Un llamado a la humildad
1 Pedro • Sermon • Submitted
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Notes
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Introducción:
Dios sabe cómo te sientes.
Dios sabe lo que necesitas.
Dios quiere obrar en ti como parte de su obra en su iglesia.
Sé parte de lo que Dios está haciendo.
1. Una exhortación a los líderes de la iglesia
1. Una exhortación a los líderes de la iglesia
1 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
1 A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto: 2 cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere. 3 No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño. 4 Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria.
1 Y ahora, una palabra para ustedes los ancianos en las iglesias. También soy un anciano y testigo de los sufrimientos de Cristo. Y yo también voy a participar de su gloria cuando él sea revelado a todo el mundo. Como anciano igual que ustedes, les ruego: 2 cuiden del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios. 3 No abusen de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo, sino guíenlos con su buen ejemplo. 4 Así, cuando venga el Gran Pastor, recibirán una corona de gloria y honor eternos.
1 Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada:
2 pastoreen el rebaño de Dios entre ustedes, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo;
3 tampoco como teniendo señorío sobre los que les han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño.
4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, ustedes recibirán la corona inmarcesible de gloria.
1 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:
1 A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto:
1 Y ahora, una palabra para ustedes los ancianos en las iglesias. También soy un anciano y testigo de los sufrimientos de Cristo. Y yo también voy a participar de su gloria cuando él sea revelado a todo el mundo. Como anciano igual que ustedes, les ruego:
1 Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada:
Es muy interesante la manera en que Pedro se dirige a los ancianos. El término traducido como "ancianos" (y que en efecto tiene ese significado) es el antepasado de nuestra palabra "presbíteros". Se refiere a las personas que ejercen algún tipo de liderazgo o supervisión dentro de la congregación de la iglesia.
Por una cuestión de organización, cada grupo de cristianos necesita tener algunas personas que ofician de coordinadores o líderes. La historia nos demuestra que su posición en la congregación ha sido muchas veces malentendida o confundida. La relación entre la iglesia y sus líderes parece padecer males crónicos que tienen que ver con lo que unos esperan de los otros.
En muchas iglesias se espera que quienes ejercen la responsabilidad del liderazgo sean espiritualmente superiores al resto de los mortales. Muchos consideran que los pastores, obispos, presbíteros y otros líderes están más cerca de Dios que los demás, como si fueran conocedores de un atajo o una línea directa hacia el Padre, inaccesible para la "gente común". En realidad es una manera sutil de justificarse con el consuelo interno de que "yo no soy una de esas personas, por eso cometo tantos errores". Y allí está lo otro: los líderes de la iglesia se tienen que equivocar menos que el resto de los que la integran. ¡Todas estas son fábulas diabólicas que alejan a la Iglesia de Jesucristo de los propósitos de Dios! Quienes ejercen algún tipo de liderazgo en la iglesia cumplen una función de acuerdo a los dones que Dios les dio y al ministerio al que el Padre los llamó, pero no son "mejores", "superiores" ni están "más cerca de Dios".
Observa cómo se dirige Pedro aquí a los ancianos. Aclara que él fue "testigo de los sufrimientos de Cristo". Existen contextos en que méritos mucho menores a estos son exaltados hasta la exageración para atribuirle a la persona que los posee autoridad y poderes que no le corresponden. Pero Pedro, quien podría haber esgrimido su autoridad como apóstol se dirige a los presbíteros con ternura, en un plano de igualdad, afirmando que él era "anciano como ellos", y también "partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar". Solo faltó que el apóstol Pedro, principal vocero de la iglesia primitiva, aquel que resucitó algún muerto y bajo cuya sombra se sanaban los enfermos, dijera directamente "Yo no soy mejor que ustedes".
¿Qué lugar ocupas en la iglesia? ¿Cómo es tu trato con los demás discípulos de Jesús? ¿Todavía consideras que existen "iluminados" o ya te diste cuenta de que todos somos iguales y necesitamos apoyo y oración?
2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
2 cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere.
2 cuiden del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios.
2 pastoreen el rebaño de Dios entre ustedes, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo;
Observa la definición de la función de los presbíteros: debían cuidar "como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo". Es indudable que habían recibido un encargo muy especial de parte de Dios. Los cristianos, como ocurre en otros pasajes del Nuevo Testamento, son comparados con ovejas, y la iglesia es "el rebaño". La función de los pastores se refería al cuidado del rebaño, asegurándose que las ovejas contaran con el alimento necesario y dirigiéndolas.
