La Doctrina de la Salvación
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INTRODUCCION
La palabra “soteriología” se deriva de dos palabras griegas, soteríay logos. La primera significa “salvación”, y la última palabra, “disertación, o doctrina.” Habiendo tratado con la doctrina de la teología, donde fue enfatizada la santidad de Dios, y habiendo visto el fracaso y pecado de la humanidad en el estudio de antropología y hamartiología, nos es traída a conciencia la extrema necesidad de un plan de salvación suficiente para cerrar la vasta brecha entre estos dos extremos infinitos, la pecaminosidad del hombre y la santidad de Dios.
Afortunadamente para todos los involucrados, Dios previó todo lo que tomaría lugar en la caída del hombre, y planeó justamente la salvación necesaria antes de la fundación del mundo. Antes de que fuera cometido el primer pecado en el universo y antes de la triste condición traída por el hombre rebelde, que había sido hecho a la imagen de Dios, el Señor había planeado y provisto el medio de escape de los rebeldes y la condenación del pecado. Nuestro Dios no fue tomado desprevenido. Él previó la caída y pre-ordenó el plan de rescate.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
El plan de salvación es tan simple que hasta el menor entre los hijos de los hombres podría tomar suficiente de el para experimentar su poder transformador. Al mismo tiempo, es tan profundo que jamás se ha descubierto ninguna imperfección en él.
El corazón del plan de salvación de Dios está centrado alrededor de un oficio y la fundación de un mediador; uno que podía ir entre un Dios ofendido y una criatura desamparada y pecaminosa, el hombre. Job sintió la necesidad de tal persona al encontrarse (por lo menos él pensó) apartado de Dios.
Porque no es hombre como yo, para que yo le responda,
Y vengamos juntamente a juicio.
No hay entre nosotros árbitro
Que ponga su mano sobre nosotros dos.
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
Esta es la razón para la encarnación de la segunda persona de la deidad; para ser un mediador para Dios era necesario ser Dios, para representar a la humanidad era necesario ser un hombre. La pena por los pecados de la humanidad que debía ser descartada si el hombre tenía comunión con Dios, era la muerte. Pero a causa de que Dios no puede morir, el Espíritu no puede morir. Él debía tener un cuerpo. Y entonces.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
I. PROVISIONES QUE HAN SIDO HECHAS.
A. La muerte de Cristo.
Al estudiar la vida de Cristo, nos admiramos por las muchas obras maravillosas ejecutadas por Él. El dar de comer a las multitudes, convertir el agua en vino, sanar a los enfermos, hacer caminar a los paralíticos, hacer hablar a los mudos, y hacer ver a los ciegos eran evidencias que señalaban que Él era el Hijo de Dios. A través de estas poderosas obras, Él dio amplia evidencia de que Él era en verdad todo lo que había dicho que era. Sin embargo, su trabajo no estaba terminado por las poderosas hazañas hechas en su vida, las grandes verdades que predicó, o por ser un gozo y una bendición a la gente de su día. Su principal propósito en venir a esta tierra fue traer salvación a las almas de los hombres.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
1. La importancia de la muerte de Cristo.
Myer Pearlman dice: “El evento sobresaliente y la doctrina central del Nuevo Testamento puede ser sintetizado en las palabras, ‘Cristo murió (el evento) por nuestros pecados (la doctrina).
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
El Cristianismo es diferente a toda otra religión en el sentido de que se asigna a la muerte de su fundador. Toda otra religión basa su demanda en la grandeza de la vida y enseñanza de aquellos que las fundaron, mientras que el evangelio de Jesucristo está centrado alrededor de la persona de Jesucristo, incluyendo especialmente su muerte en el Calvario. Se ha dicho a menudo que hay algo bueno en toda religión. Puede ser verdad que haya algún valor ético en muchas otras enseñanzas, pero sólo en el cristianismo tenemos la redención de pecados, y esto es logrado a través de la muerte sustituyente del mismo hijo de Dios.
