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¿POR QUÉ EL JUICIO INVESTIGADOR ADVENTISTA ES UNA HEREJÍA?
Introducción
Existen muchas doctrinas que los adventistas sostienen que no se pueden considerar bíblicas. Esto se debe a su fundamento en autores de libros generales y no sobre la base bíblica que debe ser la que debe gobernar sobre cualquier doctrina que profese ser recta y correcta. Es importante abordar el tema de la doctrina del Juicio investigador, que por un lado es confuso y por otro interesante.
I. La Herejía Sabadólatra
Esta doctrina es bastante confusa desde el nombre mismo que tiene, o como otros lo conocen “la doctrina del Santuario celestial”. Esta doctrina adventista enseña que en el año 1844 el Señor Jesucristo entró al lugar santísimo denominado el santuario celestial. La pregunta que surge en primera instancia bajo esta información es: ¿Por qué el año 1844?, y es que esta fecha se debe al “fallo” (que muchos adventistas no quieren aceptar) de que Cristo no vino a la tierra el 22 de octubre de 1844 (William Miller). Ellen G. White “soluciona” este error proponiendo y enseñando una nueva doctrina llamada “El Gran Chasco”.
Respecto a la doctrina del Juicio Investigador, dice uno de sus fieles defensores “… la idea de un Juicio Investigador sugiere que Dios está examinando nuestras vidas para que pueda determinar si somos dignos de ser salvos o no”.[1] Este es el concepto más claro que se puede encontrar sobre esta doctrina adventista, lo suficiente para poder saber que hay un gravísimo error en ella.
II. La Refutación Bíblica
Es necesario dar una respuesta bíblica a esta doctrina que consideramos antibíblica debido a la influencia que puede tener dentro del entorno evangélico conservador. Pude encontrar por lo menos cuatro puntos, los cuales nos ayudan a desenmascarar esta doctrina errónea. Estas cuatro se tornan en cuanto a incongruencia y necedad al postular las mismas.
1. El año en que inició
Este es el primer punto que debemos analizar, y ya se hizo la pregunta en la anterior sección, pero la reiteramos: ¿Por qué el año 1844? Es sumamente importante tomar en cuenta este aspecto para hacer notar que no existe posibilidad de fechar la venida del Señor Jesús. En el evangelio según Marcos 13:32 claramente se menciona que sobre la venida del Señor “de aquel díay de la hora nadie sabe, ni aún los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, solo el Padre”. Un comentarista del texto dice lo siguiente:
El hecho de que ni aun el Hijo del Hombre lo supiese, en cuanto a su naturaleza humana, está en concordancia con Fil. 2:7, “se despojó a sí mismo”. El Padre, sólo él lo sabe. Esto prueba la futilidad y pecaminosidad de todo intento por parte del hombre de predecir la fecha del retorno de Cristo, ya sea ésta 1843, 1844, más precisamente el 22 de octubre de 1844, el otoño de 1914, o cualquier otra. La curiosidad es algo maravilloso. Pero no existe excusa alguna para husmear, entremeterse o ser impertinente.[2]
Existe gran pecaminosidad al querer predecir la fecha de retorno del Señor Jesús. Ahora, ¿Por qué consideramos esta un aspecto que puede ayudar a derribar esta doctrina? Pues se debe a que a causa de una doctrina errada de la venida de Cristo surge una doctrina para tapar el error cometido. Lo que hicieron es tapar un gravísimo error doctrinal con otro.
2. La necesidad de las obras para ser salvos
El segundo punto a observar es que, según lo dijo Marvin Moore, que en el Juicio investigador “Dios está examinando nuestras vidas para que pueda determinar si somos dignos de ser salvos o no”. Fatal error que pudiesen cometer, a menos que se crea con mucha certeza que es posible la salvación por los méritos propios. Las Escrituras nos declaran de manera muy evidente que la salvación no puede ser obtenida por méritos que hombres con una naturaleza pecaminosa y corrompida puedan realizar. El texto clave para esto es Efesios 2:8-9, “No por obras”, el versículo es tan claro que no hace falta explicarlo. Hacer omisión de este versículo es acomodar las Escrituras a nuestras perspectivas “teológicas” que tengamos.