En este versículo hay algunas puntualizaciones en cuanto a cómo los presbíteros debían cuidar del rebaño:
No por obligación. Si vas a asumir una responsabilidad en la iglesia, no lo hagas a desgano, ni "porque nadie más lo hace". Te aseguro que Dios puede hacer su obra sin tu ayuda. Si vas a servir a Dios como parte del liderazgo de la congregación, que sea con gusto, sintiendo el placer y reconociendo el privilegio que Dios te ha concedido.
No por ambición de dinero. Esta frase deja en evidencia el hecho de que aquellos presbíteros eran sostenidos económicamente por la congregación, el dinero estaba involucrado en el paquete del ministerio. Por eso Pedro siente la necesidad de exhortarles a que no ocupen un lugar en el ministerio por ambición económica. Hay muchas profesiones en las que se puede hacer la distinción entre los vocacionados y los profesionales. Hay médicos que lo son por vocación (y que seguirían cumpliendo con su función aún si no se les pagara por ello) y otros que lo son por el dinero. Lo mismo se puede decir en cuanto a los líderes de las iglesias. Que esta Palabra de Dios en la pluma de Pedro ahuyente las ambiciones económicas de quienes se acerquen al ministerio.
Con afán de servir. Este es el asunto de la actitud con la que se ejerce el ministerio. Es un asunto de servicio. Los presbíteros, tanto como todos los demás cristianos, son discípulos de Aquel que vino a servir, no a ser servido (Mar. 10:45). El liderazgo en la iglesia no es "un cargo" sino una posición de servicio.
3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.
3 No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño.
3 No abusen de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo, sino guíenlos con su buen ejemplo.
3 tampoco como teniendo señorío sobre los que les han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño.
Sirviendo de ejemplo en lugar de abusar de la autoridad
¿Puede ocurrir la tiranía dentro de la iglesia? Lamentablemente sucede con demasiada frecuencia. Hay quienes olvidan que se les ha confiado el rebaño de Dios y lo tratan como si fuera propio, tomando inclusive las desobediencias y errores como ofensas personales. Si cumples una función en la iglesia, no lo hagas como si fueras el dueño. Escucha a los demás, respeta, ten paciencia, ama.
Algunas veces, también, se malinterpreta la responsabilidad de ser ejemplo para los demás. Hay quienes esperan que quienes son ejemplo sean perfectos cuando, claro está, eso es imposible. Quien asume una responsabilidad de liderazgo en la iglesia tendría que poder invitar a los demás, como lo hacía Pablo, a seguir su ejemplo (1 Cor. 4:16, Fil 4:9), sin que eso signifique que no va a cometer errores.
1 Pedro 5:4
4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
4 Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria.
4 Así, cuando venga el Gran Pastor, recibirán una corona de gloria y honor eternos.
4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, ustedes recibirán la corona inmarcesible de gloria.
Los presbíteros, tal como todos los mortales, rendirán cuenta ante el trono de Dios. A Jesús, quien presidirá el juicio (Hech. 17:31, 2 Tim. 4:1), se lo llama aquí Pastor supremo (Mayoral o Príncipe de los pastores). Recordemos que Jesús hizo referencia a sí mismo como el Buen pastor (Juan 10:11-14). Pueden existir muchos pastores en las iglesias, pero hay un solo Pastor de los pastores.
¿Tienes en cuenta de que vas a rendir cuenta delante de Dios? ¿Oras por quienes tienen responsabilidades en la iglesia? ¡Todos daremos cuenta delante de Dios!
Dios tiene una recompensa para quienes le sirven, sea cual sea su área de servicio (recuerda la parábola de los talentos, Mateo 25). ¿Puedes imaginarte, aunque sea remotamente, aquel momento en que el propio Señor te coloque la corona de gloria por haberle servido fielmente? Vive de tal manera que sea así.
2. Un llamado a la humildad
2. Un llamado a la humildad
5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios,
Y da gracia a los humildes.
6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; 7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 10 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 11 A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
5 Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque
«Dios se opone a los orgullosos,
pero da gracia a los humildes».
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. 7 Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
8 Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. 9 Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos.
10 Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables. 11 A él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén.
5 Del mismo modo, ustedes hombres más jóvenes tienen que aceptar la autoridad de los ancianos. Y todos sírvanse unos a otros con humildad, porque
«Dios se opone a los orgullosos
pero muestra su favor a los humildes».
