La muerte de sus santos. El Señor no es indiferente ante la muerte de sus santos (Mat. 10:29–31). Los ángeles guardianes acompañan a los santos cuando recorren el valle de sombra de muerte, marcan el lugar donde descansan, y serán los primeros en saludarlos en la gloriosa mañana de la resurrección (Ed 295). Muchos de los cristianos perseguidos durante los primeros siglos, iban al martirio repitiendo este versículo, animados por su mensaje.