No podemos salir como lo hacemos normalmente. Es peligroso. Nos movimos a una casa de un amigo, pero no estamos seguros para nada."
Le preguntó a otro pastor si estaba en peligro y él contestó: "No solo yo, sino mi familia también…por yo ser pastor."
Otro pastor le pidió: "Oren por mí para que me mantenga firme en mi fe. Es muy difícil estar aquí."
Otro pastor describió estos días como oscuros, que se sienten como una tormenta. Este pidió oración por un avivamiento.
Otro escribió: "Confiamos que nuestro Señor es poderoso y que va a proteger a nuestros hijos. Nuestra esperanza no está en la política sino en el Rey Jesús."
Entonces, yo me paro frente a estos hombres y me siento tan chiquito.
Quizás nunca suframos lo que estos cristianos están sufriendo, en Afganistan, en Corea del Norte, en China. Pero la pregunta es, ¿estaremos dispuestos?
¿Vivimos nuestra vida aquí y ahora de tal manera que si estuviésemos en estos países sufriríamos persecución?
A veces pienso que somos rápidos para reclamar, protestar y marchar contra un gobierno que no nos va a perseguir, que no nos va arrestar, que no nos va a maltratar, pero somos lentos para vivir como Jesús vivió, en obediencia absoluta a su Padre y en amor sacrificial por los demás.

Los Primeros Cuatro Sello

Hace unas semanas vimos lo que representan aquellos caballos que Juan vio mientras Jesús abría los primeros cuatro sellos del rollo.
Ciertamente es una descripción de eventos que ocurrirán al final de los tiempos pero a la misma una descripción de los efectos devastadores que ha producido, a través de los últimos tiempos, el hambre y la sed de conquista y dominio de las naciones. Naciones cuyos gobernantes han pretendido convertirse en dioses.
Efectos que estaba sufriendo la iglesia del primer siglo a quien se le dirige esta carta.
Recordando que los últimos tiempos comenzaron el día que Jesús ascendió al Cielo y se sentó a la derecha del Padre.
Pero también vimos que estos primeros cuatros sellos demuestran quién es el Soberano del Universo. Quién tiene la autoridad final. Quién es el que realmente gobierna a las naciones y desata juicio sobre ellas. Vimos como Él utiliza a estos agentes de maldad para sus propósitos eternos. Para juzgar a las naciones y a la misma vez para santificar a su Pueblo.
Y esto fue una palabra de aliento y de ánimo para la iglesia del primer siglo que era perseguida y oprimida. Por un lado Jesús les está diciendo, no se desanimen porque yo juzgaré todo acto de maldad en esta vida y en el día final.
Y por otro lado, les está diciendo, no se desanimen cuando venga el sufrimiento a sus vidas. Recuerden que yo utilizo el sufrimiento y las pruebas para santificarles, para prepararlos para presentarlos un día, limpios y sin mancha delante de mi Padre.
Esta es una palabra de aliento para nosotros también que nos ayuda a perseverar en nuestra fe. Es esperanzador que nos recuerden que le servimos al Juez Justo del Universo y que Él usa el sufrimiento para transformarnos y para que nos parezcamos cada día más a Él.