Es completamente imposible que Dios esté examinando nuestras vidas para determinar si somos dignos de ser salvos o no. Si alguna verdad debe haber en esto es que, en realidad nadie es digno de ser salvo, y eso no necesita ser examinado por Dios. Romanos 3:9-10 expresa de manera clara que “todos” están bajo pecado y que no hay ningún justo, el sentido del término “todos” es totalidad. Ningún ser humano será justificado por las obras que pueda cometer (Ro. 4:4-5; 11:6).
La verdad de que Dios examina nuestras vidas es cierta, pero que lo hace para determinar si somos dignos de ser salvos es un error. Lo primero nos guía a la santificación, lo segundo no puede ir en concordancia con lo primero, debido a que sería una incoherencia y sería como decir “somos salvos, pero Dios mira nuestra vida para determinar si somos dignos”. Es completamente absurdo. Nuestras vidas no determinar el poder electivo de Dios, sino al contrario la elección de Dios en su presciencia (1 P. 1:2) es lo que determina nuestra vida.
3. Hace referencia al juicio final
La referencia al juicio final que hacen es incongruente con la cronología escatológica que observamos en la Biblia. La creencia adventista sobre el juicio final es que ya está ocurriendo, mientras que la postura bíblica es que el juicio final aún no ha ocurrido. Este evento tiene lugar para determinar el lugar en la eternidad que pasarán todos. Es decir, es un evento futuro. Este juicio final será efectuado sobre todos los seres humanos, como dice Juan 5:29, cada quién recibirá lo que hizo y unos pasarán a vida y otros a muerte. Este es un suceso posterior a la segunda venida en gloria de Cristo, es decir luego de pasado los mil años de reinado de Cristo junto con los co-gobernates. Este juicio tendrá lugar delante del Gran Trono Blanco (Ap. 20:11-15) y el juez será el Señor Jesucristo. La función de Cristo ya no será de mediador, sino de juez.
4. La inseguridad de la salvación
En cuarto lugar, la doctrina adventista promueve implícitamente la inseguridad de la salvación. Vivir como salvos, pero terminar no siéndolo es algo frustrante que deja en la vida de todo aquel que profesa la fe en Cristo. Claramente lo dice Romanos 8:1, que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo. La seguridad del creyente se debe a que aquel que lo salvó es seguro y eterno. Su sacrificio fue perfecto y no hay motivo alguno para dudar de aquello. Hacer la sangre de Cristo ineficaz, de tal forma que sea posible no ser “digno” al momento de ser juzgado, es algo que no puede comprenderse. El libro de Hebreos nos habla muy ampliamente de la perfección del Sacrificio de Cristo y sus consecuencias. Dice en Hebreos 7:24-25 que Cristo con su sacerdocio efectuado en la cruz puede salvar “perpetuamente” a los que se acerca a él, y la idea del término παντελής(pantelēs) es que puede salvar “completamente, perfectamente, absolutamente”.
Conclusión
No hay cabida en la mente del creyente que haya entendido claramente el evangelio, que existe un juicio investigativo en el cual Dios está determinando si somos “dignos” de ser salvados o no, lo absoluto es que nunca seremos dignos de ser salvados, de lo único que sí somos dignos es de una horrenda expectación de juicio (He. 10:27). Hemos sido condenados por nuestra incredulidad y hemos de ser salvados por la gracia de Dios. El juicio los hemos de recibir en un futuro, mientras tanto debemos estar santificándonos hasta que llegue aquel día.
[1]Marvin Moore, El juicio investigador: Su fundamento bíblico, 21.
[2] William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Marcos, 545.