6 Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor. 7 Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.
8 ¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar. 9 Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe. Recuerden que sus hermanos en Cristo, en todo el mundo, también están pasando por el mismo sufrimiento.
10 En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido. 11 ¡A él sea todo el poder para siempre! Amén.
5 Asimismo ustedes, los más jóvenes, estén sujetos a los mayores. Y todos, revístanse de humildad en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo,
7 echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes.
8 Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar.
9 Pero resístanlo firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en sus hermanos en todo el mundo.
10 Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá.
11 A Él sea el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
a. Humíllate
a. Humíllate
5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios,
Y da gracia a los humildes.
5 Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque
«Dios se opone a los orgullosos,
pero da gracia a los humildes».
5 Del mismo modo, ustedes hombres más jóvenes tienen que aceptar la autoridad de los ancianos. Y todos sírvanse unos a otros con humildad, porque
«Dios se opone a los orgullosos
pero muestra su favor a los humildes».
5 Asimismo ustedes, los más jóvenes, estén sujetos a los mayores. Y todos, revístanse de humildad en su trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.
Ahora el consejo es para los jóvenes, y la palabra para ellos es que se sometan a los ancianos. Sí, todos podemos opinar, todos podemos aportar nuestro punto de vista a las decisiones y situaciones, y los presbíteros necesitan a los jóvenes para tener todo el panorama de la obra de Dios. Pero los jóvenes deben respetar el lugar que Dios les concedió a los presbíteros, sujetándose a sus decisiones.
Aquí, además, está la exhortación en cuanto a la humildad. Es fruto del Espíritu (Gál. 5:22-23) y debe ser una actitud con la que enfrentemos cada situación, responsabilidad y relación en nuestra vida, aunque aquí se la aplica específicamente a las relaciones. La propia Biblia nos ofrece el antónimo de la humildad, que es el orgullo. Pedro cita Proverbios 3:34, que también es citado por Santiago (Sant. 4:6), donde se observa que la diferencia entre una actitud y otra es muy grande en cuanto a su resultado.
¿Qué elegirías tú: ser resistido por Dios o recibir su gracia? Elijo su gracia. Siempre. Además, ¿de qué te puedes sentir orgulloso? ¿Qué tienes que no hayas recibido (1 Cor. 4:7)? Puedes decir que lograste ciertas cosas con tu esfuerzo, y es cierto que te esforzaste, pero ¿de dónde vinieron las oportunidades, la salud, la capacidad, las fuerzas para realizarlas? La humildad implica ese reconocimiento de que nuestra vida entera es sostenida por la misericordia de Dios. Jesús le diría a los discípulos que no podemos hacer nada separados de él (Juan 15:5), dejando al orgullo personal absolutamente fuera de la figura.
Elige tener a Dios de tu lado. Para eso tendrás que reconocer tu debilidad, tu fragilidad, tu incapacidad de moverte sin la benevolente mirada de tu Creador, Padre, Dueño y Salvador.
6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.
6 Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor.
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo,
Humíllate. Cuando todo salga mal, humíllate. Cuando lo has intentado todo y nada funcionó, humíllate. Cuando tus fuerzas lleguen a su límite y no logres entender qué vendrá después, humíllate. Y cuando te humilles, toma la deliberada decisión de humillarte bajo la poderosa mano de Dios. Hacerlo implica reconocer que Él es el poderoso, el sabio, y no tú. Él aún tiene el control cuando tú lo has perdido.
No es fácil humillarse, porque nuestra tendencia es luchar. Es más, vivimos en una sociedad que nos exhorta constantemente a no rendirnos, a seguir intentándolo, a no dejarnos superar por nada. Todos quieren superarse, mejorar, salir adelante. Nadie quiere humillarse. A veces humillarse implica recibir burlas injustificadas, ser tratados con injusticia, dejar que el injusto se salga con la suya. Pero, ¿puede Dios querer que nos humillemos?