El Quinto Sello

Entonces Jesús abrió el quinto sello y cuando lo hizo, Juan se percata de algo que no había visto antes en aquella escena del cielo.
Pareciera como si Juan estuviese viendo una escena principal, en donde está el trono de Dios, el Cordero, el rollo, el candelabro, el altar del incienso, el lavacro, los 4 seres vivientes, los 24 ancianos y los millares de ángeles.
Entonces los primeros 4 sellos es como una visión en una segunda dimensión. O una visión secundaría dentro de la visión principal. ¿Por qué pienso esto? Porque en cada uno de los primeros cuatros sellos uno de los seres angelicales le dice a Juan, Ven y Mira, entonces es como si le mostraran una visión secundaria.
Sin embrago, cuando Jesús abre el quinto sello Juan ve algo que está en la escena principal pero que no había visto antes.
Juan ve que debajo del altar, o al frente, estaban las almas de los que habían muerto por la causa de Cristo y de su mensaje.
Entonces pienso que Juan habrá recordado las palabras de Jesús cuando le dijo a los líderes religiosos:
Mateo 23:33–36 NTV
33 ¡Serpientes! ¡Hijos de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno? 34 »Por lo tanto, les envío profetas, hombres sabios y maestros de la ley religiosa. A algunos los matarán crucificándolos, y a otros los azotarán con látigos en las sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad. 35 Como consecuencia, se les hará responsables del asesinato de toda la gente justa de todos los tiempos, desde el asesinato del justo Abel hasta el de Zacarías, hijo de Berequías, a quien mataron en el templo, entre el santuario y el altar. 36 Les digo la verdad, ese juicio caerá sobre esta misma generación.
También habrá recordado las palabras de Jesús a la iglesia de Pérgamo:
Apocalipsis 2:13 NTV
13 »Yo sé que vives en la ciudad donde Satanás tiene su trono; sin embargo, has permanecido leal a mi nombre. Te rehusaste a negarme aun cuando mi fiel testigo, Antipas, murió como mártir en medio de ustedes allí en la ciudad de Satanás.
Allí, debajo del altar, Juan vio sus almas, no sus cuerpos. Porque todavía no se ha cumplido la hora de la segunda venida de Cristo cuando los muertos resucitarán y todos recibiremos cuerpos renovados.
La causa del martirio de estas personas son específicas: a causa de la palabra de Dios y por haber sido fieles en su testimonio.
Esta gente murió porque a pesar de las circunstancias que vivieron se mantuvieron firmes obedeciendo la palabra de Dios, o sea, viviendo como Jesús vivió y compartiendo el mensaje del Evangelio.
Su cristianismo era tanto de palabra como de hechos.
Ellos no decían como nosotros decimos muchas veces: yo no tengo que predicar porque con mi testimonio es suficiente.
Al contrario, ellos decían: Mi testimonio les confirma lo que les predico.
Algunos piensan que estas almas representan literalmente a aquellos que fueron martirizados por predicar a Cristo. Pero otros piensan que estas almas representan otro aspecto del pueblo redimido de Dios.
Mientras los 24 ancianos representan al pueblo redimido de Dios que un día reinará junto a Él, las almas que están debajo del altar representan el sufrimiento que todo el pueblo de Dios experimentará de una manera u otra durante sus vidas.
Que estas no solo representan a aquellos cristianos que murieron y que morirán por la causa de Cristo sino a todo el pueblo de Dios, incluyéndonos a ti y a mí.
En este sentido, Cristo solo salvará a mártires. A todo aquel y aquella que verdaderamente esté dispuesto a sufrir por su causa y ser su testigo delante de los hombres.
Sabemos que la palabra mártir viene del griego que significa testigo. La iglesia del primer siglo utilizó este término para describir específicamente a aquellos que morían por la causa de Jesús. Incluso Jesús se presenta a Juan en esta carta como el Testigo Fiel y Verdadero. En otras palabras, el Mártir Fiel y Verdadero.
La realidad es que ser un seguidor de Jesús es ser un mártir, es ser su testigo. A esto hemos sido todos llamados.
Un mártir, un testigo, es uno que tiene conocimiento directo de un hecho y puede contarlo a otros con lujo de detalles.
Tú y yo tenemos conocimiento directo de quien es Jesús y de lo que hizo por nosotros y por esta humanidad. Entonces somos los únicos que podemos ser mártires para que otros también conozcan a Jesús y experimenten lo mismo que nosotros hemos experimentado.
Algunos han recibido el glorioso llamado de literalmente morir por Jesús, pero todos hemos recibido el llamado de ser sus testigos donde quiera que Él ha decidido plantarnos.
Es altamente probable que ninguno de nosotros recibamos el llamado a morir por Cristo. Pero todos estamos llamados a estar dispuestos.
Y el estar dispuestos a morir por Él tiene muchos matices.
Yo sé que entre nosotros hay gente que han tenido que tomar la difícil decisión de renunciar a su trabajo, de quedarse sin el sustento para su familia, de perderlo todo, porque han preferido el sufrimiento y la escasez en vez de deshonrar a Jesús accediendo a cometer actos ilegales.
Sé que entre nosotros hay gente que ha sufrido el rechazo de familiares y amigos por haber tomado la decisión de seguir a Jesús y de cambiar su manera de vivir y de ver la vida.
Sé que entre nosotros hay padres que han tenido que dejar ir a sus hijos, emocional y espiritualmente, porque estos han decido caminar de espaldas a Dios.
Ustedes también son mártires.
La pregunta es, ¿estamos dispuestos a morir por Jesús?
A veces pienso que cuando protestamos contra el gobierno por las leyes que quieren aprobar, realmente lo hacemos porque en el fondo estamos tratando de evitar el sufrimiento. No queremos perder el cómodo cristianismo al que nos hemos acostumbrado a vivir.
Si el estado aprueba estas leyes, (que las van a aprobar), ¿estaremos dispuestos a renunciar a nuestras comodidades y a sacar a nuestros hijos de las escuelas para educarlos en casa?
Yo escucho el famoso estribillo: a mis hijos los educo yo. Y yo digo, pues edúcalos tú.
Y si el estado nos cierra los templos, ¿estamos dispuestos a abrir nuestras casas para volver al modelo de la iglesia del primer siglo?
¿Estamos dispuestos a morir por Jesús de esta manera?

