Ama de Casa y Guerrera
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Introducción
Introducción
Las grandes guerras se han ganado por hombres guerreros, expertos en batalla, fuertes y valientes:
Alejandro Magno fue líder militar por más de 30 años y fue parte clave en la expansión del imperio Griego.
Napoleon Bonaparte fue el líder militar que lideró el dominio Francés sobre Europa.
El día de hoy veremos como Dios usó a dos mujeres para la liberación de su pueblo de mano de sus enemigos: Débora y Jael. Hoy consideraremos:
El ciclo de los jueces se repite
Débora - La juez
Jael - La ama de casa y guerrera
I. El ciclo de los jueces se repite
I. El ciclo de los jueces se repite
Una de las cosas que vemos en el libro de los Jueces es el ciclo de rebelión y rescate que se repite una y otra vez. Estos dos capítulos no son la excepción:
Jueces 4:1, Rebelión contra Dios
La Biblia no especifica la clase de pecado que cometieron contra Dios.
Sin embargo, el poema de Débora en el capítulo 5 parece indicar que el pecado era la idolatría:
»Habían escogido nuevos dioses;
Entonces la guerra estaba a las puertas.
No se veía escudo ni lanza
Entre 40,000 en Israel.
Nuevamente el pueblo de Dios parece haberle dado la espalda al Dios de Israel.
Como creyentes nos damos cuenta el peligro de rendirle honor y tributo o valorar a alguien o algo que no sea Dios.
El ser humano fácilmente puede poner a algo en lugar de Dios.
Esto lo vemos cuando alguien pone a su carrera, sus negocios, su fortuna, sus hijos, su pecado por encima de Dios.
Por eso la Biblia ordena a Israel:
»No tendrás otros dioses delante de Mí.
»No te harás ningún ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
»No los adorarás ni los servirás. Porque Yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
Jueces 4:2, Dios entrega al pueblo en manos de sus enemigos.
En este caso Dios los entrega en manos del rey Jabín.
Y el Señor los vendió en mano de Jabín, rey de Canaán, que reinaba en Hazor. El comandante de su ejército era Sísara, que vivía en Haroset Goyim.
No sabemos mucho acerca de Jabín aparte de que era uno de los reyes cananeos y que reinaba en Hazor.
De hecho, el personaje de Jabín no es tan importante como lo es el comandante de su ejército, Sísara.
Sísara va a ser uno de los personajes principales de nuestro pasaje.
Jueces 4:3-4, El pueblo clama a Dios y Dios les envía un juez.
Entonces los israelitas clamaron al Señor, porque Jabín tenía 900 carros de hierro y había oprimido duramente a los israelitas durante veinte años.
Débora, profetisa, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel en aquel tiempo.
Notemos que en este caso nos damos cuenta de la fortaleza militar que tenía el rey Jabín bajo el liderazgo de Sísara.
La Biblia nos dice que el ejército enemigo tenía 900 carros de hierro.
El hecho de que ellos tenían carros de hierro (resistentes, veloces) nos habla de lo preparado y equipado que estaba el ejército enemigo.
El ejército de los israelitas no tenía esperanza de poder pelear contra esta potencia militar.
Israel, al verse oprimido y sin ninguna ventaja, claman a Dios para ser librados de su opresión.
II. Débora - La juez
II. Débora - La juez
Es aquí donde vemos que Dios envía no un hombre sino a una mujer para ser el nuevo juez de Israel.
Se nos dice muy poco acerca de esta mujer.
Débora, profetisa, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel en aquel tiempo.
Ella se sentaba debajo de la palmera de Débora entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín; y los israelitas subían a ella a pedir juicio.
Aprendemos que su esposo se llamaba Lapidot.
Dios la había levantado como juez en Israel.
Los israelitas la consultaban y aceptaban su palabra y consejo.
Nos damos cuenta que Israel acudía a Débora como quienes acudían a uno de los profetas de Israel para escuchar palabra de Dios o para consultar a Dios.
En el AT vemos como los reyes consultaban a los profetas de Dios para conocer cual era la voluntad de Dios.