Considera por un momento a Jesús (¿no son esas las propias palabras de Fil. 2:5-11?). ¿Qué te parece que habrá sentido el Maestro frente a un hombre como Poncio Pilatos esgrimiendo ante él su poder de perdonarle la vida o condenarlo a muerte? ¿Qué habrá sentido cuando lo abofeteaban y le proponían que profetizara quién lo había hecho? ¿No hubiera alcanzado un pensamiento de Jesús para dispersar por el universo las moléculas de quienes lo molestaban? ¿Qué habrá sentido cuando los soldados se inclinaban ante él en son de burla, le golpeaban la cabeza, le colocaban la corona de espinas y lo desfiguraban a golpes? ¿A ti te parece que él merecía aquello? ¿No te parece que aquello fue la mayor manifestación de humillación personal que ha conocido la historia? Se podría haber levantado en medio de ellos, diciéndoles: "Yo te creé, conozco tus pensamientos, tus quebrantos, tus secretos y los episodios más vergonzosos de tu existencia. Con un solo movimiento de mi mano, fuerzas que nunca siquiera te has imaginado pueden dejarte desnudo e indefenso, sin manos ni pies". Pero no lo hizo así. Calló. Esperó. Se humilló.
El que se humilló hasta lo más bajo es el mismo que te va a sostener en tu momento de humillación. No le temas a la humillación. Jesús pasó por ahí, y a través de ella nos mostró el camino hacia la victoria. Así que humíllate. Toma la decisión de humillarte.
La presencia de esta orden en la Palabra de Dios implica la necesidad de un acto de obediencia de nuestra parte. Humillarse no es la condición a la que uno llega cuando las circunstancias no nos han dejado otra alternativa. No es algo que solo ocurre. Es algo que tú decides, es tu acto deliberado de rendición, de entrega. Es el momento de adoración delante de Dios en el que llegas a decir: "Dios, me rindo ante ti, te entrego todo, me someto sin reservas".
La mano de Dios es poderosa, y lo sabes. Pero de igual manera, algunas veces en tu vida has escogido luchar contra ella, resistir su obra, porfiar. Esta vez no lo vuelvas a hacer.
Renuncia a tus intentos de exaltarte, o de buscar exaltación y reconocimiento en cualquiera que no sea Dios. Humíllate bajo su mano para que sea Él quien te exalte cuando corresponda. No hay punto de comparación entre la exaltación y el reconocimiento que puedes lograr por la promoción de tus éxitos y virtudes, y la exaltación que viene de Dios. Cuando Dios te exalta, tu espíritu y el de quienes te rodean escuchan aquella voz del cielo que dice: "Este es mi amado hijo (mi hija amada) y cuenta con mi aprobación y apoyo".
Dios es quien tiene el poder para exaltarte, aunque eso tal vez no ocurra justo en este instante. Sucederá a su debido tiempo. Dios tiene un reloj, una agenda, y está desarrollando un plan en el que ha incluido tu vida. No te desesperes, aunque sus tiempos no sean los tuyos. No desmayes porque Dios es quien conoce qué es lo mejor para ti y para los tuyos, y cuál es el mejor tiempo. Reconoce lo limitado de tu perspectiva, y que es muy probable que lo que tú consideras oportuno en realidad no lo sea, que lo que tú crees que es lo mejor tal vez no lo sea. Solo humíllate y confía.
Dios sabe. Dios te ama. Puedes confiar en él. Descansa en Él.
b. Entrega tu ansiedad
b. Entrega tu ansiedad
7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
7 Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
7 Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.
7 echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes.
Dios conoce la ansiedad que inunda tu corazón cuando te azotan las tormentas de la vida. Pero Él no las va a quitar de allí espontáneamente, porque su intención es que trates con Él, que te acerques a Él, que vivas tu vida en una relación fluida y continua con Él.
La ansiedad es uno de esos males a los que pareciera que nadie escapa. Nos preocupa nuestra salud y la de quienes ocupan un lugar de privilegio en nuestro corazón. Los vaivenes de la economía nos sobrecargan y hay momentos en los que nuestra mente pareciera tener una sobrecarga, sin poder parar de pensar en busca de una solución. Nuestro corazón se llena de temores, por la violencia, por la injusticia, por los accidentes, ¡por tantas cosas!
Por medio de Pedro, Dios nos manda tomar nuestra ansiedad como si fuera una carga material, separarla de nuestro corazón (o nuestros hombros) y echarla (o depositarla) sobre Él. Dios es lo suficientemente grande y fuerte como para sostener tu carga, y en su gracia te ha invitado a entregársela confiadamente. ¿No es lo que Jesús dijo al invitarnos a ir a Él porque nos daría descanso (Mat. 11:28-30)? Si Dios ha insistido tanto en transmitirnos esta verdad, es porque la opción de atravesar las situaciones de la vida sin ser aplastado por las cargas es una realidad.
