Enfrentando las dificultades
1 Pedro • Sermon • Submitted
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· 1,038 viewsEstá escrito que vamos a enfrentar dificultades. Que cuando así suceda, que sea por nuestra buena relación con Dios.
Notes
Transcript
Introducción:
¿Está mal que un cristiano enfrente dificultades y problemas?
¿Las situaciones difíciles se nos presentan porque no hemos tenido suficiente fe?
¿Puede suceder que uno haga “todo bien”--que sea fiel, asista a la iglesia, dé sus diezmos, ore todos los días, dé testimonio de Jesús—y aún así tenga que enfrentar aflicciones?
¿Es cierto que “a los buenos todo les sale bien?
33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
33 Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.
33 Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.
33 »Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo».
1. Una reacción contradictoria
1. Una reacción contradictoria
12 Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.14 Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.
12 Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito. 13 Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo. 14 Dichosos ustedes si los insultan por causa del nombre de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes.
12 Queridos amigos, no se sorprendan de las pruebas de fuego por las que están atravesando, como si algo extraño les sucediera. 13 En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo.
14 Así que alégrense cuando los insulten por ser cristianos, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes.
12 Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo.
13 Antes bien, en la medida en que comparten los padecimientos de Cristo, regocíjense, para que también en la revelación de Su gloria se regocijen con gran alegría.
14 Si ustedes son insultados por el nombre de Cristo, dichosos son, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre ustedes. Ciertamente, por ellos Él es blasfemado, pero por ustedes es glorificado.
12 Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,
12 Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito.
12 Queridos amigos, no se sorprendan de las pruebas de fuego por las que están atravesando, como si algo extraño les sucediera.
12 Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo.
El párrafo a continuación realmente necesitaba comenzar con un "Queridos hermanos". Porque va a hablar de nuestros problemas, las situaciones difíciles que enfrentamos, lo que nos duele. Es posible que en lo referente a ese tema nos gustaría que nos dijera: "Lo que les ha ocurrido ha sido una excepción, y mañana ya estará solucionado y no volverá a ocurrir nada parecido. No hace falta que padezcan, que sufran, que se confundan". Pero no es así.
2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
2 Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, 3 pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia.
2 Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho 3 porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse.
2 Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas,
3 sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia,
No te extrañes, no te sorprendas. Lo que te sucede no es algo extraño. No eres el único ser sufriente en el planeta (a veces puede resultar terapéutico hacer una visita a un hospital), aunque a veces nos sentimos así; sentimos que lo que nos ocurre es insostenible, intolerable, y que no existe nadie que nos comprenda o nos escuche. No lo tomes como si te estuviera ocurriendo algo insólito, fuera de lugar.
Muchas veces, las cosas que nos ocurren no tienen nada que ver con merecimientos o castigos. Vivimos en un mundo caído y somos una fuerza minoritaria que atraviesa terreno hostil. ¿Sería extraño que sufriéramos algún ataque o enfrentáramos algún problema? No.
Algo que se hace necesario señalar en este tiempo es que pasajes bíblicos como este invalidan toda la predicación exitista y de prosperidad que se escucha por todas partes y que se parece mucho más a lo que a veces nos gustaría escuchar. En realidad puedes elegir entre que te digan lo que te gustaría ("Espejito, espejito, ¿quién es el más bonito?") y la verdad. Y este pasaje es uno de los llamados a la realidad que contiene la Palabra de Dios.
¿Estás atravesando tiempos de dificultad? Cobra ánimo, porque Dios está contigo para sostenerte y llenarte de esperanza. No estás solo. El Padre también ha puesto a tu alrededor una familia cristiana compuesta de personas que muchas veces también atraviesan tiempos de dificultad.
13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.
13 Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo.
13 En cambio, alégrense mucho, porque estas pruebas los hacen ser partícipes con Cristo de su sufrimiento, para que tengan la inmensa alegría de ver su gloria cuando sea revelada a todo el mundo.
13 Antes bien, en la medida en que comparten los padecimientos de Cristo, regocíjense, para que también en la revelación de Su gloria se regocijen con gran alegría.
Una cosa es asumir que atravesar situaciones de dificultad y tristeza es normal, y otra muy diferente alegrarse por los problemas. ¿Está loco Pedro?
Bueno, en el caso que lo esté, al menos no está solo. Santiago, en su carta, hace una declaración parecida (Sant. 1:2). ¿Qué pasa con estos cristianos y con la Palabra de Dios? Ahora observa el resto del versículo. Te anima a alegrarte por tener parte de los sufrimientos de Cristo.
