Es tiempo de la siega
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· 115 viewsEl episodio del testimonio de la mujer Samaritana muestra la importancia de testificar de Cristo, y del ejemplo de Jesús de interesarse por las almas.
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Es tiempo de la siega
Es tiempo de la siega
Juan 4:27–35
27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32 El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Introducción
Introducción
Jesús retornaba a Galilea de su viaje a Jerusalén, una jornada de 150 km. que tardaba de 3 a 5 días.
Existían dos rutas, una que atravesaba la región de Samaria, y otra que era por Perea, la que utilizaban más los judíos.
Al Señor Jesús “le era necesario pasar por Samaria. Juan 4:4” pues tenía un propósito divino de llevar salvación a los samaritanos.
A medio día (hora sexta) Se detuvieron a descansar en Sicar una ciudad de Samaria.
El Señor habla una mujer Samaritana, esto es trascendental porque los Judíos y Samaritanos no se relacionaban, en segundo lugar porque los hombres no acostumbraban a hablar con una mujer extraña.
Tomando como punto de conversación la necesidad humana del Señor de agua, le presenta la salvación.
Pero veremos lo que sucede después de este encuentro.
El testimonio de la mujer
El testimonio de la mujer
28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. Juan 4:28-30.
El encuentro que esta mujer tuvo con el Señor transformó su vida, por lo que no podía callar, sentía la necesidad de testificar.
Cuando algo sumamente bueno e importante sucede en tu vida no puedes callarlo, lo compartes con todos los que puedes.
28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, (no es que lo olvidó).
Necesitas y debes trabajar o estudiar, pero también debes tomar tiempo para dedicárselo a Dios, deja un momento tu cántaro y ve a buscar las almas.
Puedes tener el conocimiento teórico de Dios, pero debes buscar la experiencia del encuentro con Cristo, esto es de vital importancia para testificar.
En este caso Jesús usó a una mujer imperfecta, de mala reputación y despreciada por la sociedad para testificar de su poder.
Su testimonio fue tan impactante que toda la ciudad se propuso ir a ver a Jesús.
Amor por las almas
Amor por las almas
31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32 El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. Juan 4:31-34.
El Señor estaba cansado y hambriento (v.6). Pero Mientras los discípulos buscaban comida Él predicaba a la mujer samaritana.
Cuando los discípulos regresaron, el Señor sabía que las multitudes vendrían necesitadas, no tenía tiempo para comer, debía cumplir con el propósito del Padre, buscar y salvar lo que se había perdido (Lc. 19:10).
Muchas veces nosotros sacrificamos un tiempo de comida o el descanso con tal de atender el trabajo o los estudios, ¿por qué no hacerlo también por la obra de Dios?
Muchos no hacen la “obra de Dios” si primero no satisfacen sus necesidades personales.
Esforcémonos, es necesario pagar un precio para poder dar fruto.
El Señor nos enseña que la motivación correcta dará fruto.
La necesidad de predicar el evangelio
La necesidad de predicar el evangelio
Mientras los discípulos hablaban con Jesús, a la distancia se veía la multitud viniendo hacia Jesús, en ese momento dijo estas palabras:
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Juan 4:35.
Toma el tiempo de la siega del trigo como ejemplo para mostrar que es tiempo de predicar, pues los corazones están sedientos de Dios.
Jesús nos dice, no es tiempo de estar distraídos, es tiempo de hacer la obra, mira las almas necesitadas de salvación. Es tiempo de trabajar en la obra.
En la comisión a los setenta el Señor declara: “La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Lucas 10:2”
Alza tus ojos, el Señor te llama al avivamiento glorioso del último tiempo. Es tiempo de cosecha, Cristo viene pronto.
Conclusión
Conclusión
Esta mujer nunca le hubieran hablado los religiosos, mucho menos tomarla en cuenta para la obra de Dios, pero Cristo la usó como instrumento útil para enseñarnos que Él usa a quien Él quiere.
Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte. 1 Corintios 1:27.
Cristo no ve tus capacidades sino tu disposición. Solamente necesitas decir lo que Cristo ha hecho en tu vida, pues si has tenido un encuentro con Cristo, no te será difícil testificar.
Su palabra nunca regresa vacía: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Isaías 55:11”
Cristo está buscando hombres y mujeres dispuestos en este último tiempo para usarlos con poder en su obra.