Dios te cuida, ¿lo sabías? Sí, es probable que sí lo supieras, y sin embargo necesitas volver a recordarlo todos los días. Sabemos que Dios nos cuida, y sin embargo volvemos a tomar las riendas de nuestras situaciones, tratando de encontrar soluciones por nuestros propios medios. ¿Recuerdas lo que enseñaba Jesús con respecto a la preocupación (Mat. 6:25-34)? Tú vales más que las aves del cielo y las flores del campo. Si Dios estuvo dispuesto a pagar el precio de la sangre de su Hijo por tu vida, ¿no crees que también se hará cargo de todo lo que hay en tu vida (Rom. 8:32)?
¿Qué te preocupa en este tiempo? ¿Qué te carga? Dios te está diciendo que a Él le importa, que también cuida ese aspecto de tu vida. No sigas con esa carga que te está haciendo daño. Entrégasela a Dios y confía en Él. Hazlo ahora. Él te cuida.
c. Mantente alerta y resiste
c. Mantente alerta y resiste
8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
8 Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.
8 ¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.
8 Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar.
¡Es tan fácil dejarse llevar! Cualquiera de nosotros puede vivir su vida simplemente dejándose llevar por la corriente, pero la Palabra de Dios te ofrece otra alternativa. Practica el dominio propio (sé sobrio). No te eches al abandono. Evita las cosas que adormezcan tus sentidos. Mantente alerta, en pleno ejercicio de tus facultades.
¿Por qué? ¿Qué te amenaza? El diablo, tu enemigo, anda a tu alrededor como león rugiente, buscando a quien devorar. Suena amenazante y peligroso. Pero observa que Dios no nos propone que nos asustemos, que nos escondamos, que nos llenemos de miedo. Lo que sí se nos propone es que no nos dejemos tomar por sorpresa.
Vivimos en medio de una sociedad que ha asumido la actitud de considerar al diablo una fábula ridícula que fuera utilizada en algún tiempo para manipular a los ingenuos. Lamentablemente el hecho de que la realidad de la guerra espiritual fue mal utilizada en algunos períodos de la historia para beneficio de algunos es una verdad histórica. Y tristemente eso ha provocado que hoy en día el conflicto espiritual sea dejado de lado como una caricatura sin sentido. Tal actitud adormece los sentidos de las personas que terminan siendo inconscientemente subyugadas bajo los poderes espirituales.
Los cristianos a veces podemos atravesar las circunstancias de la vida como si el conflicto espiritual no existiera, como lo hace todo el mundo. Y ese es un error bastante serio. La Biblia no se propone "asustarnos" ni manipularnos con esta cuestión del diablo, sino que apunta a advertirnos de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. En lo que ocurre en tu vida y en tu contexto hay más de lo que puede ser percibido a simple vista.
El peligro consiste en que podemos dejar que nuestros sentidos se adormezcan, podemos dejar de vigilar. Este es un llamado para que no lo hagas, una especie de pellizcón espiritual para llamarte a la vigilia, una convocatoria de Dios a la militancia activa en sus filas. No vivas como si no hubiera un conflicto espiritual, al contrario, mantente alerta, porque existe un enemigo que está dispuesto a aprovechar cualquier oportunidad para hacerte daño o hacerte tropezar.
¡Despierta! Considera lo que ocurre, ora, busca a Dios.
9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
9 Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos.
9 Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe. Recuerden que sus hermanos en Cristo, en todo el mundo, también están pasando por el mismo sufrimiento.
9 Pero resístanlo firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en sus hermanos en todo el mundo.
La Palabra nos exhorta a enfrentar al diablo como tal y resistirlo con firmeza. Esto no implica un menosprecio, pero tampoco se nos propone que asumamos una actitud de derrota. El diablo es un enemigo formidable que no en vano tiene sujeta a la mayor parte de la humanidad bajo su autoridad, pero la liberación que Dios nos proveyó en Cristo Jesús nos colocó en una posición espiritual privilegiada (Ef. 2:1-7), fuera del alcance de la autoridad del diablo. Esto es mucho más que un concepto o una analogía: es nuestra realidad espiritual.
¿Te das cuenta de esto? Los cristianos somos las únicas personas en el planeta que podemos decirle un rotundo "¡No!" a Satanás y que sea respetado. El resto de la gente, los que no tienen a Cristo, están bajo su autoridad (1 Juan 5:19). Pueden negociar o cambiar una conducta públicamente vergonzosa por una aparentemente correcta que esconde otras facetas de la vida, pero no pueden escapar a su dominio. Nosotros sí, y a veces no lo hacemos.
