CONOCIENDO AL DIOS SANTO
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INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Buenas tardes hermanos, es un gozo estar juntos nuevamente para adorar a nuestro Dios.
Cantábamos al inicio del culto al Dios que adoramos, haciendo referencia a sus atributos y a su obra. Parte de la letra de esa canción dice que “Él es el Dios que hizo los cielos y la tierra, que reina con autoridad… aún los vientos le obedecen, es el Todopoderoso y Soberano...”
Esta canción es un gran ejemplo de lo que debe ser la adoración al Dios verdadero, una adoración bíblica que reconoce los atributos de Dios, que conoce al Dios que adoramos. Esto es un principio importante, para adorar a Dios debemos conocer a Dios. Para relacionarnos con Dios, debemos saber quién es Él y cuáles son los términos en los que debemos acercarnos a Él.
En este sentido, el autor A. W. Tozer, en el primer capítulo de su libro “El conocimiento del Dios Santo” plantea que lo que uno piensa acerca de Dios es el asunto más importante en la vida de la persona. Tozer dice que: “La historia de la humanidad muestra que ninguna sociedad se ha elevado más allá de lo que su religión le permite, y la historia del hombre demuestra que ninguna religión es más grande que la idea de Dios que ésta enseña”. La adoración depende de los pensamientos que el adorador tenga acerca de Dios”. Si tenemos pensamientos pequeños o grandes acerca de Dios, eso afectará la manera en cómo adoramos.
El asunto que debe preocupar a la iglesia permanentemente es Dios mismo, quién pensamos que Dios es. Eso determinará todo en nuestra vida.
Tozer continua diciendo que “no hay nada más revelador acerca de la iglesia que la idea de Dios que ésta tiene”
Personalmente, estoy convencido que unos de los mayores problemas de la iglesia moderna es ése, es que no sabemos responder a la pregunta “¿quién es Dios?” de manera bíblica. No sabemos quién es Dios.
En un panel de preguntas y respuestas, al teólogo R. C. Sproul le preguntaron “Si Dios es tardo para la ira y grande en misericordia, ¿por qué cuando el hombre pecó por primera vez, su castigo fue tan severo y duradero?” Ante esta pregunta, R. C. respondió de la siguiente manera: “Espera un momento, ¿que el castigo de Dios a Adán fue severo? Esta criatura hecha del barro desafió al Eterno y Santo Dios, justo después de que Dios le advirtiera que si comía del fruto moriría en ese mismo instante. Y en vez de morir ese mismo día, Adán vivió otro día más, y Dios cubrió su desnudez por pura gracia y el hombre sufrió las consecuencias de su pecado por un tiempo, aunque las consecuencias más graves vinieron sobre aquel que lo tentó en primer lugar [la serpiente], ¿y a esto llamamos un castigo severo? ¿Qué les pasa a ustedes? Lo digo en serio, esto es lo que está mal con la iglesia cristiana, no sabemos quién es Dios, y no sabemos quiénes somos nosotros delante de un Dios santo. La pregunta correcta es ¿Cómo que es no fue el castigo infinitamente más severo y duradero? Si entendiéramos quién Dios es, entonces, ésa sería la pregunta que nos haríamos”.
No conocer el carácter de Dios es uno de los mayores pecados de la iglesia moderna.
Es sorprendete como aún muchos cristianos hacen eco de la gran mentira que algunos afirman, diciendo que el Dios del Antiguo Testamento es diferente al Dios del Nuevo Testamento. Quienes dicen esto, ven en el Antiguo Testamento un Dios airado, un Dios castigador, un Dios falto de amor, y en el Nuevo Testamento, ven a un Dios al que no le molesta el pecado, que es permisivo, incluso un Dios alcahueta de la inmoralidad de las personas. Esta visión de Dios no hace más que pervertir a la iglesia y su mensaje. Contamina al cuerpo y al igual que con Adán y Eva en el Edén, sutilmente nos lleva a desafiar y despreciar el nombre del verdadero Dios tal como Él se ha revelado en las Escrituras.
Peor aún, algunos que ven a Dios revelado tal como Él se presenta en la Escritura, se sienten avergonzados de decir que Él es su Dios, y en vez de adorar al Dios vivo, lo que hacen es cambiarlo por uno más ajustado a su preferencia. A nadie le gusta un Dios molesto, todos queremos un Dios que nos bendiga y nos cuide, pero no uno que nos juzgue moralmente. Hemos adoptado la idea pagana que tiene el mundo de Dios, un “dios” hecho a su imagen y semejanza.
Hermanos, el autor de Hebreos quiere advertirnos hoy de que desconocer el carácter de Dios nos llevará a enfrentar consecuencias gravísimas en nuestra vida.
El título de este sermón lo he llamado conociendo al Dios santo, porque conocer a Dios, y como compartía ayer en un estudio con unos hermanos, profundizar en el conocimiento de Dios, debe ser la mayor ocupación del creyente. Como iglesia, debemos saber quién es el Dios que adoramos, tal como lo dice la canción que hemos cantado.
Así que, acompáñeme a leer Hebreos 12:18-29 y que el Señor nos guíe en su Palabra.
Oración
Lectura: Hebreos 12:18-29
I. LA ÚLTIMA ADVERTENCIA - Hebreos 12:18-
I. LA ÚLTIMA ADVERTENCIA - Hebreos 12:18-
Llegamos a la última advertencia del libro de Hebreos. Como hemos comentado antes, esta carta esta caracterizada por estar llena de advertencias y exhortaciones. Si tuvieramos que ilustrar el mensaje de la carta de Hebreos, bien podríamos usar un símbolo de “peligro” bien grande. El autor constantemente nos advierte en contra de la apostasía y de desviarnos de la verdad del Evangelio, desde el capítulo 2 hasta el 12 encontramos una serie de advertencias con el propósito de exhortar a los lectores, y también a nosotros, del peligro que supone rechazar la verdad por temor a las circunstancias.