Nuestro sufrimiento honra a Dios

Cuando Juan vio a la almas de los mártires debajo del altar también pensó en el tabernáculo. Dios le dio estas instrucciones al pueblo hebreo con relación a los sacrificios por el pecado:
Levítico 4:7 (NTV)
7 Después el sacerdote pondrá un poco de la sangre en los cuernos del altar del incienso aromático que está en la presencia del Señor dentro del tabernáculo, y derramará el resto de la sangre del becerro al pie del altar de las ofrendas quemadas que está a la entrada del tabernáculo.
¿Por qué aquellas almas están debajo del altar? Porque son como la sangre de un sacrificio derramada en la presencia de Dios.
Cada vez que la sangre de un creyente es derramada a causa de su fe Dios lo recibe como un acto de adoración.
Recordamos las palabras de Esteban, justo antes de ser apedreado:
Hechos de los Apóstoles 7:55–56 NTV
55 pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, y vio la gloria de Dios y vio a Jesús de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios. 56 Y les dijo: «¡Miren, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios!».
Cada vez que experimentamos sufrimiento por seguir a Jesús es como un sacrificio de adoración a Él. Cada vez que sufrimos por no negarle, por no avergonzarnos de Él, hacemos famoso su nombre delante de los hombres. Y esto le agrada mucho.
A Él le agrada mucho cuando reconocemos ante los demás que Él es el Soberano del Universo y de nuestras vidas, a quien le hemos entregado toda nuestra lealtad. Que no importa las consecuencias, le seres fiel solo a Él hasta el final.
Con esta visión el Señor le está diciendo a la iglesia del primer siglo, cobren ánimo, porque yo no ignoro ni tomo en poco el sufrimiento que están experimentando. Yo no ignoro ni tomo en poco aquellos de ustedes que han derramado su vida por mi causa.
A ellos los tengo bien guardados, nada más y nada menos que en el lugar más seguro del universo: debajo de mi altar.
Y ustedes sepan que al enfrentar los sufrimientos con valentía hacen grande mi nombre delante de los demás y demuestran que verdaderamente son mis discípulos.

Hambre y sed de justicia

En este momento Juan se percata que allí en el trono de Dios, no solamente se escucha una constante alabanza a Dios y al Cordero sino que simultáneamente se escucha un constante clamor.
Apocalipsis 6:10 (NTV)
10 ...«Oh, Soberano Señor, santo y verdadero, ¿cuánto tiempo hasta que juzgues a la gente de este mundo y tomes venganza de nuestra sangre por lo que nos han hecho?».
Pero este es un clamor y no un reclamo. No es un reclamo egoísta de cuándo me vas a hacer justicia a mí, por lo que me hicieron.
Sino que es un clamor colectivo, rogando y anhelando que llegue ese glorioso día cuando finalmente el Juez Justo del Universo se levante y juzgue todo acto de maldad cometido contra su pueblo santo a causa de su fe en Jesús.
Entonces, si las almas que están debajo del altar también nos representan a nosotros, pues con toda confianza nos podemos unir a ese clamor, rogando constantemente y anhelando que llegue ese glorioso día.

