CONECTADOS - Cambios inesperados II
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CAMBIOS INESPERADOS - COMO TE AFECTAN
CAMBIOS INESPERADOS - COMO TE AFECTAN
Una mudanza forsoza, un cambio en el puesto de trabajo o la perdida del mismo, etc. Todo eso, nos afecta. La pregunta es: ¿cómo te afecta a vos?
El Señor dijo a Abrán: — Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y dirígete a la tierra que yo te mostraré.
Para bien o para mal, todos somos víctimas de los cambios.
El debate está sobre la mesa, uno puede decir: "a mi me encantan los cambios, me emocionan, ¡son nuevos retos!".
Por otro lado alguien contestó: "a mi me hacen entrar en pánico, me desestabilizan".
Los cambios nos llevan a salir de la zona de confort y hay que decidir cómo llevar adelante esa nueva etapa, y la forma de decidir en ese punto de inflexión determinará como será el resultado.
Los cambios sean buenos o malos traen cierta incertidumbre y esa incertidumbre genera cierto temor, al menos al principio, hasta que volvemos a conocer y a tener control sobre la nueva situación.
El ángel entró en el lugar donde estaba María y le dijo: — Alégrate, favorecida de Dios. El Señor está contigo.
María se quedó perpleja al oír estas palabras, preguntándose qué significaba aquel saludo.
Pero el ángel le dijo: — No tengas miedo, María, pues Dios te ha concedido su gracia.
Vas a quedar embarazada, y darás a luz un hijo, al cual pondrás por nombre Jesús.
Tenemos miedo a salir de nuestra zona de confort y seguridad, para qué arriesgar, y si sale mal?
Todo cambio produce estrés y muchas veces frustración que no permiten que crezcamos y nos bloquea para enfrentarnos al mundo, y nuevo por venir.
Curiosamente los cambios positivos también generan estas sensaciones desagradables en el cuerpo.
CON CRISTO
Esto es para todo el mundo igual.
Me fijé que en esta vida la carrera no la ganan los más veloces, ni ganan la batalla los más valientes; que tampoco los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes abundan en dinero, ni los instruidos gozan de simpatía, sino que a todos les llegan buenos y malos tiempos.
la diferencia al tener a Cristo en nuestra vida radica en la forma en la que enfrentamos los cambios.
Abram partió, tal como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él. Abram tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán.
—Aquí tienes a la sierva del Señor—contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho. Con esto, el ángel la dejó.
En estos dos casos vemos ciertas similitudes, los dos:
1. Afrontaron en vez de evitar.
Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén.
2. Accionaron para adelante, o sea tomaron deciciones en base a la propuesta de los cambios.
Pon la mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos.
3. Confiar en el propósito de Dios.
conduciré a los ciegos por caminos desconocidos, los guiaré por senderos inexplorados; ante ellos convertiré en luz las tinieblas, y allanaré los lugares escabrosos. Esto haré, y no los abandonaré.
Cuando los fundamentos son destruidos, ¿qué le queda al justo?
"Las personas que se comportan de una forma más inflexible y rígida, serán aquellas a las que los cambios les afecten en mayor medida; mientras que aquellas personas más flexibles sabrán adaptarse mejor a los cambios e incluso optarán por introducir más cambios en su vida.
El justo florecerá cual palmera, crecerá como un cedro del Líbano; plantado en la casa del Señor, brotará en los atrios de nuestro Dios. Aún en la vejez darán su fruto, se mantendrán fecundos y frondosos,
La palmera posee una particularidad al germinar trata de profundizar sus raíces sobre la arena movediza hasta encontrar tierra firme y humedad para su sustento personal y que a su vez, también tiene la capacidad de extraerla a la superficie de la tierra.
Los fuertes vientos la arquean pero no se quiebra, es decir, no la parte ni la arranca; al pasar la tempestad vuelve a su lugar y a su posición, como si nunca hubiese estado en tal circunstancias.
Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.
Dicho esto, ¿qué clase de árbol sos? ¿Estás dispuesto a soportar la tormenta y mantenerte firme? Y, es más, si la soportas y consigues ver lo fuerte que eres, ¿aceptarás volver a salir de tu zona de confort en el próximo cambio?
Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!
porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?