1. En el Antiguo Testamento. La muerte de Cristo está prevista a través del Antiguo Testamento en muchos tipos (símbolos o figuras de la muerte de Cristo) y profecías. Sólo algunos de los más sobresalientes de éstos son mencionados aquí.
1. Tipos:
• Las túnicas de pieles.
Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
La ofrenda de Abel.
Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;
La ofrenda de Isaac.
Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
El cordero de la pascua.
Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.
El sistema de sacrificio levítico.
Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego.
La serpiente de bronce.
Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino.Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel.Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo.Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
El Cordero inmolado.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
1.3. Es una de las dos verdades fundamentales del evangelio.
Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
Este tema ha sido tratado bajo la sección de teología que habla de Jesucristo. Pero algunos versículos pertinentes serán repetidos aquí para enfatizar la importancia de su muerte. Jesús participó en carne y sangre a fin de que pudiera morir.
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
1.4. Es necesario para la salvación del hombre.
Muchos versículos señalan la absoluta necesidad de la muerte de Cristo a fin de que Dios pudiera perdonar el pecado y otorgar al hombre su salvación. Note cuán a menudo ocurren las palabras “es necesario” en los siguientes pasajes:
Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo.
diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
La única base sobre la cual un Dios santo podía perdonar el pecado era que su hijo llevara la pena de la culpa del pecador. El no puede perdonar solamente con base en el arrepentimiento del pecador. Sólo puede ser porque la pena ha sido completamente pagada. Dios no perdona a los pecadores, como algunos predican, porque los ama. Su amor causó que Él diera a su Hijo unigénito para que fuera el rescate por el pecado, por consiguiente el pecador puede ser perdonado. George Herbert Morrison ha escrito hermosamente:
¿Por qué entonces fue necesaria la cruz si Dios es amor eternamente? Para mí la respuesta antigua es la única respuesta. Dios es más que una persona; Dios es el gobernador moral del universo. Un padre perdona libremente a su hijo si el niño es culpable; pero si el padre es un juez no puede perdonar así a un criminal, aunque el criminal sea su hijo; es su deber sustentar y administrar la ley por los intereses más altos del estado, y si perdonara al criminal sobre la base de que es culpable, el país se lanzaría a un estado sin leyes y caos. O, de nuevo digamos que el padre es un director de escuela, y el hijo un alumno; ¿puede actuar como director al igual que actúa como padre, perdonando porque el niño expresa angustia?
Estas son ilustraciones imperfectas, pero ilustran el problema de Dios: como perdonar, como lo desea su corazón, y al mismo tiempo ser “juez de toda la tierra”; como perdonar, a la más leve señal de culpabilidad, y aún mantener esa ley que vive en Él, para que los hombres puedan vivir en la segura y espléndida confianza de que.
Justicia y juicio son el cimiento de tu trono;
Misericordia y verdad van delante de tu rostro.
Había “un problema digno de Dios”, como solían decir Martín Lutero y Tomas Chalmers: cómo cancelar el pecado, tratarlo como si no fuera, y aún mantener y vindicar su justicia. El Nuevo Testamento con inalterada repetición no dice que Dios resolvió ese problema dando a su unigénito Hijo para morir por el pecado. Cualquier perdón divino que haga menos a la ley haría de este mundo una habitación intolerable; pero cuando Dios dio a su hijo para morir por el pecado.
La misericordia y la verdad se encontraron;
La justicia y la paz se besaron.
3. El verdadero significado de la muerte de Cristo.
A fin de tomar la completa extensión de lo que fue logrado a través de la muerte de Jesucristo, un número de diferentes palabras debe ser utilizado y sus significados completamente entendidos. El pecado del hombre era tan grande y la santidad de Dios tan pura, que el golfo que entre ellos debía ser cruzado requería un sublime logro por parte de nuestro Señor. Por medio de su muerte, Él satisfizo enteramente toda necesidad del pecador relacionada con el pecado, capacitándolo para disfrutar una comunión eterna con Dios. Al mismo tiempo, Cristo satisfizo todo requisito necesario para que un Dios recto y justo pudiera perdonar libremente el pecado y recibir al hombre otra vez en su comunión. En ningún momento a través de la eternidad, cualquier hombre, diablo o ángel podrá desafiar la perfecta y entera provisión de la gran salvación de Dios. Consideraremos la muerte de Cristo como es revelada en cinco palabras distintas.