Desde que tu vida está en las manos de Dios por haber creído en Jesús, todo lo que te ocurre tiene que ver con él. Tu Padre celestial no deja nada librado al azar, y está obrando en tu vida con precisión de relojero para llevar a cabo sus propósitos. Si él ha permitido que tengas que atravesar ciertas dificultades y quebrantos, ten bien claro que sabe lo que está haciendo, y tu sufrimiento se integra al amplio plan de su obra redentora. De esa manera, tu dolor no es tuyo, sino de Cristo, estás teniendo parte en los sufrimientos de Cristo.
Este pasaje también te aclara que llegará el momento en que tus lágrimas de tristeza se transformarán en gritos de júbilo. El propio dedo de Dios secará tus lágrimas (Ap. 21:4). El día en que veamos a Jesús venir por nosotros (1 Tes. 4:16) nuestros rostros no van a poder contener nuestra sonrisa, y nos quedará bien claro cómo valió la pena todo lo que sufrimos en nuestro tránsito por esta vida.
14 Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.
14 Dichosos ustedes si los insultan por causa del nombre de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes.
14 Así que alégrense cuando los insulten por ser cristianos, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes.
14 Si ustedes son insultados por el nombre de Cristo, dichosos son, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre ustedes. Ciertamente, por ellos Él es blasfemado, pero por ustedes es glorificado.
¿Alguna vez fuiste discriminado/a por causa de tu fe? ¿Te han hecho a un lado en el trabajo, en el lugar donde estudias, entre tus amigos, porque eres cristiano? Considérate dichoso. El rechazo, la discriminación, los insultos por causa del Nombre de Cristo, son síntoma de la presencia del Espíritu Santo en tu vida. Es lo que dice este versículo: si te insultan por causa del nombre de Cristo alégrate, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes.
A veces nos vemos frente a situaciones que nos resultan difíciles de explicar. Hay personas que parecen tener una aversión especial por nosotros, y no sabemos explicar exactamente por qué. No quieren tener nada que ver con nosotros. Creo que este tipo de reacciones en las personas a veces tienen que ver con factores espirituales. En el mundo espiritual olemos a Cristo. La presencia del Espíritu Santo en nosotros, aunque no aparezca en nuestros análisis clínicos, es perceptible espiritualmente. Y produce reacciones.
No te sorprendas del rechazo que experimentes por ser cristiano. Si no lo estás experimentando en este momento, considera estas palabras de las Escrituras como una advertencia para que estés preparado, porque va a ocurrir. Aunque en principio sea una experiencia que te sorprenda y te desagrade, sonríe interiormente: el glorioso Espíritu de Dios está en tu vida.
2. Si vamos a sufrir, que sea por los motivos correctos
2. Si vamos a sufrir, que sea por los motivos correctos
15 Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno;16 pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.
15 Que ninguno tenga que sufrir por asesino, ladrón o delincuente, ni siquiera por entrometido. 16 Pero si alguien sufre por ser cristiano, que no se avergüence, sino que alabe a Dios por llevar el nombre de Cristo.
15 Sin embargo, si sufren, que no sea por matar, robar, causar problemas o entrometerse en asuntos ajenos. 16 En cambio, no es nada vergonzoso sufrir por ser cristianos. ¡Alaben a Dios por el privilegio de que los llamen por el nombre de Cristo!
15 Que de ninguna manera sufra alguien de ustedes como asesino, o ladrón, o malhechor, o por entrometido.
16 Pero si alguien sufre como cristiano, que no se avergüence, sino que como tal glorifique a Dios.
De lo único que tienes que asegurarte son los motivos para tus problemas. No te busques problemas por hacer las cosas mal, por hacer un mal uso de la libertad que disfrutas. Asegúrate de no hacerte justo merecedor de castigo por parte de la sociedad en la que vives. Respeta la vida, la integridad y la propiedad ajenas.
3. Recibamos el juicio de Dios con humildad
3. Recibamos el juicio de Dios con humildad
17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?18 Y:
Si el justo con dificultad se salva,
¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?
19 De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.
17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios!
18 «Si el justo a duras penas se salva,
¿qué será del impío y del pecador?»
19 Así pues, los que sufren según la voluntad de Dios, entréguense a su fiel Creador y sigan practicando el bien.
17 Pues ha llegado el tiempo del juicio, y debe comenzar por la casa de Dios; y si el juicio comienza con nosotros, ¿qué terrible destino les espera a los que nunca obedecieron la Buena Noticia de Dios? 18 Además,
«Si el justo a duras penas se salva,
¿qué será de los pecadores que viven sin Dios?».