Sería interesante que dedicaras un momento a orar por esto. ¿En qué áreas de tu vida no has estado ejerciendo esta autoridad que Dios te ha dado? Tienes el poder para decirle que no a Satanás, y él no podrá contradecirte. ¿Percibes la presencia de tu enemigo espiritual rondando a tu alrededor? ¿Lo ves influyendo en tus circunstancias, manifestándose en tus relaciones, colándose sutilmente en tus pensamientos? No es algo que puedas dejar para después. Este es el momento en que tienes que esgrimir la autoridad que Dios te ha dado y decir: "Te resisto en el nombre de Jesús, Satanás. Rechazo tus obras, tus presiones, tus ideas".
Esto que te ocurre no es algo exclusivo, no solo te pasa a ti. Tus hermanos en todo el mundo enfrentan el mismo tipo de conflicto espiritual. Que el enemigo encuentre un bloque de resistencia, en ti y en tus hermanos.
d. Dios te restaurará a su debido tiempo
d. Dios te restaurará a su debido tiempo
10 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
10 Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.
10 En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido.
10 Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá.
El sufrimiento es parte de la vida, parte de tu vida. En realidad los cristianos tenemos más razones para enfrentar dificultades que el resto de los mortales. Pero ningún problema, sufrimiento, carga o tristeza es interminable. Los padecimientos, las dificultades, son por un poco de tiempo. Dios tiene el reloj que marca el principio y el fin de nuestros sufrimientos. Aún en aquellas circunstancias en las que no logramos ver el fin del dolor, aún cuando no podamos ver la luz al final del oscuro túnel que estamos atravesando, Dios tiene marcado un punto final para la dificultad, y quiere sacarnos de ella renovados, fortalecidos, crecidos espiritualmente y capaces de servirle de una manera mucho más eficaz. Cuando Dios dijo que dispone todas las cosas para bien de los que lo aman (Rom. 8:28), lo dijo en serio.
¿Qué te está ocurriendo en este tiempo? No lo entiendes ahora, pero es por tu bien. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios, resiste al diablo y no le des espacio en tu vida, y espera con confianza. Dios está allí, tomándote de la mano, alentándote, siendo el pastor de tu alma mientras atraviesas el valle oscuro. Dios es el Dios de toda gracia, el que se deleita en cubrirnos de favores, riquezas y bendiciones que no merecemos, pero que su Hijo ganó para nosotros, y Él nos llamó a su gloria eterna en Cristo. Dios te llamó y tú le respondiste; ahora caminas con Él.
Mira lo que Dios hará contigo una vez que termine la confusión, la vergüenza, la tristeza, el dolor: te restaurará y te hará fuerte, firme y estable. Vuelve a leer estos versículos; no estás leyendo un trozo de poesía, sino las promesas de Dios para ti, esas palabras que son garantía de seguridad y cumplimiento, porque Dios no es hombre para que mienta (Núm. 23:19). Así que cobra ánimo, aférrate todavía con más tenacidad a la mano de tu Padre celestial, resiste al diablo y sigue adelante.
Algunas veces escuché la frase "Lo mejor está por venir" en boca de políticos, personas que no podían asegurarle a nadie que estarían vivos al día siguiente. Me sonó a promesa vacía con sabor a mentira, a demagogia, a anzuelos que endulzan el oído para obtener beneficios personales. Pero cuando Dios me dice - y es lo que me está prometiendo con estas palabras - que lo mejor está por venir, le creo con todo mi corazón, y mi alma prorrumpe en alabanzas.
No necesitas entenderlo, pero puedes confiar. En eso consiste la fe, que es el combustible de tu vida (Heb. 11:1; Rom. 1:17; Hab. 2:4).
11 A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
11 A él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén.
11 ¡A él sea todo el poder para siempre! Amén.
11 A Él sea el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
Luego de todo lo considerado, ¿queda otra alternativa aparte de adorarle? ¡A Él sea el poder! ¿Amén?
Conclusión:
Conclusión:
12 Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.13 La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.14 Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén.
12 Con la ayuda de Silvano, a quien considero un hermano fiel, les he escrito brevemente, para animarlos y confirmarles que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manténganse firmes en ella.