3.1. Es vicaria (una sustitución).
La palabra vicaria quiere decir “un sustituto, uno que toma el lugar de otro y actúa en su lugar.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
3.2. Es una expiación.
La palabra “expiación” es utilizada en forma general y particular. En la forma que es utilizada popularmente, se refiere a la provisión entera de salvación que Dios hizo para los pecadores por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Este es el significado utilizado generalmente.
Sin embargo, la palabra tiene un significado específico en la escritura. Literalmente significa “un encubrimiento.” Es una palabra del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento debía hacerse una expiación por las transgresiones individuales. “
Cuando una persona pecare e hiciere prevaricación contra Jehová, y negare a su prójimo lo encomendado o dejado en su mano, o bien robare o calumniare a su prójimo, o habiendo hallado lo perdido después lo negare, y jurare en falso; en alguna de todas aquellas cosas en que suele pecar el hombre, entonces, habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello que robó, o el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló, o todo aquello sobre que hubiere jurado falsamente; lo restituirá por entero a aquel a quien pertenece, y añadirá a ello la quinta parte, en el día de su expiación. Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación. Y el sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá perdón de cualquiera de todas las cosas en que suele ofender.
Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
Si toda la congregación de Israel hubiere errado, y el yerro estuviere oculto a los ojos del pueblo, y hubieren hecho algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y fueren culpables; luego que llegue a ser conocido el pecado que cometieren, la congregación ofrecerá un becerro por expiación, y lo traerán delante del tabernáculo de reunión. Y los ancianos de la congregación pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro delante de Jehová, y en presencia de Jehová degollarán aquel becerro. Y el sacerdote ungido meterá de la sangre del becerro en el tabernáculo de reunión, y mojará el sacerdote su dedo en la misma sangre, y rociará siete veces delante de Jehová hacia el velo. Y de aquella sangre pondrá sobre los cuernos del altar que está delante de Jehová en el tabernáculo de reunión, y derramará el resto de la sangre al pie del altar del holocausto, que está a la puerta del tabernáculo de reunión. Y le quitará toda la grosura y la hará arder sobre el altar. Y hará de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacerdote expiación por ellos, y obtendrán perdón.
Como se ha dicho, esta palabra “expiación” es una palabra del Antiguo Testamento, porque en Cristo tenemos más que un encubrimiento por nuestros pecados. Estos son perdonados y completamente removidos. La sangre de los animales de sacrificio, traídos por el adorador, sólo podía bastar para cubrir los pecados de los hombres hasta que la preciosa sangre de Cristo fuera derramada para removerlos.
porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Mas me preparaste cuerpo.
Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.
Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
3.3. Es una propiciación.
a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.
Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
p La palabra “propiciación” propiamente significa el desecho de la ira de Dios por un sacrificio. Por lo tanto significa aplacamiento. “La idea de la ira de Dios está fuertemente arraigada en el Antiguo Testamento, donde se hace referencia a ella 585 veces.” Esta palabra también es mencionada un número de veces en el Nuevo Testamento:
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.
En los pasajes citados arriba será visto que Pablo veía la muerte de Cristo como el medio para remover la ira de Dios.
Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él.
La sorprendente paradoja es que Dios mismo proveyó los medios para remover su propia ira. También observamos: que si es el amor del Padre.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
3.4. Es una reconciliación.
La necesidad de reconciliación es aparente por la enemistad entre Dios y el hombre traída por el pecado del hombre. Por medio del sacrificio de Jesucristo, esta condición de enemistad puede ser cambiada a una de paz y comunión. Esta es una de las bendiciones más grandes de la salvación personal. De nuevo, esta nueva relación magnifica la gracia de Dios, porque ningún hombre puede reconciliarse con Dios. Dios mismo obró esta reconciliación para nosotros por medio de Cristo. Fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte de su Hijo.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
3.5. Es un rescate o una redención.
La palabra “redención” significa una soltura o liberación de la cautividad, esclavitud o muerte por la paga de un precio, llamado rescate. De ahí que la palabra tenga doble significado. Significa la paga de un precio, al igual que la liberación del cautivo. La muerte de Cristo en la cruz está vista en la escritura como el precio que Jesús pagó por la liberación del pecador.