19 De modo que, si sufren de la manera que agrada a Dios, sigan haciendo lo correcto y confíenle su vida a Dios, quien los creó, pues él nunca les fallará.
17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. Y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios?
18 Y si el justo con dificultad se salva, ¿qué será del impío y del pecador?
19 Así que los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien.
17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?
17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios!
17 Pues ha llegado el tiempo del juicio, y debe comenzar por la casa de Dios; y si el juicio comienza con nosotros, ¿qué terrible destino les espera a los que nunca obedecieron la Buena Noticia de Dios?
17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. Y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios?
¿Ejecuta Dios juicios en este tiempo? A veces consideramos que todos los juicios de Dios ocurren después, luego de la comparecencia ante su trono. Pero la Biblia nos deja constancia de que Dios juzga las acciones y muchas veces hace llegar sus juicios sobre naciones y personas en esta misma vida.
¿Puede eso pasar también con la iglesia, con la familia de Dios? Sí, claro. Nosotros también, muchas veces, hemos obrado con egoísmo, con fingimiento, con segundas intenciones. Y nosotros somos conscientes de vivir bajo la mirada de Aquel que todo lo ve. Pero si Dios trae un tiempo de juicio sobre nosotros no va a ser para destruirnos, eso tenlo por seguro. Nos moldeará, nos cubrirá una vez más con su gracia, y nos levantará para su gloria.
Pero los que se rebelan contra el evangelio de Dios carecen de refugio, no tienen esperanza. Por ellos sí que deberíamos
18 Y:
Si el justo con dificultad se salva,
¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?
18 «Si el justo a duras penas se salva,
¿qué será del impío y del pecador?»
18 Además,
«Si el justo a duras penas se salva,
¿qué será de los pecadores que viven sin Dios?».
18 Y si el justo con dificultad se salva, ¿qué será del impío y del pecador?
Pedro cita Prov. 11:31. Este texto respalda completamente lo que está diciendo. Si nos parecen duras las circunstancias que nos rodean, si la vida tantas veces nos resulta difícil a nosotros que tenemos a Dios por refugio, ¿qué queda para los que viven sus vidas a la intemperie, expuestos a las inclemencias resultantes de sus propias malas acciones?
7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. 9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
7 Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina? 8 Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos. 9 Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos? 10 En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. 11 Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.
7 Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre? 8 Si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos, sino ilegítimos. 9 Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, entonces, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre?
10 Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad. 11 Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.
7 Es para su corrección que sufren. Dios los trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?
8 Pero si están sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces son hijos ilegítimos y no hijos verdaderos.
9 Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos?
10 Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad.
11 Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia.
Que te quede bien claro que existe una clara diferencia entre los que tienen a Cristo y los que no. Esta diferenciación, en lugar de despertar en nosotros un alejamiento de los que no han descubierto la vida en Jesús, tendría que motivar nuestra compasión. Jesús, en el momento más intenso de rechazo, violencia e injusticia pronunció aquella oración que debería representar nuestra actitud: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:34).
Te han tratado mal, se han burlado de ti, te han despreciado. No saben lo que hacen. No los juzgues, porque ya bastante juicio tienen.
19 De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.
19 Así pues, los que sufren según la voluntad de Dios, entréguense a su fiel Creador y sigan practicando el bien.
19 De modo que, si sufren de la manera que agrada a Dios, sigan haciendo lo correcto y confíenle su vida a Dios, quien los creó, pues él nunca les fallará.
19 Así que los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien.
Algunos pueden llamar a esto "resignación". Yo prefiero llamarlo "militancia activa" de la vida cristiana. Esta característica de la obra de Dios en nosotros es lo que ha mantenida viva a la iglesia a través de siglos de hostilidad. ¿Tienes problemas por vivir en la voluntad de Dios (Dicho sea de paso, encontrarás predicadores por ahí que te dirán que esto no es posible; te sugerirán que si estás en la voluntad de Dios no tienes por qué sufrir. ¿No habrán leído 1 Pedro?)? No te sorprendas ni te desanimes.
Entrégate a tu fiel Creador. Ponte en las manos de Dios. Derrama tu alma ante él como Ana (1 Sam. 1:10-15). Confíale a Dios cada detalle de tu vida, aunque a veces no comprendas lo que está ocurriendo ni por qué sucede lo que sucede.
Sigue practicando el bien. No cambies tu actitud, no te canses de hacer las cosas bien (Gál. 6:9). El tiempo de la cosecha llegará.
Cobra ánimo. Todo lo que hay en tu vida, lo que te hace sonreír y lo que te hace llorar, está en las manos del que te compró por el precio de la sangre de Jesús. Confía; Él está contigo (Is. 41:10).