En este caso, parece que Débora era vista como portavoz de la palabra y voluntad de Dios. Por medio de ella el pueblo conocía la voluntad de Dios para ellos.
Dios levanta a Débora para librar a su pueblo de Israel.
Notemos como viene ella al comandante Barac (comandante de la tribu de Neftalí):
Ella mandó llamar a Barac, hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: «Esto ha ordenado el Señor, Dios de Israel: “Ve, marcha al monte Tabor y lleva contigo a 10,000 hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón.
Débora le transmite a Barac la voluntad de Dios. Sin temor a equivocarse y con total certidumbre dice: “Esto ha ordenado el SEÑOR, Dios de Israel”.
Débora no tiene ninguna duda de que esta es orden de Dios.
Ha llegado el momento en que Dios va a librar a Israel de Jabín y Sísara.
Barac debe reunir un ejército de 10,000 hombres y guerrear contra las fuerzas del enemigo.
La victoria es segura pues Dios está con su pueblo.
“Y yo atraeré hacia ti a Sísara, comandante del ejército de Jabín, con sus carros y sus muchas tropas hacia el torrente Cisón, y lo entregaré en tus manos”».
El “yo” de “yo atraeré” y “lo entregaré en tus manos” es Dios.
Dios les está dando la victoria.
No hay ninguna duda de que triunfarán pues Dios lo ha declarado y su palabra se cumplirá.
Esto nos debe animar porque todo lo que Dios quiere hacer lo cumple.
Los planes y victoria de Dios jamás se ven frustrados pues Dios es Todopoderoso y Soberano para que se cumpla su voluntad.
Si Dios nos ha prometido la victoria - podemos estar seguros que la victoria es segura.
Si Dios nos ha prometido salvación y vida eterna podemos estar seguro que la tenemos. No es una posibilidad sino es una salvación asegurada por la obra de Cristo en la cruz.
Débora sabe que Dios está consciente del ejército de Sísara. Dios sabe acerca de los 900 carros de hierro pero son como nada comparados a la omnipotencia de Dios.
Es más Dios les da la estrategia que va a usar para destruir al ejército de Sísara.
No importa que tenga 900 carros de hierro.
No importa que su ejército esté bien preparado y equipado.
Dios mismo hará que Sísara y su ejército se dirigan hacía el torrente Cisón.
Cisón es un valle que en tiempo seco era óptimo para los carros de Sísara.
La tierra estaría dura a causa de las altas temperaturas del desierto.
La tierra estaría compactada y sería una buena carretera para el ataque de Sísara.
Sin embargo, Dios hará que el Cisón se llene de aguas para destruir a Sísara y su ejército.
La mayoría de nosotros conocemos esta historia por lo que Barac le responde a Débora:
Barac le respondió: «Si tú vas conmigo, yo iré; pero si no vas conmigo, no iré»
Muchos de nosotros vemos la respuesta de Barac y lo juzgamos.
Muchos han interpretado este pasaje diciendo que Barac se acobardó y que no quería ir sin Débora.
La realidad es que Barac no podría haber tenido mejor respuesta.
Barac hizo algo que todos debemos hacer.
Barac respondió exactamente como nosotros debemos responder.
¿Qué representaba Débora para el pueblo de Dios?
Ella era juez de Israel, ella era guía para el pueblo de Dios, ella era portavoz del pueblo de Dios.
Débora era una sierva usada por Dios para que el pueblo conociera la voluntad y palabra de Dios.
Así que cuando Barac pide que Débora vaya con él, y si ella no va con él pues él no irá - no es una respuesta de cobardía sino una respuesta donde él demuestra que depende de Dios y de su palabra.
Barac no va a ir a la guerra sin Débora que para ellos representa la voz de Dios.
Barac no va a ir a la batalla sin Débora por medio de quien ellos conocen la voluntad de Dios.
Barac quería tener cerca a esta sierva de Dios por medio de quien Dios les hablaría.