13 Saludos de parte de la comunidad que está en Babilonia, escogida como ustedes, y también de mi hijo Marcos. 14 Salúdense los unos a los otros con un beso de amor fraternal.
Paz a todos ustedes que están en Cristo.
12 Les escribí y envié esta breve carta con la ayuda de Silas, a quien les encomiendo como un hermano fiel. Mi propósito al escribirles es alentarlos y asegurarles que por lo que están atravesando es en verdad parte de la gracia de Dios para ustedes. Manténganse firmes en esta gracia.
13 Su iglesia hermana aquí en Babilonia les manda saludos, al igual que mi hijo Marcos. 14 Salúdense unos a otros con amor cristiano.
La paz sea con todos ustedes que están en Cristo.
12 Por conducto de Silvano, nuestro fiel hermano, porque así lo considero, les he escrito brevemente, exhortando y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios. Estén firmes en ella.
13 La que está en Babilonia, elegida juntamente con ustedes, los saluda, y también mi hijo Marcos.
14 Salúdense unos a otros con un beso de amor fraternal.
Paz sea a todos ustedes que están en Cristo.
12 Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.
12 Con la ayuda de Silvano, a quien considero un hermano fiel, les he escrito brevemente, para animarlos y confirmarles que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manténganse firmes en ella.
12 Les escribí y envié esta breve carta con la ayuda de Silas, a quien les encomiendo como un hermano fiel. Mi propósito al escribirles es alentarlos y asegurarles que por lo que están atravesando es en verdad parte de la gracia de Dios para ustedes. Manténganse firmes en esta gracia.
12 Por conducto de Silvano, nuestro fiel hermano, porque así lo considero, les he escrito brevemente, exhortando y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios. Estén firmes en ella.
Pedro coloca al final de su carta la razón para haberla escrito. Lo hizo para animarnos (nos incluimos, porque el Espíritu Santo inspiró esta pieza e impulsó su inclusión en el canon bíblico) y confirmarnos que ésta es la verdadera gracia de Dios. ¿Te animan estas palabras? ¿Te inspiran? ¿Te fortalecen? Caminar con Jesús por la vida es transitar por el camino de la verdadera gracia de Dios, el caudal de riquezas de las que Dios ha querido hacernos herederos.
¿Sabes? Dios no ignora tus problemas. Dios no está demasiado ocupado con alguna necesidad cósmica del universo como para interesarse por tus temores, tus afectos, tus gustos, tus detalles. Desde que creíste en Jesús estás en la mejor posición, bajo la atenta mirada de tu Creador y Salvador. Estás en la gracia de Dios. Mantente firme en ella.
Una sola decisión afectará todas las demás que tomes: la de no moverte ni alejarte de la gracia de Dios. ¿Que no es fácil? ¡Claro que no lo es! Pero lo que en este momento estás terminando de leer fue escrito para animarte y confirmarte que estás en la verdadera gracia. Afírmate. Vuelve a decidir por Jesús hoy, y vuelve a hacerlo mañana, y cada uno de tus días. Camina con Jesús.
13 La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.14 Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén.
13 Saludos de parte de la comunidad que está en Babilonia, escogida como ustedes, y también de mi hijo Marcos. 14 Salúdense los unos a los otros con un beso de amor fraternal.
Paz a todos ustedes que están en Cristo.
13 Su iglesia hermana aquí en Babilonia les manda saludos, al igual que mi hijo Marcos. 14 Salúdense unos a otros con amor cristiano.
La paz sea con todos ustedes que están en Cristo.
13 La que está en Babilonia, elegida juntamente con ustedes, los saluda, y también mi hijo Marcos.
14 Salúdense unos a otros con un beso de amor fraternal.
Paz sea a todos ustedes que están en Cristo.
Busca a alguien en este día para darle este beso de amor fraternal. Tu beso contendrá la bendición de Dios que quieres transmitirle a esa persona en especial. Tus hermanos en la fe están allí para que sepas que no estás solo, y para apoyarte. Tú estás para que ellos sepan que no están solos, y para apoyarles. En nuestra época, tal vez le puedas hacer llegar un "beso digital" a alguien en este mismo momento, por medio de una llamada telefónica, un mensaje de texto con tu celular, un correo electrónico. Alienta, bendice, edifica, alegra la vida de quienes están a tu alrededor.
Que Dios te cubra con su inconfundible e inexplicable paz, a ti que estás en Cristo.