Privilegios de los hijos de Dios
Verdaderos Hijos de Dios.
1 Amados por el Padre 1 JUAN 3.1
2 Semejantes a Él 1 Juan 3:2.
Desaliento y depresión. Cuando una persona está deprimida, el moralista dice: «Estás quebrantando las reglas. Arrepiéntete». En cambio, el relativista dice: «Lo único que necesitas es amarte y aceptarte a ti mismo». Fuera del evangelio, el moralista trabajará en la conducta, y el relativista en las emociones … y solamente se tratarán las superficialidades y no el corazón. Si presuponemos que la depresión carece de bases fisiológicas, el evangelio nos llevará a examinarnos y dirá: «Algo en mi vida se ha vuelto más importante que Dios, un pseudosalvador, una forma de justificación por las obras». El evangelio nos dirige a abrazar el arrepentimiento, y no meramente a emplear nuestra voluntad frente a las superficialidades.
Sexualidad. El moralista ve el sexo como algo sucio, o por lo menos como un impulso peligroso que arrastra constantemente al pecado. El relativista/pragmático lo considera meramente un apetito biológico y físico.
El evangelio nos dice que la sexualidad se supone que debe reflejar la entrega de Cristo de sí mismo. Su entrega fue total, sin condiciones. De igual modo, no debemos buscar intimidad cuando no entregamos el resto de nuestras vidas. Si nos entregamos sexualmente, también debemos darnos legal, social y personalmente. El sexo es para vivirse solo en la relación permanente, total y comprometida del matrimonio.
Dominio propio. Los moralistas nos dicen que controlemos nuestras pasiones por temor al castigo. Este es un acercamiento basado en la voluntad.
Los relativistas nos indican que nos expresemos para descubrir lo que nos conviene. Este acercamiento se basa en la emoción. El evangelio nos señala que la gracia gratuita, indestructible de Dios nos enseña a decir «no» a nuestras pasiones (véase Tit 2:12) si simplemente escuchamos. Nos da nuevos apetitos y afectos. 5 El evangelio nos lleva al acercamiento integral de la persona que comienza con la verdad llegando al corazón.
Alegría y humor. El moralismo desgasta la verdadera alegría y el humor porque el sistema nos obliga a tomar nuestro yo (nuestra imagen, nuestra apariencia, nuestra reputación) muy en serio. El relativismo/pragmatismo, por otra parte, tiende hacia el pesimismo en el transcurso de la vida debido al cinismo inevitable que crece de la falta de esperanza para el mundo («Al final, el mal triunfará porque no hay juicio ni justicia divina»). Si somos salvos por la sola gracia, esta salvación es una fuente constante y sorprendente de deleite. Nada es mundano ni realista acerca de nuestras vidas. Es un milagro que seamos cristianos y el evangelio, que crea una humildad valerosa, debe darnos un sentido mucho más profundo del humor y la alegría. No tenemos que tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos, y estamos llenos de esperanza para el mundo.
3 Esperanza que purifica 1 Juan 3:3.
D. A. Carson escribe lo siguiente:
El evangelio se presenta generalmente no solo como verdad que debe recibirse y creerse, sino como el mismo poder de Dios para transformar (véanse 1 Co 2; 1 Ts 2:4; [Ro 1:16–17])