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
De la pena de la ley.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
De la ley misma.
Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
Del poder del pecado en la vida de uno.
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
. De Satanás.
y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
. De toda maldad, incluyendo nuestro presente cuerpo.
el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
4. ¿Por quién murió Cristo?.
Esta es una pregunta vital a causa de muchas teorías que se sostienen dentro de la iglesia cristiana. La teoría calvinista de “expiación limitada” enseña que Cristo murió sólo por los elegidos a quienes Él había previamente elegido. Veamos lo que dice la Biblia.
4.1. Por la iglesia.
No hay duda que Cristo murió por aquellos creyentes que son los miembros de su cuerpo, la iglesia.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
4.2. Por el mundo entero.
Hay un volumen de escritura aún más grande para mostrar que Cristo murió por el mundo entero, por cada individuo.
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.
La expiación es suficiente para todos; es eficiente para aquellos que creen en Cristo. La expiación en sí, en cuanto pone la base para el tratamiento redentor de Dios con los hombres es ilimitada; la aplicación de la expiación es limitada a aquellos que verdaderamente creen en Cristo. Potencialmente Él es el Salvador de todos los hombres; efectivamente lo es sólo de los creyentes. “Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen” (I Ti. 4:10).
4.3. ¿Qué de los niños?
¿La gracia de Dios cubre a infantes y a niños pequeños hasta que lleguen a la edad de uso de razón, o de responsabilidad moral? Si Jesús realmente murió por todos, entonces parecería que estos pequeños también estarían incluidos en su expiación. Si Cristo murió por todos los hombres entonces los pecados de todos están potencialmente cubiertos por el derramamiento de su sangre preciosa. Pero hay un pecado especial que Jesús dijo que el Espíritu Santo condenaría; es el pecado de incredulidad.
B. La resurreccion de Jesucristo.
Parece casi increíble que una gran parte de la iglesia cristiana ve muy poco o ningún significado en la resurrección de Jesucristo, si no como lo afecta a El personalmente. A medida que seguimos este estudio veremos cuán esencial y cuán glorioso es el hecho de la resurrección de nuestro Señor.
1. La importancia de la resurrección de Cristo.
1.1. Es una de las dos doctrinas primarias del evangelio.
Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
Es imposible e inútil tratar de determinar cuál es más importante: su muerte o su resurrección, porque la una sin la otra nunca podrían haber sido suficientes para la salvación de los hombres. Si Cristo hubiera permanecido en la tumba, su muerte no hubiera sido más que la de un mártir por la fe cristiana. No nos hubiera dado nada más que una filosofía. Sin embargo, sin el sacrificio vicario de su muerte, su resurrección no hubiera presentado ningún poder salvador.
acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,
1.2. Fue el fundamento sobre el cual la iglesia fue edificada.
Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.
se encuentra “una de las más poderosas suposiciones negativas que pueden ser hechas en conexión con la fe cristiana.” Pablo enuncia cinco hechos negativos que, si fueran ciertos, despojarían al evangelio de todo su poder y bendición.
1.2.1. Nuestra predicación sería vana.
y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también la fe de ustedes.
A nuestro evangelio le sería robada su nota de gozo y sería cambiada por un canto fúnebre. Se convertiría en un evangelio de muerte, una simple biografía de un hombre que vivió una vida extraordinaria, pero sufrió una muerte ordinaria, aunque ignominiosa “aún la muerte de la cruz.” Nuestro evangelio sería vaciado de su poder. Si Jesús no hubiera ganado la victoria en el calvario, como es evidenciando por su resurrección sobre la muerte, el infierno, y la tumba todavía seríamos víctimas. Para dar efectividad al evangelio era necesaria la victoria de la tumba abierta y el poder del Señor resucitado. .2. La fe sería vana.