De la misma manera nosotros jamás debemos separarnos de la Palabra de Dios. Debemos en todo momento depender de Dios a través de su palabra.
Debemos conocerla, estudiarla, amarla, porque es por medio de ella que conocemos la voluntad de Dios.
Débora le responde a Barac y le muestra como es que finalmente Dios les dará la victoria:
«Ciertamente iré contigo», le dijo Débora. «Sin embargo, el honor no será tuyo en la jornada que vas a emprender, porque el Señor venderá a Sísara en manos de una mujer». Entonces Débora se levantó y fue con Barac a Cedes.
Dios va a darles la victoria mediante de una mujer.
Ahora, todos tal vez pensamos que es Débora por medio de la cual Dios les dará la victoria…pero no es Débora - será mediante una sencilla ama de casa que resultó ser una gran guerrera.
III. Jael - La ama de casa y guerrera
III. Jael - La ama de casa y guerrera
Ha llegado el momento de la batalla:
Avisaron a Sísara que Barac, hijo de Abinoam, había subido al monte Tabor.
Y juntó Sísara todos sus carros, 900 carros de hierro, y a toda la gente que estaba con él, desde Haroset Goyim hasta el torrente Cisón.
Entonces Débora dijo a Barac: «¡Levántate! Porque este es el día en que el Señor ha entregado a Sísara en tus manos. Ya que el Señor ha salido delante de ti». Bajó, pues, Barac del monte Tabor seguido de 10,000 hombres.
El Señor derrotó a Sísara, con todos sus carros y todo su ejército, a filo de espada delante de Barac. Y Sísara bajó de su carro, y huyó a pie.
Barac persiguió los carros y el ejército hasta Haroset Goyim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada. No quedó ni uno.
Fue en el Cisón que cayó el ejército de Sísara. Esto lo vemos en el canto de victoria del capítulo 5:
»El torrente Cisón los barrió,
El antiguo torrente, el torrente Cisón.
Marcha, alma mía con poder.
Dios hizo llover de tal manera que el valle se llenó de agua.
El agua arrasó al ejército, la tierra se hizo lodo, los 900 carros quedaron atorados, corrieron pero no pudieron más, todos quedaron atascados.
Es aquí entonces donde la escena se enfoca en el comandante Sísara:
Pero Sísara huyó a pie a la tienda de Jael, mujer de Heber el quenita. Porque había paz entre Jabín, rey de Hazor, y la casa de Heber el quenita.
Sísara se ve rodeado de los israelitas y teme por su vida.
Está exaustó por la batalla, no puede más.
Se baja de su carro y sale huyendo y llega a “la casa de Heber el quenita”.
Notemos que en Jueces 4:11 llegamos a conocer a este hombre.
Heber el quenita se había separado de los quenitas, de los hijos de Hobab, suegro de Moisés, y había plantado su tienda cerca de la encina en Zaanaim, que está junto a Cedes.
Este hombre (Heber), años atras, se había ido al norte de Israel.
Los quenitas venían del sur de Israel. Pero por algún motivo años atrás había emigrado del sur al norte de Israel.
Sísara llega a esta tierra. Entra a la tienda de Jael, la mujer de Heber el quenita.
En el versículo 17 se nos dice que Heber y el rey Jabín tenían paz entre sí.
Esto no quiere decir que eran amigos sino que la familia de Heber, desde hace tiempo pagaban su tributo a Jabín.
Por mucho tiempo ellos habían cumplido con el tributo que imponía el rey Jabín.
Pues ahora el comandante con total confianza entra a la tienda de Jael, sabiendo que será recibido como lo que es - el gran comandante de ejército de Jabín.
Sin embargo, Sísara se va a llevar una gran sorpresa:
Jael salió al encuentro de Sísara, y le dijo: «Venga, señor mío, venga a mí; no tema». Y él fue hacia ella a la tienda, y ella lo cubrió con una manta.
Y él le dijo: «Te ruego que me des a beber un poco de agua, porque tengo sed». Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber; entonces lo cubrió.