Y llegamos a la última de esas advertencias, ya casi al final de la carta, el autor quiere asegurarse de que sus lectores entiendan la seriedad del asunto. Esta última advertencia está llena de una seriedad profunda que debe lleveranos a la reflexión.
El autor ha hablado ya en versículo 15, advirtiéndonos de que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, y prosigue a explicar cómo se ha manifestado esa gracia de Dios por medio de la explicación de lo que representan los dos montes a los que hace referencia.
El monte de Sinaí representa el Antiguo Pacto que Dios hizo con Israel después de sacarlos de la tierra de Egipto. En Éxodo 19-20 el Señor establece su pacto con ellos en el monte Sinaí.
En contraste con el monte de Sión, un monte si se quiere celestial, una ciudad espiritual, en la que Dios ha establecido su Nuevo Pacto, del cual Cristo es el medioador.
Esta última advertencia viene después de un recordatorio de la historia de Israel. Si el Antiguo Pacto, siendo menos beneficioso para el ser humano, y siendo imposible de cumplir para el hombre, al ser rechazado trajo graves consecuencias sobre quienes lo rechazaron, cuánto más será peor el castigo si rechazamos el Nuevo Pacto, que es mucho mejor.
La frase que resalta en esta advertencia es “mirad que no desechéis al que amonesta”. Esto es interesante, porque el autor es quien está hablando con ellos. En el caso del pueblo de Israel, éstos oyeron la voz audible de Dios, pero prefirieron la voz humana de Moisés porque tenían miedo. Pero en el caso del autor de Hebreos, él es quien está exhortándolos a no rechazar el Nuevo Pacto de Sión, ellos no están escuchando la voz audible de Dios, sino la voz de un humano que los está exhortando a no rechazar la Palabra de Dios. Esto es interesante, porque quien está hablando es una voz humana, pero no es esa voz humana la autora del mensaje, sino Dios. Todo el que habla la Palabra de Dios habla en nombre de Dios y de parte de Dios. Rechazar al que habla en nombre de Dios y de parte de Dios, es igual a rechazar a Dios mismos. Solo escuche lo que dicen los siguientes pasajes:
1 Tesalonicenses 2:13 “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes”.
1 Tesalonicenses 4:8 “Asi que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo”.
Lucas 10:16 “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envío”.
¿Puede ver cómo funciona? Dios ha hablado y da un mensaje a su pueblo por medio de interlocutores humanos que nos hablan y exhortan en nombre de Dios. No aceptar el mensaje de quien nos habla de parte de Dios, es no aceptar a Dios.
Ahora bien, no estamos hablando de una aceptación ciega, de hecho, más adelante en Hebreos 13:7 nos llama a evaluar la conducta de los pastores y ver el fruto que producen, ver si lo que están hablando es acorde a la Palabra de Dios, en caso de que no lo sea, con toda prontitud debemos desechar a esos pastores que no hablan la verdad, pero una vez estemos seguros de que la exhortación y amonestación que nos hace el interlocutor humano es según la Palabra de Dios, en ese momento, desechar esa amonestación es igual a desechar a Dios mismo, porque es su Palabra la que estamos desechando.
Ahora bien, no entenderemos la gravedad de desechar a Dios, sino entendemos bien quién es Dios.
II. QUIÉN ES EL QUE AMONESTA
II. QUIÉN ES EL QUE AMONESTA
Yo lo veo en la calle y le digo póngase la mascarilla, usted no me hará ni caso, pero si un policía le dice exactamente lo mismo, usted ya está en una obligación moral a obedecer, porque el mensaje fuerza dependiendo de quién es el autor de ese mensaje. Por eso el evangelio tiene tanta autoridad, porque su autor es Dios. Pero si desconocemos quién es Dios, entonces no entenderemos la seriedad del mensaje ni prestaremos atención a la advertencia que se nos hace.
Por eso el escritor humano nos advierte de la naturaleza de aquel que ha dado el mensaje. En el v.29 nos dice “porque nuestro Dios es fuego consumidor”, es interesante que hable en esos términos, porque esta epístola es una de las que mayor énfasis hace en la confianza, certeza, garantía que tenemos para poder acercarnos a Dios confiadamente. Creo que es la carta del Nuevo Testamento que tan insistentemente resalta el hecho de que en Cristo tenemos un mediador que nos da acceso directo a la presencia de Dios y que ya no debemos tener temor sino más bien confianza al acercarnos al Padre.
Pero al mismo tiempo, el autor deja entrever algunos rasgos del carácter de Dios que a priori parecieran ser contradictorios con ese mensaje de confianza y certeza en la promesa.
Hebreos 10:31 “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Hebreos 12:14 “… sin santidad nadie verá a Dios”.
Hebreos 12:29 “Nuestro Dios es fuego consumidor”.
III. CUÁL ES LA AMONESTACIÓN
III. CUÁL ES LA AMONESTACIÓN
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IV. CÓMO RESPONDEMOS
IV. CÓMO RESPONDEMOS
Este es un aspecto del carácter de Dios, según está revelado en la Biblia, al cual se le presta poca atención en el pensamiento de nuestros días; pero si hemos de ser completamente “honestos con Dios”, no debemos osar ignorarlo. La reverencia y el temor ante su santidad no son incompatibles con la confianza agradecida y el amor como respuesta a su misericordia