Todo lo que ha sido aceptado por fe como un regalo gratuito de Dios, por medio de Jesucristo; filiación divina, vida eterna, justificación, santificación, glorificación, y un hogar en el cielo, realmente no lo recibimos. Si Cristo no hubiera resucitado éstos no serían nuestros. Pablo repite lo mismo en el versículo diecisiete. La fe es siempre impotente a menos que su objeto le dé poder.
1.2.3. Los apóstoles serían testigos falsos.
Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.
2. La naturaleza y manera de la resurrección de Cristo.
2.1. Su resurrección fue por la obra de la entera trinidad.
2.1.1. Por Dios el Padre
“Y cual la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Ef. 1:19, 20). “Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella” (Hch. 2:24). “A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase” (Hch. 10:40). “Mas Dios le levantó de los muertos” (Hch. 13:30). (Vea Rom. 10:9; Col. 2:12; Rom. 6:4)
2.1.2. Por su propio poder
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Jn. 10:17, 18). Cuando Él habla de su propio cuerpo bajo la imagen de un templo, representa la restauración como su propia obra: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn. 2:19). Esto no significa que Jesús actuó separadamente del Padre, pero sí muestra que en este gran milagro Él no fue pasivo. ¡Piense en el hecho de un muerto resucitándose a sí mismo!
2.1.3. Por el Poder del Espíritu Santo
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (I P. 3:18). “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Rom. 8:11).
2.2. Fue una verdadera resurrección.
Jesús verdaderamente murió. La teoría del desfallecimiento, dice que Él solamente desfalleció sobre la cruz, manos de lástima le bajaron pensando que había muerto, aire fresco de la tumba en la que fue puesto lo revivió, y así salió como si hubiese realmente resucitado de los muertos. Es obvio que esta teoría es completamente falsa. Él apareció a sus discípulos en el completo florecimiento de salud y fuerza, de otro modo no hubiera tenido el efecto que tuvo en ellos. El resultado de colgar de una cruz durante seis horas dejaba el cuerpo humano en tal condición física que no podría haber sido restaurado solo en tres días. Note las siguientes pruebas de su verdadera muerte:
2.2.1. Los soldados vieron que estaba muerto.“Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas” (Jn. 19:33). Estos eran soldados romanos profesionales que estaban acostumbrados a conducir crucifixiones y no podían ser engañados en que su trabajo no estaba terminado.
2.2.2. El centurión atestiguó de su muerte
El centurión encargado de la crucifixión trajo su informe personal a Pilato. Él le aseguró al gobernador romano, que Jesús estaba en realidad muerto. “Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto, y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José” (Mr. 15:44, 45).
2.2.3. Fluyó sangre y agua de su costado
A fin de asegurar que no existía ni la más remota posibilidad de que quedara vida en el cuerpo de Jesús, uno de los soldados traspasó el costado de Jesús con su lanza. Autoridades han declarado que el fluir de sangre y agua, es una evidencia fisiológica de que su corazón fue reventado y que la muerte sería casi instantánea. William Hendriksen en el Comentario del Nuevo Testamento, Exposición del Evangelio de Juan, cita de un artículo en el Foro Calvino escrito por un médico prominente en Grand Rapids, Michigan, Dr. Stuart Bergsma, al efecto de sangre y agua fluyendo de una herida de lanza que sólo pudo haber venido de un corazón reventado” “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Jn. 19:34).
2.2.4. José de Arimatea creyó que Él estaba muerto
“José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús” (Mr. 15:43).
2.2.5. Las mujeres que se habían parado al lado de la cruz creyeron que había muerto
Tan pronto como había pasado el día de reposo ellas vinieron con especias para ungir al cuerpo muerto. “Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle” (Mr. 16:1).
2.2.6. Jesús dijo que murió.
Jesús, quien es “la Verdad”, declaró que murió. “Y el que vivo, y estuve muerto” (Ap. 1:18). Por lo tanto, tenemos toda la razón para creer que la p 214 resurrección de Cristo fue una resurrección genuina de uno que estaba en verdad muerto.