Y él le dijo: «Ponte a la entrada de la tienda, y si alguien viene y te pregunta: “¿Hay alguien aquí?”, tú responderás: “No”».
Pero Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda y tomando en la mano un martillo, se le acercó silenciosamente y le clavó la estaca en las sienes, la cual penetró en la tierra, pues él estaba profundamente dormido y agotado, y murió.
Jael lo recibe mostrando hospitalidad.
Entra el cansado guerrero a la tienda y se siente seguro.
Lo cubren con una manta porque quizá viene enlodado y con bastante frío.
Viene el comandante cansado, debilitado, sediento y pide un poco de agua.
Le dan a beber leche - lo más probable era yogur ya que al poner leche los odres (que eran hechos de los estómagos de los animales) se fermentaba y se producía yogur.
Sísara ordena que Jael sea su guardia y que no lo delate.
Sísara se queda completamente dormido.
Y ahora Jael tiene a su enemigo, dormido en su tienda, sin sospechar nada.
Jael ha visto la opresión que han traído Jabín y Sísara al pueblo de Dios.
Jael ha visto como su familia ha tenido que hacer sacrificios para pagar su tributo al rey.
Jael no es una guerra, no es un comandante, no es ni soldado - es una sencilla ama de casa.
Pero es una ama de casa, al igual que muchas en Israel, cuyas manos estaban acostumbradas a armar y desarmar las tiendas de toda la familia cada vez que se movían de lugar.
Jael sabe lo que va a hacer.
Ella sabe usar el clavo y el martillo.
Ella toma uno de los clavos de su tienda y se acerca a Sísara quién está profundamente dormido…y se lo entierra en la sien con tanta fuerza que el clavo penetra su cabeza hasta clavarse en la tierra.
El gran guerrero Sísara está tendido, muerto en la tienda de Jael, en manos de una sencilla ama de casa.
Jael sale al encuentro de Barac - y Barac ve a esta mujer sencilla y quizá sabe lo que está a punto de conocer:
Y cuando Barac venía persiguiendo a Sísara, Jael salió a su encuentro, y le dijo: «Ven, y te mostraré al hombre que buscas». Y él entró con ella, y vio que Sísara estaba tendido, muerto con la estaca en la sien.
Así sometió Dios en aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los israelitas.
Y la mano de los israelitas se hizo más y más dura sobre Jabín, rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.
Por medio de una mujer Dios ha destruido a sus enemigos.
Dios ha triunfado sobre lo que parecía fuerte.
Dios ha destruido las fuerzas del enemigo mediante una sencilla mujer.
Conclusión
Conclusión
¿Qué nos quiere enseñar Dios en este pasaje?
Al recorrer las historias de la Biblia vemos a los heroes de la fe como Moisés, Sansón, David, Gedeón, Pablo, Pedro, etc…y nos maravillamos al ver como estos hombres heroicos fueron usados por Dios para dar la victoria a su pueblo.
Pero, hoy quiere que consideremos a las mujeres que Dios usó para mostrar su gloria.
Dios usó a una Débora que mostraba la voluntad y palabra de Dios a su pueblo.
Dios usó a una sencilla mujer, una ama de casa, para dar el golpe mortal al comandante del ejército enemigo.
Dios usó a Rut para que siguiera el linaje de David hasta llegar al Mesías Jesucristo.
Dios usó a una sencilla mujer de Belén, una virgen, mediante la cual nacería el salvador del mundo.
Dios usó a las mujeres que llegaron el domingo por la mañana al sepulcro para anunciar el mensaje de la resurrección de Jesucristo a sus discípulos.
Vemos como Dios usa lo débil y menospreciado del mundo para mostrar su gloria.
En un mundo, como el mundo antiguo, donde las mujeres eran menospreciada por la mayoría de las sociedades, vemos como Dios exalta su lugar de la mujer mostrando que ellas son parte del plan de Dios para la liberación de su pueblo.
Y Dios sigue usando a mujeres para hacer guerra contra las huestes del maligno, para salvar a muchos, para abrir los ojos de los ciegos, para ser luz en el mundo y sal en la tierra.