Un poco más de tiempo

Este clamor no cayó en oídos sordos.
¡Qué maravilloso saber que nuestro clamor no cae en oídos sordos!
Aquellas almas recibieron una respuesta. Por un lado la respuesta es gloriosa pero por otro lado es difícil de tragar.
El tiempo aún no se han cumplido. Hay que esperar un poco más. Tienen que tener un poco más de paciencia. Todavía hay hermanos y hermanas que tienen que sufrir la muerte por mi causa.
Hasta aquí llega la teología de la prosperidad y de la súper fe. Aquí se quede sin gasolina. Aquí se le vacían las gomas.
Aquellos que hemos decidido seguir a Jesús tenemos una garantía. El sufrimiento lo tenemos asegurado. De qué otra forma va a reaccionar un mundo que vive de espaldas a Dios. De qué otra forma el mundo va a tratar a los hijos de Dios.
De hecho, la falta de sufrimiento debe ser una llamada de alerta para nosotros. ¿Estaremos viviendo verdaderamente la vida que Jesús quiere que vivamos?
Pero hay otra garantía gloriosa para nosotros.
Jesús le dice a la iglesia de Sardis:
Apocalipsis 3:4 (NTV)
4 »Sin embargo, hay algunos en la iglesia de Sardis que no se han manchado la ropa con maldad. Ellos caminarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos.
También le dice a esta iglesia:
Apocalipsis 3:5 (NTV)
5 Todos los que salgan vencedores serán vestidos de blanco. Nunca borraré sus nombres del libro de la vida, sino que anunciaré delante de mi Padre y de sus ángeles que ellos me pertenecen.
Pablo le escribe a los tesalonicenses:
2 Tesalonicenses 1:7 (NTV)
7 Y Dios les brindará descanso a ustedes que están siendo perseguidos y también a nosotros cuando el Señor Jesús aparezca desde el cielo. Él vendrá con sus ángeles poderosos,
La garantía gloriosa es que todo aquel y aquella que sufra por Él un día recibirá una ropa blanca, símbolo de pureza y santidad, y el descanso que nuestras almas tanto anhelan.
¿Vale la pena sufrir por Jesús? Totalmente. De hecho es el único camino.
Si a través del sufrimiento Jesús recibió la mayor honra, a través de nuestro sufrimiento recibiremos la mayor bendición, estar escondidos, guardados, protegidos en el lugar más seguro del universo, seremos revestidos con pureza y santidad para poder estar en su presencia, y recibiremos el descanso que tanto nuestras almas anhelan.
Imagina enfrentar tu sufrimiento de una manera que sorprenda a los que te rodean.
Imagina que la gente te distinga o te reconozca como la persona que enfrenta la crítica, el rechazo y el maltrato con gozo, con paz y con esperanza.
Imaginemos que La Cumbre se distinga por la manera en que enfrentamos el sufrimiento.
Imaginemos que la gente mire La Cumbre y diga, los que pertenecen a esa iglesia enfrentan la vida de una manera bien distinta. Mientras el mundo se está cayendo en cantos ellos no se afanan, no sufren de ansiedad, están tranquilos. Mira, están hasta gozosos.
Cuando los critican ellos no responden para atrás y guardan silencio. Cuando los maltratan ellos no se desaniman, al contrario, siguen pa lante sin temor. No importa lo que pase ellos se dedican a servirle a su Dios y amar a su prójimo.
Porque ellos sabe que al final sus vidas están escondidas en el lugar más seguro del universo, que tienen un vestido blanco reservado para ellos y que un día, como dice el autor de Hebreos, descansarán de todas sus obras.
¿Estaremos dispuestos a ser sus mártires? Pues a eso Él nos ha llamado.

Oración

Señor, así como lo hizo la iglesia del primer siglo, hoy La Cumbre se aferra a esta promesa. Anima nuestros corazones para ser tus testigos, tus mártires, donde quiera que nos paremos.
Recuérdanos que tú honras a aquellos que, con amor y gozo, obedecen tu Palabra y no tienen ningún temor de hablarle a otros de ti. Recuérdanos una vez más la promesa que le hiciste a tus discípulos y que se cumplió el día de Pentecostés, que hemos recibido el poder de tu Espíritu Santo para ser tus mártires aquí, allá y en todo lugar.
Ayúdanos a enfrentar el sufrimiento con esperanza, con gozo y paz. Y recuérdanos cada día a ser agradecidos de vivir en un lugar donde todavía tenemos la libertad de practicar nuestra fe y que no olvidemos a nuestros hermanos y hermanas, nuestros consiervos y consiervas que ahora mismo están sufriendo persecución, que tienen que practicar su fe a escondidas, y que arriesgan su vida todos los días.
Fortalécelos en esta hora, física, emocional y espiritualmente. Anima sus corazones. Suple sus necesidades. Protege a sus hijos.
Que cada gota de sangre que aún queda por ser derramada, abone la tierra donde caiga y que esa tierra produzca muchos frutos de salvación.
Usa el sufrimiento de ellos y el de nosotros para producir un gran avivamiento, aquí en PR, en EU, en Canada, en Latinoamérica, en Europa, en Asia, en el Medio Oriente, en África, y en todos los confines de la tierra.
Sigue completando el número de tus escogidos. Tu iglesia está lista para recoger la cosecha.
¡Ven Señor Jesús! ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven Señor Jesús!
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