2.3. Fue una resurrección corporal.
La palabra “resurrección”, como es usada acerca del Señor Jesucristo alrededor de doce veces en el Nuevo Testamento, sólo puede significar la resurrección del cuerpo. Nunca es en conexión con el espíritu, porque el espíritu nunca muere. Hay abundantes pruebas de que el cuerpo de nuestro Señor fue literalmente levantado a la vida nuevamente.
2.3.1. Su cuerpo de resurrección estaba compuesto de “carne y huesos.” No era un fantasma. “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo” (Lc. 24:36–39).
2.3.2. Su cuerpo de resurrección podía ser tocado y palpado. “He aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron” (Mt. 28:9). “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved” (Lc. 24:39). “Luego dijo a Tomás: Pon tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Jn. 20:27).
2.3.3. Comió ante sus ojos. “Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos” (Lc. 24:41–43).
2.3.4. Los discípulos y sus seguidores lo reconocieron. Es natural suponer que lo reconocieron por sus características físicas. “Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista” (Lc. 24:31). “Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, maestro)… Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas” (Jn. 20:16, 18). “Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor” (Jn. 20:20). “Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor!” (Jn. 21:7).
2.3.5. Apareció en el mismo cuerpo en el cual habían sido puestos los clavos y la lanza haba sido clavada. “Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies” (Lc. 24:40). “Y cuando hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado” (Jn. 20:20). La escritura indica que estas mismas heridas serán visibles en su cuerpo cuando venga otra vez: “Y mirarán a mí, a quien traspasaron” (Zac. 12:10); “Y le preguntarán: ¿Qué heridas son p 215 estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zac. 13:6). “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron” (Ap. 1:7).
2.3.6. Jesús mismo había predicho su resurrección corporal. “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré … Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por cuanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho” (Jn. 2:19–22).
2.3.7. David, por medio del Espíritu, había profetizado que su cuerpo sería levantado. “Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción” (Sal. 16:10). Los judíos, al mantenerse con otros en tierras orientales, creían que la corrupción se apoderaba del cuerpo al cuarto día después de la muerte. Jesús fue levantado al tercer día. Esto da significado a las palabras de Marta concernientes a su hermano Lázaro, “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días” (Jn. 11: 39).
2.4. Fue una resurrección única.
Se registran ocho incidentes del levantamiento de cuerpos humanos en las escrituras: el hijo de la viuda de Sarepta (I R. 17:17–24); el hijo de la mujer sunamita (II R. 4:17–27); el hombre sobre el cual cayó el cuerpo muerto de Eliseo (II R. 13:21); la hija de Jairo (Mr. 5:22–43); el joven de Naín (Lc. 7:11–17); Lázaro (Jn. 11); Tabita (Hch. 9:36–43); Y Eutico (Hch. 20:7–12).
Tenemos toda razón para creer que éstos no fueron resucitados en un cuerpo inmortal, sino que murieron nuevamente. La resurrección de Jesús fue más que una revocación de su muerte. Primera de Timoteo 6:17 nos dice que sólo Él “tiene inmortalidad.” Pablo declara: “Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive” (Rom. 6:9, 10). Jesús dijo, “Y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos” (Ap. 1:18).
Aunque el cuerpo que fue levantado de la tumba de José era el mismo cuerpo en que Jesús había vivido y ministrado, era algo diferente. Era un cuerpo espiritual, sin ataduras de limitaciones físicas. Él podía entrar a un cuarto aunque las puertas estaban cerradas. “Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y … [se puso] … en medio … Ocho días después, estaban otra vez los discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio” (Jn. 20:19–26).
De nuevo el cuerpo de resurrección de Jesús era único en que a veces no era reconocible; note: el incidente de los dos discípulos de camino a Emaús (Lc. 24:13–16; Mr. 16:12), la ocasión en la tumba cuando María lo confundió con el jardinero (Jn. 20:14, 15), y los discípulos en el Mar de Galilea después de una noche estéril de pesca (Jn. 21:4, 5).